I – El
caso del Padre Feeney
Nota introductoria: Son muchos los tradicionalistas ―ya sea
porque están engañados o bien porque son de mala voluntad― que creen en la doctrina herética de los
llamados “bautismos de deseo/sangre”. Ellos creen y hacen creer a los incautos que
es una doctrina de la Iglesia. Sin embargo, eso es totalmente falso puesto que no
ha habido ningún Papa en toda la historia de la Iglesia que haya enseñado magisterialmente dicha
doctrina. Muchos de los defensores de esta falsa doctrina usan, entre muchos de
sus argumentos, el caso del P. Leonard Feeney SJ; un sacerdote norteamericano que
fue “excomulgado” en la década de 1950; caso que por lo demás no tiene nada que
ver con la teoría del “bautismo de deseo/sangre (como se verá en esta serie). Cuando
usan este argumento, ellos omiten relatar todos los pormenores de este caso (lo
que revela su mala voluntad). En esta
serie de artículos presentaremos todos los pormenores del caso del P. Feeney;
lo que demostrará, por tanto, que el argumento esgrimido no prueba en absoluto
lo que los defensores del “bautismo de deseo/sangre” pretenden hacer al citar
el caso del P. Feeney. Es recomendable leer esta serie completa a medida que la vayamos publicando para comprender enteramente el contenido y alcance de este caso.
Los herejes y modernistas resisten a la verdad al igual
que resisten a Aquél que es la Verdad (Juan 14, 6). Y porque resisten a la
verdad, ellos también se resisten a los hechos, porque los hechos relatan la
verdad sin mezcla de error. Uno de los hechos que los modernistas y herejes
resisten más que a todos, es el que la Iglesia Católica ha enseñado
infaliblemente que fuera de la Iglesia Católica
no hay salvación y que Juan 3, 5 debe entenderse según está escrito y
que el sacramento del bautismo es necesario para la salvación (Trento,
sesión 7, can. 5 sobre los sacramentos).
Entonces, ¿qué hacen estas personas frente a estos hechos
cuando se los mira fijamente a la cara? Ellos recurren a atacar a quien informa
de estos hechos (argumentum ad hominem),
lo que les permite ignorar los hechos mismos. El episodio del Padre Leonard
Feeney, SJ, es un ejemplo de ello.
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El P. Leonard Feeney SJ |
En realidad, el dogma fuera de la Iglesia no hay salvación no tiene nada que ver con el
Padre Leonard Fenney (De hecho, yo nunca había oído hablar del P. Feeney
cuando llegué a la misma conclusión ―basado en el dogma católico― de que el
sacramento del bautismo es absolutamente necesario para la salvación y
que todos los que mueren no católicos se pierden). Ello tiene que ver con la
enseñanza de la Cátedra de Pedro ―como lo he demostrado―, la cual es la
auténtica e infalible enseñanza de Cristo. Rechazar este dogma católico es
rechazar a Cristo mismo.
Papa León XIII, Satis
cognitum, # 5, 29 de junio de 1896: “Al contrario, quien en un solo punto
rehúsa su asentimiento a las verdades divinamente reveladas, realmente abdica
de toda la fe, pues
rehúsa someterse a Dios en cuanto a que es la soberana Verdad y el motivo
propio de la fe”.
El Padre Feeney se hizo famoso por su posición pública a
favor del dogma fuera de la Iglesia Católica
no hay salvación en las décadas de los años 1940 y 1950. La mayoría de las
personas no se dan cuenta que, ya en esa época, la mayoría de los obispos del
mundo no eran tradicionalistas acérrimos. La mayoría de los obispos del mundo
ya habían abrazado la herejía del indiferentismo, lo que explica la razón de por
qué la mayoría de ellos firmaron los documentos heréticos del Vaticano II poco
tiempo después. Ellos habían abrazado la idea herética de que la “ignorancia
invencible” salva a los que mueren como no católicos, como lo he discutido en
algunas secciones anteriores. Por ello, es fácil detectar la herejía contra el
dogma en la mayoría de los manuales y textos de teología desde comienzos
del siglo XIX. De hecho, en su época, el P. Feeney escribió a todos los obispos
del mundo acerca del dogma fuera de la
Iglesia no hay salvación y sólo recibió tres respuestas positivas.
En otras palabras, sólo tres de los obispos del mundo en ese tiempo
manifestaron una creencia positiva en el dogma fuera de la Iglesia Católica no hay salvación tal como había
sido definido. No es de extrañar, por tanto, que el Vaticano II haya sido
aprobado prácticamente sin resistencia por el episcopado.
