sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad a todos los verdaderos católicos!

A todos los verdaderos católicos que defienden la verdadera fe tradicional y que rechazan a la falsa Iglesia apóstata nacida del Vaticano II, les dejo estos bellos cantos navideños tradicionales.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Vejez: ¿decrepitud o apogeo?

Plinio Corrêa de Oliveira

Cómo se engaña el mundo moderno cuando sólo ve en el envejecimiento una decadencia. Cuando se sabe apreciar más los valores del espíritu de que los del cuerpo, envejecer es crecer en lo que el hombre tiene de más noble, que es el alma, si bien que signifique la decadencia del cuerpo, que es apenas el elemento material de la persona humana.

¡Y que decadencia! Es verdad que el cuerpo pierde su belleza y vigor. Pero éste se enriquece con la transparencia de un alma que a lo largo de la vida supo desarrollarse y creer. Transparencia esta que constituye la más alta belleza de que la fisonomía humana sea capaz.

Santa María Eufrasia Pelletier, nació en La Vandée, Francia en 1796, fundadora de una Congregación docente femenina, falleció en 1868. Su fiesta se celebra el día 24 de abril.

Nada de lo que signifique hermosura le faltó en su juventud, la perfección de los trazos, la belleza de los ojos y del cutis, la distinción de su fisonomía, la nobleza de porte, la elegancia y la gracia de la juventud.

Agregamos: el esplendor de un alma clara, lógica, vigorosa, pura, reflejándose fuertemente en su faz.

Es el tipo magnífico de joven cristiana

Veámosla en su ancianidad. Del encanto de los viejos tiempos, resta apenas un vago perfume. Pero otra hermosura más alta brilla en este semblante admirable. ¡La mirada ganó en profundidad, una serenidad noble e imperturbable parece preanunciar en ella algo de la nobleza trascendente y definitiva de los bienaventurados en la gloria celestial!

El rostro conserva el vestigio de las arduas batallas de la vida interior y apostólica de los Santos. Alcanzó algo de fuerte, de completo, de inmutable: es la madurez en el más bello sentido de la palabra. La boca es un trazo rectilíneo, fino, expresivo, que trae la nota típica de una templanza de hierro. Una gran paz, una bondad sin romanticismo ni ilusión, con algún resto de la antigua belleza, refleja aún esta fisonomía.

El cuerpo decayó, pero el alma creció tanto, que ya está toda en Dios, y hace pensar en la palabra de San Agustín: nuestro corazón, Señor, fue creado para Vos, y sólo está en paz, cuando reposa en Vos.

¿Quién osaría afirmar que, para Santa María Eufrasia, envejecer fue lo mismo que decaer?

domingo, 27 de noviembre de 2011

La verdadera santidad es fuerza de alma y no debilidad sentimental

Plinio Corrêa de Oliveira

La Iglesia enseña que la verdadera y plena santidad es el heroísmo de la virtud. La honra de los altares no es concedida a las almas hipersensibles, débiles, que huyen de los pensamientos profundos, del sufrimiento pungente, de la lucha, en fin, de la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Acordándose de las palabras de su Divino Fundador, “el Reino de los Cielos es de los violentos” (Mt. 11, 12), la Iglesia sólo canoniza a los que en vida combatieron auténticamente el buen combate, arrancando el propio ojo o cortando el propio pie cuando causaba­ escándalo, y sacrificando todo para seguir únicamente a Nuestro Señor Jesucristo.

En realidad, la santificación implica el mayor de los heroísmos, pues supone no sólo la resolución firme y seria de sacrificar la vida si fuere necesario, para conservar la fidelidad a Jesucristo, sino más todavía, la de vivir en la tierra una existencia prolongada, si ello le place a Dios, renunciando en todo momento a lo que más se quiere, para apegarse apenas a la divina voluntad.

Cierta iconografía, lamentablemente muy frecuente, presenta a los santos bajo un aspecto muy diferente: criaturas blandas, sentimentales, sin personalidad ni fuerza de carácter, incapaces de ideas serias, sólidas y coherentes, almas llevadas apenas por sus emociones y por ello totalmente inadecuadas para las grandes luchas que la vida terrena trae siempre consigo.

* * *

La figura de Santa Teresita del Niño Jesús fue especialmente deformada por la mala iconografía. Rosas, sonrisas, sentimentalismo inconsistente, vida suave, despreocupada, huesos de azúcar y sangre de miel, es la idea que nos dan de la grande, de la incomparable santa.

¡Cómo todo esto difiere del espíritu vasto y profundo como el firmamento, rutilante y ardiente como el sol, y sin embargo tan humilde, tan filial, con que se toma contacto cuando se lee la Historia de una Alma!

