lunes, 30 de enero de 2012

DISCERNIENDO EL DINAMISMO DE LOS DE LOS INDIVIDUOS Y DE LOS PUEBLOS

Plinio Corrêa de Oliveira

Es posible distinguir los lados buenos y malos en el alma humana, o, si se quiere, el hombre nuevo y el viejo. En el hombre viejo se encuentras varios defectos; en el hombre nuevo, cualidades. Los aspectos buenos se alimentan recíprocamente entre sí, de la misma manera que los malos. Además, las cualidades se oponen a los vicios de manera tal que siempre están en batalla continua. A veces, sin embargo, esta lucha se da en una relación de coexistencia.

Por ejemplo, imaginemos a un hombre que es tentado de asesinar a alguien. Para luchar contra esta tentación, él distrae su mente pensando en algo agradable, digamos, él pretende que se gana la lotería. En cuanto huye de la primera tentación, él cae, sin embargo, en la indolencia de un sueño imaginario de la riqueza, que es otra tentación, aunque más sutil que la primera.

Al darse cuenta de esto, desvía de nuevo su atención tomando un libro sobre los héroes medievales. Sin embargo, la vanidad lo lleva a colocarse en el papel de cada uno de esos grandes personajes. Al hacer esto, cae en una especie de adoración de sí mismo.

Aquí podemos ver cómo los diferentes defectos se interrelacionan entre sí, aun cuando sea buena la intención de la persona de luchar contra la tentación. Su vida espiritual está tan deteriorada es incapaz de dar un paso sin que su lado malo lo capture de alguna manera u otra. Por lo tanto, él no marcha de lo malo a lo bueno, sino que de un mal mayor a un mal menor, y termina siendo vencido por sus defectos.

Por el contrario, si él reprime su mala tendencia de asesinar apelando al honor, y no al deseo de placer, otras buenas cualidades que él tiene despiertan y afloran con plena nitidez. Por ejemplo, mientras piensa en su honor su fe se incrementa y brevemente recurrirá a lo sobrenatural, más oración, etc.

De esa manera, los diferentes estados de espíritu de un hombre encuentran en él correlaciones y apoyos mutuos u oposiciones y luchas.

De manera análoga, esto mismo ocurre en una nación. Yo creo que el conocimiento de esto es indispensable para entender la revolución tendencial (*). La fibra misma de la vida de una nación está formada por las interrelaciones llevadas a cabo por sus defectos y cualidades.

Si bien que el aspecto moral de este análisis es el más importante, también hay aspectos intelectuales y culturales que se deben considerar, como también las formas en que un pueblo ejerce su voluntad o actúa. Es necesario añadir al cuadro estos factores para así tener una visión objetiva de la psicología de un pueblo.

Pero uno no debe quedarse en una especie de análisis estático como el de una foto que revela el momento presente de esa psicología. Es necesario observar las corrientes subrepticias de interinfluencias psicológicas no apenas para comprender el presente, sino también para conocer lo que un pueblo va a hacer y pensar en el futuro. La capacidad de discernir esos elementos en la psicología de un pueblo es una forma de profetismo que permite a una persona comprender los aspectos más sutiles de la realidad en el presente, como también la dirección por la cual un pueblo se dirige. Con esta comprensión, él es capaz tanto de estimular ese curso para el futuro o detenerlo.

El dinamismo del pueblo elegido brilló especialmente en el rey Salomón

Esto no es algo que se aprehende partiendo de la zona cero, como un estudiante que aprende a ser abogado asistiendo a una escuela de leyes. Esta es una vocación que Dios da a algunos hombres. Lo que debe hacer todo hombre que ha sido llamado a esto es comprender y amar su vocación y realizarla en su propio rol. Si lo hace así, las cosas comienzan a ordenarse en el lugar que corresponde y él puede avanzar. El primer presupuesto de la cuestión, su ABC, es que se debe ser uno mismo más que imitar a otros, o fomentar el respeto humano, o soñar con el éxito mundano o ceder a las tentaciones de impureza.

Lo que sigue a continuación es un intento para que nos animemos a asumir el rol al cual fuimos llamados a desempeñar en esta orientación de las personas y los pueblos.

El dinamismo de los individuos, familias y naciones

En la inmensa partida de ajedrez de la historia, Dios decide dar a los hombres diferentes tipos de dinamismos, por medio de los ángeles que actúan en la naturaleza. Como en un tablero de ajedrez, aquí hay un caballo que es más poderoso, allí hay un alfil que es más débil, por allá una torre que parece indestructible pero que puede ser socavada por las termitas (peones). En cada momento de la historia se está jugando una partida de ajedrez gigante, formada por millones de partidas de ajedrez más pequeñas. Dios distribuye los dinamismos y las gracias de forma tal que en gran medida Él orienta el juego, sin limitar la voluntad libre de los humanos participantes.