El P. Feeney creía
y predicaba el dogma ―tal como había sido definido― públicamente en Boston. Él
creía y predicaba que si un hombre no abrazaba la fe católica ―sea judío,
musulmán, protestante o agnóstico― él perecerá eternamente en el infierno.
Muchos se convirtieron, y muchos se enojaron. Él tenía no pocos enemigos, en
especial entre los cada vez más numerosos modernistas, políticamente correctos
y entre el clero comprometido.
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El hereje modernista Richard Cushing |
Uno de sus principales enemigos
fue el arzobispo de Boston, Richard Cushing, un hombre del
año B’nai Brith (masón judío), que decía que el dogma fuera de la Iglesia Católica no hay salvación era una “tontería”.
En abril de 1949, Cushing silenció al P. Feeney y puso en interdicto al Centro
San Benito (el apostolado afiliado al P. Feeney). La razón dada por Cushing fue
de “desobediencia”; sin embargo, la verdadera razón era la posición pública del
P. Feeney a favor del dogma fuera de la
Iglesia Católica no hay salvación. Ello no se debió a la posición del P.
Feeney en contra de la teoría del bautismo de deseo, ya que ésta no fue
publicada por primera vez hasta 1952. El descontento de Cushing con el P.
Feeney se basó estrictamente en la posición del P. Feeney a favor del dogma
definido de que sólo los católicos ―y aquellos que se convierten en católicos―
se pueden salvar.
Cushing estaba aliado con otros clérigos herejes de Boston
―el área donde estalló la controversia. El P. John Ryan SJ, director del
Instituto de Educación de Adultos de la Universidad de Boston, declaró, en
otoño de 1947: “No estoy de acuerdo con la doctrina del P. Feeney sobre la
salvación fuera de la Iglesia”. El P.
Stephen A. Mulcahy SJ, decano de la Facultad de Artes y Ciencias de la
Universidad de Boston, la designó como: “La doctrina del P. Feeney de que no
hay salvación fuera de la Iglesia”. Y el P.
J.J. McEleney SJ, provincial de la provincia de New England de la Compañía de
Jesús, le dijo al P. Feeney, en una reunión personal, que se le había ordenado
transferirlo a la Universidad de Holy Cross debido a “su doctrina”. El P.
Feeney respondió rápidamente: “¿Mi doctrina sobre qué? A lo que el P. McEleney
respondió: “Lo lamento, no podemos hablar de eso”.
Desde el principio, estos clérigos caídos se unían más
bien en torno al tema del P. Feeney que por la verdadera razón que estaba por
detrás. Esto les permitió centrarse en el P. Feeney e ignorar a Jesucristo, de cuya doctrina se
trataba.
Papa Pío IX, Nostis
et nobiscum, # 10, 8 de diciembre de 1849: “En particular hay que
procurar que los mismos fieles tengan fijo en sus almas y profundamente grabado
el dogma de nuestra santa religión de que es necesaria la fe católica para
obtener la eterna salvación. (Esta doctrina recibida de Cristo y enfatizada por los Padres y Concilios, también
está contenida en las fórmulas de profesión de fe usadas por los católicos
latinos, griegos y orientales)”.
Estos herejes no se daban cuenta que al despreciar un
dogma definido como siendo algo de invención del P. Feeney, era blasfemo y
severamente deshonesto. Pero Dios no puede ser burlado. Vemos que hoy en día
sucede lo mismo, de manera especialmente rampante entre los llamados
tradicionalistas. Pero volveré a este punto.
El 2 de diciembre de 1948, el presidente del Colegio de
Boston, el P. William L. Keleher SJ, tuvo una entrevista con el Dr. Maluf,
quien era un aliado del P. Feeney en su posición a favor del dogma. El P.
Keleher declaró:
“El P. Feeney
recurrió a mí al principio de esta situación y me habría gustado haber hecho
algo dejando claro que yo no estaba de acuerdo con su doctrina sobre la
salvación… Él (el P. Feeney) seguía repitiendo frases como ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’”.
Cuando Maluf (un miembro de la facultad del Colegio de
Boston) respondió que esta “frase” era un dogma definido, el P. Keleher dijo:
“Los teólogos del Seminario de San Juan y el Colegio
Weston disienten de la doctrina del Padre Feeney sobre la salvación de los no
católicos”.
