Plinio Correa de Oliveira
Santo do Día[i],
11 de marzo de 1967
Reseña
biográfica: “… San Gregorio nació en Roma, por cerca del año 540, hizo del rico
senador Gordien. Una juventud entregada al estudio lo hizo, por la variedad de
sus conocimientos, digno de ser elevado pretor por el emperador Justino, el
Joven. Gregorio se hizo notar por las luces de su espíritu, la madurez de sus
juicios y un amor extremo a la justicia. La única cosa que se le imputaba a él
era un gran lujo y un esplendor enteramente mundano en sus ropas y en sus
hábitos, y todo hacía temer que él disipase la inmensa fortuna que le había
dejado su padre.
Pero, por
ocasión de la muerte de su padre, Gregorio, cuya piedad había luchado incesantemente
contra su fausto, apareció, de repente, como un hombre nuevo. Fundó siete
monasterios, de los cuales seis en Sicilia y uno en Roma, distribuyó a los
pobres sus ricos trajes, sus preciosos muebles, y tomó el hábito monástico en
el claustro de San Andrés, en breve se convirtió en abad, contra su voluntad,
por la elección de sus hermanos.
El ayuno,
la oración y el estudio se convirtieron en sus únicas ocupaciones. Impresionado
por la belleza de algunos jóvenes ingleses expuestos a la venta como esclavos,
en el mercado de Roma, y sabiendo con dolor que esos insulares no eran
cristianos, obtuvo del Papa Benedicto I la autorización de ir a predicar la fe
en la Gran Bretaña. Pero un obstáculo se interpuso en el camino, y el clero y
el pueblo forzaron al Papa a llamarlo de vuelta. Hecho diácono de la iglesia
Romana en el año 578, fue enviado a Constantinopla por el Papa Pelagio II, por
cerca del año 580. Varias negociaciones importantes lo detuvieron mucho tiempo
en esta capital, donde adquirió la estima de toda la corte…
Por ocasión
de su regreso a Roma,… el Papa Pelagio procuró retenerlo junto de sí, en
calidad de secretario. El mundo pesaba, entre tanto, demasiado a Gregorio para
que este cargo le conviniese por mucho tiempo. A fuerza de oraciones quedó, al
final, libre para retirarse junto a sus monjes. Pero, por ocasión de la muerte
de Pelagio, las aclamaciones de Roma entera lo llamaron al pontificado.
Gregorio se estremeció de temor. Él huyó de la Ciudad Eterna y escribió al
emperador para suplicarle que no confirmase su elección y se escondió en una
caverna. Pero el pueblo lo descubrió, lo llevó a Roma y lo entronizó, a pesar
de él, el día 13 de septiembre de 590.
“Ese santo
hombre tenía, entre tanto, enemigos que lo acusaban de disimulación y de
hipocresía. Su vida entera desmiente esas acusaciones. Su modestia, su humildad
se manifestaron por la simplicidad de su casa. Su palacio tomó todas las
apariencias de un monasterio; su Iglesia incluso, era sin fausto ni pompas. Sus
rentas fueron destinadas al alivio de los pobres. Su constante ocupación era la
instrucción del pueblo. De acuerdo con el emperador Mauricio, él acabó con el
cisma de los obispo de Istria. … La conversión de los lombardos y la
destrucción del arrianismo fueron también su obra, y él testimonió una alegría
extraordinaria por el hecho, en las cartas a la reina Theodelide. …
Gregorio,
entre tanto, no se había olvidado de los paganos de Gran Bretaña. Sus
misioneros que partieron en 595, bajo la dirección de un monje agustino,
llegaron dos años después al reino de Kent, donde la reina Berta ya había
preparado su triunfo. El rey Ethelbert y gran parte de su pueblo se
convirtieron. …
Él tuvo
menos trabajo en reformar la liturgia que la disciplina. Después de haber
compuesto un antifonario, reguló el orden de los salmos, las oraciones, los
canticos. Instituyó una academia de cantores (scholam cantorum) y, chicote en mano, daba él mismo las lecciones
de canto llano a los clérigos jóvenes. …
Respecto de
los templos de los paganos, é quería que fuesen respetados, no destruidos, sino
que fueran transformados en Iglesias. …
Tantos
trabajos y fatigas no eran apropiados para curarlo de las enfermedades que no
cesaban de asediarlo. La gota lo retenía frecuentemente en el lecho, pero sus
horribles dolores no detenían la actividad prodigiosa de su espíritu. Ningún
Papa escribió más cartas que él…
Tenía un
tacto maravilloso para distinguir la verdad de la calumnia en las acusaciones
que le llegaban contra los sacerdotes. Los falsificadores, los brujos, los simoníacos,
los cismáticos, tuvieron en ese Papa un adversario terrible.
El gran
pontífice murió el 12 de marzo de 604, después de trece años, seis mese y diez
días de pontificado.
Los
comentarios que él hizo a la Sagrada Escritura ejercieron en el pensamiento
cristiano de la Edad Media una influencia considerable, que le valió el título
de Doctor. Es con San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo, unos de los cuatro
grandes doctores de la Iglesia latina.
