Por Plinio Corrêa de Oliveira
¿Por qué un católico debe interesarse por la sociedad y no sólo por la religión?
La comprensión de la santidad y el esplendor de la sociedad temporal son fundamentales, si no indispensables, para poseer la virtud del amor a Dios. A Dios no lo debemos amar únicamente como a un Ser abstracto perdido en las alturas del cielo, sino también a través de las imágenes que lo reflejan en esta tierra.
Dios estableció la Iglesia católica como un medio para que nosotros lo conozcamos y amemos a través de sus instituciones, su gobierno y estructura jerárquica. También, a través de la santidad de su historia, la majestad de su liturgia, la pureza de su doctrina y, por supuesto, la gracia santificante de la cual ella es el canal necesario.
Pero Dios también creó al hombre como un ser social llamado a construir una sociedad temporal con una adecuada vida civil que Lo refleje. El hombre es llamado a moldear la sociedad temporal según los principios católicos, de manera que en todos los aspectos de la vida humana Dios sea glorificado. Esta no es sólo una opción casual para los hombres, sino que es una necesidad, una necesidad imperiosa.
Las perspectivas temporal y religiosa de la gloria de Dios son como los dos ojos que Dios nos dio para ver. Con un ojo, tenemos la noción de la profundidad de un panorama; con el otro, su amplitud. La armonización de los datos de ambos ojos nos da, por lo tanto, un cuadro completo de la realidad objetiva ante nuestros ojos. Del mismo modo, las perspectivas temporal y religiosa de la sociedad deben armonizarse en nuestras almas de manera que tengamos una visión completa del conjunto de la realidad de la creación, amarla en consecuencia, y dar la debida gloria a Dios.
En el conjunto del orden instituido por Dios, hay una perspectiva general, una visión global, que propiamente hablando es la visión completa de la creación. Una noción amplia de santidad proviene de esta visión de conjunto de un mundo organizado según la doctrina católica. Es una santidad más extensa que la santidad de una única persona, familia, o de un seminario piadoso. Al considerar este conjunto del orden instituido por Dios, tenemos una imagen más perfecta de Él.
Este conjunto refleja una tal belleza de Dios que considero que es el más perfecta reflejo de Dios posible que el hombre pueda tener. Es esta la santidad suprema que el hombre está llamado a conocer, amar e imitar.
También creo que nadie puede ser indiferente a este conjunto. Todos los hombres, explícita o implícitamente toman una posición delante de estas dos grandes realidades armonizadas: la Santa Iglesia Católica Apostólica, la sociedad sobrenatural, y el orden temporal cristiano.
La Iglesia Católica es como la luna y el orden cristiano es como la halo de luz que la circunda. El halo luminoso más hermoso es la sociedad temporal. La luminosidad existe en función de la luna, del mismo modo que el Estado católico vive en función de la Iglesia.
Las perspectivas temporal y religiosa de la gloria de Dios son como los dos ojos que Dios nos dio para ver. Con un ojo, tenemos la noción de la profundidad de un panorama; con el otro, su amplitud. La armonización de los datos de ambos ojos nos da, por lo tanto, un cuadro completo de la realidad objetiva ante nuestros ojos. Del mismo modo, las perspectivas temporal y religiosa de la sociedad deben armonizarse en nuestras almas de manera que tengamos una visión completa del conjunto de la realidad de la creación, amarla en consecuencia, y dar la debida gloria a Dios.
En el conjunto del orden instituido por Dios, hay una perspectiva general, una visión global, que propiamente hablando es la visión completa de la creación. Una noción amplia de santidad proviene de esta visión de conjunto de un mundo organizado según la doctrina católica. Es una santidad más extensa que la santidad de una única persona, familia, o de un seminario piadoso. Al considerar este conjunto del orden instituido por Dios, tenemos una imagen más perfecta de Él.
Este conjunto refleja una tal belleza de Dios que considero que es el más perfecta reflejo de Dios posible que el hombre pueda tener. Es esta la santidad suprema que el hombre está llamado a conocer, amar e imitar.
También creo que nadie puede ser indiferente a este conjunto. Todos los hombres, explícita o implícitamente toman una posición delante de estas dos grandes realidades armonizadas: la Santa Iglesia Católica Apostólica, la sociedad sobrenatural, y el orden temporal cristiano.
La Iglesia Católica es como la luna y el orden cristiano es como la halo de luz que la circunda. El halo luminoso más hermoso es la sociedad temporal. La luminosidad existe en función de la luna, del mismo modo que el Estado católico vive en función de la Iglesia.
Nadie puede ser indiferente a esta realidad. La misma expresión “indiferencia religiosa” en relación al rol de la Iglesia católica en la sociedad temporal es un término acuñado por los enemigos de la Iglesia. Esta es la razón de por qué el indiferentismo religioso está fuertemente condenado.
Además, no se puede ser indiferente ante los reflejos de Dios en la tierra.
Imagine que en dos departamentos colindantes haya familias con estilos de vida completamente diferentes. Una es una buena familia católica en cuyo hogar la atmósfera es sobrenatural y los miembros viven en armonía. La otra es una familia de malas costumbres, en la que unos miembros están habitualmente borrachos, otros usan drogas; el mal lenguaje y el adulterio son comunes; las peleas y los insultos son normales. ¿Cómo puede alguien pretender que los dos departamentos no tienen importancia para la gloria de Dios? ¿Que se es indiferente de si una persona vive en uno o en el otro?
En el primer departamento, el rostro de Dios está representado por la virtud de la familia; la otra familia expresa lo opuesto a Él. Nadie debe ser indiferente a esto. En esta situación en particular, amar la imagen de Dios en todas las cosas implica en amar a la buena familia católica y detestar la maldad de la otra.
El verdadero amor de Dios incluye el amor de todo lo bueno que existe en la tierra y el odio de todos los trastornos y vicios que niegan las perfecciones y excelencias de Dios.
Se trata de uno de los presupuestos que necesitamos tener para entrar en nuestro estudio acerca de la sociedad orgánica.
Además, no se puede ser indiferente ante los reflejos de Dios en la tierra.
Imagine que en dos departamentos colindantes haya familias con estilos de vida completamente diferentes. Una es una buena familia católica en cuyo hogar la atmósfera es sobrenatural y los miembros viven en armonía. La otra es una familia de malas costumbres, en la que unos miembros están habitualmente borrachos, otros usan drogas; el mal lenguaje y el adulterio son comunes; las peleas y los insultos son normales. ¿Cómo puede alguien pretender que los dos departamentos no tienen importancia para la gloria de Dios? ¿Que se es indiferente de si una persona vive en uno o en el otro?
En el primer departamento, el rostro de Dios está representado por la virtud de la familia; la otra familia expresa lo opuesto a Él. Nadie debe ser indiferente a esto. En esta situación en particular, amar la imagen de Dios en todas las cosas implica en amar a la buena familia católica y detestar la maldad de la otra.
El verdadero amor de Dios incluye el amor de todo lo bueno que existe en la tierra y el odio de todos los trastornos y vicios que niegan las perfecciones y excelencias de Dios.
Se trata de uno de los presupuestos que necesitamos tener para entrar en nuestro estudio acerca de la sociedad orgánica.