Las élites del Imperio
estaban corrompidas
Plinio
Corrêa de Oliveira
En el artículo anterior hemos conjeturado que había un
ángel velando sobre el Imperio Romano para protegerlo y, al mismo tiempo, afirmamos
que había caído porque estaba corrompido. ¿Cómo se explica esta aparente
contradicción? En otras palabras: ¿Era todo el Imperio lo que estaba corrompido
y causó su caída, o fue sólo una parte de él?
Aunque no hay
evidencia histórica de cada punto en particular que expondré aquí, los presento
como un resumen de mis estudios sobre este tema.
Esto se debió
principalmente más a las élites del Imperio Romano que estaban corrompidas que
de la población real. La masa del pueblo era mejor que las elites. Encontramos
la misma situación en la historia de las herejías que invadieron a la Iglesia
en esa época, con las elites religiosas más corruptas que el pueblo.
Una élite religiosa cada vez más corrupta
En el Primer Concilio
de Éfeso, en el año 431, que condenó el nestorianismo, el pueblo estaba mucho
más entusiasmado con la nueva glorificación de la Virgen como Theotokos —Madre de Dios— que la mayoría de las élites
religiosas. Cuando se enteraron de la noticia, la gente salió a las calles
cantando para celebrar este nuevo título de Nuestra Señora.
Las élites religiosas,
sin embargo, representadas por el Patriarca de Constantinopla, que no era otro
que el mismo Nestorio, no quedaron satisfechas con el concilio. De hecho,
Nestorio era el que le había pedido al emperador que convocara el concilio para
demostrar su ortodoxia. Sabemos que hubo grandes santos en esa época y que el
nestorianismo fue condenado; no obstante, una gran parte de la élite religiosa
estaba corrompida. En la época del arrianismo y del semi-arrianismo, esa
corrupción se había incrementado hasta el punto de que casi todos los obispos
adhirieron a la herejía, y fue principalmente el pueblo el que se aferraba a la
buena doctrina.
Las conspiraciones falaces de Bizancio
También observamos el
mismo fenómeno de una elite corrupta en los altos dignatarios civiles,
especialmente con su reacción ante los dos hombres que la Divina Providencia llamó
para salvar al Imperio Romano: Stilicon y Justiniano.
Flavio Stilicon
(359-408) fue un general romano durante el reinado de Honorio. Él fue un
vándalo nacido en lo que hoy es Alemania, pero que se identificaba tan
fuertemente con el Imperio Romano, que él mismo se consideraba un romano. Entró
en el ejército y se hizo famoso por su amor por Roma. Stilicon apareció en una
difícil situación en la historia de Roma: En resumen, los ostrogodos ya habían
invadido el Imperio y se instalaron en la península de los Balcanes con el
permiso del emperador romano de Oriente. Entre los años 378 y 395, ellos se
rebelaron contra el emperador porque querían tener su propia tierra.
El emperador Zenón conspiró contra el Imperio de Occidente |
Ellos bajaron desde
los Balcanes hacia Bizancio para hacer sus demandas ante el emperador. En ese
momento, Bizancio era una ciudad muy distinguida, tal vez sólo superada por
Roma. Era una ciudad de una belleza ideal, muy elegante, el arquetipo de una
sociedad refinada, de vida intelectual y modelo de los espectáculos y las
artes. La entrada de los ostrogodos en Bizancio fue algo mucho peor que, por
ejemplo, los soviéticos entrasen en París.
Por esta razón, el
emperador del Imperio de Oriente, que era muy astuto en la política de la
intriga y que tenía esa manera falaz de hacer las cosas típicas de los
bizantinos, decidió no luchar contra los ostrogodos. Al darse cuenta de que
carecía de la fuerza necesaria para enfrentarlos en batalla, decidió desviar a los
bárbaros lejos de Bizancio y llevarlos a invadir en su lugar el Imperio Romano
de Occidente. Con este fin, él tramó un subterfugio.
Illyria [hoy Croacia,
Bosnia y Albania] era un territorio de disputa entre el Imperio Romano de
Occidente y el de Oriente. En esa época estaba ocupado por Occidente, pero
Oriente lo reivindicaba. Por lo tanto, el emperador romano de Oriente, dijo a
los ostrogodos: “Yo les daré las tierras de Illyria. En la actualidad está
ocupada por intrusos. Si expulsáis a estos intrusos, la tierra será vuestra”.
El general Flavius Stilicon |
Es así que los
ostrogodos, para quienes la lucha era un tipo de entretenimiento, entraron en
Illyria y derrotaron a las tropas del emperador occidental. Poco después, se
dieron cuenta de que, al otro lado del Adriático estaba Italia, llena de todo
tipo de riquezas, dotada de clima benigno y tierra fértil, y custodiada por
tropas que eran aún menos combativas que las tropas del Imperio Romano de
Oriente. Por lo tanto, les vino la idea de entrar por el norte de Italia dando
la vuelta al Adriático por tierra para después cruzar los Alpes. Así fue como
el emperador de Bizancio arregló el asunto.
En ese momento, el general
Stilicon guardaba la línea del Rin-Danubio, que marcaba las fronteras del
Imperio Romano, separándolo de las tribus germánicas. El emperador de
Occidente, viendo que los bárbaros estaban atacando el norte de Italia, ordenó a
Stilicon que trasladara sus tropas a Italia para defenderla. Él obedeció, pero esto
dejó la línea del Rin-Danubio sin vigilancia.
Stilicon luchó contra
los ostrogodos en dos grandes batallas cerca de las ciudades de Pavía y Verona.
