martes, 30 de diciembre de 2008

La abominación en el santuario:
Misa rock con el arzobispo de Viena

Las fotografías que presentamos son realmente impresionantes. Corresponden a una misa rock animada con globos y presidida por el arzobispo de Viena cardenal Christoph von Schonborn, el discípulo favorito del Papa Benedicto XVI.

el cardenal recibe un globo al igual que los otros asistentes
escribe una oración en una hoja de papel que va colgada a un globo
los globos son liberados y llenan la cúpula de la iglesia
la pantomima al igual que toda la misa culmina con una iluminación estilo discoteque al ritmo de la música rock
la misa es acolitada por mujeres
la consagración (oh dolor!) es hecha con un trozo enorme de pan
trozos de pan consagrado son distribuidos de la manera más descuidada y sacrílega.
si no se convence de lo que está viendo vea el video y saque sus propias conclusiones, ¿es esto católico? ¿hasta dónde pretenden llegar? ¿quién repara esta ofensa a Dios? No hay palabras!!!
Fuente site: Tradition in Action

domingo, 28 de diciembre de 2008

Verdad Olvidada

Libertad religiosa, un “derecho monstruoso”
publicado originalmente en Tradition in Action
En nuestros días, cuando tenemos el Vaticano II y los Papas conciliares defienden el principio revolucionario de la libertad religiosa, es bueno para nosotros recordar que este es un principio anti-católico. Los Papas que siguieron la bi-milenaria tradición de la Iglesia lo condenaron y enseñaron lo opuesto.
El Papa Pío VI, un contemporáneo de la Revolución Francesa cuando la libertad religiosa fue proclamada por primera vez como un derecho civil, fue muy explícito al condenarlo sin reservas. Él lo llama de “derecho monstruoso” y un “sueño imaginario”. Consideramos muy apropiado ofrecer este documento a nuestros lectores.
Papa Pío VI
El efecto necesario de la constitución decretada por la Asamblea es aniquilar la religión católica y, con ella, la obediencia debida a los reyes. Con este propósito establece como un derecho humano en la sociedad esa absoluta libertad que no solo asegura el derecho de ser indiferentes a las opiniones religiosas, sino que también concede total libertad de pensar, hablar y escribir e incluso imprimir cualquier cosa que uno desea en materias religiosas, incluso las imaginaciones más desordenadas. Este derecho monstruoso, la Asamblea lo reclama, sin embargo, como resultado de la igualdad y libertad natural de todos los hombres.
Pero, ¿Qué podría ser más imprudente que establecer entre los hombres esta igualdad y descontrolada libertad, que ahoga toda razón, el más precioso don natural dado al hombre, que lo distingue de los animales?
Después de haber creado al hombre en un lugar lleno de delicias, ¿acaso Dios no lo amenaza de muerte si come de la fruta del árbol del bien y del mal? Con esta primera prohibición, ¿no le estableció Él límites a su libertad? Cuando después de que el hombre desobedeció la orden, incurriendo en la culpa, ¿Dios no le impuso nuevas obligaciones a través de Moisés? Y a pesar de dejar al hombre libre voluntad de escoger entre el bien y el mal, ¿no le proporciona Dios los preceptos y mandamientos que lo salvarían “si él los observa”?
¿De dónde entonces, esa libertad de pensar y actuar que la Asamblea concede al hombre en sociedad como un indiscutible derecho natural? ¿La invención de este derecho no contraría el derecho del Supremo Creador a quien le debemos la existencia y todo lo que tenemos? ¿Podemos ignorar que el hombre no fue creado para sí mismo, sino que para ser útil a su prójimo?
El hombre debe usar su razón antes que todo para reconocer a su Soberano Creador, en honrarlo y admirarlo, y someter su persona en todo a Él. Por lo tanto, desde su niñez, el hombre debe ser sumiso a quienes le son superiores en edad, debe regirse por sus instrucciones y sus enseñanzas, ordenar su vida de acuerdo a las leyes de la razón, de la sociedad y de la religión. Esta exaltación de la igualdad y la libertad, por lo tanto, son para él, desde el momento en que nace, no más que sueños imaginarios y palabras sin sentido.
Pío VI, Brief Quod aliquantum, 10 de marzo de 1791, Recueil des Allocutions, Paris: Adrien Leclere, 1865, pp. 53-55

CONFERENCIA SOBRE LA LIBERTAD RELIGIOSA

Publicado originalmente en El Cruzamante
por el R.P. Ricardo Félix Olmedo

I.- Introducción:

En esta serie de conferencias organizada con el fin de exponer distintos documentos del Concilio Vaticano II, y juzgar de su “continuidad” o no con el Magisterio tradicional de la Iglesia y la filosofía perenne, que es la filosofía de Santo Tomás, nos toca comentar hoy lo que era, por su clasificación, un documento de menor importancia, la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia y Estado, titulada "Dignitatis Humanæ".
En el amplio problema de las relaciones Iglesia-Estado había un tema – el de la “libertad religiosa” – "nunca tratado en ningún Concilio Ecuménico" en los veinte siglos de existencia de la Iglesia, y que sin embargo, se transformará no por casualidad sino por especial previsión e intención de los enemigos de la Iglesia, en uno de los más trascendentales y de capital importancia como paso previo al compromiso de la Iglesia con el mundo, y en particular con el Movimiento ecuménico.
Ya antes del Concilio, en las Sesiones de la Comisión preparatoria, esta cuestión había enfrentado durísimamente a las dos tendencias que lucharon durante el Concilio, representadas una por el Cardenal Ottaviani, que había presentado un esquema titulado “De las relaciones entre la Iglesia y el Estado y de la Tolerancia religiosa”, que constaba de 7 páginas de texto y 16 páginas de referencias, que iban desde Pío VI (1790) a Juan XXIII (1959), y la otra representada por el Cardenal Bea, con un proyecto redactado por él y que llevaba el sugestivo título “La libertad religiosa”, de 14 páginas, y sin referencias alguna al Magisterio precedente.
Ningún texto fue objeto de tantas revisiones, y seis borradores distintos se presentaron ante la Asamblea de los Padres Conciliares, hasta que fue promulgado recién el penúltimo día del Concilio Vaticano II (el 7 de diciembre de 1965).
Para uno de los peritos americanos, el P. John Courtney Murray, este tema de la libertad religiosa era "el problema americano del Concilio", y un Obispo estadounidense se ufanaba de que sin el apoyo de los americanos "el documento no habría llegado al aula conciliar"; otro, "hablando en nombre de casi todos sus pares americanos", afirmaba que "la sustancia de la doctrina tal como la tenemos aquí es verdadera y sólida, y la más apropiada para nuestros tiempos", que "en general la declaración sobre la libertad religiosa es aceptable", y era de la mayor importancia que "la Iglesia se mostrase ante el mundo moderno como la campeona de la libertad – de la libertad humana y de la libertad civil – particularmente en materia de religión".

Recomendamos encarecidamente seguir leyendo este artículo haciendo clic aquí

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Nos honramos en reproducir este otro homenaje a:

Plinio Corrêa de Oliveira
El Contrarrevolucionario del Siglo XX - El Precursor de los Siglos Futuros
Homenaje de Tradición y Acción en su Centenario
13/12/1908 - 13/12/2008

