lunes, 11 de agosto de 2014

Derecho consuetudinario – II

Continuación del artículo anterior Derechoconsuetudinario I

Las invasiones bárbaras
moldearon una nueva situación jurídica
Plinio Corrêa de Oliveira

Durante los siglos IX y X, Europa estaba literalmente devastada por las invasiones bárbaras que venían desde todas las direcciones. Hubo las invasiones de los húngaros, los descendientes remotos de los hunos, quienes se filtraron por Alemania, con sus pequeños, rápidos caballos y la devastaron, luego cruzaron Austria y destruyeron el norte de Italia. A partir de ahí pasaron sobre las montañas de Suiza hasta que llegaron al corazón de Francia y de la región de Champagne.

La invasión de Hungría o Magyar asoló gran parte de Europa
Luego vino la invasión de los vikingos, que se originó desde Escandinavia. Ellos penetraron Europa a través de sus ríos, quemando, saqueando y causando devastación. Eran tan hábiles como marineros que cruzaron de toda Europa y terminaron invadiendo Constantinopla. Esto demuestra bien el ímpetu y la ferocidad de ese pueblo.
Otro grupo de guerreros nómades ecuestres de origen altaico que invadieron Europa Central y Oriental fueron los ávaros, un pueblo que más tarde desapareció. Por último, tenemos a los sarracenos que en Francia a través del Pirineo y cruzaron toda Italia.
Estas invasiones hostiles para Europa y entre sí que venían de todas partes rompieron literalmente a Europa en pedazos. Cuando hablamos de invasión, normalmente imaginamos una columna de asalto que entra en una zona con una agenda calculada. Único que se queda en el camino de esa columna de pillaje era devastación. Esto no es lo que pasó con esas hordas.
Ellos eran bárbaros, no tenían mapas; ellos vagaban sin el objetivo de conquistar un país, sino sólo saquearlo. Ellos no tenían ningún objetivo definido para quedarse y vivir en esas tierras que saqueaban, ni tenían la clara intención de regresar a sus lugares de origen. Ellos sólo querían saquear y vivir de la tierra hasta que estaban listos para seguir avanzando o fueran expulsados ​​por otro grupo.
Entrando a través de los ríos, los vikingos constituyeron
un peligro incierto y terrible para el pueblo
Podemos imaginarnos esas hordas moviéndose aquí y allá a través de Europa, retrocediendo y avanzando de esta manera. Una ciudad puede ser saqueada por los húngaros, y luego, poco después, convertirse en la presa de los sarracenos o vikingos. Nadie podía saber con seguridad quién vendría a devastar la tierra, porqué iban a venir o cuando iban a irse. Era imposible planificar nada, simplemente porque los invasores no tenían un plan.
Les pido que se pongan en la posición de un rey. Supongamos que rey de Francia está en París rodeado de bárbaros. Él no tiene ni telégrafo, ni teléfono ni radio. Él sólo sabe lo que pasa a través de mensajeros que llegan a caballo a informarle lo que ha sucedido en este o aquel lugar.
Hay dos factores que comprometen a esta fuente de información: el primero, que los mensajeros fuesen capturados por los enemigos y se les impidiera la entrega de sus noticias al rey; el segundo, que los nobles dejasen de enviar noticias una vez que el rey no podía ayudarlos. La imposibilidad de ofrecerles asistencia es comprensible. Si la invasión se enfocase en un solo punto, él podría reunir fuerzas y enviarlas allí. Pero el hecho de que las hordas entraran por todas partes hacía imposible planificar cualquier contraataque razonable.
Por lo tanto, la única resistencia tenía que ser local: se tuvieron que construir fortalezas para hacer frente a los enemigos y resistir sus asedios. De este modo, Francia y Europa comenzaron a llenarse de castillos para proteger a las familias de los grandes terratenientes, sus sirvientes, sus provisiones y el ganado.
Ahora, imagínense esta situación continuada por un período de más o menos dos siglos. Imagínense si nuestro país hubiese sido devastado por los bárbaros continuamente durante los últimos 200 años. Ello sería un fenómeno que marcaría profundamente la fisonomía del país. ¿Cómo ello marcó a Europa?
Mapa de las distintas y desordenadas invasiones bárbaras
En todas partes los terratenientes locales comenzaron a ejercer su autoridad natural para mantener el orden y mantener el curso de la vida. Lo mismo ocurre, por ejemplo, cuando un barco se desviara de curso en una tormenta sin esperanza de volver. Sus pasajeros constituyen un pequeño grupo social con su propia vida interna, un pequeño segmento de la humanidad, y el capitán termina por convertirse en una especie de rey. Él es el único que sabe cómo dirigir la nave. Las otras formas de autoridad, naturalmente, caen ante él, y él es el único que toma el mando. Así fue, por analogía, como el feudalismo nació en Europa.
Yo sonrío cuando oigo a pseudo-historiadores que hacen de este tipo de diatriba: “En los años oscuros de la Edad Media, los reyes carolingios decadentes fueron incapaces de mantener el cetro de Carlomagno en sus manos temblorosas, ni pudieron sus toscas mentes discernir el pensamiento de la gran fundador del Imperio para preservar su unidad”.
Me gustaría ver lo que uno de estos críticos haría con el cetro de Carlomagno si estuviera sitiado por estas hordas asolando en la capital del Reino. Él lo más probable huiría, dejando el cetro en la carretera o vendiéndolo a un judío. En cuanto a las exigencias de unidad, dudo que siquiera pensara en ellas.
En otras palabras, esta fue simplemente la forma como fueron las cosas, lo que el brutal juego de circunstancias impuso.

EL SENTIDO COMÚN VERSUS LA SOCIOLOGÍA

La construcción de los castillos representó un cambio completo
 en el orden social y jurídico anterior
Esos hombres de la Edad Media tenían una enorme ventaja sobre nosotros. Ellos no conocían la sociología. No tenían, por lo tanto, registro las estadísticas, ni las estudiaron y no resolvían los problemas sociales que no eran suyos. En nuestros tiempos esto se ha convertido en una verdadera manía, una especie de psicosis en la sociedad contemporánea. Tenemos multitud de esos cazadores de problemas que persiguen las estadísticas con el fin de demostrar, en primer lugar, que el problema existe y, sólo entonces, buscar soluciones.
Los hombres medievales eran diferentes: Ellos no hacían teorías académicas acerca de la sociedad. Sólo tenían tiempo para resolver sus problemas con el buen sentido de una persona que vive su vida cotidiana, y nada más. Así, entre las invasiones, ellos sembraban y cosechaban porque necesitaban trigo para no morir de hambre; tenían que cavar un nuevo pozo porque en el último asedio el anterior fue destruido o resultó ser insuficiente. Ellos necesitaban enviar ayuda a un aliado que estaba siendo atacado o bien todos serían asesinados y su propia posición debilitada. En pocas palabras, no tenían tiempo para la poesía, la sociología y la formación de las leyes y reglamentos.
Sin embargo, a lo largo de esos 200 años esas personas seguían viviendo, comprando, vendiendo, haciendo préstamos, y seguir toda una vida jurídica. La realidad jurídica sufría el impacto de la nueva situación.
Este panorama alterado es lo que cambió decisivamente el sistema jurídico desde derecho escrito por el derecho consuetudinario.


Continuará…

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