martes, 19 de noviembre de 2013

Por sus frutos los conoceréis

Mea Maxima Culpa - El silencio en la casa de Dios

La película documental completa acerca de los abusos sexuales por sacerdotes de la falsa Iglesia nacida del Concilio Vaticano II. Muchos abusos se cometieron antes del Concilio Vaticano II, pero ello ya era un indicio de la apostasía que se estaba gestando dentro de las estructuras de la Iglesia. Después del Concilio Vaticano II, los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes se multiplicaron exponencialmente.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

Una prueba de la existencia de Dios

Este es un video interesante que presenta, bajo una perspectiva diferente y científica una prueba de la existencia de un ser creador de todo cuanto existe y lo más perfecto que se pueda concebir, que es justamente lo que entendemos por Dios. Obviamente esta es una demostración desvinculada del dogma católico, pero queda en evidencia, una vez más, que entre la ciencia y la religión (la verdadera religión que es la católica) no hay ni puede haber conflicto o contradicción, lo cual es exactamente lo que afirma el dogma católico.

lunes, 21 de octubre de 2013

La bondad y el celo de un alma apostólica

San Pío X cuando era obispo de Mantua
“Un sacerdote, a quien conocí mucho, llegaba a su primera parroquia. Creyó suyo visitar a cada familia. Judíos, protestantes y aun los mismos francmasones no fueron excluidos, y anunció desde el púlpito que cada año renovaría la visita. Esto produjo gran emoción entre sus colegas, que se quejaron al obispo. Este llama inmediatamente al acusado y le amonesta seriamente. “Monseñor, respondió con humildad el cura: Jesús en su Evangelio ordena al pastor conducir al rebaño todas las ovejas, oportet illas adducere. ¿Cómo conseguir esto si no se va en busca suya? Por otra parte, yo no transijo jamás sobre los principios doctrinales y me limito a manifestar mi solicitud y mi caridad a todas las almas, aun a las descarriadas, que el Señor me ha confiado. He anunciado públicamente esas visitas desde el púlpito; si vuestro deseo formal es de que no las haga, dignaos darme la prohibición por escrito, a fin de que se sepa que no hago con ello más que someterme a vuestras órdenes”. Conmovido por la precisión y entereza de este lenguaje, el obispo no insistió más. El tiempo, por lo demás, dio la razón a este sacerdote, quien tuvo el consuelo de convertir a algunos de aquellos descarriados e indujo a los demás a que profesaran gran respeto a nuestra religión. El humilde párroco ha llegado a ser, por voluntad del Señor, el Papa que os da, amado hijo, esta lección de caridad. Manteneos, pues, firmes sobre los principios, pero que vuestra caridad se extienda a todos los hombres, aunque entre ellas halla enemigos encarnizados de la Iglesia”*

Al centro, San Pío X cuando era cardenal patriarca de Venecia

Estas palabras son del mismo Papa San Pío X contando un hecho de su propia vida, citadas por Dom Chautard en su magnífica obra El Alma de Todo Apostolado, parte IV, cap. IV.

martes, 8 de octubre de 2013

El antipapa Francisco practica el judaísmo



Los argumentos que prueban que un hereje no puede ser Papa véalos haciendo clic aquí

Para las respuestas a las objeciones más comunes contra el sedevacantismo, haga clic aquí

jueves, 3 de octubre de 2013

Plínio Corrêa de Oliveira, un hombre de Fe, de pensamiento y de acción

Hace dieciocho años, un día 3 de octubre, falleció en São Paulo, Brasil, el inspirador de la vasta familia de almas de las TFP y organizaciones afines. Recordamos con emoción la lucha de más de 60 años llevada a cabo por este insigne pensador.


Según las palabras de un comentador de prensa en los días que siguieron a su deceso, “pasó toda su vida entre la ofensiva y la defensa”. Cuando todo el mundo estaba subyugado por el nazismo, el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira sensibilizaba a los lectores del periódico oficioso de la arquidiócesis de São Paulo sobre la oposición frontal de este movimiento en plena ascensión y la doctrina de la Iglesia católica. Cuando casi nadie en Occidente osaba levantarse contra el comunismo, él lo denunciaba regularmente en sus manifiestos y campañas de opinión pública.

Le agradecemos sobre todo, y una vez más, en de que todos los miembros de esas entidades son hoy hijos de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana, su título de gloria y su única ambición.

Plinio Corrêa de Oliveira nació en São Paulo en 1908. Desciende de estirpes tradicionales de los Estados de Pernambuco, de donde procedía su padre, el abogado João Paulo Correa de Oliveira – y de São Paulo – el más importante Estado brasileño – de donde era su madre, Doña Lucilia Ribeiro dos Santos Correa de Oliveira.

Hizo sus estudios secundarios en el colegio San Luis, de los PP. jesuitas de São Paulo, y se diplomó en 1930 en Ciencias Jurídicas y Sociales en la famosa Facultad de Derecho de la misma ciudad. Desde muy joven despertó su interés el análisis filosófico y religioso de la crisis contemporánea, de su génesis y de sus consecuencias. En 1928 ingresó en el ya pujante movimiento de jóvenes de las Congregaciones Marianas de São Paulo. En poco tiempo se convirtió en su principal líder a nivel nacional, destacándose por sus dotes como orador, conferenciante y hombre de acción.