Fue por su acendrado amor a la Iglesia y a la Civilización Cristiana, fruto de un conocimiento y de una comprensión superiores de la doctrina católica y del plan de Dios para la sociedad humana, que Plinio Corrêa de Oliveira, ayudado por la gracia divina, discernió con maestría inigualable la Revolución gnóstica e igualitaria que corroe Occidente y el mundo, pudo frenarla -hasta hacerla retroceder en algunos aspectos- y delinear los trazos de su próxima derrota y del futuro esplendor de la catolicidad.(1)
Si Brasil, su patria, no es hoy una inmensa Cuba; si varias naciones de Iberoamérica evitaron ese triste camino, o se salvaron in extremis de una catástrofe sin retorno, ello se debe en apreciable medida a la acertada acción doctrinaria y a la oportuna denuncia que Plinio Corrêa de Oliveira -en nombre de la Fé - hizo del "izquierdismo en la Iglesia" y del "comuno-catolicismo".
Con ello erosionó la indispensable base de sustentación -las mayorías católicas- que el comunismo necesitaba para imponerse en América Latina. Y que obispos rojos, como Mons. Helder Cámara y el Cardenal Silva Henríquez, o sacerdotes guerrilleros, como Camilo Torres y los curas tercermundistas, intentaban con tanto ahínco regimentar.
Si América Latina entera hubiera caído en el Comunismo -y cerca lo estuvo- muy distinta sería la situación del mundo. Una América Latina comunista hubiera dado un nuevo ímpetu, real y psicológico, al imperio soviético. Y una URSS refortalecida no hubiera entrado en el proceso de autodemolición en que se vio envuelta. Por el contrario. Recordemos que en el auge de esa embestida, los Estados Unidos eran gobernados por el entreguista Carter, que en Europa los alemanes adoptaban la Ostpolitik, estrategia de colaboración y abertura con el comunismo que también asumía, desde la esfera religiosa, el Vaticano; las grandes potencias practicaba la política suicida del “Ceder para no Perder” frente al comunismo. Años después vendría la reacción que encabezarían desde la esfera gubernamental Reagan y Thatcher.
En este centenario del nacimiento de Plinio Corrêa de Oliveira, ocurrido el 13 de diciembre de 1908, Tradición y Acción por un Uruguay Auténtico, Cristiano y Fuerte, que encarna en Uruguay los ideales de Tradición Familia y Propiedad y continúa la límpida tradición que la TFP uruguaya siguió hasta 1995, quiere homenajear a este insigne pensador católico y atinado hombre de acción, recordando algunas acciones de la importante y decisiva contribución que realizó a favor de nuestro País, del Mundo y de la Iglesia.
Es mérito suyo, porque en él se inspiraba, la acción que con igual objetivo y usando semejantes métodos desarrollaron las Sociedades de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP) y entidades afines, que contribuyeron de modo decisivo para que el comunismo no consiguiera tampoco imponerse, a pesar de haber estado a un tris de ello, en otros países de América del Sur, tales como Argentina, Uruguay o Colombia; y que, del comunismo se librasen, una vez caídos bajo sus garras, el Chile de Allende, y en alguna medida el Perú de Alvarado y la Bolivia de Torres.
Esa influencia de Plinio Corrêa de Oliveira en América Latina es hoy un hecho histórico registrado en incontables obras académicas, no sólo en el ámbito sudamericano, sino también en trabajos de conceptuadas universidades norteamericanas y europeas.
En agosto de 1961, la revolución cubana se afirmaba internamente y comenzaba a expandirse por América Latina, estimulando la guerrilla y el terrorismo, y estrechando los más variados vínculos políticos y diplomáticos con los países de América. Su primer y más importante objetivo expansionista era Brasil, donde acababa de asumir la presidencia el filocastrista João Goulart. Este, con el apoyo del arzobispo "rojo", monseñor Helder Cámara, de una corriente del episcopado y del clero brasileño, de la agitación agraria y social de aquellos años, de un lado; y la parálisis, el desánimo y el silencio inducidos de los líderes naturales, de otro, se lanzó en un acelerado proceso de comunización de ese país continente, al mismo tiempo que estrechaba relaciones con Cuba castrista y Rusia soviética.
Pronunciamientos públicos de Plinio Corrêa de Oliveira - oportunos, precisos y que apuntaban para el blanco psico político esencial - tuvieron un papel determinante en la reacción católica anticomunista de vastos sectores de la opinión pública brasileña. Entre ellos se destaca el Libro "Reforma Agraria, Cuestión de Conciencia" que, como su nombre lo indica, colocó el grave problema moral que suscitaba el carácter socialista y confiscatorio de la reforma agraria promovida por el entonces presidente brasileño que violentaba dos mandamientos de la Ley de Dios: No Robar y No codiciar los bienes ajenos. Esta acción contribuyó y dio solidez doctrinal a la reacción que se levantaba, reacción que está en la raíz del movimiento cívico-militar que en 1964 terminaría impidiendo que el gigantesco Brasil cayese en el comunismo y arrastrase detrás de sí al resto del continente sudamericano.(2 )
En esa época, en que varios países se debatían infructuosamente delante de la agresión mancomunada entre el terrorismo y la guerrilla, de un lado, y la agresión psicológico-política de la izquierda religiosa de otro, y cuyo ímpetu paralizaba a los naturales defensores del orden, una caída del Brasil en el comunismo, a no dudarlo, hubiera arrastrado detrás de sí a gran parte, si no toda, América Latina. Hubiera sido el peso que inclinase la balanza en favor del comunismo. Con ello la URSS se hubiera visto fortalecida y lejos de entrar en la crisis que la llevaría después a autodemolerse habría tenido las condiciones necesarias que le faltaron para intentar imponer al mundo su terrorífica "Pax Soviética".
El comunismo internacional jugó -a través de América Latina- su gran carta en los años '60 y comienzos del '70, en un supremo intento de dominar el mundo. Estableció estratégicas alianzas con sectores "progresistas" de eclesiásticos y de laicos católicos “comprometidos”, obsesionó al mundo católico con el problema social, logró desconcertar, confundir, entrampar a los sectores conservadores, hizo chantaje con la guerrilla y el terrorismo estremeciendo el continente, y estuvo bien próximo de sus objetivos. Plinio Corrêa de Oliveira no desfalleció, denunció casi solo, cuando muchos callaban o capitulaban, la trama que se tejía. Recordó la auténtica doctrina católica, organizó grandes campañas de recolección de firmas para pedir a S.S. Paulo VI medidas eficaces contra la escalada de la infiltración izquierdista en los medios católicos. 1.600.368 brasileños, incluyendo personalidades civiles y eclesiásticas, se sumaron a esta iniciativa. Con las adhesiones obtenidas en Argentina, Chile y Uruguay se alcanzó el impresionante total de 2.025.201 firmas; de las cuales 37.111 fueron recolectadas por la incipiente TFP uruguaya.
Fueron numerosas las acciones -artículos de prensa, manifiestos, campañas y libros- que él inspiró, sugirió, escribió y coordinó que tuvieron marcada influencia en los acontecimientos de la época en Brasil y América del Sur. Basta recordar en nuestro país el libro-denuncia "Izquierdismo en la Iglesia compañero de ruta del comunismo, en la larga aventura de los fracasos y de las metamorfosis"(3) "La Iglesia del Silencio en Chile"(4), o "La Iglesia ante la escalada de la amenaza comunista: Llamado a los Obispos silenciosos"(5), en Brasil.
Pero, mayor trascendencia tiene en este campo, la histórica Declaración de Resistencia que Plinio Corrêa de Oliveira dio a luz, en la hora quizá más aguda de esta lucha para la conciencia del católico, cuando altas e importantes autoridades eclesiásticas elogiaban Cuba, y el propio Vaticano desarrollaba una política de distensión con los regímenes comunistas. En ese trascendente documento, Plinio Corrêa de Oliveira abre un camino de fidelidad al católico, atribulado ante la presión moral en favor del comunismo hecha por ciertas autoridades eclesiásticas, un camino contemplado por la doctrina católica e inspirado en un famoso episodio protagonizado por San Pablo.
Con el título "La Política de Distensión del Vaticano con los Gobiernos Comunistas- Para la TFP: ¿Cesar la Lucha o Resistir?" mostró a los católicos que debían seguir luchando contra el enemigo de la Iglesia y de la civilización.
En ese documento podemos leer estas nobles y lancinantes palabras dirigidas a Pablo VI:
"Cesar la lucha no podemos. Y es por imperativo de nuestras conciencias de católicos que no podemos. Pues si es deber de cualquier católico promover el bien y combatir el mal, nuestra conciencia nos impone que difundamos la doctrina tradicional de la Iglesia, y combatamos la doctrina comunista (...) la Iglesia no es, la Iglesia nunca fue, la Iglesia jamás será una cárcel para las conciencias. El vínculo de obediencia al sucesor de Pedro, que jamás romperemos, que amamos con lo más profundo de nuestra alma, al cual tributamos lo mejor de nuestro amor, ese vínculo nosotros lo besamos en el mismo momento en que, triturados por el dolor, afirmamos nuestra posición. Y de rodillas, mirando con veneración la figura de Su Santidad el Papa Pablo VI, le manifestamos toda nuestra fidelidad. En este acto filial, decimos al Pastor de los Pastores: Nuestra alma es Vuestra, nuestra vida es Vuestra. Mandadnos lo que quisieres. Sólo no nos mandéis que crucemos los brazos delante del lobo rojo que embiste. A eso nuestra conciencia se opone"
La contribución de Plinio Corrêa de Oliveira para detener el gigantesco trasbordo ideológico inadvertido de los católicos rumbo al comunismo con esa actitud épica y emblemática, sumada a muchas otras, señalando los errores del Izquierdismo en la Iglesia, fue capital y bien podría ser calificada como profética. Los ejemplos de su acción en favor de Brasil, de las Tres Américas, de Francia, de España y otras naciones podrían multiplicarse. Ellos están consignados, entre otros libros, en: "Medio siglo de epopeya anticomunista"(6) y "Tradición, Familia y Propiedad - Un Ideal, un Lema, una Gesta, La Cruzada del siglo XX".
Plinio Corrêa de Oliveira discernió las estrategias comunistas desde sus comienzos y las fue desenmascarando con precisión y coraje una a una, neutralizándolas y haciendo que malograsen durante décadas. Si su pensamiento y su acción nos libró de desastres como los que acabamos de señalar y en cierta forma forzó al comuno-socialismo a modificar su táctica7 nuestro mejor homenaje en el centenario de su nacimiento, y nuestra mejor tabla de salvación frente a los nuevos peligros que amenazan a nuestro país, América Latina y el Mundo, debe ser inspirarnos en él, su vida, su ejemplo, su legado doctrinario, y con esperanza pedir su ayuda y socorro para discernir y enfrentar las nuevas maniobras con que la Revolución nos amenaza hoy.
Es lo que Tradición y Acción por un Uruguay Auténtico, Cristiano y Fuerte se propone
Con todo, por más importante que sea su trascendencia pública en el Siglo XX, la Cruzada Contra Revolucionaria emprendida por Plinio Corrêa de Oliveira no se agota en lo que él hizo, publicó y conquistó.
El fue mucho más que un anticomunista, fue el Contra-Revolucionario por antonomasia, que supo ver en el comunismo el resultado de un complejo y secular movimiento histórico; una etapa importante, sin duda, pero mera etapa, de una gran Revolución que no se limitaba a la ruso-soviética y sus derivados, sino que era la Revolución por excelencia, cuyo fin es la implantación del Reino de Satanás en la Tierra. El denunció y combatió esa Revolución, fue lo contrario per diametrum de ella hasta en los más mínimos detalles. Pero, sobre todo, fue un Católico Contra-Revolucionario íntegro que con todo su ser deseaba, anunciaba y construía en su alma ese Reino profetizado en las escrituras y por santos, en particular San Luis María Grignion de Montfort, el Reino de María, o sea, la plenitud de la Civilización Cristiana, la restauración completa del Orden que la Revolución vino destruyendo. Él, deseando y procurando siempre nuevos auges y mayores excelencias para gloria de Dios y grandeza de la Humanidad explicitó y enseñó preciosas doctrinas, gran parte de las cuales aún inéditas
¡Que la Santísima Virgen, de la cual fue insigne devoto, nos ayude a seguir su ejemplo y a encontrar en él el camino en esta hora en que el caos y la descomposición social se abaten sobre el mundo y apresure el día bendito del advenimiento de Su Reino anunciado en Fátima!

