“Se sabe que en el antiguo imperio babilónico, sus científicos conocían las fuerzas magnéticas y las sabían usar. Aparentemente ellos conocían algún medio para usar la electricidad que desconocemos, y que no era tan burdo como el nuestro, consiguiendo iluminar sus velas con un “fuego frío más brillante que la luna” lograban iluminar sus edificios y templos” (Taylor Caldwell).
Recién ahora parece que los científicos están aprendiendo a usar esa técnica, como nos señala esta noticia aparecida en RT:
Un grupo internacional de físicos dirigido por Chris Wilson de la Universidad Tecnológica de Chalmers en Gotemburgo, Suecia, realizó un experimento inusual en el que lograron obtener luz prácticamente de la 'nada'.
Los científicos explicaron que obtuvieron fotones de luz manipulando espejos en un espacio vacío absolutamente oscuro. Afirman que su experimento se convirtió en una comprobación bastante inusual de la teoría de la mecánica cuántica.
Según esta teoría, el vacío absoluto no existe. Si se crea un vacío ideal, quitando toda la materia y la radiación electromagnética, estaría lleno de partículas y antipartículas que van apareciendo constantemente pero duran tan poco tiempo que prácticamente no se las puede registrar. Y lo que es aún más extraño, estas partículas pueden tener un efecto en el mundo real.
Aunque los investigadores todavía no han comprobado experimentalmente si estas partículas, que por efímeras se consideran virtuales, realmente existen. En teoría, comprobar su existencia se podría hacer utilizando el efecto dinámico de Casimir, que supone la generación de pares de fotones a partir del vacío cuántico inducido por un cuerpo en movimiento acelerado.
Entonces, utilizando un espejo que se mueve a una velocidad cercana a la de luz, su energía de movimiento se sumaría a la de los fotones virtuales hasta convertirlos en reales, luego de lo cual el espejo podría reflejar una irradiación en forma de un rayo de luz real.
Pero como no se pueden mover espejos reales a tan alta velocidad, los científicos utilizaron sensores especiales para campos magnéticos. Al hacer vibrar el campo electromagnético, se simuló el movimiento del espejo. En este momento los fotones de luz surgían “de la nada” y eran registrados por estos sensores. Para distinguir los fotones de luz de otros fotones térmicos que se surgían a lo largo del experimento, este fue realizado a temperaturas muy bajas.
Los autores del descubrimiento explican que si se logre comprobar con otros experimentos que este proceso es posible, el hallazgo podría hacer una revolución en los rubros energéticos y otros sectores.