* * *

Nuestros dos clichés presentan, por así decir, a dos “teresitas”­ diferentes y hasta opuestas una de la otra. La primera nada tiene de heroico: es la Teresita insignificante, superficial, almibarada, de la iconografía romántica y sentimental. La segunda es la Teresita auténtica, fotografiada poco antes de su muerte. La fisonomía está marcada por la paz profunda de las grandes e irrevocables renuncias. Los trazos tienen una nitidez, una fuerza, una armonía que sólo las almas de una lógica de hierro poseen.

La mirada habla de dolores tremendos, experimentados en lo que el alma tiene de más recóndito, pero al mismo tiempo deja ver el fuego, el aliento de un corazón heroico, dispuesto a avanzar cueste lo que cueste.

Contemplando esta fisonomía fuerte y profunda, como sólo la gracia de Dios puede transformar el alma humana, se piensa en otra Faz: la del Santo Sudario de Turín, que ningún hombre podría imaginar y tal vez ninguno ose describir. Entre la Faz del Señor muerto, que es de una paz, una fuerza, una profundidad y un dolor que las palabras humanas no consiguen expresar, y el rostro de Santa Teresita, hay una semejanza imponderable pero inmensamente real.

¿Y qué tendrá de extraño que la Santa Faz haya impreso algo de sí en el rostro y en el alma de aquella que en religión se llamó precisamente Teresa del Niño Jesús y de la Sagrada­ Faz?

martes, 22 de noviembre de 2011

Lo que hemos de hacer para alcanzar la salvación

Estos son 18 consejos que da el connotado exégeta jesuita Cornelio a Lapide:

1. Es necesario esforzarse violentamente. “El reino de los cielos sufre violencia, y los que emplean violencia se apoderan de él”, dice Jesucristo (Mat. 11, 12). En otra parte dice: “Esforzaos por entrar por la puerta angosta” (Lc. 13, 24). Y añade: “Si alguno quiere venir conmigo, que renuncie a sí mismo, lleve su cruz de cada día, y me siga” (Lc. 9, 23).

2. Es preciso morir. “El que quiera salvar su alma, ha de perderla” dice Jesucristo (Mt. 16, 25); es decir, debe dedicarla a la práctica de la mortificación y de todas las virtudes.

3. Es preciso avanzar siempre. “Corred de tal suerte, que ganéis el premio” dice San Pablo (1 Cor. 11, 24) “Los que combaten en la arena se abstienen de todo: ellos, para recibir una corona corruptible. Así pues, yo corro también, no como a la casualidad; combato también, pero no como golpeando el aire, sino que castigo mi cuerpo, y lo reduzco a servidumbre” (1 Cor. 9, 15-17).

4. No mirar atrás. “Cualquiera que pone la mano en el arado, y mira atrás, no es propio para el reino de Dios”, dice Jesucristo (Lc. 9, 62).

5. “Es menester trabajar para nuestra salvación con temor y estremecimiento”, dice el gran apóstol (Filip. 2, 12).

6. Olvidar la tierra y pensar en el Cielo. Dice San Pablo: “Prosigo mi curso para alcanzar aquello a que he sido destinado por el Señor Jesús. No pienso haberlo alcanzado; pero solamente, olvidando lo que está detrás y ateniéndome a lo que está delante de mí, me dirijo al término de la recompensa a que me ha llamado Dios en Jesucristo” (Filip. 3, 12-14).

7. Es menester aprovecharnos del tiempo favorable, que es el presente. Dice San Pablo: “Ved que ahora es el tiempo aceptable; ved que ahora es el día de la salvación” (2 Cor 6, 2).

8. Es preciso vivir para Jesucristo. Dice el gran Apóstol: “Es preciso vivir para Jesucristo que ha muerto para todos, a fin de que los que viven no vivan para sí, sino para aquel que ha muerto y resucitado por ellos” (2 Cor 5, 15).

9. Es menester combatir por la fe. “Trabad el buen combate de la fe, y poneos en posesión de la vida eterna, a la que habéis sido llamados”, escribe San Pablo a Timoteo (Tim. 6, 12).

10. Es preciso sufrir las pruebas con paciencia. Dice San Pablo: “Por muchas tribulaciones, hemos de entrar al reino de Dios” (Hech. 14, 21).

11. Es necesario huir, guardar silencio y retiro. Hemos de emplear los medios dados a San Arsenio por un ángel; vedlos aquí: “Arsenio, huid, guardad el silencio y el retiro; estos son los principios de la salvación” (In Vit. Patr.).

12. Es preciso ser prudente. “El alma imprudente pierde su salvación”, dicen los Proverbios (Prov. 19, 2). La prudencia es lo que la Sabiduría (Sab. 9, 10) llama “ciencia de los Santos”; y el ángel, en San Lucas (Lc. 1, 17), “sabiduría de los justos”.

13. Es preciso tener compasión del alma y vigilarla. “Ten piedad de tu alma, haciéndola agradable a Dios, y modérate”, dice el Eclesiástico (30, 24).