Montevideo, 13 de diciembre de 2008.-
1- Cfr. “Revolución y Contra Revolución”, ensayo de Plinio Correa de Oliveira que contiene una magistral síntesis de su ideario, de sus concepciones, metas, objetivos, realizaciones. Ediciones Tradición Familia Propiedad, octubre de 1992. ISBN 84-85433-00-9 .
2- Cfr., entre otros, Thomas Niehaus & Brady Tyson, "The Catholic Right in contemporary Brazil: the case of the Society for the Defense of Tradition, Family and Property", in "Religion in Latin America", Markharm Press Fund, Texas, 1989, p. 399 .
3- Cfr. “Izquierdismo en La Iglesia, compañero de ruta del comunismo” Montevideo, 1976 Riproan S.A.
4- Cfr “La Iglesia del Silencio em Chile. La TFP proclama la verdad entera” Santiago, 1983. Impresos Esparza y Cia. Ltda. 4ª Edición
5- Cfr. “A Igreja ante a escalada da ameaça comunista, apelo aos bispos silenciosos”.Sao Paulo. 1976 Editora Vera Cruz
6- Cfr. “Meio século de epopéia anticomunista” Ed. Vera Cruz, Sao Paulo 1980.
7- Por ejemplo la campaña mundial de desenmascaramiento del socialismo neocomunista que mascarándose bajo el nombre de Autogestión quiso lanzar Mitterrand desde Francia para el mundo. Cfr Plinio Correa de Oliveira. “El socialismo autogestionario frente al comunismo ¿barrera o cabeza de puente?” Estudio publicado en 52 países, 33.500.000 ejemplares, y repercusión en 116 naciones.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Homenaje a Plinio Corrêa de Oliveira en el centenario de su nacimiento - 13 de diciembre de 2008(*)
En los momentos críticos a través de la historia encontramos que la Divina Providencia suscita hombres para cerrar una era y abrir otra. Esto es lo que propiamente define al gran guerrero católico, el Cruzado del siglo XX, Plinio Corrêa de Oliveira.
Por sus acciones y enseñanzas durante su vida él dio los ejemplos y principios que destruirán la Revolución que ha infiltrado la Iglesia y se ha establecido en los cimientos profundos del orden temporal. Al igual que una bomba de tiempo, esos principios demolerán la inmensa mentira del Diablo, ese gran paréntesis insertado en la historia llamado Revolución.
También estableció las bases de una nueva cristiandad fundada en la verdadera devoción a María e innumerables principios que daremos a conocer y difundir cuando el tiempo y oportunidad lo permitan. Creemos que este conjunto de enseñanzas son más que suficientes para construir, conservar y defender el Reino del Inmaculado Corazón anunciado por San Luis Grignion de Monfort y confirmado por Nuestra Señora en Fátima.
No importa cómo muchos ladrones hayan robado su estandarte, cuántos falsificadores hayan intentado distorsionar su mensaje, cuántos traidores hayan aparecido vendiendo sus ideales, cuántos celosos calumniadores hayan tratado de silenciar su voz, su nombre y su causa; estos continuarán en pié como una señal que llama de lejos a las naciones, un pendón alzado en la montaña que llama a los valientes a ejecutar la ira del Señor y a regocijarse con Él en su gloria.
En el día 13 de diciembre de 2008, centenario del nacimiento de Plinio Correa de Oliveira, el contra-revolucionario por excelencia, sumamos nuestro más agradecido, respetuoso y entusiasta homenaje.
El Dr. Plinio besa el trono de Carlomagno, rindiendo un homenaje al Padre de la Cristiandad -Aachen, Germany, 1988
(*) El texto de este homenaje está extraído del site Tradition in Action .

lunes, 8 de diciembre de 2008

En el día de la Inmaculada

María de Agreda(*) señala los castigos anunciados a causa de las injurias hechas a la Madre de Dios
Prosiguiendo la letra del capítulo 21 del Apocalipsis, dice de esta manera: Y vino uno de los siete ángeles, que tenían siete copas, llenas de siete plagas novísimas… (...)
Estos ángeles, de quien habla en este lugar el evangelista, son siete de los que asisten especialmente al trono de Dios y a quien Su Majestad ha dado cargo y potestad para que castiguen algunos pecados de los hombres. Y esta venganza de la ira del Omnipotente sucederá en los últimos siglos del mundo; pero será tan nuevo el castigo, que ni antes ni después en la vida mortal se haya visto otro mayor. Y porque estos misterios son muy ocultos y no de todos tengo luz, ni tocan a esta Historia, ni conviene alargarme en esto, paso a lo que pretendo. Este uno, que habló a san Juan, es el ángel por quien singularmente vengará Dios las injurias hechas contra su Madre santísima con formidable castigo. Por haberla despreciado con osadía loca, han irritado la indignación de su omnipotencia; y por estar empeñada toda la santísima Trinidad en honrar y levantar a esta Reina del cielo sobre toda criatura humana y angélica y ponerla en el mundo por espejo de la divinidad y medianera única de los mortales, tomará Dios señaladamente por su cuenta vengar las herejías, errores y blasfemias y cualquier desacato cometido contra ella y el no haberle glorificado, conocido y adorado en este su tabernáculo y no se haber aprovechado de tan incomparable misericordia. Profetizados están estos castigos en la Iglesia santa. Y aunque el enigma del Apocalipsis encubre con oscuridad este rigor, pero ¡ay de los infelices a quien alcanzare! y ¡ay de mí, que ofendí a Dios, tan fuerte y tan poderoso en castigar! Absorta quedo en el conocimiento de tanta calamidad como amenaza. (Mística Ciudad de Dios, Libro I, cap. 18)
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(*)María Coronel y Arana, más conocida por su nombre religioso de Sor María de Jesús de Ágreda (2 de abril de 1602 - 24 de mayo de 1665), abadesa del convento de las MM Concepcionistas de Ágreda, Soria, nacida y fallecida en aquella ciudad. También conocida como La Venerable, Sor María, o Madre Ágreda, fue una escritora y monja concepcionista española.
Tuvo fama de santa por sus penitencias y mortificaciones corporales, llegando a ser procesada y absuelta por la Inquisición. Mantuvo una larga y nutrida correspondencia (1643, 1665) con Felipe IV de quien fue consejera en asuntos de estado. En 1627 con tan sólo 25 años, sería nombrada abadesa del convento franciscano de Ágreda, fundado por sus padres.
Se dice que tenía el don de la bilocación, siendo señalada por franciscanos e indígenas contemporáneos como predicadora en Nuevo México, pese a que nunca abandonó su claustro.
En 1673 se inició su proceso de beatificación, llegando a ser declarada venerable por Clemente X.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