En 1933 participó activamente en la organización de la Liga Electoral Católica (LEC), por la cual fue elegido para la Asamblea Federal Constituyente, resultando ser el diputado más joven y más votado de todo el país. Actuó en aquella Cámara como uno de los principales líderes del grupo parlamentario católico.

Al cesar su mandato se dedicó al magisterio universitario. Asumió la Cátedra de Historia de la Civilización en el Colegio Universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo, y más tarde pasó a ser Catedrático de Historia Moderna y Contemporánea en las Facultades de Filosofía, Ciencias y Letras São Bento y Sedes Sapientiæ de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo. Fue el primer presidente de la Junta Arquidiocesana de la Acción Católica de São Paulo, así como Director del semanario católico “O Legionario” (1935- 1947), el cual ocupó un lugar de inigualable relieve en la prensa católica brasileña. En 1951 pasó a colaborar en la prestigiosa revista mensual de cultura “Catolicismo”, que se ha convertido en uno de los polos de pensamiento de la prensa católica en Brasil. También colaboró asiduamente entre los años 1968 y 1990 en la “Folha de São Paulo”, el diario de mayor circulación en el estado del mismo nombre.

El profesor Plinio Corrêa de Oliveira es, además, autor de catorce libros. Entre ellos se destacan:

En Defensa de Acción Católica (1943), con prefacio del entonces Nuncio Apostólico en Brasil, Mons. Aloisio Massella, más tarde elevado a Cardenal camarlengo de la Santa Iglesia. La obra es un agudo análisis de los primeros pasos de la infiltración progresista e izquierdista en Acción Católica. Recibió una calurosa carta de elogio, escrita en nombre de Pío XII por Mons. I. B. Montini, entonces sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede y más tarde Pablo VI.

Revolución y Contra-Revolución (1959). Exposición de carácter histórico, filosófico y sociológico de la crisis de Occidente, desde el Humanismo, el Renacimiento y el protestantismo hasta nuestros días. Esta obra establece la relación causa-efecto entre los mencionados movimientos y la Revolución Francesa de 1789, la Revolución Rusa de 1917 y las transformaciones por las que han venido pasando hasta hoy el mundo soviético y occidental. De Revolución y Contra-Revolución se han publicado cuatro ediciones en portugués, siete en español, tres en italiano, dos en inglés y dos en francés. Es el libro de cabecera de todos los socios y cooperadores de las TFPs y bureaux TFP. (Bajar)

Acuerdo con el régimen comunista: para la Iglesia, ¿esperanza o autodemolición? (1963). Demuestra la ilicitud de que la Iglesia coexista con un Gobierno que, aun reconociéndole libertad de culto, le prohíba enseñar que no es lícito abolir la propiedad privada. La obra fue objeto de una carta de elogio de la Sagrada Congregación de los Seminarios y Universidades, firmada por el Cardenal Giuseppe Pizzardo, Prefecto de dicho Dicasterio Romano. Este alto órgano de la Santa Sede declara en su misiva que la doctrina expuesta por el autor es “eco fidelísimo” de las enseñanzas pontificias. Han sido publicadas treinta y seis ediciones de este libro, traducido al alemán, español, francés, húngaro, inglés, italiano y polaco, y transcrito íntegramente por treinta y ocho periódicos o revistas de trece países.

Tribalismo indígena, ideal comuno-misional para el Brasil del siglo XXI (1977). Denuncia una nueva embestida progresista en Brasil: la neo-misionología comuno-estructuralista, y prevé con quince años de antelación las principales doctrinas y tendencias comuno-ecologistas manifestadas en la ECO’92 de Río de Ianeiro.

El socialismo autogestionario frente al comunismo: ¿es una barrera o una cabeza de puente? (1981). Amplia exposición y análisis crítico del programa autogestionario de Mitterrand, entonces recién elegido Presidente de la República Francesa. Este trabajo – asumido y divulgado en nombre propio por las trece TFPs que entonces existían – fue impreso íntegro en cuarenta y cinco diarios de gran circulación de diecinueve países de América, Europa y Oceanía. Un denso resumen del mismo fue publicado en cuarenta y nueve países de los cinco continentes, en trece idiomas. De este modo, la difusión del manifiesto alcanzó una tirada total de treinta y tres millones y medio de ejemplares.

De entre las demás obras del profesor Plinio Corrêa de Oliveira es indispensable mencionar el conocido manifiesto Comunismo y anticomunismo en el umbral de la última década de este milenio (1990), publicado en cincuenta y ocho periódicos de diecinueve naciones. El documento constituye una impresionante interpelación histórica a todos aquellos que, en Oriente y Occidente, contribuyeron para colocar y mantener aun gran conjunto de naciones en una situación de profundo oprobio, así como a aquellos que pretendieron empeñadamente conducir a sus respectivas patrias a un terrible cautiverio como el implantado en Rusia, China y sus satélites.