14. Hemos de pensar en el juicio. “Dios ―dice Orígenes― ha confiado y recomendado a vuestra alma su imagen y su semejanza, y habéis de devolverle tan intacto como os lo ha dado este tan precioso depósito” (In Cant.).

15. Es preciso recomenzar, marchar, y tener sólo a Dios por meta. Rogado San Carlos Borromeo que indicase los mejores medios para agradar a Dios y asegurar su salvación, trazó las reglas siguientes: “1.º Es preciso comenzar cada día, es decir, que nos hemos de esforzar cada día en servir a Dios con tanto fervor como si empezásemos de nuevo entonces; 2.º marchar en el momento actual en presencia de Dios; 3.º tener sólo a Dios por fin en todas y en cada una de las acciones” (In ejus vita.).

16. Hemos de guardar el alma con solicitud. Según dice el Deuteronomio (4, 15): “Guardad solícitos vuestras almas”.

17. Es menester observar la ley de Dios. “Si queréis llegar a la vida, guardad los mandamientos”, dice Jesucristo (Mat. 19, 17) “El que observa los preceptos de Dios, salva su alma”, dicen los Proverbios (Prov. 19, 16). Dice Jesucristo: “No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre es el que entrará en el reino de los Cielos” (Mat. 5, 21).

18. Es preciso querer salvarse, y quererlo enérgicamente. Preguntado Santo Tomás de Aquino por su hermana sobre lo que tenía que hacer para salvarse, contestó: “Volendo (Queriendo): es decir, que podrás salvarte si lo quieres eficazmente; pues esta voluntad eficaz, que es el fin de la salvación, te obligará a adoptar con ardor todos los medios necesarios para que la consigas” Y habiéndole luego su hermana preguntado qué es lo que deseaba más ardientemente en esta vida, contestó: “Morir bien”: (Benè mori. 4. p.q. art. 9.)

Visto en La Puerta Angosta

domingo, 20 de noviembre de 2011

Hdr skies

Hdr skies from Tanguy Louvigny on Vimeo. Video en HD, ponga pantalla completa para apreciar mejor.

La marcha de la Revolución

Las consideraciones anteriores ya nos proporcionaron algunos datos sobre la marcha de la Revolución, es decir, su carácter procesivo, las metamorfosis por las cuales pasa, su irrupción en lo más recóndito del hombre y su exteriorización en actos. Como se ve, hay toda una dinámica propia de la Revolución. De esto podemos tener una mejor idea estudiando aún otros aspectos de la marcha de la Revolución.

1. LA FUERZA PROPULSORA DE LA REVOLUCIÓN

A. La Revolución y las tendencias desordenadas

La más poderosa fuerza propulsora de la Revolución está en las tendencias desordenadas.

Y por esto la Revolución ha sido comparada a un tifón, a un terremoto, a un ciclón. Es que las fuerzas naturales desencadenadas son imágenes materiales de las pasiones desenfrenadas del hombre.

B. Los paroxismos de la Revolución están enteros en los gérmenes de ésta

Como los cataclismos, las malas pasiones tienen una fuerza inmensa, pero para destruir.

Esa fuerza ya tiene potencialmente, en el primer instante de sus grandes explosiones, toda la virulencia que se patentizará más tarde en sus peores excesos. En las primeras negaciones del protestantismo, por ejemplo, ya estaban implícitos los anhelos anarquistas del comunismo. Si desde el punto de vista de la formulación explícita, Lutero no era sino Lutero, todas las tendencias, todo el estado de alma, todos los imponderables de la explosión luterana ya traían consigo, de modo auténtico y pleno, aunque implícito, el espíritu de Voltaire y de Robespierre, de Marx y de Lenín[1].

C. La Revolución exaspera sus propias causas

Esas tendencias desordenadas se desarrollan como los pruritos y los vicios, es decir, a medida que se satisfacen, crecen en intensidad. Las tendencias producen crisis morales, doctrinas erróneas y después revoluciones. Unas y otras, a su vez, exacerban las tendencias. Estas últimas llevan en seguida, por un movimiento análogo, a nuevas crisis, nuevos errores, nuevas revoluciones. Es lo que explica que nos encontremos hoy en tal paroxismo de impiedad y de inmoralidad, así como en tal abismo de desórdenes y discordias.

2. LOS APARENTES INTERSTICIOS DE LA REVOLUCIÓN

Considerando la existencia de períodos de una calma acentuada, se diría que en ellos la Revolución cesó. Y así parece que el proceso revolucionario es discontinuo y que, por tanto, no es uno.

Ahora bien, esas calmas son meras metamorfosis de la Revolución. Los períodos de tranquilidad aparente, supuestos intersticios, han sido en general de fermentación revolucionaria sorda y profunda. Véase si no el período de la Restauración (1815-1830)[2].

3. LA MARCHA DE REQUINTE EN REQUINTE [3]

Por lo que vimos[4] se explica que cada etapa de la Revolución, comparada con la anterior, no sea sino un requinte. El humanismo naturalista y el protestantismo se requintaron en la revolución Francesa, la cual, a su vez, se requintó en el gran proceso revolucionario de la bolchevización del mundo de hoy.