En el centenario del natalicio de Plinio Corrêa de Oliveira

El blog amigo La Reacción Católica acaba de publicar una serie de artículos relacionados con el Concilio Vaticano II y el Prof. Plinio Correa de Oliveira con la intención de esclarecer y recordar la postura de resistencia que el ilustre Prof. - fundador de la Sociedad Brasilera de la Tradición, Familia Y Propiedad -tomó de manera pública y explícita en relación a dicho concilio y sus consecuencias posteriores. Además, el 13 de diciembre de este año se conmemora el centenario del natalicio del Dr. Plinio. Dichos artículos publicados en La Reacción Católica, pretenden ser un homenaje a su memoria, su legado y su persona, al cual nosotros adherimos enteramente.
He aquí los artículos a los cuales se puede acceder haciendo clic en el título:
TODA LA VERDAD







sábado, 29 de noviembre de 2008

Preguntas básicas sobre Nuestra Señora del Buen Suceso

Marian Therese Horvat, Ph.D.
Una devoción aprobada por la Iglesia por más de tres siglos.
Pregunta 1: Nunca he escuchado sobre las profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso. ¿Es ésta una nueva aparición? ¿Ha sido aprobada por la Iglesia?Respuesta: Esta no es una nueva aparición. Sucedió a comienzos del siglo XVII. Las revelaciones de Nuestra Señora del Buen Suceso y la devoción a su estatua milagrosa han sido aprobadas por la Iglesia Católica desde sus comienzos.Fue el noveno Obispo de Quito, Salvador de Ribera, quien certificó en documentos oficiales los hechos milagrosos de la Estatua de San Francisco de Asís y de los tres Arcángeles – San Miguel, San Gabriel y San Rafael – y presidió la solemne consagración de la Estatua en la Iglesia del Convento Real de la Inmaculada Concepción el 2 de febrero de 1611. La devoción y las apariciones también fueron autorizadas y promovidas por el Obispo de Quito siguiente, Pedro de Oviedo, quien gobernó la Diócesis desde 1630 hasta 1646. Por lo tanto, esta devoción ha contado con el apoyo y la aprobación de la Iglesia desde sus inicios.
Pregunta 2: ¿De qué hablan estas revelaciones?
Respuesta:
Muchas de las profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso ya se han cumplido. Ella predijo la proclamación de los dogmas de la Inmaculada Concepción y la infalibilidad papal, la consagración de ese país al Sagrado Corazón de Jesús, el martirio de un presidente católico de Ecuador por masones, y muchas otras cosas que ya han pasado. Mons. Luis E. Cadena Y Almeida, postulador de la causa para la beatificación de la Sierva de Dios, la Madre Mariana de Jesús Torres, ha escrito un libro (en español) sobre los muchos mensajes proféticos que ya han tenido lugar.
Las más importantes profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso, sin embargo, hablan de la crisis mundial de la Iglesia y de la sociedad que se iniciarán en el siglo 19 y se extienden por todo el siglo 20. Durante ese tiempo, advirtió, habrá una casi total corrupción de las costumbres y Satanás mandará, casi por completo, por medio de las sectas masónicas. En la Iglesia Católica los sacramentos serán profanados y abusados, y la luz de la fe estará casi completamente extinguida de las almas. Verdaderamente, las almas religiosas se verán reducidas a un pequeño número de vocaciones y muchas perecerán. La impureza reinará y el pueblo no tendrá cuidado en los asuntos espirituales. Usted puede leer acerca de estas profecías en detalle en el libro Our Lady of Good Success: Prophecies for Our Times.
Nuestra Señora le dijo a la Madre Mariana, la religiosa Concepcionista que recibió las revelaciones, que las almas que se mantengan fieles en los tiempos difíciles, necesitarán una gran fuerza de voluntad, constancia, valor y confianza en Dios. Estos momentos vendrán cuando todo parezca estar perdido y paralizado, pero ese será el momento, ella prometió, del "feliz comienzo de la completa restauración". "Mi hora llegará" predijo, "cuando yo, de una manera asombrosa, derrocaré con orgullo a Satanás, aplastándolo bajo mi pié, encadenándolo en el abismo infernal, dejando a la Iglesia y a la tierra libre de esta cruel tiranía. "A pesar de que el mensaje de Nuestra Señora del Buen Suceso es muy grave, también es de gran esperanza.
Pregunta 3: ¿Quién fue la Madre Mariana de Jesús Torres, la hermana que recibió las revelaciones?
Madre Mariana de Jesús Torres (1563-1635)
Respuesta: La Madre Mariana de Jesús Torres (1563-1635) fue una hermana Concepcionista española que viajó desde su país hacia el Nuevo Mundo para ayudar a fundar el Convento Real. La vida de la Madre Mariana fue verdaderamente extraordinaria. El número de visiones místicas y favores atribuidos a ella, así como los milagros realizados a través de su intercesión son numerosos. Durante su vida, fue la superior del Convento tres veces. En su primer mandato, como abadesa, sufrió persecuciones de un grupo de monjas rebeldes que querían relajarse ante las reglas. La rebelión creció, y las "inobservantes" hermanas colocaron a la Madre Mariana y a las otras madres españolas, fundadoras del Convento, en la cárcel. La Madre Mariana aceptó todo esto y accedió a la condición de Nuestro Señor de sufrir por cinco años los tormentos del Infierno con el fin de obtener la conversión de la líder de las hermanas rebeldes.
Uno de los más extraordinarios hechos de su vida fue un místico-fenómeno físico: sus diversas muertes y resurrecciones. Registros documentados del Convento Diocesano y los archivos, muestran que esta santa religiosa realmente murió tres veces. Su primera muerte fue en 1582. De pie ante el tribunal, fue juzgada y se le ofreció una elección: permanecer en la gloria celestial en el cielo o volver a la tierra y sufrir, como víctima expiatoria, por los pecados del siglo 20. Ella eligió la última. Su segunda muerte fue el Viernes Santo de 1588 después de una aparición en donde fue puesto de manifiesto los horribles abusos y herejías que existen en la Iglesia de nuestros tiempos. Ella resucitó dos días después, el domingo de Pascua por la mañana. Finalmente falleció el 16 de enero de 1635. Inmediatamente se realizaron milagros a través de su intercesión.
El cuerpo de la Madre Mariana de Jesús Torres
La causa de su beatificación fue iniciada por el Arzobispo de Quito, Antonio J. González el 8 de agosto de 1986. El nombró a Mons. Luis Cadena y Almeida como postulador de la causa y estableció un tribunal eclesiástico para iniciar la primera fase del proceso. También emitió un decreto por el cual se afirma que la Madre Mariana había practicado todas las virtudes en un grado heroico y reconoció sus dones sobrenaturales y carismas durante su vida. En 1906 durante la remodelación del Convento, el sarcófago en el que había sido enterrada en 1635 se abrió y su cuerpo fue descubierto, completo e incorrupto. Hoy en día se conserva en el nivel inferior del claustro Convento.
Pregunta 4: ¿Por qué no he oído hablar de estas apariciones, hasta hace poco?
Respuesta:
Puede parecer extraño que tan importante devoción ha sido casi desconocida fuera de Ecuador durante tanto tiempo. Pero hay una explicación sobrenatural para ello. La Madre de Dios le dijo varias veces a la Madre Mariana que sólo después de tres siglos de silencio misterioso el mensaje de las apariciones se conocerá. Nuestra Señora vinculó la propagación de esta devoción a una milagrosa intervención extraordinaria que hará para la restauración de la Iglesia Católica, cuando la crisis sea tan grande que casi todo parezca perdido. Nuestra Señora también se comprometió a darle buenos sucesos a aquellos que hayan recurrido a ella bajo esta invocación durante estos tiempos difíciles. Así pues, de una manera muy especial, esta profecía es para nuestros días.
Pregunta 5: ¿Cuál es el origen de la invocación?
Respuesta:
En 1607 el Papa Pablo V dio el nombre de Virgen del Buen Suceso a una estatua milagrosamente encontrada por dos hermanos españoles de la Orden de Minims para el Servicio de los Enfermos. Después de la muerte del Hermano Bernandine de Obregón, su fundador, Gabriel de Fontaned fue elegido su sucesor. Acompañado por Guillermo de Rigosa, el nuevo Superior establecido fuera de Roma para invocar el caso de la aprobación oficial de su Orden ante el Romano Pontífice. A medida que fueron pasando por la ciudad de Traigueras (en Cataluña), fueron atrapados por una tormenta tan grave que les hizo temer por sus vidas.
En su temor, le rezaron a Nuestra Señora de la protección y socorro. Viendo una suave luz en las montañas distantes, dejaron la ruta y subieron hacia ésta. Encontraron una cueva tallada como una piedra pulida y con fragantes flores que glorificaban una muy bella estatua de María Santísima con su Divino Hijo en su brazo izquierdo, un báculo a su derecha, y una preciosa corona en su cabeza. El vestido era sencillo pero elegante. Cayeron de rodillas para venerar la hermosa estatua, y se preguntaron cómo llegó a este lugar distante.
Al día siguiente viajaron a los poblados más cercanos para hacer investigaciones. Ninguno de los habitantes, ni siquiera la mayor, que conocía la historia de todos y de todo en la zona, había escuchado de la cueva o de la estatua. Así pues, los hermanos se convirtieron en los dueños de la santa estatua, ofreciéndole su más sincero agradecimiento y eligiéndola como su patrona especial. Con esta amigable y potente compañía, siguieron su viaje a Roma.
Al llegar allí, le contaron al Sumo Pontífice lo que había sucedido, y el Papa Pablo V no sólo reconoció la naturaleza sobrenatural de este descubrimiento, sino que, tras confirmar la nueva Orden, la colocó bajo la protección de la misma Virgen, a quien le dio el nombre de la Virgen del Buen Suceso.
La estatua fue colocada en el Hospital Real de Madrid, y pronto se hizo famosa por los numerosos favores concedidos por el cielo a través de ella. En 1641 el Rey Felipe III ordenó la construcción del espléndido santuario de la Puerta del Sol en Madrid. Con el paso del tiempo tras la difusión de la devoción, la estatua fue copiada y colocada en diferentes lugares, a veces bajo una invocación diferente. Hoy en día hay una serie de localidades en España, donde esta imagen se venera: Orduña, La Puebla de Gordon, Tudela, Abla, entre otros.
