jueves, 21 de junio de 2012

San Luis Gonzaga, 21 de junio


Plinio Corrêa de Oliveira
Santo del día[1]
Selección biográfica
Luis Gonzaga (1568-1591) fue el hijo mayor de Ferrante, marqués de Castiglione, en Lombardía. En 1585, renunció a su derecho de nacimiento a favor de su hermano Rodolfo y se unió a la Compañía de Jesús. Murió en 1591, poco después de cumplir 23 años de edad. Debido a la gran batalla que emprendió contra la impureza en una época de inmoralidad general, él es el santo patrón de los jóvenes. La siguiente selección está tomada de una biografía escrita por Dourignac.
Cuando el ejército comandado por Ferrante Gonzaga partió de Casala, Luis, los cuatro años de edad, fue enviado a Castiglione. El joven príncipe y su maestro Francesco del Turco iban juntos en un carruaje, con un séquito de nobles a caballo que los custodiaban.
Cuando entraron en el campo abierto, el profesor se dirigió a su joven pupilo en el tono solemne y respetuoso que siempre usaba con él: “Desde hace algunos días que he querido hacer una observación importante respecto al comportamiento de su señoría, pero he esperado hasta que dejarais Casala”.
“¿Qué he hecho?”, Preguntó el niño asustado.
El tutor le respondió: Durante vuestra estancia en Casala usted vivió en el campo con los soldados, y Vuestra Señoría adquirió el hábito de decir algunas palabras y expresiones inconvenientes que un príncipe de sangre tan alta nunca debería permitirse usar y lo mejor sería olvidar, ya que podría causar un profundo dolor a la princesa, su madre, si ella escucha una de estas palabras de labios de su hijo”.
Pero, querido amigo, yo no sé qué es lo malo que dije”, respondió el muchacho desconcertado.
El maestro le hizo saber a su discípulo las palabras de las cuales el niño inocentemente no había comprendido el significado o inconveniencia.
“Esto nunca volverá a pasar una segunda vez, mi buen amigo”, respondió Luis, avergonzado por su culpa. “Le prometo que siempre recordaré esto”.
Y él fue fiel a su promesa. Esta falta, cometida en la ignorancia, nunca fue olvidada. Él consideró que este era el pecado más lamentable de su vida, y confesó después que el recuerdo de esta falta lo humillaba profundamente.
Comentarios del Prof. Plinio
San Luis Gonzaga, marqués de Castiglione y 
príncipe del Sacro Imperio Romano Germano
Parece útil hacer una breve reseña de los hechos. San Luis Gonzaga tenía sangre española, pero era hijo de un príncipe semi-soberano de Italia de la casa de Castiglione, que estaba relacionado con las casas soberanas más importantes de Europa, incluyendo la casa de Austria, que era la más importante de todas de ellas.
Él tenía cuatro años de edad cuando ocurrió este incidente. Pero un poco antes de que él cumpliera esa edad, ya había sido colocado en el ambiente militar. Esto podría parecer excesivo, pero es todo lo contrario. Es una cosa magnífica. Hoy muchos padres ponen a sus hijos en el kinder cuando son niños como este. Sin embargo, cuando se envía un niño al kindergarden [que en alemán significa jardín infantil], el hombre tiende a permanecer en este jardín durante toda su vida. Tengo la impresión de que la suavidad de la moderna guardería infantil contribuye a la cobardía de muchos hombres de las nuevas generaciones. Lo que el niño necesita es madurar. La guardería mantiene al niño en un estado infantil mucho más tiempo de lo necesario, que suele acompañarlo toda su vida, en vez de llevar al niño a una etapa más madura que lo estimularía a buscar algo más elevado.
San Luis no fue enviado al jardín infantil, sino al ejército. Él estaba bajo la tutela de su padre, que era el comandante del ejército. Ahora bien, todo el mundo sabe que el lenguaje en ambientes militares no siempre es el más elevado. Y el niño aprendió algunas palabras con significados inmorales utilizados en el campo militar que no formaban parte de la lengua de una casa noble o de una familia de alto rango.
El tutor entró en escena. Es interesante observar cómo el niño viajaba, cómo un príncipe viajaba en una ocasión como esa. Él se trasladaba en un carruaje con su preceptor, y tenía un séquito de nobles que le seguían a caballo. Fue sólo después de que habían dejado la ciudad y ya estaban en el campo abierto que el preceptor habló con él sobre la mala costumbre que había adquirido. Ustedes pueden observar el tono grave que asume el tutor para hacer la corrección. Aquellos que gustan del jardín infantil juzgarían que esta gravedad es exagerada. Sin embargo, el preceptor, que fue elegido para este papel porque tenía una orientación católica segura y un sentido prudente de las circunstancias, pensaba exactamente lo contrario. Él declaró solemnemente que esas palabras no debían ser pronunciadas por un príncipe de sangre, que un príncipe de tal nivel no debería estar familiarizado con tales palabras. San Luis, que no se había dado cuenta del significado de esas palabras, estaba desconcertado.
Algunos podrían decir que el preceptor fue precipitado y excesivamente severo. Dado que el niño ni siquiera sabía lo que las palabras significaban, no podía ciertamente ser culpado por decirlas. Por el contrario, el profesor reveló tener una comprensión más profunda de la cuestión. Se dio cuenta de que las palabras de ese tipo llevan un mal en sí mismas, incluso si la persona no sabe lo que significan. Por ejemplo, un niño puede adquirir el hábito de decir interjecciones blasfemas. ¿Sería inútil corregirlo? De ninguna manera. Él debe ser corregido. Estas palabras tienen un sentido intrínsecamente malo, y los labios de un hijo de la Virgen no deben ser mancillados por pronunciar tales blasfemias.
Otra cosa notable es la humildad de San Luis. La humildad es la verdad. Esa verdad que lo llevó a considerar su falta tan grave que lo llamó el más grave pecado de su vida. Lo que se hace transparente en este episodio es la completa inocencia y la santidad de San Luis Gonzaga. Es tan brillante que es cegadora.
El presente texto es una adaptación resumida de la transcripción de la grabación de una conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, no ha sido revisada por el autor.
Si el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira estuviese vivo, ciertamente pediría que se colocase explícita mención de su filial disposición a rectificar cualquier discrepancia en relación al magisterio de la Iglesia. Es lo que referimos aquí, con sus propias palabras:
“Católico apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial celo a la enseñanza tradicional de la Santa Iglesia. Si, por lapso, ocurra que algo no está conforme a aquella enseñanza, desde ya la rechaza categóricamente”.
Las palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que les da el Prof. Plínio Corrêa de Oliveira en su libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya primera edición fue publicada en el Nº 100 de "Catolicismo", en abril de 1959.


[1] Los santos del día eran unas breves reuniones en las que el Prof. Plinio ofrecía una reflexión o comentario relacionado con el santo o fiesta religiosa que se celebraba aquel día.

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