Justiniano, un águila que
se cierne en las alturas...
Plinio
Corrêa de Oliveira
Si Bizancio hubiese
cumplido su misión con respecto a Occidente, hubiera hecho lo que hicieron los
francos después. Bizancio debería haber luchado por la restauración de la fe y
la derrota de la herejía arriana en Europa. No lo hizo, pero hubo un hombre que
tomó en serio esta tarea. Este hombre fue Justiniano (482-565), quien es
conocido hoy como el más grande emperador del Imperio Romano de Oriente.
Justiniano fue uno de esos hombres que parecen haber nacido predestinados para
grandes cosas.
Tengo la impresión de
que, así como hay hombres que son llamados a una santidad eminente de una edad
temprana, también hay otros hombres que están llamados a realizar tareas
destacadas en el orden temporal al servicio de la cristiandad, asistidos por
los santos que viven en su época. Estos hombres están dotados con cualidades
personales y naturales tan extraordinarias que es asombroso.
El emperador Justiniano |
Justiniano fue uno de
esos hombres. Él era el sobrino del emperador oriental Justino. Él reinó desde
527 hasta 565. En apariencia, era un hombre apuesto, con una gran presencia
aristocrática y majestad. Era muy inteligente y un verdadero jurista. Hoy
sabemos por la historia que Justiniano presidió todas las reuniones importantes
de la codificación del Derecho Romano. Él tuvo un auxiliar, el magistrado
Triboniano, pero fue Justiniano quien personalmente dirigió el proceso de
codificación, que conservó los elementos principales del Derecho Romano que hoy
conocemos.
También fue un gran
constructor. Sólo en Constantinopla, construyó 25 iglesias, incluyendo la
Basílica de Santa Sofía, que por sí sola podría darle a un hombre una fama inmortal.
El emperador Justino,
anticipando el momento en que su sobrino ascendería al trono, se aseguró que su
dotado heredero fuera bien educado en la jurisprudencia, la teología y la
historia de Roma a fin de que él estuviere preparado para dirigir los asuntos
de Estado.
Por otra parte,
Justiniano fue un hombre de bien con una voluntad fuerte, un buen católico que tenía
costumbres austeras y que siguió una clara ortodoxia en una época de muchas
herejías.
La alternativa que enfrentó Justiniano
Como los Sres. pueden
ver en este mapa, Constantinopla no era el centro geográfico del Imperio Romano
de Oriente, que se había extendido alrededor de las regiones del Mediterráneo.
Esta posición geográfica nos ayuda para ver que el emperador del Imperio Romano
de Oriente tuvo una alternativa delante de sí:
1) Si él deseaba ser
grande delante de Dios, él debía restaurar el Imperio Romano de Occidente, así
como la defensa de la fe y de los católicos oprimidos allí. En este caso, él
debería reconquistar el norte de África, Italia, España y Galia. Después reinstalar
el Antiguo Imperio Romano en sus antiguas fronteras, entonces debería defender esa
primera cristiandad.
2) Si él deseaba ser
grande delante de los hombres, trabajando para su propia gloria, habría dejado
a un lado esta tarea y en su lugar se habría preocupado Oriente. Junto con mantener
las tierras del Imperio en Asia Menor, se habría esforzado por conquistar
Mesopotamia y Persia, que eran tierras muy ricas y prestigiosas con una gran cultura.
Sin embargo, eran paganas, tan radicalmente paganas que los pueblos allí había
rechazaron casi completamente la evangelización de los Apóstoles. Lo más
probable es que no se convertirían al catolicismo por medio de una acción del
Imperio Romano de Oriente. La conquista de esas áreas, por lo tanto, no habría
tenido un significado religioso primordial, sino más bien eran importantes como
conquista política que traería gran gloria personal al emperador.
Ahora bien, frente a
la alternativa de la conquista de Oriente y hacer algún bien posible para esos
pueblos paganos, o reconquistar el Oeste y ayudar a los católicos oprimidos
allí, la caridad exige la protección de estos últimos, no de los paganos.
Justiniano se colocó claramente ante esta alternativa: marchar hacia el Oeste y
salvar a los católicos, restaurando el Imperio Antiguo y la gloria de la
Iglesia, o marchar hacia el Este, dejando a los católicos oprimidos bajo el
yugo de los bárbaros.
Justiniano tomó un
camino que era por una parte era brillante y, por la otra, lamentable. Esa
águila, destinada a volar tan alto, tenía sus alas con puntas de plomo, lo que
le impedía volar alto. Este plomo fue la presencia de una de las figuras más
enigmáticas y deplorables de la historia antigua, la emperatriz Teodora.
