Reunión
del Santo del Día, 24 de junio de 1965
Hoy es la
vigilia de una gran fiesta: la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
Yo
recomendaría mucho a los Sres. que leyesen la letanía del Corazón de Jesús. ¡Es
una verdadera maravilla! Algunas invocaciones quiero comentar hoy
En primer
lugar, esa bellísima invocación: Corazón de
Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre.
Si
consideramos al Corazón de Jesús, que es —en su realidad material y carnal— el
objeto de nuestro culto como símbolo de la voluntad de Nuestro Señor y, por lo
tanto, del amor de Nuestro Señor; si consideramos que el Corazón de Jesús fue
formado en el seno Inmaculado de Nuestra Señora y con la materia que la Madre
da para la formación del cuerpo del hijo. Y, por tanto, la carne santísima, y
ligada a la divinidad en la unión hipostática de Nuestro Señor Jesucristo, es
la propia carne de María; la Sangre de Jesús es la propia sangre de María; el
Corazón de Jesús es de algún modo el Corazón de María.
Y en esa
evocación de ese proceso de generación tan admirable, por el cual la madre como
que se desdobla y da de sí mismo todo para constituir el cuerpo del hijo; si
recordamos que Jesús fue todo Él así formado del cuerpo de María y esto es un
océano, en un incendio de amor y de adoración para con ese Hijo que Ella estaba
formando en sus entrañas, comprenderemos aún más cómo el Corazón de Jesús está
unido al Corazón Inmaculado de María y cómo podemos tener una confianza sin
reserva en la eficacia de la intercesión de Nuestra Señora junto a Nuestro
Señor, tomando en consideración
que Nuestro Señor no podría rehusar nada a aquella Madre Santísima,
perfectísima, de la cual Él no sólo no tiene ninguna queja, sino de la cual
tiene el más superlativo y total contentamiento con que un Creador puede tener
en relación a su criatura, y más aún, del cual sabe que su propia carne es la
carne de Nuestra Señora y que su propio Corazón es el Corazón de Nuestra
Señora, por así decir.
Creo que
esta invocación, para los que son devotos de Nuestra Señora, tiene un gran
significado que no podría pasar desapercibido en estos comentarios.
Otra
lindísima invocación es: Corazón de
Jesús, de majestad infinita.
San Agustín
dice lo siguiente: “Donde está la humildad, ahí está la majestad” (ubi himilitas, ibi maiestas –
Sermón 14), o sea que las dos cosas son
inseparables.
De ahí concluimos
que el Corazón de Jesús, que es un abismo de humildad, es por eso mismo un
firmamento de majestad. Yo gustaría de ser artista y saber representar la
figura de Nuestro Señor para intentar expresar exactamente no sólo la majestad,
ni sólo la humildad, sino a Nuestro Señor en una de esas representaciones que
la gente ve en un solo golpe de vista, aquello que la majestad tiene de común
con la humildad, o aquello que la humildad tiene de común con la majestad, y
que es aquella esfera superior de virtud donde esas dos virtudes particulares
como que se encuentran y se funden.
Me acuerdo aquí
de la imagen del “Beau Die d’Amiens”, que es tan expresivo en ese sentido. Es una
imagen que no tiene el Corazón de Jesús, pero es Nuestro Señor Jesucristo en el
portal de la catedral de Amiens, y que siempre me dio mucho esa impresión: un rey dignísimo, un doctor nobilísimo,
pero al mismo tiempo tan sereno, tan manso, tan completamente señor de sí que
se percibe que Él sería capaz de recibir la peor injuria y conservarse
enteramente quieto, enteramente sereno, no tener ninguna reacción de amor propio, desde
que fuese esto la virtud del momento.
Esa imagen
del “Beau Dieu d’Amiens”, tengo la impresión de que es una de las que mejor
demuestran esa unión de la suma majestad con la suma humildad.
Breve video de los restos mortales de
la beata Ana María Taigi, Iglesia de San Crisógono, Roma
No puedo
dejar de recordar aquí aquella figura extraordinaria de la beata Ana María Taigi (1769-1837)
que era una sencilla cocinera en Roma, que no quería pasar por reina, pero que
tenía de tal manera la figura de la majestad que era imposible pasar cerca de
ella sin que alguien no se sintiese intimidado.
O entonces
de Santa
Teresita del Niño Jesús, que era tan
majestuosa sin ser pretensiosa y en su afabilidad, que hasta el padre de ella
la llamaba siempre “mi pequeña reina”.
