Plinio Corrêa de Oliveira
Basados en los presupuestos establecidos en nuestro artículo anterior acerca del dinamismo de las personas y de los pueblos, pasamos a examinar cómo se forma y desarrolla una nación, condicionado por una regla y una situación que son de una belleza extraordinaria.
La historia se puede comparar con un gran teatro representado de muchos episodios y actores. Un actor puede permanecer por algún tiempo detrás de las cortinas, preparándose para el momento en que él entrará en escena y representará su papel. Su entrada marca el curso de la obra. Luego él se retira y no vuelve a aparecer. Pero el recuerdo de su actuación permanece, y a veces alguien hace referencia a él a pesar que la obra continúa con otros actores y eventos.
La historia es como un enorme treatro donde cada nación representa un papel
Lo mismo ocurre con las naciones. Yo diría que la acción preexiste a su papel histórico. Ella permanece en una formación embrionaria, en una especie de desempeño nebuloso que en ocasiones revela su rol futuro, pero que sólo saldrá a luz cuando llegue su hora. Cuando ese momento llega a una nación, ella asume todo su carácter y entra en la historia. Después de ejecutar el rol designada para ella, se retira detrás de las cortinas y a menudo se convierte, dependiendo del caso, en una nación normal que conserva los recuerdos de aquella gran hora cuando desempeñó su importante rol. O simplemente puede desintegrarse en el polvo de la historia. Ello dependerá de las circunstancias y de los designios de Dios.
En este sentido, la divina providencia actúa de dos maneras diferentes que se entrelazan armónicamente para lograr el mismo designio. En un caso, la providencia sigue el orden natural de las cosas sin intervenir para premiar o castigar a la nación. En el otro, Dios interviene y actúa sobre el orden natural para recompensar o castigar. Los premios y castigos también se entrelazan y forman la post-historia de una nación.
Por ejemplo, considérese Egipto. Sin lugar a dudas Egipto re-emergió en la historia con una especie de post-historia así como viajar por el mundo se volvió popular y se desarrolló la arqueología en el siglo XIX y a comienzos del XX. Este fue el periodo de Jean-François Champollion y su descubrimiento de cómo descifrar los jeroglíficos egipcios. Ese también fue el periodo cuando Inglaterra acumuló una enorme colección de obras de arte egipcias descubiertas en las excavaciones arqueológicas. En consecuencia, el Museo Británico jugó un papel importante en el desarrollo de la egiptología moderna. Estos factores ayudaron a volver a poner la atención en aquella antigua historia que parecía enterrada para siempre en las arenas del desierto africano.
Por lo tanto, esos descubrimientos marcaron los tiempos modernos de una manera que los egipcios nunca habrían imaginado en el mismo momento en que la Revolución conspiraba para destruir toda la grandeza que existe sobre la tierra; la imagen del antiguo Egipto resurgió con sus grandezas y misterios.
Cuando la Revolución Francesa se extendía por todo Occidente predicando sus utopías de fraternidad universal y tratando de aniquilar todo lo que simbolizara grandeza, el Egipto volvió al escenario como para decir: “No importa cuánto trates de hacer para alcanzar tus mezquinas utopías, porque cuando veáis mis pirámides y esfinges entenderéis la futilidad de tus esfuerzos”. El mesianismo revolucionario basado en las revoluciones industrial, eléctrica y electrónica nunca igualarán esas monumentales obras del pasado.
El prestigio de la Esfinge perjudica el prestigio de la Revolución
En muchos aspectos el prestigio de la Esfinge redujo el destaque y prestigio de la Estatua de la Libertad. Las almas de muchos habrían tenido un mayor entusiasmo por la Revolución si no hubiese entrado la Esfinge en la escena. Ella es un símbolo eminentemente selectivo que invita al hombre a descifrarla, y el mundo pertenece a los hombres que pueden descifrar las situaciones. Sólo esos hombres son capaces de conducir y gobernar a los otros.
No estoy diciendo que con esos descubrimientos se detuvo la marcha de la Revolución, sino que su avance habría sido más rápido si el misterio y la grandeza del antiguo Egipto no hubiesen resucitado.
Con esto tenemos un ejemplo de la post-vida de un pueblo. En su propio tiempo, Egipto salió de detrás de las cortinas de la historia para entrar en la escena; entonces, desempeñó su parte, marcó la época de la Antigüedad y regresó a dormir en las sombras de la historia. Entonces, 2000 años después, Egipto vio un nuevo nacimiento y de nuevo tuvo una fuerte influencia en la historia. Su rol ―en su vida y en su post-vida― constituye un conjunto fabuloso que continúa modelando la vida y la historia.
Otro ejemplo de grandeza, que carece del carácter monumental de Egipto, es el palacio de Versalles. Por su simple existencia, Versalles desempeña un rol destacado en la polémica contra la Revolución Francesa. Esta polémica está, por así decirlo, dirigida personalmente por Luis XIV. El palacio se encuentra ahí en Versalles como si Luis XIV les estuviera diciendo a los revolucionarios: “¡Esta es la grandeza de Francia!, si tenéis el valor, venid y vedla, y entonces sabrás que lo que hiciste no tiene grandeza”.
Los revolucionarios franceses que invadieron Versalles pensaron que definitivamente habían arrasado el palacio. Ellos no entendieron que, al igual que un fantasma gigantesco, Luis XIV con su grandeza y personalidad, los derrotaría cerniéndose para siempre sobre ese lugar.
Estas acciones no dirigen la historia, pero disminuyen el dinamismo de la Revolución en la historia; y al hacerlo, desempeñan un rol en la orientación de la misma.
La grandeza de Luis XIV todavía se cierne sobre Versalles
Cuando las piezas grandiosas del pasado como las de estos ejemplos emergen desde la tumba de la historia y se vuelven a representar en el escenario, la única cosa que los revolucionarios pueden hacer es callar y dejar que la historia proyecte su imagen del pasado. Más tarde, ellos harán todo lo posible para borrar la historia y reiniciar su desempeño revolucionario. Estas naciones muertas del pasado surgen desde sus sepulturas trayendo mensajes que no se pueden discutir, al igual que los justos después de la muerte de nuestro Señor Jesucristo se levantaron de sus sepulturas para reprochar a los judíos por el deicidio que cometieron. Cuando ocurre una de esas resurrecciones, ella es incontestable.
Estas son algunas de las reglas de cómo actúa el pasado sobre el presente e influye en él. Las crónicas históricas sólo desempeñan un rol modesto; las piezas desempeñadas por el simbolismo y la memoria son más representativos e influyentes.
Continuará…
Véase la primera parte de esta serie haciendo click aquí.
Publicado originalmente en TIA