Es que las pasiones desordenadas, yendo en un crescendo análogo al que produce la aceleración en la ley de la gravedad, y alimentándose de sus propias obras, acarrean consecuencias que, a su vez, se desarrollan según una intensidad proporcional. Y en la misma progresión los errores generan errores, y las revoluciones abren camino unas a las otras.

4. LAS VELOCIDADES ARMÓNICAS DE LA REVOLUCIÓN

Ese proceso revolucionario se da en dos velocidades diversas. Una, rápida, está destinada generalmente al fracaso en el plano inmediato. La otra ha sido habitualmente coronada por el éxito, y es mucho más lenta.

A. La alta velocidad

Los movimientos pre-comunistas de los anabaptistas, por ejemplo, sacaron inmediatamente, en varios campos, todas o casi todas las consecuencias del espíritu y las tendencias de la Pseudo-Reforma: fracasaron.

B. La marcha lenta

Lentamente, a lo largo de más de cuatro siglos, las corrientes más moderadas del protestantismo, caminando de requinte en requinte, por etapas de dinamismo y de inercia sucesivas, van sin embargo favoreciendo paulatinamente, de uno u otro modo, la marcha de Occidente hacia el mismo punto extremo[5].

C. Cómo se armonizan estas velocidades

Cabe estudiar el papel de cada una de esas velocidades en la marcha de la Revolución. Se diría que los movimientos más veloces son inútiles. Sin embargo, no es verdad. La explosión de esos extremismos levanta un estandarte, crea un punto de mira fijo que fascina por su propio radicalismo a los moderados, y hacia el cual éstos se van encaminado lentamente. Así, el socialismo repudia al comunismo pero lo admira en silencio y tiende hacia él. Más remotamente, lo mismo se podría decir del comunista Babeuf y sus secuaces en los últimos destellos de la Revolución Francesa. Fueron aplastados. Pero lentamente la sociedad va siguiendo el camino hacia donde ellos la quisieron llevar. El fracaso de los extremistas es, pues, sólo aparente. Ellos colaboran indirecta, pero poderosamente, con la Revolución, atrayendo en forma paulatina a la multitud incontable de los “prudentes”, de los “moderados” y de los mediocres, para la realización de sus culpables y exacerbados devaneos.

5. DESHACIENDO OBJECIONES

Vistas estas nociones, se presenta la ocasión para deshacer algunas objeciones que, antes de esto, no podrían ser adecuadamente analizadas.

A. Revolucionarios de pequeña velocidad y “semi-contrarevolucionarios”

Lo que distingue al revolucionario que siguió el ritmo de la marcha rápida, de quien paulatinamente se va volviendo tal según el ritmo de la marcha lenta, está en que, cuando el proceso revolucionario se inició en el primero, encontró resistencias nulas, o casi nulas. La virtud y la verdad vivían en esa alma una vida de superficie. Eran como madera seca, que cualquier chispa puede incendiar. Por el contrario, cuando ese proceso se opera lentamente, es porque la chispa de la Revolución encontró, al menos en parte, leña verde. En otros términos, encontró mucha verdad o mucha virtud que se mantienen contrarias a la acción del espíritu revolucionario. Un alma en tal situación queda partida, y vive de dos principios opuestos, el de la Revolución y el del Orden.

De la coexistencia de esos dos principios pueden surgir situaciones bien diversas:

* a. El revolucionario de pequeña velocidad: él se deja arrastrar por la Revolución, a la cual opone apenas la resistencia de la inercia.

* b. El revolucionario de velocidad lenta, pero con “coágulos” contra-revolucionarios. También éste se deja arrastrar por la Revolución. Pero en algún punto concreto la rechaza.

Así, por ejemplo, será socialista en todo, pero conservará los modales aristocráticos. Según el caso, llegará incluso a atacar la vulgaridad socialista. Sin duda, se trata de una resistencia, Pero resistencia en un pormenor, que no se remonta a los principios, toda ella constituida por hábitos e impresiones. Resistencia por eso mismo sin mayor alcance, que morirá con el individuo, y que, si se diera en un grupo social, tarde o temprano, por la violencia o por la persuasión, en una o algunas generaciones, será desmantelada por la Revolución en su curso inexorable.

* c. El “semi-contra-revolucionario” [6]: se diferencia del anterior sólo por el hecho de que en él el proceso de “coagulación” fue más enérgico y remontó hasta la zona de los principios básicos. De algunos principios, se entiende, y no de todos. En él, la reacción contra la Revolución es más pertinaz, más viva. Constituye un obstáculo que no es sólo de inercia. Su conversión a una posición enteramente contra-revolucionaria es más fácil, por lo menos en tesis. Cualquier exceso de la Revolución puede determinar en él una transformación cabal, una cristalización de todas las tendencias buenas, en una actitud de firmeza inquebrantable. Mientras ésta feliz transformación no se dé, el “semi-contra-revolucionario” no puede ser considerado un soldado de la Contra-Revolución.