Nobleza y élites tradicionales análogas

Nobleza y élites tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la nobleza romana (1993) es la última obra escrita por el Profesor Corrêa de Oliveira. Comentaron las enseñanzas del recordado pontífice sobre el rol indispensable de la nobleza y de las élites en la sociedad. Subraya la influencia irremplazable, en el mundo convulsionado de hoy, de las diferentes elites tradicionales así como los valores religiosos y culturales que ellas tienen al servicio del bien común. Este libro, inicialmente editado en Francia, España, Estados Unidos, Italia y Portugal, ha recibido varias cartas de elogio, entre las cuales clase cuatro cardenales, de dos eminentes teólogos y de un peronista universalmente conocido.

* * *

Como intelectual, además de maestro de doctrina contrarrevolucionaria de todas las TFPs y entidades análogas, ocupa el profesor Plinio Corrêa de Oliveira un lugar de innegable destaque en el panorama internacional como líder y orientador, en nuestra época de realizaciones y de crisis, de aprensiones y de catástrofes.

En el plano de la acción, su obra es la fundación ‒ocurrida en São Paulo en 1960‒ y la dirección de la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP). En 1980, el Consejo Nacional de la TFP lo declaró presidente vitalicio de la misma. Su ensayo Revolución y Contra-Revolución inspiró la fundación de TFPs y bureaux TFP en veinticuatro países. Son éstas entidades hermanas y autónomas entre sí.

Fuente: AcciónFamilia

lunes, 16 de septiembre de 2013

Elegancia y destreza venciendo a la fuerza y a la materia (video)

Plinio Corrêa de Oliveira,
“Catolicismo”, Nº 117, Septiembre de 1960

Un noble polaco, el Conde S. K. Potocki (1752-1821) participaba en una cacería en tierras del rey de Nápoles, cuando le mostraron un caballo considerado indomable. El Conde, de inmediato, se quitó la casaca y montó el bravo animal, el cual se dejó subyugar por él. David, el conocido pintor francés, representó la escena en el momento en que Potocki daba por consumada su victoria.


El caballo, dotado de una musculatura admirable y lleno de una estupenda vitalidad, parece espumar aún bajo el yugo del caballero. Este, aunque casi dando la impresión de fragilidad en relación a la cabalgadura, se mantiene sereno, elegante, enteramente señor de sí y del animal, y saluda a los que aplauden su triunfo.

Símbolo admirable de la victoria del espíritu sobre la materia, del hombre sobre lo bruto.

* * *

¡Qué bello tema de meditación para los hombres de una época como la nuestra, que tan frecuentemente se deja dominar, ya no por lo animal, sino por algo que en el orden de los seres es muy inferior, esto es, por la máquina!

lunes, 9 de septiembre de 2013

La pobreza cristiana en las enseñanzas de un Santo

En 1858, con sólo 23 años de edad, el seminarista Giuseppe Melchiore Sarto, futuro San Pío X, fue ordenado sacerdote y designando para la parroquia de Tombolo, de 1500 almas, en el distrito Trentino, en Italia.

Mientras ejercía su munus sacerdotal en esa parroquia, falleció una señora rica, gran bienhechora de la iglesia Isabel Viani, cuyo elogio fúnebre fue hecho por el Padre Sarto.

La fisonomía inocente y pura que se conserva a lo largo de los años,
crece en fuerza y determinación. Es la verdadera suma de las edades.
El concepto de pobreza evangélica enunciado por el futuro Santo en ese sermón es particularmente digno de nota como reflejo auténtico de la doctrina de la Iglesia. No pudiendo transcribir aquí en su íntegra su bello panegírico, me limito a la parte en que trata del concepto de la probreza cristiana. Nótese que la señora fallecida era muy rica. Los subrayados son míos.

* * *

“Y no extrañéis, Señores, si os afirmo que ella fue pobre (…). En medio de tantas especies de pobreza que vemos sobre la Tierra, no hay sino una digna de los carismas celestes, capaz de conquistar la estima y el amor de las almas virtuosas y perfectas.

“No pretendo aquí comentar aquella necesaria e inevitable falta de bienes a que son condenados todos los que nacen en familias necesitadas, en las cuales faltan todos los medios para mejorar su estado. Esas, para ser dignas de alabanza, deben con paciencia transformar en virtud la inevitable necesidad.

“No hablo tampoco de aquellos que vemos errar por las calles y que, debajo de sus harapos de pobres, esconden riquezas de deseos.

“Hablo sí de aquellos que siguen la ley del espíritu y de la verdad, que no exige el sacrificio material y efectivo de sus bienes. Hablo sí de aquellos que, en la abundancia de todas las cosas, renuncian moralmente con el afecto y con la voluntad a cuantos bienes puede ofrecer la Tierra.

“Esta es la pobreza que tiene origen en los ejemplos y en la doctrina de Jesucristo. Pobreza que, en el Sermón de la Montaña, obtuvo, entre las bienaventuranzas, el primer lugar y las primeras honras (*).