La invocación no tardó en hacer su camino a través del océano hacia el Nuevo Mundo. La Santísima Virgen se dignó a beneficiar al Convento de la Inmaculada Concepción en Quito de una forma muy especial por medio de esta advocación particular. En una aparición a la Madre Mariana de Jesús Torres, la Santísima Virgen apareció y le pidió que se hiciera una estatua de ella bajo el título del Buen Suceso. Debía ser creada a partir del momento de la aparición, con el Niño Jesús en su brazo izquierdo, y el báculo de la abadesa y las llaves del Convento en su mano derecha. Ella (la estatua) debía colocarse sobre la silla de la abadesa en la parte superior del coro, porque ella deseó ser abadesa del convento hasta el final de los tiempos. Es por esto que la Virgen del Buen Suceso de Quito aparece con el báculo en su mano derecha, en lugar del cetro que lleva en Madrid.
Las Hermanas del Convento de la Inmaculada Concepción de Quito siempre han tenido un gran amor por su abadesa celestial. La Estatua de la Virgen del Buen Suceso ha sido amada y venerada por el pueblo de Quito durante casi tres siglos.
Pregunta 6: ¿Cómo se propaga, hoy en día, esta devoción?
Respuesta: Hoy en día la fama de esta aparición se extiende mucho más allá de Quito. Nuestra Señora del Buen Suceso le dijo a la madre Mariana que ella quería ser conocida y amada en todo el mundo, y que la devoción se comenzaría a propagar sólo en el siglo 20. Esto es, de hecho, lo que ha sucedido. Ella reservó esta devoción para estos tiempos porque la Iglesia estaría tan asediada y sufriendo tanto, que sólo el poder divino y el amor de la Santísima Virgen que mantendría a los fieles.
Pregunta 7: La Estatua de la Niño Jesús no parece ser de la misma calidad que la de la Virgen María. ¿A qué se debe, si ambas fueron milagrosamente completadas por los Arcángeles y San Francisco de Asís?
La imagen del Niño Jesús no es la original
Respuesta: Tiene razón acerca de la diferencia. La Estatua del Divino Niño que vemos hoy en el brazo de Nuestra Señora de la Buen Suceso, no es la estatua original. La original, de acuerdo a las descripciones de la época, era de la misma particularidad de la perfecta y majestuosa Estatua de Nuestra Señora. Durante una revolución en Quito, una Hermana escondió la estatua del Niño, junto con algunos documentos importantes de los archivos del Convento en una pared del edificio. La hermana falleció poco tiempo después sin revelar el lugar en donde los objetos estaban ocultos. Para reemplazar la pérdida, se hizo otra estatua del Niño, que no logra la misma perfección que la primera. Según la profecía hecha por la madre Mariana, la estatua original se encontrará, pero sólo después de que la crisis actual haya terminado y la restauración de la Santa Iglesia haya comenzado.
Pregunta 8: ¿Es esta la misma devoción que la de Nuestra Señora Dolorosa en Quito?
Respuesta:
La imagen de Nuestra Señora de Quito, una imagen de Nuestra Señora con las siete espadas perforando su corazón, se instaló por primera vez en la escuela de los Padres Jesuitas en Quito. El 20 de abril de 1906, el Padre Andrew Roesch junto con 36 niños de la academia, fue testigo del primer milagro de esta famosa imagen. Mientras se encontraban en el comedor vieron a la Santísima Madre abrir y cerrar lentamente sus ojos. El mismo milagro ocurrió varias veces después. El proceso canónico de examinación se llevó a cabo por las autoridades eclesiásticas, y el Vicario General ordenó que la imagen fuera trasladada en procesión desde el Colegio a la Iglesia de los Padres Jesuitas en el centro de la plaza, no muy lejos del Convento Concepcionista. En la Iglesia de los Jesuitas, el fenómeno se repitió muchas veces, y se llevaron a cabo numerosas conversiones. En Quito esta imagen es conocida como la Mater Dolorosa del Colegio [Madre Dolorosa del Colegio].
Mater Dolorosa, Nuestra Señora de Quito
En el 50º aniversario del primer milagro, Su Santidad, el Papa Pío XII ordenó la Coronación Canónica de la milagrosa imagen de Nuestra Madre Dolorosa, declarándola Reina de la Educación Católica en el Ecuador.
Por lo tanto, la devoción a Nuestra Señora Dolorosa no es la misma que la de Nuestra Señora del Buen Suceso.Pregunta 9: ¿Qué se entiende por las palabras "buen suceso"? En inglés, puede dar la impresión de que se está pidiendo por un suceso material.
Respuesta:
Esa no es la connotación original en español. La invocación de los "buenos resultados" se refiere al feliz desarrollo de la gestación de Cristo desde la concepción al nacimiento. La invocación de "Buen Suceso" fue comprendido por los fieles en su primer significado con el simple motivo para la seguridad en el parto. Este fácilmente puede extenderse a la invocación de María de la meditación y la intercesión en tiempos de necesidad personal (enfermedad, viaje, el matrimonio). La expresión más tarde se amplió aún más, en el sentido de buen éxito en diversos asuntos. Por ejemplo, su popularidad en las regiones marítimas de Cataluña, Isla de la Gomera y Granada, indica una relación con los viajes marítimos. Los navegantes pedían a María un regreso seguro a puerto. La ampliación del significado también puede ser el de tener una santa muerte. En resumen, Buen Suceso, en el sentido de éxito o de la suerte, se refiere a bienestar y a la seguridad cuando, por los medios humanos, no se encuentre una solución.
Un significado para nuestros tiempos que se refiere a la primera significación, es señalado por Atila Guimarães en su introducción a mi libro Nuestra Señora del Buen Suceso: Profecías de nuestro tiempo. El se dio cuenta de que la invocación pudo ser dicha para ser extendida mucho más allá que con la revelación de Quito:
"Allí, a comienzos del siglo 17, Nuestra Señora vino a " concebir" una nueva era para su gloria, una era que iba a nacer mucho más tarde. El "buen suceso", por lo tanto, habla de la amplia protección que Maria daría a la Santa Iglesia durante este tiempo y de la feliz creación de la nueva era que vendrá. Es una invocación que se relaciona con el futuro ".
Pregunta 10: ¿Cuando puede el público ver la estatua milagrosa de Nuestra Señora del Buen Suceso?
Respuesta:
La estatua milagrosa de Nuestra Señora del Buen Suceso es tomada del coro superior del claustro tres veces al año y colocado por encima del altar principal de la iglesia del convento, de modo que pueda ser venerada por el pueblo de Quito. Puede ser vista por el público en los siguientes horarios:
1. Durante un período de nueve días en la novena de conmemoración del Día de la Fiesta de la Purificación de Nuestra Señora (2 de febrero) – del 24 de Enero al 4 de Febrero; 2. Durante el mes de mayo; 3. Durante el mes de octubre.
Nuestra Señora del Buen Suceso es expuesta para la veneración pública en el principal altar de la Iglesia del Convento.
Pregunta 11: ¿Por qué Nuestra Señora del Buen Suceso lleva un báculo que apunta hacia el exterior?
Respuesta:
Nuestra Señora del Buen Suceso le dijo a la Madre Mariana que ella quería actuar como Abadesa del monasterio de la Inmaculada Concepción hasta el final de los tiempos, y que ella deseaba ser retratada como tal.Como regla general, la Abadesa, al igual que el Abad, es inducida en su oficina con el “crosier” (báculo), anillo y llaves de la abadía en la ceremonia de instalación formal. Ella lleva el “crosier” en su mano derecha como símbolo de su oficio y de su rango. Al igual que el báculo del Abad o del prelado, la parte superior es curva para simbolizar su sumisión ante el Supremo Vicario de Cristo, el Papa. A diferencia del obispo, que lleva su “crosier” apuntando hacia el exterior para simbolizar su jurisdicción sobre el mundo exterior, ella generalmente lo lleva apuntando hacia adentro, un símbolo que ejerce la autoridad suprema nacional (potestas dominativa) dentro de su monasterio y todas sus dependencias. Al mismo tiempo, Las Abadesas no tienen jurisdicción espiritual, y no pueden ejercer una autoridad que no esté, en modo alguno, relacionado con el poder de las llaves o de las órdenes.
Cuando Nuestra Señora le ordenó a la Madre Mariana que hiciera la estatua en 1599, ella le dio las instrucciones detalladas sobre cómo debe ser, con el Divino Infante en su brazo izquierdo y el “crosier” en su mano derecha, tal y como se le apareció a ella. Debido a su especial amor por este convento elegido en Ecuador, ella le dijo que deseaba usar los símbolos de la abadesa y que se colocara sobre la silla de la Abadesa en la parte superior del coro de los claustros, los que rigen el Convento hasta el final de los tiempos.
Explicó que Nuestro Señor deseaba que esta estatua se hiciera por dos razones: en primer lugar, para el pueblo de la ciudad de Quito y el mundo entero a fin de que puedan recurrir a ella en los días difíciles que vendrían, en segundo lugar, de modo que a lo largo del tiempo sus hijas en el Convento recurrieran a ella como su madre y abadesa. Por lo tanto, su “crosier” apunta hacia el exterior, lo que indica una autoridad más allá de las paredes del Convento.
El 2 de febrero de 1611 el obispo de la colonia española de Quito en ese momento, el Obispo Salvador de Ribera, bendijo oficialmente la estatua milagrosa y le entregó las llaves del convento, que había ordenado hacer a sus propias expensas. El, a continuación, reverentemente colocó el “crosier” en su mano derecha, diciendo: "Mi Señora, yo te entrego el gobierno de este convento y de mi rebaño en general".
Desde entonces, la devoción a la Virgen del Buen Suceso ha sido aprobada por los Obispos de Quito hasta nuestros días. En 1991, la Arquidiócesis de Quito pidió a Roma una coronación canónica de Nuestra Señora del Buen Suceso como Reina de Quito, el reconocimiento de su autoridad sobre la ciudad. Ceremonia que tuvo lugar el 2 de febrero, 1991.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Beato Francisco Palau