Otra invocación:
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad. Los Sres.
saben que el Corazón de Jesús es un horno ardiente de amor de Dios, porque la
caridad es propiamente el amor de Dios. Y el hecho de Él ser un horno ardiente —o
sea, no sólo un horno, que sí ya trae la idea de ardor, sino de un horno
ardentísimo—, expresa bien la idea de que Él es el foco de todo el amor de
Dios, y que la
devoción al Corazón de Jesús por intermedio del Corazón Inmaculado de María es específicamente
esplendida para quien se lamenta de ser tibio, de estarse arrastrando lentamente en la vida
espiritual, la devoción a esta invocación es la que comunica este fuego de
horno ardiente de caridad.
De manera
tal que si queremos, para nosotros o queremos para otros, el verdadero amor de
Dios, esta es una de las devociones más indicadas y más excelentes.
También me
parece muy importante para nuestra época, la invocación Corazón
de Jesús, paciente y misericordioso. ¿Qué quiere decir propiamente paciente? Paciente es
aquel que sufre; es el Corazón de Jesús sufridor y misericordioso. Porque es sufridor,
es capaz de sufrir también las injurias que le hacemos.
El segundo
sentido de la palabra paciente es el Corazón de Jesús en cuanto dispuesto a
sufrir, en cuanto amando el sufrimiento, en cuanto comprendiendo que el sufrimiento es la gran
ley de la vida y que una existencia sin sufrimiento no vale absolutamente nada.
El hombre vale en la
medida de su capacidad de sufrir.
Porque, en
último análisis, vistas las cosas desde un cierto ángulo, la vida del hombre
vale en la medida en que se sufre y ama el sufrimiento que padece. Y entonces aquí
tenemos el Corazón de Jesús paciente.
Una de las expresiones
más típicas de la capacidad de sufrir es el espíritu de iniciativa, por donde el hombre vence la pereza,
vence la molicie, vence el tedio, vence el amor de sí mismo y se lanza al trabajo,
se lanza a la lucha y se lanza hasta lo más intenso y ardoroso de la lucha, si
fuere necesario, renunciando a dejarla inmediatamente si el interés de la Iglesia lo conduce en el
sentido opuesto.
Aquí está la forma
superior de paciencia, que es ese espíritu de iniciativa y de
combatividad, por donde el hombre renuncia a todas sus perezas, a
todos sus relajamientos y es esto que debemos pedir al Corazón de Jesús,
paciente y misericordioso.
Misericordioso quiere
decir quien tiene pena: es un
corolario del segundo sentido de la palabra paciencia. Y aquí viene esta otra cuestión:
la enorme
dificultad de convencer a las almas de mi tan querida generación nueva
de la
misericordia de Dios, que perdona
una vez, perdona dos veces, perdona dos mil veces y sólo no quiere que se
desanime del perdón.
Entonces,
para que tengamos confianza en el perdón de Nuestro Señor, por la intercesión del
Corazón Inmaculado de María, aquí está una invocación magnifica: Corazón de Jesús,
paciente y misericordioso. Paciente con mis defectos, con mis pecados;
misericordioso con relación a mis lagunas, por el Corazón Inmaculado de María,
teniendo pena de nosotros. Es una excelente invocación hasta para recitar
durante el día, para no perder la confianza en Nuestro Señor Jesucristo.
Un método para hacer acción
de gracias
Dos otras
invocaciones: Corazón de Jesús, propiciación por nuestros
pecados. A veces ocurre que nos sentimos fundamentalmente
indignos, y esto hasta las almas más puras y más altas pueden sentirlo. Y comprendemos
que delante de la justicia infinita de Dios, no somos absolutamente nada. Pero está
esa invocación, que es una tranquilidad para nosotros. El Sagrado Corazón de Jesús
es una propiciación por nuestros pecados.
¿Qué significa
propiciación? Yo no valgo nada. Los sacrificios que hago —porque provienen de
mí es que no valgo nada— también por sí mismos no valen nada. Pero hay una víctima
que vale todo, porque es una víctima sin mancha, sin defecto, es una víctima ligada
por la unión hipostática a la propia divinidad, y esa víctima es Nuestro Señor Jesucristo,
que se ofreció por mí. De tal manera que todo aquello que yo temo no conseguir,
está víctima lo consigue.
Mis pecados,
esa víctima los cargó. Mis pecados, es víctima sufrió por ellos. Y por causa de
eso considero mis pecados con una vergüenza, con una contrición, por lo menos
con una atrición, pero en todo caso con una inmensa confianza, porque Alguien
murió por mí, Alguien derramó por mí todas las gotas de su Sangre.
Yo tengo la
confianza no en mí, sino en esta Sangre infinitamente preciosa, que por mí fue
derramada.
Una última
invocación: Corazón de Jesús, fuente de toda
consolación.