Comentario
del Prof. Plinio
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San Gregorio Magno, Zurbarán |
Es muy
merecida la consideración de que San Gregorio Magno fue el verdadero fundador
de la Edad Media. Porque notamos en los trazos de su vida extraordinariamente
rica, sea en cuanto simple sacerdote o diácono, sea después cuando fue elevado
al pontificado, que, de algún modo, acababa de cerrar el último espacio de la
puerta que nos separaba de la antigüedad pagana, y que él, por otro lado, abre
la puerta para la edad nueva que iba a nacer.
Desde el
punto de vista de la antigüedad pagana, vemos como combatió los restos del
paganismo. Él determinó que las últimas iglesias paganas existentes aún no
fuesen destruidas, pero que también no continuase el culto de los paganos y
fuesen transferidas para el culto católico. Él exterminó el arrianismo, que era
una plaga que provenía aún del tiempo del Imperio Romano de Occidente, cuando
los arrianos penetraron en Europa, pervirtieron a los bárbaros y con las
invasiones bárbaras invadieron el Imperio Romano de Occidente.
Él liquidó
con la inmoralidad y con los otros inconvenientes resabios de la era antigua y,
al mismo tiempo, él nos aparece como el constructor de la nueva era. Él es
fundador de conventos, y esa es una de las obras más características: la
expansión de la vida cenobítica es uno de los hechos más característicos del
comienzo de la Edad Media. Y fue él mismo, superior de un convento; de otro
lado, trabajó por el canto llano.
Y es
pintoresca esa imagen del gran Papa, Doctor de la Iglesia, político eminente,
de chicote en puño enseñando el canto llano para sus alumnos, no de una vara en
puño, sino de un chicote en puño. La imagen es pintoresca y daría para que se
hiciera una imagen, o tal vez, un vitral. Con la fundación del canto llano, él
propiamente dio voz a la Edad Media. Porque el canto llano fue la gran voz
cantante de la Edad Media, de punta a punta. Y él dio su carácter a la vida
benedictina, que San Benito había dado inicio, pero que aún no había tomado su
cuño de firmeza y definición que tomó con él.
Por otro
lado, es admirable en la vida de él el sentido de misionero. Vemos que era de
los que lanzan la idea de las misiones en Inglaterra y en Irlanda. Y a partir
de ahí, entonces, el flujo de la gran corriente de los misionero que de
Inglaterra y de Irlanda vuelven para el continente y van a civilizar la
Germania. Es decir, vemos como se dejaron las semillas de la Edad Media. Vemos,
al mismo tiempo, ese hombre tratar, inútilmente, la gran llaga de la
Cristiandad en aquel tiempo: era el Imperio Romano de Oriente cada vez más
tendiente al cisma. Ese imperio tambaleaba siempre entre la herejía y la verdad
católica. Y finalmente, como los Sres. saben, acabó derrumbándose. Pero los
Sres. ven que era allí que él intentó asegurar ese muro de la ciudad de
Jesucristo, que amenazaba caer y los Sres. tienen más un ejemplo de la suma
ingratitud de Bizancio delante del celo de los Papas. Hombres como esos llegan
instalarse allá y a conquistar influencia, pero no logran arrancar la ciudad
maldita, la ciudad pervertida, de su inmoralidad, de su molicie, de su
imprevisión y de su inclinación para la herejía.
Así, se
pude decir que todos los problemas del tiempo pasaron por la mente de ese gran
hombre. Él los analizó, él los enfrentó, y al mismo tiempo, escribió obras que
fueron obras pilares del pensamiento medieval. Vida riquísima, vida admirable,
toda volcada al servicio de la Iglesia Católica y de la Civilización Cristiana.
Si San
Gregorio resucitase hoy, ¿qué diría él? O desde lo alto del cielo, ¿qué diría
él de este mundo de hoy, tan diferente del mundo que él conoció? Él vivió en
una época dura, época de desorden, época hasta de crímenes aberrantes. ¡Pero
vean los Sres. qué pueblo! Un pueblo que participaba de los males de la época
pero, al mismo tiempo, aclamaba a un santo como Papa; y el santo huía del
pueblo y el pueblo salía en busca del santo y lo colocaba en el papado. Era un
pueblo capaz de discernir a un santo de que no era santo y capaz de preferir al
santo en relación al que no era santo. ¿Hoy sería la misma cosa? ¿Son muchos
los que huyen del papado? ¿Y la gente iría en busca del santo para llevarlo al
papado? ¡Cómo todo cambió!...
Pidamos a
San Gregorio I, a San Gregorio Magno, que él trabaje para conseguir que nuestra
época, después de los castigos purificadores por las cuales ella debe pasar, se
transforme en una nueva Edad Media, aún más requintada. Pedido que él
comprenderá, él que fue uno de los fundadores de la gloriosísima Edad Media.
[i] Los santos del día eran unas breves
reuniones en las que el Prof. Plinio ofrecía una reflexión o comentario
relacionado con el santo o fiesta religiosa que se celebraba aquel día.