Síntesis sobre las revelaciones al respecto de los últimos tiempos

El Ermitaño[1], Ano III, n°95, 1 de Setiembre de 1870.

Dios que es único guía no ha dejado de revelamos por boca de los profetas todo aquello que en su porvenir afecta ó compromete gravemente su vida moral, política o religiosa, su vida pública, y esto ha convencido sus intereses, á fin de que los encargados de dirigirlas en su camino como son los prelados, los reyes y los gobiernos y todos los publicistas acierten en prevenirla contra el peligro.

¿Que nos ha dicho Dios sobre el porvenir de la sociedad humana? La política nada entiende de esto, anda a ciegas, y nada sabe porque nada cree, se guía por lo que ve. ¿Y la religión revelada? ¿Y la revelación? ¿Qué nos dice sobre nuestro porvenir?

¿Qué somos católicos? Si los publicistas los somos de veras, estudiaremos esta revelación en la tradición, y el juicio que los Padres y Doctores de la Iglesia han formado sobre la misma revelación.

Todo se reduce á los artículos siguientes:

La formación de un imperio universal, el imperio del mal, el triunfo de Satanás en el terreno de la fuerza política y material.

La vuelta del Gólgota y de la Palestina al dominio de los católicos, y con la conversión a Dios de estas tribus, la entrada en plenitud de todas las naciones a la Iglesia con todos los reyes que ahora nos impugnan.

La destrucción total y completa del imperio de Satanás y de los poderes políticos que ahora nos combaten por la acción inmediata de Dios «quem Dominus Jesus interficiet spiritu orís sui. »

La conversión a Dios y a la Iglesia de todas las naciones, y de su reyes, la venida al mundo de un restaurador con la misión de Moisés «restituet omnia» al frente de un orden de apóstoles, los novísimos, que la Providencia tiene preparados para la última hora.

Satanás desencadenado combatiendo a Cristo y a su Iglesia al frente de todos los poderes políticos, y materiales de la Tierra, su prisión y encadenamiento y en su prisión la ruina de su imperio, del imperio de la maldad.

[1] El Ermitaño, era un pequeño periódico que publicaba el beato Fco. Palau.

lunes, 3 de noviembre de 2008

2 de noviembre de 1755, nace María Antonieta, Reina de Francia

“de la reina surgió una mártir, y de la muñeca una heroína”
María Antonieta, Archiduquesa de Austria, Reina de Francia y viuda Capeto.