La palabra
consolación tiene también dos sentidos: 1) ella corresponde al fortalecimiento;
2) en otro, ella quiere decir alegría, suavidad y unción del divino Espíritu
Santo en el alma. En ambos sentidos el Sagrado Corazón de Jesús es fuente de
toda consolación. Nuestra fuerza viene de Él. Y cuando nos sentimos flacos, tibios,
desorientados, sobre todo cuando estamos delante de algún gran acto de
generosidad al cual estamos llamados pero sin el coraje de
concretizarlo, no debemos hacer “olimpismo”; no debemos imaginar que es sólo
por nosotros que lo conseguiremos hacer. ¡No! El Corazón de Jesús es la fuente de toda la
fuerza; por medio del Corazón Inmaculado de María, que es el canal
único y necesario para llegar al Corazón de Jesús, dirigirse al Corazón de Jesús,
y pedirle fuerzas. No seré frustrado en mi pedido y, en determinado momento,
tendré la fuerza que necesito para hacer inclusive las cosas más arduas y difíciles
con relación a la vida espiritual.
Ahí están
algunas consideraciones que podemos aprovechar para la comunión.
Cómo es
excelente, para la comunión por ejemplo, llevar la letanía del Sagrado Corazón
de Jesús, y cada día escoger —tal vez hasta al azar— una de las invocaciones
para comulgar tomando en consideración que se está recibiendo en el alma la
presencia real, física, verdadera y vida de aquel Corazón del cual se está
meditando y que es, v.g., fuente de toda fortaleza. Y entonces hacer la
comunión así, por ejemplo:
Señor, vos sois fuente de toda
fortaleza, y yo querría tener mil veces más fuerza de la que tengo para
serviros mejor. Sé que esta fuente de fortaleza está presente dentro de mí; sé
que esta fuente de fortaleza sois vos. Dadme fuerzas contra vuestros enemigos
externos y contra las tendencias malas que hay en mí y que son vuestras enemigas también. Ten compasión de mí,
yo os lo pido por el Corazón Inmaculado de María.
Eso debe
ser hecho por los movimientos libres del alma. Pero esta es una sugerencia —que
no vale más que una sugerencia— a fin de que cuando se esté en la aridez y, por
así decir, sin asunto para con Nuestro Señor en la comunión, tomar una de esas
invocaciones de esa letanía y rezarla: la comunión podrá ser fuente de
verdaderas gracias.
Letanías del sagrado corazón de Jesús
Señor,
ten piedad de nosotros.
Cristo,
ten piedad de nosotros.
Señor,
ten piedad de nosotros.
Dios
Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios
Hijo, Redentor del mundo.
Dios
Espíritu Santo.
Santa
Trinidad, un solo Dios.
Corazón
de Jesús, Hijo del eterno Padre.
Corazón
de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo.
Corazón
de Jesús, unido substancialmente al Verbo de Dios.
Corazón
de Jesús, de majestad infinita.
Corazón
de Jesús, templo santo de Dios.
Corazón
de Jesús, tabernáculo del Altísimo.
Corazón
de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo.
Corazón
de Jesús, horno ardiente de caridad.
Corazón
de Jesús, arca de justicia y de amor.
Corazón
de Jesús, lleno de bondad y de amor.
Corazón
de Jesús, abismo de todas las virtudes.
Corazón
de Jesús, dignísimo de toda alabanza.
Corazón
de Jesús, rey y centro de todos los corazones.
Corazón
de Jesús, en el que están todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.
Corazón
de Jesús, en el que habita toda la plenitud de la divinidad.
Corazón
de Jesús, en el que el Padre se ha complacido.
Corazón
de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido.
Corazón
de Jesús, deseo de los collados eternos.
Corazón
de Jesús, paciente y de mucha misericordia.
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Corazón
de Jesús, rico para todos los que te invocan.
Corazón
de Jesús, fuente de vida y de santidad.
Corazón
de Jesús, propiciación por nuestros pecados.
Corazón
de Jesús, saturado de oprobios.
Corazón
de Jesús, triturado a causa de nuestros crímenes.
Corazón
de Jesús, hecho obediente hasta la muerte.
Corazón
de Jesús, por la lanza perforado.
Corazón
de Jesús, fuente de toda consolación.
Corazón
de Jesús, vida y resurrección nuestra.
Corazón
de Jesús, paz y reconciliación nuestra.
Corazón
de Jesús, víctima de los pecadores.
Corazón
de Jesús, salud de los que en Ti esperan.
Corazón
de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren.
Corazón
de Jesús, delicia de todos los santos.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
OREMOS
Omnipotente
y sempiterno Dios, mira el Corazón de tu dilectísimo Hijo y las alabanzas y
satisfacciones que en nombre de los pecadores te paga. Aplacado por estos
divinos homenajes, perdona a los que imploran tu misericordia, en nombre de
ese mismo Jesucristo tu Hijo, que vive y reina con Vos, en unidad del
Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.
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