por Plinio Corrêa de Oliveira
Hoy vivimos en un mundo oprimido bajo el aplastante peso de sus propios pecados. En 1917, la Virgen predijo las calamidades que le esperan al mundo moderno. En un determinado momento, este colapso vendrá a menos que haya una conversión general. La magnitud y el aspecto público de esos pecados junto con la negativa del mundo a atender los pedidos de Nuestra Señora constituyen las bases de esta tragedia. Debemos prepararnos para la tragedia que se cierne sobre el mundo moderno. Tenemos que enfrentar esta perspectiva, y luego confiar en la Virgen porque, en un sentido muy real, esta tragedia es, sobre todo, su tragedia, ya que le toca a ella de manera más profunda que a cualquiera de nosotros.
Es su tragedia porque Ella es una verdadera Madre que se apareció a sus hijos para advertirles de un castigo y de la marea de pecados que habían llegado a lo inadmisible. Ella enseguida les predijo la llegada del comunismo y la difusión de los errores de Rusia en todo el mundo. Una de las cosas que la Virgen señaló específicamente fueron las modas inmorales. Si comparamos las modas de 1917 con las que vemos hoy en día, podemos entender cuán lejos se ha descendido en la infamia.
Muchas partes de las profecías de Fátima se han cumplido. Hoy en día, ninguna parte del mundo está inmune de la influencia del comunismo que procede de Moscú. Todos ya conocen la historia de Fátima. ¿Quién no ha oído hablar del milagro del sol, que fue una manifestación simbólica de la magnitud de los castigos que vendrán si el mundo se niega a escuchar sus advertencias?
Es su tragedia porque Ella es una verdadera Madre que se apareció a sus hijos para advertirles de un castigo y de la marea de pecados que habían llegado a lo inadmisible. Ella enseguida les predijo la llegada del comunismo y la difusión de los errores de Rusia en todo el mundo. Una de las cosas que la Virgen señaló específicamente fueron las modas inmorales. Si comparamos las modas de 1917 con las que vemos hoy en día, podemos entender cuán lejos se ha descendido en la infamia.
Muchas partes de las profecías de Fátima se han cumplido. Hoy en día, ninguna parte del mundo está inmune de la influencia del comunismo que procede de Moscú. Todos ya conocen la historia de Fátima. ¿Quién no ha oído hablar del milagro del sol, que fue una manifestación simbólica de la magnitud de los castigos que vendrán si el mundo se niega a escuchar sus advertencias?
En 1917 la Virgen advirtió contra una inundación de modas inmorales. En la foto: jóvenes de hoy en una vigilia papal en Baltimore
Compasión por Nuestra Señora
¿Cuál es la actitud correcta que debemos tomar frente a este panorama?
Una cosa es invariable. Todos los padres se preocupan de sus hijos y de su familia; se preocupan y se inquietan sobre su futura perseverancia y fidelidad. Podemos decirles que esto es natural y razonable. Creemos que la Virgen tendrá misericordia de ellos y de sus hijos. Pero vayamos un paso más allá.
Con respecto a ellos y a nosotros, ¿no deberíamos nosotros actuar también con misericordia para con Nuestra Señora? Sobre todo nosotros, que somos contra-revolucionarios, consagrados a Nuestra Señora y dedicados a su causa, ¿no deberíamos también tener para ella compasión de sus dolores y sufrimientos? ¿No deberíamos tener simpatía por ella al ver la crisis de la Iglesia y del mundo moderno? ¿No es el dolor que ella sufre mayor que el de todos nosotros juntos? San Luis de Montfort dice que Nuestra Señora nos ama a cada uno de nosotros – incluso el menos importante de todos – con un amor mayor que el de todas las madres del mundo por todos sus hijos. ¿No deberíamos abrir nuestros ojos y atender sus necesidades y suplicas a cambio? ¿No deberíamos tratar de abrir nuestros ojos a la depravación del mundo moderno?
San Luis de Montfort (1673-1716) describe su tiempo como una época de iniquidad. Desde entonces, hemos experimentado una verdadera avalancha de males: la Revolución Francesa, la Revolución Comunista, y el nuevo monstruo de la 4ª Revolución, trayendo consigo la virtual disolución de la sociedad. ¿No es hora que debamos dejar de engañarnos sobre la supuesta normalidad y bondad de quienes nos rodean y participan en esta infamia? ¿No deberíamos sentir más horror por la magnitud de la ofensa que está siendo cometida contra la Iglesia, contra la Civilización Cristiana? Frente a todo esto, ¿no deberíamos tener compasión por la Virgen, ella que estuvo al pie de la Cruz sola, llorando, la Madre de la Angustia y la Tristeza? Debemos tener compasión por la Virgen que sufre al ver la crisis del mundo y de la Iglesia
Salvar nuestra alma no es suficiente
No es suficiente para nosotros tener como ideal de nuestras vidas sólo salvar nuestras almas y la de nuestros hijos. Esto es legítimo, santo e indispensable. Como dice San Pablo, ¿de qué le vale al hombre ganar el mundo si pierde su alma? No podemos elogiar suficiente los esfuerzos de un hombre para salvar su propia alma y la de los miembros de su familia.