Reverendísimo Monseñor Director de la Academia, Señores Académicos
La simple enumeración de los títulos con que fue conocida durante su corta vida María Antonieta de Habsburg, más tarde María Antonieta de Bourbon, trae consigo el recuerdo de la serie de acontecimientos extraordinario e imprevistos que constituyeron la trama de la existencia femenina más interesante del siglo XVIII.
En su primera fase, la vida de esta princesa corrió feliz y brillante como un sueño dorado, en que se reunían, en la misma persona, toda la gloria del poder, todo el brillo de la fortuna, y todo el encanto de una radiosa juventud. Súbitamente, sin embargo, este largo encadenamiento de venturas fue cortado por un tifón horroroso, que provocó el naufragio de la Monarquía, la profanación de los altares y la derrota de una nobleza que, a través de los siglos, venía escribiendo con la propia espada las páginas más brillantes de la historia de Francia. Y en pleno desmoronamiento del edificio político y social de la monarquía de los Bourbon, cuando todo el mundo sentía el suelo deshacerse bajo sus pies, la alegre archiduquesa de Austria, la jovial reina de Francia, cuyo porte elegante recuerda una estatuilla de Sèvres, y cuya sonrisa tenía los encantos de una felicidad sin nubes, bebía, con una dignidad, con una altanería, y con una resignación cristiana admirables los golpes amargos de la inmensa taza de hiel con que resolvió glorificarla la Divina Providencia. Hay ciertas almas que sólo son grandes cuando sobre ellas soplan las ráfagas del infortunio. María Antonieta, que fue fútil como princesa, e imperdonablemente liviana en su vida de reina, delante el baño de sangre y de miseria que inundó a Francia, se transformó de un modo sorprendente; y el historiador verifica, tomado de respeto, que de la reina surgió una mártir, y de la muñeca una heroína.
En el año de 1755, nacía en el magnífico palacio de Schönbrunn, en Viena, la archiduquesa María Antonieta, hija de la impetuosa María Teresa, Reina de Hungría y Bohemia, y de Francisco I, soberano de Sacro Imperio Romano Alemán. La diferencia entre los caracteres de sus progenitores tal vez explique las desconcertantes contradicciones que se encuentran en todos los actos y durante toda la visa de María Antonieta. María Teresa era viril y enérgica al punto de enfrentar, gloriosamente, al gran Federico de Prusia, y tal era la fuerza con que hacía pesar sobre sus súbditos la autoridad real, que estos la llamaban, incluso en los documentos oficiales más importantes de Rey y no de Reina. Francisco I, al contrario, era débil, pusilánime y poco inteligente. Se cuenta que, cuando se repetían en su presencia los injustas reproches de Voltaire contra la forma Monárquica, el pobre soberano, no teniendo cultura y energía suficientes para defender los principios de que era guardián, se limitaba a decir a sus cortesanos: ¡qué queréis, mi oficio exige que yo sea monárquico!
La infancia de María Antonieta tuvo como escenario la pomposa corte de Viena. La joven archiduquesa se mostraba dotada de un natural bondadoso, que se aliaba a un gusto acentuado por los estudios. Todavía es conocido en nuestros días su noviazgo con Mozart, el gran músico, que siendo entonces apenas un niño de cinco años, creía ingenuamente estar de novio de la hermosa hija de los soberanos del Sacro Imperio.
La diplomacia de Choiseul, el influyente ministro del rey de Francia, Luis XV, puso término a esta infancia ausente de nubes promoviendo el casamiento de Luis XVI, entonces príncipe heredero, con María Antonieta. Evidentemente, el amor no unió el corazón de los jóvenes príncipes. Se trataba apenas de un acuerdo diplomático en que Austria, fiel a su política de casamientos, y teniendo en vista exclusivamente sus propias ventajas, cedía una de sus archiduquesas, mediante determinadas compensaciones por parte de Francia.
Concluidas las últimas negociaciones diplomáticas, y hechas las necesarias despedidas, la joven María Antonieta se puso en camino en al país del cual vendría a ser, en el futuro, la poderosa Reina. La acompañaba un séquito brillante, constituido por todo cuanto la nobleza del Sacro Imperio tenía de más elevado. En la frontera francesa se realizó la curiosa ceremonia de la “entrega de la archiduquesa”. Había un edificio que se componía de dos partes absolutamente idénticas, de las cuales una quedaba en territorio francés, y otro en territorio alemán. El séquito de la archiduquesa, penetrando por la puerta alemana, condujo a María Antonieta hasta los aposentos donde ella dejó definitivamente sus trajes de princesa del Sacro Imperio, cambiándolos por los de dama francesa. Así vestida, María Antonieta penetró, acompañada apenas por el embajador austríaco, en la parte francesa del edificio. Ahí, toda la hidalguía la esperaba, ostentando la incomparable elegancia, la inmensa riqueza y el requintado gusto artístico que caracterizaban a la corte de entonces.
Luis XVI, el príncipe heredero, era conocido por la austeridad de su conducta, y por la piedad, bondad y honestidad que ornamentaban su carácter. Sus más encarnizados adversarios consiguieron levantar contra él apenas tres acusaciones: la de apático, glotón y habilísimo cerrajero. En el nuevo hogar principesco, que se formaba sin los vínculos de un afecto profundo, el espíritu cristiano de que estaban imbuidos los novios, suplía con ventaja la ausencia de amor. María Antonieta y Luis XVI siempre fueron esposos ejemplares que construyeron sobre los sólidos cimientos del respeto mutuo y de la moralidad absoluta la indiscutible felicidad de su vida familiar.
Los años transcurridos entre el casamiento y la coronación, fueron, tal vez, los más venturosos de toda la corta existencia de María Antonieta.
Hermosa, poderosa, rica, bien casada y venerada por el pueblo con cariñosa dedicación, la joven princesa tenía por única ocupación pasear por los suntuosos palacios de la corona de Francia, trayendo consigo su corte traviesa y todo el lujo fulgurante de que se cercaba constantemente. Entre sus contrariedades, en este tiempo de venturas, se contaban sus frecuentes e interesantes alteraciones con la condesa de Noailles, su severa maestra de etiquetas, que la joven princesa apellidaba impertinentemente de “Madame Étiquette”. Se cuenta que, cierta vez, habiéndose María Antonieta de un caballo que montaba en presencia de toda la corte, exclamó riendo caída en el suelo: llamen a Madame Étiquette, para que me explique cómo debe levantarse la heredera del trono de Francia cuando cae de un caballo.
Uno de los aspectos curiosos del carácter de la joven esposa de Luis XVI era su deseo ardiente de poseer una amiga íntima, confidente de todos los momentos, y de todas las situaciones. Luego que atravesó los umbrales de la puerta que separaba el pasado de la archiduquesa del futuro de la princesa de Francia, su mirada se posó sobre una dama de belleza ideal, la princesa de Lamballe, emparentada con la Familia Real, e infeliz viuda de uno de los hidalgos más traviesos de Francia. La princesa de Lamballe era joven, hermosa y esencialmente aristocrática en la gracia de su porte y de una elegancia sin par. Sus ojos, de un azul profundo, reflejaban todo el candor de su alma sin maldad, y la inmensa tristeza de su juventud sin risa. Su delicadeza era tal que, cierta vez, se desmayó de susto delante de una pintura representando un cangrejo. Esta fue la primera y la más sincera de las amigas de María Antonieta. Poco después, sin embargo, era substituida por la frívola condesa de Polignac. La princesa de Lamballe sufrió su apartamiento con la dignidad propia de una gran alma, no se quejó y no se rebajó. La princesa de Lamballe sólo reaparece en el escenario amputada y mutilada en las calles de París, cuando venía de Inglaterra, a la búsqueda de la infortunada mártir, a quien la princesa perdonaba, así, en las amarguras del sufrimiento, la infidelidad del tiempo de venturas. Aquella que se desmayaba delante de un cangrejo pintado, tuvo ánimo suficiente para arrostrar el tifón revolucionario, y morir por la causa de la amiga que, en el tiempo de los esplendores, le fuera infiel. La condesa de Polignac, en cambio, en vez de ejercer sobre María Antonieta una influencia saludable, la arrastró a una ludopatía desenfrenada. Estaba, entonces, en boga el juego de azar extremadamente dispendioso, llamado Faraón. Las partidas de Faraón comenzaban en la noche, en la residencia de los Polignac, y terminaban con los primeros albores del día, a los ojos de la población escandalizada por la participación asidua de la heredera del trono. Fue esta una fuente de merecidas censuras dirigidas a María Antonieta. Poco después, fue descubierta en un baile popular carnavalesco aquella que debía ser reina de Francia, que se divertía, por lo demás inocentemente, sin recordarse de la dignidad de su posición. Poco a poco, los rumores se fueron acentuando, y cuando murió el viejo Luis XV, María Antonieta subió al trono contando ya con numerosas antipatías.
Incluso así, fue grande el entusiasmo del pueblo, cuando los aplausos anunciaron a María Antonieta, a altas horas de la noche, que llegaba, con el fallecimiento de Luis XV el momento de ser coronado rey de Francia y de Navarra el débil y bueno Luis XVI.