Es característica del conformismo del revolucionario de marcha lenta, y del “semi-contra-revolucionario”, la facilidad con que ambos aceptan las conquistas de la Revolución. Afirmando la tesis de la unión de la Iglesia y el Estado, por ejemplo, viven displicentemente en el régimen de la hipótesis, es decir de la separación, sin intentar ningún esfuerzo serio para que se haga posible restaurar algún día, en condiciones convenientes, la unión.

B. Monarquías protestantes, repúblicas católicas

Una objeción que se podría hacer a nuestra tesis consistiría en decir que, si el movimiento republicano universal es fruto del espíritu protestante, no se comprende cómo, actualmente, sólo haya en el mundo un Rey católico[7], y tantos países protestantes se conserven monárquicos.

La explicación es simple. Inglaterra, Holanda y las naciones nórdicas, por toda una serie de razones históricas, psicológicas, etc., son muy afines a la monarquía. Al penetrar en ellas, la Revolución no consiguió evitar que el sentimiento monárquico “coagulase”. Así, la realeza viene sobreviviendo obstinadamente en esos países, a pesar de que en ellos la Revolución va penetrando cada vez más a fondo en otros campos. “Sobreviviendo”... sí, en la medida en que morir poco a poco puede ser llamado sobrevivir. Pues la monarquía inglesa, reducida en grandísima medida a un papel de aparato, y las demás realezas protestantes, transformadas para casi todos los efectos en repúblicas cuyo jefe es vitalicio y hereditario, van agonizando suavemente, y, de continuar así las cosas, se extinguirán sin ruido.

Sin negar que otras causas contribuyen a esta sobrevida, queremos, sin embargo, poner en evidencia ese factor —muy importante, por lo demás— que se sitúa en el ámbito de nuestra exposición.

Por el contrario, en las naciones latinas, el amor a una disciplina externa y visible, a un poder público fuerte y prestigioso, es —por muchas razones— bastante menor.

La Revolución no encontró en ellas, pues, un sentimiento monárquico tan arraigado. Derribó los tronos fácilmente. Pero hasta ahora no fue suficientemente fuerte para arrastrar a la Religión.

C. La austeridad protestante

Otra objeción a nuestro trabajo podría venir del hecho de que ciertas sectas protestantes sean de una austeridad que raya en lo exagerado. ¿Cómo, pues, explicar todo el protestantismo por una explosión del deseo de gozar la vida?

Aún aquí, la objeción no es difícil de resolver. Al penetrar en ciertos ambientes, la Revolución encontró muy vivaz el amor a la austeridad. Así, se formó un “coágulo”. Y, si bien que ella haya conseguido ahí en materia de orgullo todos los triunfos, no alcanzó éxitos iguales en materia de sensualidad. En tales ambientes, se goza la vida por medio de los discretos deleites del orgullo, y no por las groseras delicias de la carne. Hasta puede ser que la austeridad, estimulada por el orgullo exacerbado, haya reaccionado exageradamente contra la sensualidad. Pero esa reacción, por más obstinada que sea, es estéril: tarde o temprano, por inanición o por la violencia, será destrozada por la Revolución. Pues no es de un puritanismo rígido, frío, momificado, de donde puede partir el soplo de vida que regenerará la tierra.

D. El frente único de la Revolución

Tales “coagulaciones” y cristalizaciones conducen normalmente al entrechoque de las fuerzas de la Revolución. Al considerar esto, se diría que las potencias del mal están divididas contra sí mismas, y que es falsa nuestra concepción unitaria del proceso revolucionario.

Ilusión. Por un instinto profundo, que muestra que son armónicas en sus elementos esenciales y contradictorias sólo en sus accidentes, esas fuerzas tienen una sorprendente capacidad de unirse contra la Iglesia Católica, siempre que se encuentren frente a Ella.

Estériles en los elementos buenos que les resten, las fuerzas revolucionarias sólo son realmente eficientes para el mal. Y así, cada cual ataca por su lado a la Iglesia, que queda como una ciudad sitiada por un inmenso ejército.