“Pobreza que, con su gracioso aspecto, supo cautivar la gran alma de Isabel Viani, que durante toda su vida no tuvo un solo acto de complacencia, y diré mejor, una sola mirada para su grandeza terrena” (D. Fray Vitorino Facchinetti, O.F.M, Pío X, Editora Vozes, Petrópolis, 1945, p. 73).

(*) El Padre Sarto se refiere aquí a la bienaventuranza expresada en el Evangelio de San Mateo (5,3): “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.


sábado, 10 de agosto de 2013

Las clases sociales – 3ª Parte



 Plinio Corrêa de Oliveira

El coraje equilibrado del caballero medieval

Otra clase en la sociedad medieval, además del clero, era la clase militar. Tenía la obligación de derramar su sangre por la defensa de la sociedad. En esa época, la gente no entendía la clase militar como una carrera, como cualquier otra, como a menudo lo hacemos hoy. En la Edad Media hubo una diferencia muy marcada entre los que tomaban las armas como una vocación de proteger a la sociedad y los mercenarios que vendían su sangre al Estado por dinero.

La fidelidad de las tropas mercenarias

  Las tropas mercenarias siempre existieron en la Edad Media. Eran hombres que amaban la guerra, que se sentían incómodos fuera del peligro de la guerra. Por esta razón, cuando su país estaba en paz ellos podrían anunciar: “Somos 400 suizos, o 500 alemanes, o 300 italianos, que estamos dispuestos a vender nuestro servicio de guerrear a un señor para entrar en cualquier guerra que él escoja”.

Caballeros en un vitral en la Sainte Chapelle
Entonces, un príncipe que necesitaba soldados podía contratar esas tropas para que fueran a pelear para él. La palabra mercenario no tenía un sentido peyorativo. Ellos eran hombres a los que les gustaba pelear; eran contratados por quienes no les gustaba pelear y estaban dispuestos a pagarles para que lucharan por ellos.

Cuando los pueblos pacíficos se daban cuenta de que tendrían que entrar en una guerra, ellos contrataban mercenarios para proteger sus ciudades o sus fronteras contra los enemigos que los amenazan. En la Edad Media, las tropas mercenarias eran muy fieles a sus amos. No fue sino hasta el Renacimiento que se hizo más frecuente que los mercenarios se cambiaran de bando; pero en la Edad Media, ellos combatían con fidelidad.

Encontramos un ejemplo posterior de la fidelidad medieval de uno de esos cuerpos cuando cayó la monarquía francesa. En aquella ocasión, los soldados mercenarios suizos lucharon hasta el final para el rey Luis XVI en 1792 cuando los revolucionarios tomaron por asalto el Palacio de las Tullerías en París. Ellos fueron los últimos en permanecer fieles al rey, luchando contra la Revolución hasta el punto de que todos ellos murieron por el rey.

Este monumento rinde homenaje a la lealtad
y valentía de los guardias suizos
que murieron defendiendo al rey Luis XVI
Hoy en día hay un Monumento del León en Lucerna, Suiza, en conmemoración de ese acontecimiento heroico. En una concavidad tallada en un acantilado de una de las montañas suizas hay un león herido de muerte con un pie sosteniendo un escudo con la flor de lis. Detrás de él, hay otro escudo con el escudo de armas de Suiza. La inscripción de arriba dice: “A la lealtad y valentía de los suizos” [Helvetiorum fidei ac Virtuti]; debajo del león están los nombres de los oficiales suizos que dieron sus vidas y el número de los soldados suizos que murieron, que suman 760.

Es un homenaje del pueblo suizo a esas tropas mercenarias que lucharon con gran fidelidad por el rey francés.

El último vestigio de una tropa mercenaria de hoy es la Guardia Suiza del Papa. Todo el mundo sabe que los miembros de la Guardia Suiza pontificia son soldados de Suiza. Ellos van a Roma para ser guardias del Vaticano, reciben un salario determinado, y sirven muy bien.

Con esos ejemplos, podemos ver que la ocupación del soldado mercenario era honesta y respetable en la Edad Media.

El coraje del guerrero medieval

Muy diferente era la clase militar real del país. Un militar medieval era un hombre que renunciaba en favor del bien común a todo lo bueno que la vida puede ofrecer. Considero que la Edad Media fue la época más combativa de la historia, el período que produjo el mayor número de grandes guerreros, hombres de gran valor, la época en que más se glorificó el coraje. Es curioso ver que esa época estaba muy consciente de lo que es más pungente y dramático en el medio militar para quienes se entregaban en cuerpo y alma al combate.

Detrás de esta actitud se expone toda la teoría católica de la valentía.