Pues este es, en
breves palabras, el caso del Padre Feeney. El
Padre Feeney sostenía ―como había sido definido― que no hay salvación para los
que mueren como no católicos. Sus adversarios, incluyendo el P. Keleher
(presidente del Colegio de Boston), el arzobispo de Boston, los sacerdotes del
Colegio de Boston, y los “teólogos” del Seminario de San Juan, sostenían una
doctrina diferente “sobre la salvación de los no católicos”. Esta fue la batalla. Esa fue la línea divisoria. Se estaba de un
lado o del otro. Se creía que no había salvación para los que mueren
como no católicos o se creía que sí había salvación para los que mueren
como no católicos. Permítaseme recordar brevemente al lector, de qué lado se
encuentra la Iglesia Católica.
Papa Gregorio XVI, Summo
iugiter studio, # 2, 27 de mayo de 1832:
“Finalmente,
algunas de estas personas descarriadas intentan persuadirse a sí mismos y a
otros que los hombres no se salvan sólo en la religión católica, sino que
incluso los herejes pueden obtener la vida eterna”.
Un sacerdote jesuita de la
nueva religión del Vaticano II describe magistralmente cómo fue la escena
cuando “el Caso de la Herejía de Boston” (es decir, si sólo los que mueren como
católicos pueden salvarse) estalló a la vista del público durante la Semana
Santa de 1949.
Mark S. Massa, “SJ”, Los Católicos y la Cultura Americana,
p. 31: “El Caso de Herejía de Boston
estalló a la luz pública durante la Semana Santa de 1949. Los despidos de los
discípulos de Feeney del Colegio de Boston fue la noticia de primera plana en
todo el noreste: el New York
Times inició una serie sobre Feeney y su grupo, y las revistas Newsweek,
Life, y Time publicaron artículos sobre los ‘disturbios’ de
Boston. En el que es quizás el día santo más solemne del calendario católico,
el Viernes Santo, los Feeneyistas (sic) se colocaron afuera de las parroquias
de Boston portando carteles, advirtiendo la inminente subversión de la
verdadera doctrina por los mismos líderes de la Iglesia y vendiendo la última
edición de Desde los Tejados. Como un estudiante del evento observó, la cuestión de la
salvación remplazó a los Red Sox como tema de conversación en los bares de
Boston, y todo el que fuese visto usando un cuello romano se convertía en un
‘protagonista’ potencial en la historia. El único suceso que los historiadores
de la Iglesia podrían imaginar como hecho análogo, fue el de Constantinopla en
el siglo cuarto, donde las muchedumbres tumultuosas batallaron en las calles
sobre la definición de la divinidad de Jesús, y las frases teológicas griegas se convirtieron en lemas entre
los contrincantes”.
El 13 de abril de 1949, el P. Keleher (presidente del
Colegio de Boston) despidió al Dr. Maluf, a James R. Walsh y a Charles Ewaskio
de la facultad del Colegio de Boston por acusar al colegio de herejía contra el
dogma fuera la Iglesia no hay salvación.
En su declaración a la prensa del 14 de abril, donde explicó la razón de sus
despedidos, el P. Keleher dijo:
“Ellos continuaron hablando en las clases y fuera de las
clases sobre cuestiones contrarias a la enseñanza tradicional de la Iglesia Católica,
ideas conducentes al fanatismo y la intolerancia. Su doctrina es errónea
y como tal, no puede ser tolerada en el Colegio de Boston. Se les
informó que debían dejar de enseñar aquello o salir de la facultad”.
No se puede dejar de notar el doble lenguaje del P. Keleher:
estos hombres fueron despedidos por ideas conducentes a la intolerancia,
que no podían ser toleradas. Si aquí la falsa doctrina es la
intolerancia, como indica el P. Keleher, entonces él se estaría condenando por
su propia boca. Por otra parte, no se puede pasar por alto la aseveración
desvergonzada del P. Keleher de que “su doctrina (es decir, el dogma
solemnemente definido de que los que mueren no católicos no se pueden salvar)
es errónea”. Por esta declaración, Keleher está afirmando que la doctrina de la
Iglesia (que no hay salvación fuera la Iglesia) es errónea y de ninguna manera
es suya. Este fue el tipo de carácter herético, anticatólico que estaba
confabulado con el arzobispo Richard Cushing en el esfuerzo de aplastar la
predicación del dogma por el P. Feeney.
Este fue el
principio del fin, por así decirlo, como se verá cuando analicemos las
consecuencias en Boston por causa de su traición al dogma fuera la Iglesia no hay salvación.
Próxima publicación de esta serie: El Protocolo 122: 49 (Suprema
haec sacra)