Entre esas fuerzas de la Revolución, no se debe omitir a los católicos que profesan la doctrina de la Iglesia pero están dominados por el espíritu revolucionario. Mil veces más peligrosos que los enemigos declarados, combaten a la Ciudad Santa dentro de sus propios muros, y bien merecen lo que de ellos dijo Pío IX: “Aún cuando los hijos del siglo sean más hábiles que los hijos de la luz, sus ardides y sus violencias tendrían, sin duda, menos éxito si un gran número, entre aquellos que se llaman católicos, no les tendiesen una mano amiga. Sí, infelizmente, hay quienes parecen querer caminar de acuerdo con nuestros enemigos, y se esfuerzan por establecer una alianza entre la luz y las tinieblas, un acuerdo entre la justicia y la iniquidad por medio de esas doctrinas que se llaman católico-liberales, las cuales, apoyándose sobre los más perniciosos principios, adulan al poder civil cuando éste invade las cosas espirituales, e impulsan a las almas al respeto, o al menos a la tolerancia, de las leyes más inicuas. Como si absolutamente no estuviese escrito que nadie puede servir a dos señores. Ellos son ciertamente mucho más peligrosos y más funestos que los enemigos declarados, no sólo porque los secundan en sus esfuerzos, tal vez sin percibirlo, como también porque, manteniéndose en el extremo límite de las opiniones condenadas, toman una apariencia de integridad y de doctrina irreprochable, incitando a los imprudentes amigos de conciliaciones y engañando a las personas honestas, que se rebelarían contra un error declarado. Por eso, ellos dividen los espíritus, rasgan la unidad y debilitan las fuerzas que sería necesario reunir contra el enemigo” [8].

6. LOS AGENTES DE LA REVOLUCIÓN:
LA MASONERÍA Y LAS DEMÁS FUERZAS SECRETAS

Una vez que estamos estudiando las fuerzas propulsoras de la Revolución, conviene que digamos una palabra sobre sus agentes.

No creemos que el mero dinamismo de las pasiones y de los errores de los hombres pueda conjugar medios tan diversos para la consecución de un único fin, es decir, la victoria de la Revolución.

Producir un proceso tan coherente, tan continuo, como el de la Revolución, a través de las mil vicisitudes de siglos enteros, llenos de imprevistos de todo orden, nos parece imposible sin la acción de generaciones sucesivas de conspiradores de una inteligencia y un poder extraordinarios. Pensar que sin esto la Revolución habría llegado al estado en que se encuentra, es lo mismo que admitir que centenas de letras lanzadas por una ventana pudieran disponerse espontáneamente en el suelo, de manera que formasen una obra cualquiera, por ejemplo la “Oda a Satanás” de Carducci.

Las fuerzas propulsoras de la Revolución han sido manipuladas hasta aquí por agentes sagacísimos, que se han servido de ellas como medios para realizar el proceso revolucionario.

De modo general, pueden calificarse de agentes de la Revolución todas las sectas, de cualquier naturaleza, engendradas por ella, desde su nacimiento hasta nuestros días, para la difusión del pensamiento o la articulación de las tramas revolucionarias. Sin embargo, la secta maestra, alrededor de la cual todas se articulan como simples fuerzas auxiliares —a veces conscientemente, y otras veces no— es la Masonería, según claramente se desprende de los documentos pontificios, y especialmente de la Encíclica Humanum Genus de León XIII, del 20 de abril de 1884[9].

El éxito que hasta aquí han alcanzado esos conspiradores, y particularmente la Masonería, se debe no sólo al hecho de que poseen una indiscutible capacidad para articularse y conspirar, sino también a su lúcido conocimiento de lo que es la esencia profunda de la Revolución, y de cómo utilizar las leyes naturales —hablamos de las de la política, de la sociología, de la psicología, del arte, de la economía, etc.— para hacer progresar la realización de sus planes.

En este sentido los agentes del caos y de la subversión hacen como el científico, que en vez de actuar por sí solo, estudia y pone en acción las fuerzas, mil veces más poderosas, de la naturaleza.
Es lo que, además de explicar en gran parte el éxito de la Revolución, constituye una importante indicación para los soldados de la Contra-Revolución.

Plinio Corrêa de Oliveira, Revolución y Contra-Revolución, Parte I, cap. VI.

Puede leerse el libro en línea en el siguiente enlace: Revolución y Contra-Revolución


[1] Cfr. LEÓN XIII, Encíclica Quod Apostolici Muneris, 28-XII-1878, Bonne Presse, París, vol. I, p. 28.

[2] Cfr. Parte I, cap. IV.

[3] La palabra portuguesa requintar significa llevar algo a su más alto grado, a su extremo, a su exceso. No encontrando un equivalente suficientemente preciso en el castellano contemporáneo, preferimos conservar la expresión original.

[4] Cfr. Nº 1, § C, supra.

[5] Cfr. Parte II, cap. VIII, 2.

[6] Cfr. Parte I, cap. IX.

[7] Nota del editor: En 1960, cuando fue publicada la primera edición de este ensayo, sólo existía una Monarquía católica, el reino de Bélgica. En 1975 fue también instaurada la Monarquía en España.

[8] Carta al Presidente y miembros del Círculo San Ambrosio de Milán, 6-III-1873, apud I Papi e la Gioventù, Editora A.V.E., Roma, 1944, p. 36.