Una vez un sacerdote alemán me describió cómo Hitler seleccionaba a los hombres para que sirvieran en sus tropas de asalto de elite superior. Él colocaba todo tipo de obstáculos en una enorme pista de carreras y había un número de jóvenes que pasaban por ella. Había todo tipo de obstáculos: fuego, charcos, torres, agujeros y muchas otras cosas difíciles de superar. Cuando un joven recorría sin titubear todos los obstáculos y los conquistaba, esta era una prueba de que él era lo suficientemente bueno para pertenecer a ese cuerpo de asalto. Pero si el joven se detenía a pensar antes de seguir pasar por un obstáculo, aunque después él conseguía realmente pasar por ellos, él no lo consideraba lo suficientemente valiente para ese cuerpo.

Las estatuas de caballeros medievales expresan
su estabilidad y coraje viril
La concepción del coraje detrás de esas pruebas es errónea, totalmente basada en los impulsos. El sacerdote alemán que me contó esto, por cierto, observó claramente este defecto. El coraje no consiste en saltar hacia el peligro sin pensar en él. El coraje consiste en la evaluación completa del peligro y, a continuación, decidir enfrentarlo con un acto deliberado de la voluntad.

El ejemplo perfecto de esto es Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto de los Olivos. Cristo es el modelo, el prototipo del heroísmo. En el Huerto de los Olivos, Él no asumió la actitud de un hombre impulsivo; ello no estaría acorde con su infinita santidad.

Él midió todas las penas y dolores que sufriría; Él tuvo tanto miedo de los sufrimientos que llegó a sudar sangre. Pero, a pesar de esa repulsión, porque era su deber hacer frente a esos sufrimientos para cumplir la misión que el Padre Eterno le había encomendado, Él lo enfrentó todo, Él llevó su cruz hasta la cima del Calvario, permitió ser crucificado y murió. Ello fue un acto deliberado de la voluntad de gobernar sus acciones.

El caballero católico medieval era un hombre que tenía esta concepción del valor. Estaba plenamente consciente del peligro que enfrentaba. La literatura medieval nos describe muchas manifestaciones de la tristeza del caballero que iba a la guerra. Él lloraba cuando se despedía de su familia. A menudo, su familia lo seguía por un tramo determinado de la carretera. Luego, en el último adiós, ellos se prometían rezar por los demás en un momento determinado del día.

En estas descripciones se comprende el profundo sentido de los peligros que ellos tenían que enfrentar —el riesgo de muerte, de ser herido, de caer prisionero en manos del enemigo, etc.— así como el dolor de la separación. El caballero medieval sufría esto. Hoy en día, de acuerdo con un modelo pagano en moda, un hombre debe ser insensible frente a cualquier sentimiento: si llegara a perder a su padre, madre o hijo, él debe permanecer insensible, sin emoción. En la Edad Media, esta actitud sería considerada estúpida.

El caballero medieval tenía sentimientos y sufría cuando ellos eran heridos. El hombre naturalmente tiene emociones y es normal expresarlas. Por lo tanto, a veces esos caballeros eran lo suficientemente valientes como para partir a un turco en dos o abrirse camino en una ciudad por sí solo para llegar a la mezquita sólo para tener el placer de ser el primero en destruir el culto a Mahoma. En otras ocasiones, uno de esos mismos hombres podía ser tocado por la situación de una viuda y llorar abundantemente. ¿Cómo se pueden explicar estos sentimientos aparentemente opuestos?

El equilibrio interno de un hombre que enfrenta el dolor y el peligro era diferente de lo que es hoy: era un equilibrio muy católico. El caballero medieval estaba familiarizado con la idea del deber. A pesar que tenía una idea clara de los riesgos de la guerra, él tenía motivaciones sobrenaturales —deducidas de la fe y la revelación católica— que lo llevaban a correr esos riesgos. Por estas razones él se expondría al combate y a la lucha.

Continuará. La siguiente publicación de esta serie se titula: La condición militar, alma de la nobleza medieval

Vea las publicaciones anteriores de esta serie haciendo clic aquí y aquí

Tomado de TIA

sábado, 27 de julio de 2013

Las clases sociales – 2ª Parte

Plinio Corrêa de Oliveira

Deberes y privilegios del clero

El Papa Pío XII les preguntó los hombres de cultura y estadistas —como vimos al final del último artículo— para estudiar cómo las diferentes funciones deberían estar distribuidas en el cuerpo político para tener un gobierno justo y sabio.

Yo creo que si analizamos cómo la sociedad medieval resolvió esta cuestión, encontraremos elementos importantes que nos ayudarán a resolver este problema en la actualidad y en el futuro.

El clero constituía la primera clase social en la Edad Media y desempeñaba
el rol de orientar a los caballeros, nobles y el pueblo para alcanzar
su fin último superior a todos los demás fines: la salvación eterna
La idea básica que prevaleció en Europa durante la Edad Media era que todos los hombres fueron creados iguales por Dios. Ellos son, por lo tanto, iguales por naturaleza. Por esta razón, ante el Estado cada uno tiene los derechos inherentes a la naturaleza humana, igual para todos.

Por lo tanto, un hombre tiene el derecho a la vida y a la propiedad privada, un cierto derecho a la libertad individual, el derecho a la dignidad personal, las condiciones para una buena salud, etc. Dado que estos derechos se derivan de la naturaleza humana, que pertenece a todos los hombres, es natural que el Estado deba proteger estos derechos por igual para todos los ciudadanos.