Por lo tanto, el conocimiento de lo que sucederá en el futuro supone una comprensión de esos diferentes dinamismos: lo qué son, quién los tiene, y cómo se desarrollan. Los individuos, las familias, las ciudades, los estados, los países y las civilizaciones tienen sus diferentes dinamismos.

Por ejemplo, en la civilización occidental, había dos enormes dinamismos que actuaban en Europa: su historia fue impulsada por un buen ciclón, las Cruzadas; y también por uno malo, las invasiones musulmanas. La fuerza de esos ciclones condicionó la dirección de la historia durante siglos.

Las Cruzadas, un dinamismo bueno que se siente hasta hoy

Hay hombres que corresponden a la gracia y cumplen con su vocación arrastrando con ellos toda una época histórica y hay otros cuyos pecados tienen consecuencias análogas. Ellos desataron dinamismos, reunieron cargas de energía que estaban dispersas, impulsándolas hacia adelante. Carlomagno fue uno de esos hombres. Él sintetizó de tal manera el heroísmo, la grandeza, la majestad, la magnanimidad, la generosidad para con los pobres y la dedicación por la Iglesia que, hasta hoy, esas cualidades en él brillan y nos influencian en el buen sentido.

Esto no es un mito o una fantasía. Es la realidad que podemos sentir en nuestras almas. Aquellos que dicen que es un mito son aquellos incapaces de ver nada de esto. Es como el hombre sordo, que dice que toda la música es un mito, porque es incapaz de escuchar. Él sería más humilde y prestaría un mejor servicio a todos con sólo admitir que, “soy sordo”.

Un hombre que personificó el ideal de un rey fue Luis XIV de Francia. Nosotros sabemos que su vida moral fue gravemente censurable, pero también lo fue Salomón en el Antiguo Testamento. Luis XIV desempeña un rol en la historia. En su tiempo, todos los reyes de Europa siguieren sus acciones y trataron de imitarlo. Esto no fue porque ellos querían imitarlo movimos por lo mundano; ellos lo miraban a él por la fuerza del dinamismo que Dios le había dado que influyó en todo su siglo.

También podemos ver este dinamismo en los roles que Dios asigna a los pueblos en la historia. Es muy hermoso ver cuando un dinamismo entra en un pueblo y lo ilumina desde el interior; de ahí en adelante, todo lo que el pueblo hace es tomado por un brillo especial. Esto puede ser un fenómeno natural, sobrenatural o preternatural. Como consecuencia de ese dinamismo, un pueblo se vuelve esplendoroso.

En el Antiguo Testamento, esto ocurrió con el pueblo elegido en la etapa de oro de su historia, esto es, durante los reinados de David y Salomón. El episodio de la reina de Saba viajando de lejos para ver al rey Salomón fue una repercusión de la brillantez de la vocación que Dios le dio a todo el pueblo que brilló especialmente en él.

Luis XIV personificó el ideal de rey

En la historia del Nuevo Testamento, el pueblo francés recibió una gracia similar de predilección en el bautismo de Clovis, cuando Francia se convirtió en la hija primogénita de la Iglesia.

La historia de un pueblo es en muchos sentidos la historia de ese esplendor que habita en él. En determinado momento, sin embargo, el esplendor comienza a disminuir, como lo hizo Francia después de la Revolución francesa. O alguien reenciende ese esplendor o el dinamismo desaparece y nada avanza más. Estos son algunos ejemplos de los misteriosos crescendos y descrecendos de la historia.

Esta es una visión general de lo que yo considero el estrato más profundo de la realidad con una indicación de los roles desempeñados por lo natural, lo sobrenatural y lo preternatural en ella.

Continuará con la parte II, titulada: DISCERNIENDO EL ROL HISTÓRICO DE LAS NACIONES

Publicado originalmente en: TIA

(*) En la Revolución podemos distinguir tres profundidades, que cronológicamente hasta cierto punto se interpenetran. La primera, esto es, la más profunda, consiste en las tendencias. Esas tendencias desordenadas, que por su naturaleza luchan por realizarse, no conformándose ya con todo un orden de cosas que les es contrario, comienzan por modificar las mentalidades, los modos de ser, las expresiones artísticas y las costumbres, sin, desde luego, tocar de modo directo ―habitualmente por lo menos― en las ideas. (Revolución y Contra-Revolución, Parte I, cap. V. 1)

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