[9] Bonne Presse, París, vol. I, pp. 242 a 276.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Científicos crean luz de la 'nada'

“Se sabe que en el antiguo imperio babilónico, sus científicos conocían las fuerzas magnéticas y las sabían usar. Aparentemente ellos conocían algún medio para usar la electricidad que desconocemos, y que no era tan burdo como el nuestro, consiguiendo iluminar sus velas con un “fuego frío más brillante que la luna” lograban iluminar sus edificios y templos” (Taylor Caldwell).

Recién ahora parece que los científicos están aprendiendo a usar esa técnica, como nos señala esta noticia aparecida en RT:

Un grupo internacional de físicos dirigido por Chris Wilson de la Universidad Tecnológica de Chalmers en Gotemburgo, Suecia, realizó un experimento inusual en el que lograron obtener luz prácticamente de la 'nada'.

Los científicos explicaron que obtuvieron fotones de luz manipulando espejos en un espacio vacío absolutamente oscuro. Afirman que su experimento se convirtió en una comprobación bastante inusual de la teoría de la mecánica cuántica.

Según esta teoría, el vacío absoluto no existe. Si se crea un vacío ideal, quitando toda la materia y la radiación electromagnética, estaría lleno de partículas y antipartículas que van apareciendo constantemente pero duran tan poco tiempo que prácticamente no se las puede registrar. Y lo que es aún más extraño, estas partículas pueden tener un efecto en el mundo real.

Aunque los investigadores todavía no han comprobado experimentalmente si estas partículas, que por efímeras se consideran virtuales, realmente existen. En teoría, comprobar su existencia se podría hacer utilizando el efecto dinámico de Casimir, que supone la generación de pares de fotones a partir del vacío cuántico inducido por un cuerpo en movimiento acelerado.

Entonces, utilizando un espejo que se mueve a una velocidad cercana a la de luz, su energía de movimiento se sumaría a la de los fotones virtuales hasta convertirlos en reales, luego de lo cual el espejo podría reflejar una irradiación en forma de un rayo de luz real.

Pero como no se pueden mover espejos reales a tan alta velocidad, los científicos utilizaron sensores especiales para campos magnéticos. Al hacer vibrar el campo electromagnético, se simuló el movimiento del espejo. En este momento los fotones de luz surgían “de la nada” y eran registrados por estos sensores. Para distinguir los fotones de luz de otros fotones térmicos que se surgían a lo largo del experimento, este fue realizado a temperaturas muy bajas.

Los autores del descubrimiento explican que si se logre comprobar con otros experimentos que este proceso es posible, el hallazgo podría hacer una revolución en los rubros energéticos y otros sectores.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Sin la oración es imposible la salvación

“Rezad, rezad y no dejéis jamás de rezar; porque si rezáis, será cierta vuestra salvación; pero si dejáis de rezar, será cierta vuestra condenación”

San Alfonso de Ligorio, Doctor de la Iglesia

domingo, 13 de noviembre de 2011

Las tres profundidades de la Revolución: en las tendencias, en las ideas, en los hechos

1. LA REVOLUCIÓN EN LAS TENDENCIAS

Como vimos, esta Revolución es un proceso compuesto de etapas, y tiene su origen último en determinadas tendencias desordenadas que le sirven de alma y de fuerza propulsora más íntima[1]. Así, podemos también distinguir en la Revolución tres profundidades, que cronológicamente hasta cierto punto se interpenetran.

La primera, es decir, la más profunda, consiste en una crisis en las tendencias. Esas tendencias desordenadas por su propia naturaleza luchan por realizarse, no conformándose ya con todo un orden de cosas que les es contrario; comienzan por modificar las mentalidades, los modos de ser, las expresiones artísticas y las costumbres, sin tocar al principio, de modo directo —habitualmente, por lo menos— las ideas.

2. LA REVOLUCIÓN EN LAS IDEAS

De esas capas profundas, la crisis pasa al terreno ideológico. En efecto —como Paul Bourget lo puso en evidencia en su célebre obra Le Démon de Midi— “es necesario vivir como se piensa, so pena de, tarde o temprano, acabar por pensar como se vive” [2]. Así, inspiradas por el desarreglo de las tendencias profundas, irrumpen nuevas doctrinas. Ellas procuran a veces, al principio, un modus vivendi con las antiguas, y se expresan de tal manera que mantienen con éstas un simulacro de armonía, el cual habitualmente no tarda en romperse en lucha declarada.

3. LA REVOLUCIÓN EN LOS HECHOS

Esa transformación de las ideas se extiende, a su vez, al terreno de los hechos, donde pasa a operar, por medios cruentos o incruentos, la transformación de las instituciones, de las leyes y de las costumbres, tanto en la esfera religiosa cuanto en la sociedad temporal. Es una tercera crisis, ya enteramente en el orden de los hechos.

4. OBSERVACIONES DIVERSAS

A. Las profundidades de la Revolución no se identifican con etapas cronológicas
Esas profundidades son, de algún modo, escalonadas. Pero un análisis atento pone en evidencia que las operaciones que la Revolución realiza en ellas de tal modo se interpenetran en el tiempo, que esas diversas profundidades no pueden ser vistas como otras tantas unidades cronológicas distintas.