Sucede, sin embargo, que además de estos derechos esenciales, los hombres también tienen otros derechos que son accidentales. Son derechos que se originan en los accidentales en la naturaleza de cada hombre. Debido a sus cualidades, un hombre que es más inteligente o capaz, o un hombre más trabajador o virtuoso se eleva por encima del nivel común, y termina adquiriendo más derechos.

Por lo tanto, la verdadera justicia en la sociedad no consiste en tratar a todos por igual. Ciertamente, todos deben ser tratados de una manera en que se le garantice a cada uno los derechos esenciales debido a la persona humana. Entonces, más allá de esto, también la justicia consiste en dar más ventajas y más altos honores a que los que llevan el mayor peso de servir al bien público.

Desde esta perspectiva, en la Edad Media existía la noción generalmente aceptada de que había dos clases sociales deberían vivir principalmente para servir al bien común de la sociedad. En consecuencia, esas dos clases merecen una mayor participación en la dirección de los asuntos públicos. Esas clases eran el clero y la nobleza.

Los deberes y privilegios del clero

La primera de estas dos clases era el clero. Es evidente que en un país católico el clero debe ser la primera clase, ya que sus miembros recibieron el sacramento del orden instituido por nuestro Señor Jesucristo. Esta condición les da los elementos para cumplir con la misión divina de la distribución de las gracias necesarias para que los católicos alcancen la salvación eterna a través del ministerio de los sacramentos.

El rey San Luis IX junto al obispo en una procesión
pública llevando las reliquias a la Sainte Chapelle
Era la primera clase en honor porque la unción sacerdotal confiere al sacerdote una humana preeminencia. El sacerdote representa un puente entre los hombres y Dios. Por esta razón, en la sociedad medieval él era objeto de un especial respeto; él era visto como una personificación de la religión misma. El sacerdote también desempeñaba un papel en el Estado porque el Estado se entendía como una institución cuyo principal objetivo era glorificar a Dios, no como una cooperativa para supervisar los intereses financieros.

Cuando leemos los periódicos de hoy, vemos que los gobiernos están preocupados principalmente por la importación y exportación, en la forma de cómo hacer crecer los recursos fiscales, cómo generar fuentes internas de producción, en la forma de organizar los acuerdos comerciales con otros países, etc. La mayoría de los asuntos tratados hoy ya sea por los gobiernos o los individuos se refieren a la economía. Esta es una concepción materialista del gobierno, no tan diferente de la concepción marxista.

Sin lugar a dudas, según la Ley Natural, el Estado tiene que velar por el bien común temporal de sus ciudadanos, que incluye proporcionarles lo que necesitan para vivir bien, con dignidad y honor. Pero el Estado también tiene que ayudar a sus ciudadanos para mejorar su vida cultural y espiritual. En muchos sentidos, este último es el más noble deber del Estado para con sus ciudadanos.

Ahora bien, entre los beneficios espirituales que el Estado puede dar, el más importante es el de promover la vida virtuosa de sus ciudadanos de manera que sus vidas temporales estén orientadas hacia el logro de la salvación eterna.

El clero formó una elite reconocida por su virtud y conocimiento
Para alcanzar este fin, el Estado trabaja en su propio orden como una especie de elemento complementario a la Iglesia. La Iglesia enseña, gobierna y santifica las almas; el Estado ordena la vida temporal para que sea más fácil para sus ciudadanos alcanzar su meta de la salvación eterna. Dado que esta era la perspectiva del hombre medieval, se puede entender la razón por la que ninguna clase tenía el derecho a un predominio más alto que el que tenían los miembros que formaban las fuerzas que impulsan a los hombres a alcanzar la salvación eterna, la clase sacerdotal.

En la sociedad medieval, otro factor contribuyó a esta posición del clero. Las condiciones de la vida de un sacerdote naturalmente favorecían la práctica de la virtud. Como consecuencia secundaria, estas condiciones normalmente conducían al estudio y a la adquisición de conocimientos. Así, además de tener una misión divina, la clase sacerdotal también formó una élite en la sociedad que se caracterizaba por su virtud y conocimiento. La clase sacerdotal constituyó, por lo tanto, un elemento que proporcionaba una gran ayuda en el buen ordenamiento de la vida social.

Esta clase sobrellevaba deberes muy pesados​​:

§  Primero, el sacerdote renunciaba a su propia voluntad por un bien superior; cuando hacía sus votos, él decía que iba a ser siempre obediente a la voluntad de otro hombre, su superior.

§  Segundo, un miembro del clero tenía que renunciar a hacer una carrera o fortuna para dedicarse por entero a los intereses de la Iglesia.

§  Tercero, él renunciaba incluso al legítimo placer de constituir una familia para entregarse completamente al servicio de Dios.

§  Cuarto, él estaba obligado a oír confesiones, teniendo que escuchar todo problema o que llegaba hasta él, él tenía que aconsejar, corregir, reprender y absolver con lo mejor de su conocimiento.