El rol de Teodora
Teodora |
¿Quién fue Teodora?
Ella era una mujer muy hermosa, hija de un entrenador de osos de un circo en
Constantinopla. Ella se convirtió en una actriz de circo. Con una personalidad
fuerte y magnética, pronto se hizo conocida en el grande y numeroso círculo
artístico de Constantinopla, convirtiéndose a su vez en una de las mujeres más
escandalosas de la ciudad. Luego, se convirtió a la Iglesia católica, abandonó
la vida teatral, y se estableció como tejedora en una casa cerca del palacio.
Ella era una hermosa
tejedora penitente cuando Justiniano la conoció. Se enamoró y se casó con ella.
Con ella, una maldición y perdición entró en la vida de Justiniano. Fue ella quien
representó a la disolución en la vida del emperador. Ella se convirtió en enemiga
de la fe y partidaria de las herejías, y se esforzó por hacer que Justiniano entrase
en conflicto con la Santa Sede, al final de su vida.
Ella también fomentó
intrigas entre Justiniano y sus generales de tal manera que, a pesar de que él hizo
muchas cosas buenas, el resultado final fue anulado por sus maquinaciones.
Fue ella también quien
influyó para que Justiniano abandonara Occidente y lo animó a marchar contra el
Oriente.
Por tanto, vemos a Justiniano
como un águila que comienza a elevarse y que parece alcanzar los más altos
cielos, pero a mitad de camino en su vuelo ascendente comenzó a descender y
acabar aterrizando en el suelo.
¿Cómo ocurrió esta
tragedia?
La primera fase brillante de
Justiniano
Justiniano tenía un
gran general llamado Belisario. Con la intención de restaurar el Imperio Romano
de Occidente —por lo tanto,
siguiendo ese primer plan de Dios, antes que Teodora ejerciera su influencia— Justiniano envió a Belisario en el
norte de África. Toda esa zona había sido tomada por los peores bárbaros, los
vándalos.
Belisario, que
comandaba una enorme flota y un gran ejército, tuvo una brillante victoria en
el año 534 en la batalla de Tricamarum. Los bárbaros que habían destruido el
Imperio Romano de Occidente fueron completamente derrotados por Belisario,
quien tomó a su rey, Gelimer, como prisionero. Con Gelimer caminando con
cadenas a su lado, Belisario desfiló en la gloria por las calles de
Constantinopla a su regreso. Al llegar a la plaza principal, le entregó el
botín de guerra al emperador, como era la costumbre de los generales romanos
victoriosos. Al llevar a Gelimer consigo en cadenas, Belisario demostró que un
vándalo era nada cuando se enfrentaba con un gran romano.
Con esta victoria, las
tropas católicas de Belisario reconquistaron las provincias romanas del norte
de África que se habían perdido por causa de los vándalos que seguían la
herejía arriana. Por lo tanto, una parte del Mare Nostrum [nuestro mar, el Mediterráneo] fue restaurado para la
primera cristiandad.
Con esta gran victoria
Justiniano tomó el nombre de Justinianus Vandalicus Africanus, para significar
que había derrotado a los vándalos y era el conquistador de África.
Por todas partes del
norte de África, la Iglesia comenzó a florecer de nuevo. Los arrianos fueron
encarcelados y los católicos se reorganizaron. El nombre de Cristo fue
nuevamente glorificado a través de esa costa africana.
Belisario conquista a los bárbaros en Roma |
Después del triunfo,
Justiniano se volcó a Italia para reconquistarla a través de dos frentes de
ataque. Las tropas imperiales al mando del general Mundo entraron en el norte
de Italia por la vía de Iliria, el mismo camino tomado por los ostrogodos
anteriores, mientras Belisario atacaba Sicilia. Después de tomarla, entró en la
península y capturó Nápoles y finalmente Roma en 536. Fue un gran y simbólico triunfo.
Las tropas orientales de Justiniano habían reconquistado el Oeste. Roma fue liberada
del dominio bárbaro y de nuevo quedó en poder de los romanos.
Podemos imaginar la
alegría y la gloria de un católico viendo las tropas romanas marchando en
triunfo por las calles de Roma. Decretos fueron publicados en latín y griego,
que era la lengua oficial del Imperio Romano de Oriente, para registrar y
celebrar la gloria restaurada de la antigua Roma.
Continuará…
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