Pero también tenemos que ver el deber que tenemos en frente de la totalidad de la gloria de Dios, en frente a los sufrimientos de Nuestra Señora, frente a la invitación que Ella nos hace de sufrir con Ella y de luchar por Ella. Aquellos que luchan por Ella, tomando una posición contra-revolucionaria, deberían esperar ser calumniados y maltratados por amarla a Ella.
Todos queremos abundantes gracias para nuestras almas y las almas de nuestros hijos y familiares. Entonces, una buena manera de obtenerlas es preocuparse por los demás, comprometerse en la más grande lucha por la Iglesia Católica, de manera que las almas de muchos otros se salven también. Cuando contribuimos a la salvación y progreso de toda la causa católica, nuestras almas progresan. Esto significa que debemos luchar para vencer este asalto satánico llamado Revolución y para apoyar y estimular las gracias que la Virgen quiere dar para establecer su Reino.
No debemos olvidar esas gracias que obran conversiones. El hombre no puede hacer ningún acto bueno sin la asistencia de la gracia de Dios. Cuando una acción es hecha por amor de Dios, cuando el motivo es sobrenatural, la persona que realiza esa acción, debe haber recibido una gracia.
Ahora, cuando hacemos las buenas acciones de hacer sacrificios para luchar por la Contra-Revolución, es porque hemos recibido una gracia. Por lo tanto, es Dios quien nos llama para esta causa. Es una elección gratuita y una gracia. Si somos llamados a esta lucha, entonces somos llamados a participar de las tropas de elite intelectuales y espirituales de Dios. Para esta misión sólo es necesario ser elegidos por Él y no tener títulos ilustres o cualidades brillantes.
Esta lucha es específicamente una obra sobre la opinión pública. Somos, entonces, socios en una lucha, y no deberíamos preocuparnos de las rizas y ridículos del mundo. Tenemos que ser los que van con entusiasmo a la lucha enfrentando cualquier obstáculo hacia el objetivo final.
La opinión pública y la defensa del Reino de María
El Reino de María vendrá. Vamos a ver el comienzo de otra fase de la Historia. Esto exigirá un tipo de lucha diferente para defender el orden tan costosamente ganado. En aquellos días que vendrán, tendremos que estimular a aquellos que sean débiles en resistir las nuevas tentaciones que surgirán.
Esta tragedia de la Virgen es la tragedia de una Madre de familia que protege, favorece y muestra afecto a sus hijos descarriados. Cuando sus peticiones son desatendidas, ella los amenaza con el castigo, como lo hizo en Fátima. Es un apelo a la justicia para aquellos que no prestan atención a sus advertencias. En cambio, para aquellos que lo escuchan, es la promesa de la restauración de un nuevo orden de cosas, un nuevo Reino en el que Ella será la Madre amorosa y nosotros sus hijos y servidores.
Compasión por Nuestra Señora
¿Cuál es la actitud correcta que debemos tomar frente a este panorama?
Una cosa es invariable. Todos los padres se preocupan de sus hijos y de su familia; se preocupan y se inquietan sobre su futura perseverancia y fidelidad. Podemos decirles que esto es natural y razonable. Creemos que la Virgen tendrá misericordia de ellos y de sus hijos. Pero vayamos un paso más allá.
Con respecto a ellos y a nosotros, ¿no deberíamos nosotros actuar también con misericordia para con Nuestra Señora? Sobre todo nosotros, que somos contra-revolucionarios, consagrados a Nuestra Señora y dedicados a su causa, ¿no deberíamos también tener para ella compasión de sus dolores y sufrimientos? ¿No deberíamos tener simpatía por ella al ver la crisis de la Iglesia y del mundo moderno? ¿No es el dolor que ella sufre mayor que el de todos nosotros juntos? San Luis de Montfort dice que Nuestra Señora nos ama a cada uno de nosotros – incluso el menos importante de todos – con un amor mayor que el de todas las madres del mundo por todos sus hijos. ¿No deberíamos abrir nuestros ojos y atender sus necesidades y suplicas a cambio? ¿No deberíamos tratar de abrir nuestros ojos a la depravación del mundo moderno?