Estos deberes hicieron del clero la clase más sacrificada de la sociedad. Por lo tanto, era normal que recibiera compensaciones. Es por eso que el clero también tenía una posición privilegiada en el cuerpo social.

Continuará. La siguiente publicación de esta serie se titula: El coraje equilibrado del caballero medieval

Vea la publicación anterior de esta serie haciendo clic aquí


Tomado de TIA

martes, 9 de julio de 2013

Más apostasía de Francisco y de la falsa Iglesia conciliar

Es un dogma de fe que sólo la religión católica es el único camino para la salvación.

Hechos 4, 12: “… en nombre de Jesucristo NazarenoEn ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre se nos ha dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos”.

Marcos 16, 15-16:Y les dijo (Jesús): Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado se salvará, más el que no creyere se condenará”.

En cambio, los antipapas del Vaticano II enseñan que todas las religiones son buenas y por eso las respetan y no intentan convertir a los acatólicos. Aquí tenemos a Francisco felicitando a los musulmanes por el inicio del Ramadán “con el deseo de abundantes frutos espirituales”. ¿Cómo una religión falsa, que no conduce al cielo, puede producir frutos espirituales? Esta es una manifestación de herejía y apostasía.

Vea el video haciendo clic aquí

Papa Gregorio XVI, Summo iugiter studio, # 6, 27 de mayo de 1832:
“Por lo tanto, ellos deben ser instruidos en la verdadera adoración de Dios, que es única a la religión católica”[1].

Papa San Gregorio Magno:
“La Santa Iglesia universal enseña que no es posible adorar verdaderamente a Dios excepto en ella…”[2].

Papa Clemente IV, Concilio de Vienne, 1311-1312:
“Es un insulto para el nombre santo y una desgracia para la fe cristiana que en ciertas partes del mundo se sometan a los príncipes cristianos donde viven los sarracenos [es decir, los seguidores del Islam, también llamados musulmanes], a veces separadamente, a veces mezclados con los cristianos, los sacerdotes sarracenos, comúnmente llamados zabazala, en sus templos o mezquitas, en las que los sarracenos se reúnen para adorar al infiel Mahoma, invocando cada día a ciertas horas en voz alta y ensalzando su nombre desde un lugar elevado… Esto acarrea un descrédito para nuestra fe y causa gran escándalo a los fieles. Estas prácticas no pueden ser toleradas sin disgustar a la majestad divina. Por lo tanto, con la aprobación del sagrado Concilio, Nos prohibimos estrictamente a partir de ahora esas prácticas en tierras cristianas. Ordenamos a los príncipes católicos, a todos y cada unoSe les prohíbe expresamente la invocación pública del nombre sacrílego de Mahoma… Aquellos que presuman actuar de otra manera serán castigados por los príncipes por su irreverencia, para que los otros puedan sentirse desalentados para un tal atrevimiento”[3].

Papa Eugenio IV, Concilio de Basilea, sesión 19, 7 de septiembre de 1434:
“… hay esperanza de que muchos de los de la abominable secta de Mahoma se convertirán a la fe católica”[4].



[1] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 231.
[2] The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740-1878), p. 230.
[3] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 380.
[4] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 479.

lunes, 8 de julio de 2013

La Iglesia del hombre – Parte II

ATAQUE CONTRA LA UNIDAD E INTEGRIDAD DE LA FE

Robert P. Banaugh, Ph.D.

Advertencia a nuestros lectores: el autor de este artículo no sostiene la postura sedevacantista que sostenemos nosotros. Al publicar su artículo, no pretendemos con ello darle la razón o dar a entender que creemos que su posición no-sedevacantista es una segunda posición que se pueda admitir, tan válida como la nuestra. Publicamos su artículo simplemente porque es útil para dar a los lectores más conocimiento y elementos de juicio para que lleguen a la conclusión de que esa Iglesia del Vaticano II no es y no puede ser la verdadera Iglesia Católica fundada por Cristo. Para conocer la respuesta a las objeciones más comunes en contra de la posición sedevacante, por favor haga clic aquí. Nos hemos permitido editar algunas pequeñas partes del original de este artículo que son  irrelevantes y/o erróneas.

En el artículo anterior vimos que el Concilio Vaticano II estableció una inversión fundamental en los objetivos de la Iglesia. A partir de entonces su objetivo sería la aspiración humanista de servir al hombre en la tierra, en lugar de la meta sobrenatural de ayudarle a alcanzar la salvación eterna. Este artículo trata acerca del ataque realizado contra la integridad y la unidad de la fe.

La Iglesia debe cambiar con los tiempos

Desde el momento de su creación hace más de 2000 años, una característica definitoria de la Iglesia Católica había sido la integridad y la unidad de su fe. Esta integridad y la unidad se debían en gran medida a que la fe estaba estructurada de una manera rigurosa. Ese método se perfeccionó y generó la filosofía escolástica de Santo Tomás de Aquino, que a su vez contribuyó a fortalecer la unidad de la fe.