B. Nitidez de las tres profundidades de la Revolución

Esas tres profundidades no siempre se diferencian nítidamente unas de las otras. El grado de nitidez varía mucho de un caso concreto a otro.

C. El proceso revolucionario no es incoercible
El caminar de un pueblo a través de esas varias profundidades no es incoercible, de tal manera que, dado el primer paso, llegue necesariamente hasta el último y resbale hacia la profundidad siguiente. Por el contrario, el libre arbitrio humano, coadyuvado por la gracia, puede vencer cualquier crisis, como puede detener y vencer la propia Revolución.

Describiendo esos aspectos, hacemos como un médico que describe la evolución completa de una enfermedad hasta la muerte, sin pretender con ello que la enfermedad sea incurable.

Plinio Corrêa de Oliveira, Revolución y Contra-Revolución

Puede leerse el libro en línea en el siguiente enlace: Revolución y Contra-Revolución


[1] Cfr. Parte I, cap. III, 5.

[2] PAUL BOURGET, Le Démon de Midi, Plon, París, 1914, vol. II, p. 375.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Un cambio de giro en Italia provocaría un colapso en la UE

Italia ha tomado un lugar central en la crisis europea y ha desplazado a Grecia por la aplastante carga de su deuda que pone en riesgo el futuro de la región.

La deuda de la tercera economía de Europa es de 1,9 billones de euros y puede generar problemas tan grandes que no se aliviarían con la reestructuración económica, por lo que su salida de la zona euro podría ser inevitable, dice el economista estadounidense Nouriel Roubini, conocido como 'Dr. Doom' (literalmente, 'Doctor Perdición') por sus acertadas predicciones sobre la crisis financiera del 2008.

Dado que la economía italiana es muy grande, otras naciones europeas podrían ayudarla a mantenerse en la eurozona, pero sus fundamentos económicos no mejorarán sólo con la reestructuración de su deuda.

"Teniendo en cuenta que es demasiado grande para quebrarla y también demasiado grande para salvarla, esto podría llevar a una reestructuración forzosa de su deuda pública", escribe el economista más influyente del mundo en The Financial Times.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Luchar contra el Nuevo Orden Mundial sin volverse cómplice

Es posible que EE.UU. se esté convirtiendo en una especie de laboratorio de la Revolución mundial, algo parecido con lo que los agentes de la Revolución hicieron con Francia en el siglo XVIII. Ellos eligen un país que sea emblemático y a la vez influyente, y prueban en él los diferentes ingredientes para realizar una revolución, que de tener éxito, podrá ser exportada después al resto del mundo. Así fue con la Revolución Francesa, Francia fue el laboratorio y con el éxito obtenido en Francia aprendieron las técnicas revolucionarias que luego exportaron a los otros países haciendo que la Revolución Francesa se expandiera a todo el mundo. Si en EE.UU. ellos logran imponer un sistema totalitario, convirtiéndolo en un Estado policial, fácilmente podrán después exportar y repetir el mismo experimento a todos los países. Con eso, el Nuevo Orden Mundial, la República Universal gobernada por una sola autoridad política será una realidad, a menos que las personas comiencen a tomar consciencia del peligro y actúen en consecuencia.


martes, 8 de noviembre de 2011

En la bruma del hielo

In the Mist of Ice from Felipe Rojas on Vimeo. Video en HD, ponga pantalla completa para apreciar mejor.

El robot ASIMO gana agilidad y ya toma decisiones además de hacer el signo de los illuminati

El último modelo del robot ASIMO, recientemente presentado en Japón por la compañía Honda, ahora puede correr bastante rápido, balancearse en superficies irregulares, saltar sobre un pie y hasta servir bebidas.





Articulo completo en: http://actualidad.rt.com/ciencia_y_tecnica/electronica_tecnologia/issue_32139.html


Quienes no tengan el amor por la verdad serán engañados por el anticristo y sus agentes

Es lo que nos advierte el apóstol San Pablo en la segunda carta a los tesalonicenses:

Que nadie en modo alguno os engañe, porque antes ha de venir la apostasía y ha de manifestarse el hombre de la iniquidad, el hijo de perdición (…) Porque el misterio de iniquidad está ya en acción.

La venida del inicuo irá acompañada del poder de Satanás, de todo género de milagros, señales y prodigios engañosos, y de seducciones de iniquidad para los destinados a la perdición por no haber recibido el amor de la verdad que los salvaría.

Por eso Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira y sean condenados cuantos, no creyendo en la verdad, se complacen en la iniquidad”.

Muchos son los que odian la verdad o no quieren saber de la verdad. Ellos odian a nuestro Señor Jesucristo, quien dijo de sí: “Yo soy la Verdad”. De esto es lo que hizo alarde Lady Gaga en su gira Monster Ball en 2009-2010.

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