San Luis de Montfort (1673-1716) describe su tiempo como una época de iniquidad. Desde entonces, hemos experimentado una verdadera avalancha de males: la Revolución Francesa, la Revolución Comunista, y el nuevo monstruo de la 4ª Revolución, trayendo consigo la virtual disolución de la sociedad. ¿No es hora que debamos dejar de engañarnos sobre la supuesta normalidad y bondad de quienes nos rodean y participan en esta infamia? ¿No deberíamos sentir más horror por la magnitud de la ofensa que está siendo cometida contra la Iglesia, contra la Civilización Cristiana? Frente a todo esto, ¿no deberíamos tener compasión por la Virgen, ella que estuvo al pie de la Cruz sola, llorando, la Madre de la Angustia y la Tristeza?
Ella lloró al pie de la Cruz a causa del terrible crimen que se estaba cometiendo contra su Divino Hijo. Ella también lloró por las ignominias e ingratitudes del mundo hasta el fin de los tiempos frente a este sacrificio infinitamente precioso de su Divino Hijo. Ella lloró por los pecados de nuestros tiempos. Ella quiere que tengamos compasión por su dolor y su tragedia, no apenas por nuestros propios sufrimientos y tragedias. Nuestras tragedias personales son reales, ¿pero un buen hijo no debiera sufrir más al ver a su madre que sufre en sus propias desgracias?
Salvar nuestra alma no es suficiente
No es suficiente para nosotros tener como ideal de nuestras vidas sólo salvar nuestras almas y la de nuestros hijos. Esto es legítimo, santo e indispensable. Como dice San Pablo, ¿de qué le vale al hombre ganar el mundo si pierde su alma? No podemos elogiar suficiente los esfuerzos de un hombre para salvar su propia alma y la de los miembros de su familia.
Pero también tenemos que ver el deber que tenemos en frente de la totalidad de la gloria de Dios, en frente a los sufrimientos de Nuestra Señora, frente a la invitación que Ella nos hace de sufrir con Ella y de luchar por Ella. Aquellos que luchan por Ella, tomando una posición contra-revolucionaria, deberían esperar ser calumniados y maltratados por amarla a Ella.
Todos queremos abundantes gracias para nuestras almas y las almas de nuestros hijos y familiares. Entonces, una buena manera de obtenerlas es preocuparse por los demás, comprometerse en la más grande lucha por la Iglesia Católica, de manera que las almas de muchos otros se salven también. Cuando contribuimos a la salvación y progreso de toda la causa católica, nuestras almas progresan. Esto significa que debemos luchar para vencer este asalto satánico llamado Revolución y para apoyar y estimular las gracias que la Virgen quiere dar para establecer su Reino.
No debemos olvidar esas gracias que obran conversiones. El hombre no puede hacer ningún acto bueno sin la asistencia de la gracia de Dios. Cuando una acción es hecha por amor de Dios, cuando el motivo es sobrenatural, la persona que realiza esa acción, debe haber recibido una gracia.
Ahora, cuando hacemos las buenas acciones de hacer sacrificios para luchar por la Contra-Revolución, es porque hemos recibido una gracia. Por lo tanto, es Dios quien nos llama para esta causa. Es una elección gratuita y una gracia. Si somos llamados a esta lucha, entonces somos llamados a participar de las tropas de elite intelectuales y espirituales de Dios. Para esta misión sólo es necesario ser elegidos por Él y no tener títulos ilustres o cualidades brillantes.
Esta lucha es específicamente una obra sobre la opinión pública. Somos, entonces, socios en una lucha, y no deberíamos preocuparnos de las rizas y ridículos del mundo. Tenemos que ser los que van con entusiasmo a la lucha enfrentando cualquier obstáculo hacia el objetivo final.
La opinión pública y la defensa del Reino de María
El Reino de María vendrá. Vamos a ver el comienzo de otra fase de la Historia. Esto exigirá un tipo de lucha diferente para defender el orden tan costosamente ganado. En aquellos días que vendrán, tendremos que estimular a aquellos que sean débiles en resistir las nuevas tentaciones que surgirán.