Las fiestas de la coronación fueron un contraste curioso de miseria y de pompa. Luis XVI, después de consagrado y coronado rey de Francia, en la antiquísima y suntuosa Catedral de Reims, en la presencia de toda la nobleza y de todo el clero de Francia, después de haber sido ungido por el representante del Santo Padre con el poleo que, según la tradición, descendió del cielo en el día de la conversión de Clovis, después de haber recibido los homenajes de los elementos más representativos y nobles de la nación, salió de la Catedral acompañado por el obispo de Autun, a tocar con sus manos las llagas de más de 2000 enfermos de toda especie, que esperaban en fila en la puerta de la Iglesia, la salida del Rey que, según la tradición, debería curar, con el simple toque de sus manos soberanas, determinadas molestias. Se cuenta que, como preanuncio de tristes acontecimientos, la corona, al ser colocada sobre la cabeza del Rey, se cayó de las manos del Nuncio Apostólico, y, golpeando a Luis XVI en la cabeza, lo hirió al punto de hacer correr sangre.
Con la coronación, comienza el largo padecimiento de la reina. El pueblo sufría hambre, y no quería comprender que los gastos de la corte eran, en gran parte, necesarios para el decoro de la Monarquía. El pueblo, siempre víctima de explotadores de torpe inconsciencia, no comprendía que la nobleza gozaba de grandes privilegios, pero que, en compensación, sustentaba a expensas propias el ejército y la marina, proveyendo, por otro lado, los gastos de gran parte de la administración. El pueblo, en fin, no comprendía que el clero, esta clase denodada que siempre luchaba por el bien, contra todos los males, por los débiles, contra todos los poderosos, y por Dios contra sus enemigos, este clero costeaba, solo, los gastos de los actuales ministerios franceses de la Instrucción Pública y de los Cultos. No, los sofismas de un espíritu demoledor como Voltaire, la elocuencia lloricona y perversamente hueca de Rousseau, habían gangrenado toda la sociedad francesa. Esta nobleza frívola, que afectaba olvidarse de su Dios, habría de mostrar dentro de poco, que se olvidaría igualmente de su Rey, de su pasado, y del enorme peso de glorias que representaban las nobles tradiciones de que era depositaria. Estos hidalgos, cuyos antepasados habían sido leones, la vida disipada e irreligiosa de la corte los transformara en bailarines. Y el pueblo, movido por la envidia más de que por el hambre, y olvidado de que representar en la sociedad un papel humilde es, también, desempeñar un mandato divino, se lanzó furioso contra la organización política de Francia. El 14 de julio, la invasión de Versalles por un bando de malvadas arrastrando atrás de sí la chusma de la población parisiense, a imponer al Rey débil el gorro frígio, y a insultar bajamente una monarquía que estaba imposibilitada de defenderse, la masacre de sacerdotes inocentes, que pagaban con la propia vida el enorme crimen de haberse dedicado de cuerpo y alma al servicio de Dios, predicando Su santo Nombre y Su Ley de paz y amor, el asesinato de diversos hidalgos que no querían desertar en la hora del peligro del trono en vuelta del cual habían pasado la vida danzando, este encadenamiento horrible de crímenes que sino a ensuciar las páginas de la Historia de la Humanidad, ¿abatió, por ventura a la reina de Francia, la hija de los altivos Habsburg? ¡Nunca! Nunca, esta muñeca de porcelana de los bailes del Trianon dobló su cabeza delante de la ignominia de sus enemigos. Nunca, ni un solo momento, la soberana destronada dejó de ser Reina, pues que, mayor en el sufrimiento de que en la gloria, demostró, al afrontar desarmada y con el hijo en los brazos a aquellos borrachos furiosos que invadían los palcos reales, que era de una raza que no teme el peligro, máxime cuando encarna una causa justa.
Arrastrada la realeza en el lodo de París, humillada la débil personalidad de Luis XVI bajo el peso del infortunio, el único baluarte de la resistencia era María Antonieta, que, haciendo de su desdicha un trono fulgurante para su personalidad, afronta impávida, enorme, delante del sufrimiento, armada apenas con la coraza sublime de la fe y de la resignación cristiana, la oleada que sumergiría a Francia. Hasta el último momento, esta soberana quiso salvar su trono, no por interés personal, sino que por amor al principio monárquico. Y esto ella lo hizo sin vacilar, alentando a todos, y nunca desesperando, incluso cuando la población la saca de las Tullerías, donde estaba detenida, y la conduce, al sonido de los clamores e insultos de la plebe, a la sombra mortal de la lúgubre prisión del Templo, incluso cuando es obligada a ver, abatida de horror y de remordimiento, la cabeza de la valiente princesa de Lamballe, de ojos vacíos, cabellera empolvada y salpicada de sangre, y labios pálidos, introducida en la punta de una asta, entre las rejas de la ventana de su mazmorra, como testimonio de la muerte atroz e inmerecida de su mejor amiga.
He aquí, señores, su tortura de Reina. Fue completa, nada faltó, y todo ella lo soportó con calma y resignación, arrancando, de vez en cuando, gritos de admiración de sus propios adversarios.
Como esposa, María Antonieta sufrió el mayor de los martirios. Su marido, al cual ella dedicaba todos los sentimientos de una esposa católica ejemplar, después de ser blanco de las más crueles afrontas, fue, en fin, arrastrado a una muerte gloriosa para la posteridad, pero que parecía entonces absolutamente deprimente. De su prisión del Templo, oyó María Antonieta, ciertamente, el retumbar de los tambores anunciando que la Convención Nacional, en nombre de la igualdad, destruía al inocente representante de la realeza, en nombre de la libertad lo impedía despedirse, al borde de la tumba, de su pueblo a quien mucho amara, en nombre de la fraternidad le iría a quitar la vida en la guillotina.
Pero, señores, fue la madre que, en María Antonieta, sufrió las más horrorosas torturas. Cuando la Convención fue a separa a María Antonieta de su hijo, esta, durante dos horas, cubriendo con su cuerpo el del inocente principito, luchó contra el brutal zapatero Simón y su bando siniestro, sólo abandonando al hijo cuando, de todo en todo, le faltaron las fuerzas para resistir. Largos fueron los meses de la separación. Sola, terriblemente sola, presa a la vista de un cuarto horrible de la prisión del Templo, la infeliz mujer tenía como único consuelo, y por lo demás poderoso, su oración. Hasta hoy, conserva Francia su libro de Misa, sobre el cual cayeron, con certeza, las lágrimas amargas de aquella madre que, en el auge de la infelicidad y del abandono, supo siempre agradecer a Dios el desamparo en que se encontraba.
Finalmente, fue ella procesada por el “Comité de Salud Pública”, por traicionar a la patria, por ser una nueva Catalina de Médicis, por ser madre esposa y madre (…).
En el proceso, culminó su padecimiento. Su hijo, embrutecido por el alcohol, se volvió un verdadero animalillo, que tenía como único y constante sentimiento el miedo. Imagínese la escena: sobre un estrado, sentados los alguaciles que, en el proceso, se intitulaban de jueces. En una serie de bancos, media docena de individuos repugnantes, oliendo a alcohol, desempeñaban el papel de jurados. La Reina, delgada, en su larga ropa negra, de cabellos enteramente blancos, envejecida en su juventud abatida y triste, entra con toda la majestad de su decadencia aun altiva, aun bella, y siempre digna e invencible, en esta jaula donde su reputación y su corazón de madre van a ser despedazados por las fieras más desalmadas de la Historia francesa. El interrogatorio comienza brutal, felino, perverso. La Reina, o responde con dignidad, o se calla, desdeñando con su silencio la infamia de ciertas acusaciones. He aquí que es introducido en la sala el príncipe heredero de los tronos de Francia y Navarra. Calzado de toscos suecos, con un gorro frígio en la cabeza, un aire embrutecido y triste de quien, hace mucho, padece todos los horrores de la barbaridad de un verdugo como Simón, y con la fisonomía estúpida de los alcohólicos inveterados, con una voz llorosa, lanza contra la madre las mayores injurias. He aquí señores, el cúmulo del sufrimiento. La escena, horripilante en sí, dispensa comentarios. Os diré solamente que la Reina, en un grito magnifico de corazón de madre ulcerado por el más atroz de los dolores, lanza, en la elocuencia de su alucinación, en el horror de su padecimiento dantesco, un apelo a todas las madres presentes, preguntándoles si creen en las injurias del niño. Y, como si la naturaleza humana, en el fondo de aquellos corazones de mujeres malvadas, comprimido por mucho tiempo, finalmente explota en la sala, una lluvia de aplausos, y un delirio de entusiasmo de aquel pueblo que fuera al tribunal para asistir feroz al desenlace del proceso, es tomado súbitamente de un formidable entusiasmo por su víctima, y María Antonieta, en el banco de los reos, en el auge de la ignominia recibe una formidable y sincera ovación de sus verdugos. ¿Qué decir, señores, de este lance histórico?
Vino, finalmente, la muerte. Dios, en su inmensa bondad, preparó en el Cielo el lugar digno de aquella que tanto había sufrido, amándolo más cuando le enviaba las penas, de que en la plenitud de sus placeres. En el día 16 de octubre de 1793, cesó su largo martirio, en la guillotina cuya lámina, al mismo tiempo criminosa y caritativa, cortó el hilo de su extraordinaria existencia.
Así terminó la soberana mártir, cuya historia recuerda un minueto delicado y palaciego cuyas notas harmoniosas fuesen bruscamente sofocados por el rugido pavoroso de una horrenda farándula revolucionaria.
Discurso pronunciado por el prof. Plinio Corrêa de Oliveira en la Academia de Letras de las Congregaciones Marianas de Sao Paulo en 1928, a sus veinte años de edad.
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