martes, 7 de septiembre de 2010

NUESTRA SEÑORA DE COVADONGA

7 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de Covadonga
comentario de Plinio Corrêa de Oliveira
Selección biográfica:En el año 711, los árabes musulmanes invadieron la península Ibérica. El rey visigodo Rodrigo murió luchando contra ellos en el campo andaluz de Guadalete al sur de España. Tomando posición de resistencia contra la rápida conquista y dominación del infiel, Don Pelayo condujo a un grupo de valientes caballeros que se habían retirado a las montañas al norte de Asturias para recuperarse y luchar.
La Virgen de Covadonga
Los árabes consideraban a España un país conquistado y se preparaban para entrar en la Galia de los godos cuando oyeron de la rebelión de los asturianos. En el año 722, los moros enviaron un ejército bien entrenado bajo las órdenes del general Alkamar con la orden de destruir a Don Pelayo y a sus hombres.
Don Pelayo preparó la resistencia para enfrentarse con el grande ejército musulmán en la montaña de Alzeba, donde los acantilados ofrecían una ventaja frente a los que eran muchos más numerosos que los católicos. Colocó a sus hombres estratégicamente a lo largo de los acantilados, y mientras esperaban que el enemigo avanzara, él se dirigió a la cercana cueva de Covadonga, donde había colocado una estatua de Nuestra Señora y le pidió su especial protección en la batalla que se aproximaba.
Los moros iniciaron el ataque, lanzando flechas a los soldados cristianos por detrás de los acantilados de piedra. Pero ya, en este primer ataque, algo extraordinario sucedió: las flechas se devolvían contra los arqueros moros matándolos. Un grupo de católicos avanzó para la lucha, mientras otros disparaban flechas y lanzaban piedras y troncos sobre las tropas enemigas desde la montaña Alzeba.
Después de un breve tiempo, Suleiman, el segundo al mando, cayó muerto, haciendo que estallara el desorden entre el ejército y Alkamar tuvo que dar la orden de retirada.
En ese momento, se desató una terrible tormenta. Los truenos rugían, los relámpagos iluminaban las oscuras pendientes y la fuerte lluvia causó deslizamientos de lodo arrastrando rocas y árboles que caían sobre las tropas árabes que se retiraban. Luchando en el barro, muchos soldados moros se resbalaron cayendo en el río Deva donde se ahogaron. La Virgen Santísima hizo que la misma montaña cayera sobre los soldados de Mahoma.
La Basílica contruida en honor de Nuestra Señora de Covadonga
La batalla de Covadonga fue ganada, y Pelayo fue proclamado rey de Asturias. En reconocimiento de la milagrosa intercesión de Nuestra Señora, el rey Alfonso I el católico (739-757) ordenó que se construyese en el lugar un monasterio y una capilla en honor de Nuestra Señora de Covadonga.
Posteriormente fue reemplazada por una gran basílica que fue consagrada en 1901.
Incluso los historiadores árabes relatan esta batalla con asombro, sin ocultar el enorme número de musulmanes que murieron en ella.

Comentario del Prof. Plinio:
¿Cuál es la lección que podemos tomar de estos hechos?
Ustedes conocen la desproporción entre el tamaño de los ejércitos y los medios en nuestras batallas contra la Revolución. Aquí la selección describe una gran desproporción entre los soldados españoles y las tropas musulmanas. Desde una perspectiva natural, los católicos estaban completamente perdidos. Sin embargo, ellos no se dieron por vencido. Ellos hicieron todo lo posible que pudieron para ganar, a pesar que la victoria pareciera imposible. Yo insisto en esta fórmula: hacer todo lo posible para ganar una victoria imposible.
Los católicos liderados por Pelayo enfrentan las fuerzas superiores de los musulmanes
Ellos estaban en una montaña en una gruta que era para ellos la base militar de operaciones. En preparación para la batalla, algunos se ubicaron a lo largo de los acantilados que le ofrecían una buena defensa; otros fueron a la cima de la montaña. Entonces, cuando los moros avanzaban, ellos entraron en la batalla contra el agresor con ferocidad. Ellos actuaron como verdaderos héroes para lograr lo que humanamente parecía imposible. Ellos ya habían hecho lo más importante: llevaron con ellos una estatua de Nuestra Señora y se pusieron bajo su protección, pidiéndole que les diera la victoria que ellos no podían alcanzar por sí mismos.
En este escenario, después de ellos haber hecho todo lo humanamente posible, ocurrieron una serie de milagros. Ellos lanzaban piedras y troncos desde la cima de la montaña sobre los enemigos que avanzaban, además de disparar flechas contra ellos. Entonces, Nuestra Señora intervino: Ella hacía que las flechas de los moros se volvieran contra ellos mismos. Ella envió una tormenta que hizo que las rocas y árboles de la montaña cayeran sobre las huestes enemigas. Cualquiera que conozca España tiene una idea de la violencia de la naturaleza en esas regiones montañosas y puede imaginar una terrible tormenta con agua que inunda descendiendo por los acantilados de la montaña abajo en el valle. Lo más probable es que los católicos se refugiaron de la tormenta, ya sea en la cueva de Covadonga como en otros pequeños refugios de la montaña. Con estas acciones milagrosas Nuestra Señora ganó la batalla.
Santuario en la Cueva de Covadonga
Ella exigió todo de sus soldados para ganar una batalla imposible. A medida que luchaban con toda su energía, ella intervino y multiplicó sus acciones de una manera milagrosa y ganaron la batalla. La victoria era suya.
La lección es que debemos tener una perspectiva sobrenatural en concebir nuestra vocación y nuestra lucha. Debemos hacer todo lo necesario para ganar, incluso cuando es imposible. La divina Providencia no nos pide que seamos ciegos de la realidad. Debemos analizar la situación, e incluso cuando veamos que es imposible ganar esta o aquella batalla, tenemos que luchar de todos modos. Debemos desear lo que la divina Providencia desea. Debemos creer en lo que es humanamente increíble. Debemos estar convencidos de que Nuestra Señora es por excelencia la Madre de lo imposible. Ella nos pide que hagamos lo que es imposible – ella tiene el derecho de pedirnos eso – y ella nos asistirá para alcanzar la victoria, después de que hayamos hecho todo lo que podamos.
Los moros se tomaron toda España sin una reacción seria hasta Covadonga porque ellos se encontraron con católicos españoles tibios y mediocres, que sólo tenían argumentos de buen sentido. Ellos se habían resignado en no hacer nada excepto lo que era razonable. Por tanto, ellos fueron derrotados y España fue conquistada.
En el momento en que unos católicos creyeron en lo imposible bajo la protección de Nuestra Señora, el juego cambió, y la Reconquista comenzó. Los moros fueron derrotados en Covadonga, pero también ellos fueron derrotados potencialmente en toda España debido a la mentalidad que se puso en movimiento en Covadonga. Muchos siglos habrían de pasar antes que los moros fueran expulsados completamente en el siglo XVI. Pero la mentalidad que inspiró la Reconquista fue la misma que ganó en Covadonga: creer en lo imposible bajo la protección de la Virgen.
Debemos pedir a Nuestra Señora la gracia de nunca dudar en una victoria que estamos seguros que ella quiere, incluso si pareciera imposible. Debemos hacer todo lo que podemos para alcanzar ese objetivo y confiar en que ella nos dará la victoria final.
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