La Revolución y la Contra-Revolución, dos mentalidades en oposición irreconciliable
Alguien puede preguntar: ¿Qué es esta cosa enigmática llamada opinión pública, que es nuestro campo de batalla? Se trata de un choque de mentalidades, una colisión entre nuestra manera de ser y de pensar contra-revolucionaria y los ambientes revolucionarios. En este choque, el lado opuesto está listo para ir a cualquier extremo o utilizar cualquier táctica para hacernos seguir la vía revolucionaria y ajustarla en la mayoría. De nuestro lado, queremos influenciarlos para que sigan nuestra vía, la vía de la Contra-Revolución.
Por lo tanto, tenemos dos fuerzas antagónicas en juego, la Revolución y la Contra-Revolución. Tenemos dos conjuntos de valores y principios en oposición irreconciliable. Hoy, en este choque, todo el que se atreva a actuar de manera diferente o se desvíe de las ideas revolucionarias que prevalecen es y será objeto de una persecución implacable.
Sin embargo, la presencia de una sola persona que, con toda convicción, se opone al ambiente, estilo o ideas revolucionarias, hace que todos los demás se sientan incómodos. El rompe el consenso. El efecto de un rostro adusto en una fiesta, a menudo mata la fiesta. De la misma manera, el efecto de quien se niega a acompañar la euforia de un ambiente revolucionario pone un freno en la atmósfera general. Este es un punto muy importante que recordar: la Revolución no soporta la oposición; esta vive teniendo la unanimidad de su lado.
Además, la presencia de la Contra-Revolución en cualquier panorama revolucionario, abre un nuevo polo de atracción. Abre nuevos horizontes en las mentalidades de aquellos que no están totalmente convencidos acerca de las maneras de ser revolucionarias. Produce una fisura en el aparente apoyo monolítico a la mentalidad revolucionaria. Este es el primer paso para acercar a nosotros todo un sector del público que estarán interesados en los ideales contra-revolucionarios. Este sector puede llegar al punto de adoptar nuestras maneras de ser y de actuar, que son los de la cultura romana católica.
La primera condición para mover exitosamente a la opinión pública, es que nosotros no nos avergoncemos o preocupemos de que se rían, nos persigan o ridiculicen. Debemos ponernos de pie e interrogar a la Revolución y presentar nuestros argumentos frente a sus sonrisas y ridículos. Tomando esta postura valiente, también abrimos las puertas para encontrar a aquellos que están dispuestos a ser contra-revolucionarios y participar en esta lucha por Nuestra Señora hasta el final del camino.
Lo que es necesario para este momento de la historia son almas que respondan al llamado de la Virgen, almas que se lancen en cuerpo y alma en la lucha, la Contra-Revolución y el trabajo sobre la opinión pública.
Por lo tanto, tenemos dos fuerzas antagónicas en juego, la Revolución y la Contra-Revolución. Tenemos dos conjuntos de valores y principios en oposición irreconciliable. Hoy, en este choque, todo el que se atreva a actuar de manera diferente o se desvíe de las ideas revolucionarias que prevalecen es y será objeto de una persecución implacable.
Sin embargo, la presencia de una sola persona que, con toda convicción, se opone al ambiente, estilo o ideas revolucionarias, hace que todos los demás se sientan incómodos. El rompe el consenso. El efecto de un rostro adusto en una fiesta, a menudo mata la fiesta. De la misma manera, el efecto de quien se niega a acompañar la euforia de un ambiente revolucionario pone un freno en la atmósfera general. Este es un punto muy importante que recordar: la Revolución no soporta la oposición; esta vive teniendo la unanimidad de su lado.
Además, la presencia de la Contra-Revolución en cualquier panorama revolucionario, abre un nuevo polo de atracción. Abre nuevos horizontes en las mentalidades de aquellos que no están totalmente convencidos acerca de las maneras de ser revolucionarias. Produce una fisura en el aparente apoyo monolítico a la mentalidad revolucionaria. Este es el primer paso para acercar a nosotros todo un sector del público que estarán interesados en los ideales contra-revolucionarios. Este sector puede llegar al punto de adoptar nuestras maneras de ser y de actuar, que son los de la cultura romana católica.
La primera condición para mover exitosamente a la opinión pública, es que nosotros no nos avergoncemos o preocupemos de que se rían, nos persigan o ridiculicen. Debemos ponernos de pie e interrogar a la Revolución y presentar nuestros argumentos frente a sus sonrisas y ridículos. Tomando esta postura valiente, también abrimos las puertas para encontrar a aquellos que están dispuestos a ser contra-revolucionarios y participar en esta lucha por Nuestra Señora hasta el final del camino.
Lo que es necesario para este momento de la historia son almas que respondan al llamado de la Virgen, almas que se lancen en cuerpo y alma en la lucha, la Contra-Revolución y el trabajo sobre la opinión pública.