Sus victorias fueron espectaculares y acabaron con el peligro ostrogodo. Lo que
quedó de sus hordas se retiraron, estableciéndose en el territorio que hoy es
Suiza.
Mientras tanto, las diversas
ramas de tribus visigodas, viendo que Stilicon había dejado sin vigilancia las fronteras del Rin-Danubio, se aprovecharon
de la situación. Entraron en Francia y bajaron hasta el sur de España e incluso
hasta el norte de África. Por lo tanto, sin la presencia de Stilicon, el
Imperio no pudo defenderse y comenzó a perder terreno.
En el 406, uno de los
jefes visigodos, Radagaise, cruzó los Alpes y tomó rumbo hacia Roma. Stilicon
intervino y lo derrotó en Florencia. Una vez más, el Imperio de Occidente fue
salvado por Stilicon.
Con la eliminación de
esta amenaza, Stilicon tuvo libertad para mover sus tropas al norte para
enfrentarse con los bárbaros que habían invadido el Imperio.
En este momento,
Stilicon aparece en la historia como un ángel velando sobre el Imperio de
Occidente para protegerlo de todas las formas posibles de las hordas bárbaras.
Una corte romana corrupta
Ahora bien, este
hombre que parece haber tenido la hermosa misión de conquistar a los bárbaros,
este hombre que era él mismo un semi-bárbaro pero totalmente asimilado por la
cultura y civilización romana, ¡este hombre murió asesinado por orden del
emperador occidental! En el apogeo de su carrera militar, fue asesinado
vilmente por orden del emperador Honorio que ni siquiera tuvo el cuidado de
ocultar su crimen.
Honorio, arriba, jugando con las palomas y gallinas, ordenó el asesinato del general Stilicon |
Él ordenó ese crimen por
miedo de que el mismo Stilicon se convirtiera en emperador. ¡Fue un crimen que
resultó de las intrigas miserables de una corte decadente, que no entendía la
grandeza de ese hombre, y el valor de su heroísmo por Roma!
Stilicon demuestra que
al Imperio Romano de Occidente no le faltaron grandes generales. Tenía
excelentes soldados y grandes generales. Los principales elementos que
constituyen la grandeza de Roma fueron sus grandes soldados y generales. El
Imperio todavía los tenía en el siglo cuarto. Lo que le faltaba al imperio, sin
embargo, era un emperador que no fuera pequeño e insignificante; carecía de una
corte que no fuese infame e intrigante, carecía de una élite que no faltara al
cumplimiento su deber de esa manera tan miserable.
Stilicon fue asesinado
de la manera más ostensible, clara y evidente en el año 408. Los visigodos, que
respetaban y admiraban a Stilicon como un enemigo leal, se indignaron por su
asesinato. Ya sea para ajustar las cuentas por ese vil asesinato o tal vez
porque Stilicon ya no estaba allí para defender el Imperio, decidieron invadir
Italia.
De hecho, en el año
409, invadieron el imperio con hordas tan diferentes, que la caída del Imperio
Romano de Occidente se hizo prácticamente inevitable. Sabemos que en el año 476
el último emperador del Imperio Romano Occidental, Rómulo Augusto, fue depuesto
por Odoacro, quien se convirtió en rey de Italia (467-493).
Una corte bizantina corrupta
En este escenario se
produjo algo que los historiadores de hoy toman debidamente en cuenta, aunque
fue ignorado en el pasado. Los bárbaros veneraban el nombre romano y creían en
la idea de que el mundo debía ser gobernado por un emperador. Cuando dominaron
el Imperio Romano de Occidente, ellos reunieron los símbolos e insignias del
Imperio de Occidente y se los enviaron a Zenón (425-491), el emperador de
Oriente.
Su delegación le dijo
al emperador que en adelante ellos consideraban el Imperio para que de nuevo
fuese uno solo bajo un solo emperador, Zenón. Es así que ellos hicieron una
declaración oficial diciendo que habían acabado con la división del Imperio
Romano en dos, y que lo consideraban como una sola realidad, como lo había sido
antes de Diocleciano.
Los bárbaros pudieronn haberse convertido mucho antes si los emperadores romanos orientales hubiesen sido fieles |
Los bárbaros adhirieron
tan completamente al ideal de un Imperio único, que a partir de entonces sus monedas
mostraron las efigies de Zenón y de los emperadores orientales que lo siguieron
en lugar de las de sus propios reyes. En ocasiones, enviaban embajadas a
Bizancio con homenajes, reconociéndose como vasallos del emperador.
¿Cuál era el valor de
ese vasallaje? No era mucho, porque en primer lugar, esos bárbaros carecían de
las habilidades políticas para organizar sus regiones en todo el Imperio, por
ejemplo, como la British Commonwealth se organiza en torno a la Corona de
Inglaterra. En segundo lugar, porque Zenón era un emperador indiferente y
perezoso que no se molestó en guiar a esos bárbaros para que mejorasen, ya sea
espiritual o materialmente.
En lugar de enviar
misioneros católicos para convertir a los bárbaros del arrianismo, en lugar de
tratar de civilizarlos, como lo hicieron después los francos, el emperador y la
corrupta corte bizantina corrupta no hicieron nada.
Absorbidos por las
fiestas de Bizancio, emergidos en los esplendores de la corte de
Constantinopla, los emperadores no se preocuparon de lo que ellos consideraban ser
un brutal desierto occidental con sus violentas, de rubios, sucios y
despeinados cabellos largos.
Continuará…
Véase el artículo
anterior de esta serie aquí
Tomado de TIA