La Iglesia se dirigió con seguridad y sólidamente
bajo la enseñanza de Santo Tomás
Sin embargo, a comienzos del siglo XIX, las filosofías del liberalismo, del modernismo y, en el siglo XX, del progresismo, alcanzaron influencia cada vez mayor entre los intelectuales. Lo que estas filosofías tienen en común es la idea de adaptar el catolicismo al mundo moderno, que a su vez acepta el principio de una evolución universal.

Pronto los modernistas, y luego los progresistas, defendieron que ninguna de las verdades de la Iglesia son permanentes y, por lo tanto, éstas debían cambiar con los tiempos. Los teólogos modernistas procedieron a desafiar tanto la fe católica tradicional como los ritos litúrgicos.

Las consecuencias de estos nuevos conceptos estaban tan en desacuerdo con la fe católica tradicional que, antes de 15 años después de la clausura del Concilio Vaticano II, era obvio para todos, incluso para los acatólicos, que la unidad e integridad de la fe estaban severamente fracturadas. Era como si la fe tradicional católica hubiese sido destrozada y abandonada.

Es más, menos de 20 años después de la clausura del concilio, los desastrosos efectos de los cambios en el bienestar eterno de las almas de los fieles se hizo tan evidente que el propio [antipapa] Juan Pablo II declaró:

Es necesario admitir de manera realista y con profunda y sentida sensibilidad que los cristianos hoy, en gran parte, se sienten perdidos, confundidos, perplejos y hasta desilusionados: fueron divulgadas pródigamente ideas que contrastan con la Verdad revelada y desde siempre enseñada; fueron difundidas verdaderas y propias herejías, en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones y rebeliones; se alteró incluso la Liturgia; sumergidos en el ‘relativismo’ intelectual y moral y por consiguiente en el permisivismo; los cristianos son tentados por el ateísmo, por el agnosticismo, por el iluminismo vagamente moralista, por un cristianismo sociológico, sin dogmas definidos y sin moral objetiva (7 de febrero de 1981, en una conferencia acerca de las “Misiones entre las poblaciones católicas”).

En 2003, casi un cuarto de siglo más tarde, el mismo Juan Pablo II admitió:

El tiempo en que vivimos parece ser una época aberrante donde muchos hombres y mujeres parecen desorientados” (Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, nº 7, DC nº 2296, 20 de julio de 2003, pp. 670-671).

Y, en el mismo discurso:

“Reina sobre Europa una ‘especie de agnosticismo práctico e indiferentismo religioso’ a tal grado que la cultura europea da la impresión de una ‘apostasía silenciosa’” (ibídem, pp. 671-672).

Advertencias de la Virgen María

Nuestra Señora se apareció en Lourdes para ayudar
 a la salvación de la humanidad 
A lo largo de la historia de la Iglesia, la Virgen María, en el papel de emisaria de Dios, se ha aparecido en la tierra para dar mensajes a varias personas. En reconocimiento de que la Iglesia necesitaría ayuda para enfrentar el más grave de los ataques, sus mensajes hablaban de estos ataques y crisis.

Por ejemplo, uno de esos graves ataques fue la acusación de que María, la Madre de Jesús, no fue inmaculadamente concebida [esto es, que la Virgen no había sido concebida sin pecado original]. Para ayudar al Papa en la defensa de la enseñanza de la Iglesia sobre la Inmaculada Concepción, en 1858 la Santísima Virgen se apareció a una simple, e inocente niña sin educación, Bernardita Soubirous en Lourdes, Francia.

La Santísima Virgen se reveló a Bernardita diciéndole: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Para darle credibilidad tanto a su mensaje como a su aparición, la Virgen le pidió a Bernardita que excavara en el suelo; cosa que ella hizo, ganándose el desprecio de la gente del pueblo que la observaba. Inmediatamente, sin embargo, comenzó a fluir agua desde ahí, y, finalmente, afloró un pequeño arroyo que pareció crecer convirtiéndose en un pequeño río cuya agua cuando se bañaba en ella o se bebíaha logrado miles de curaciones aparentemente imposibles de curar para los enfermos.

Los graves ataques a la fe católica tradicional que comenzaron en el siglo XX fueron advertidos por la Santísima Virgen varios siglos antes que comenzaran.

En Quito, Ecuador, el 2 de febrero de 1594, casi 400 años antes de la clausura del Concilio Vaticano II, laVirgen se apareció una serie de veces a la madre Mariana de Jesús Torres, una monja concepcionista del real Convento de la Inmaculada Concepción.

En su primera aparición, la Virgen le dijo a la monja que a finales del siglo XIX y durante una gran parte del siglo XX, aparecerían varias herejías, reinaría la impureza, se atacarían y profanarían los sacramentos, los sacerdotes se apegarían a las riquezas y placeres y las vocaciones se perderían.

En Quito Nuestra Señora advirtió de una gran crisis
en la Iglesia a partir del siglo XX
Una advertencia similar le fue dada al Papa León XIII el 25 de septiembre de 1888 [véanse más detalles pulsando aquí]. Al final de la celebración de la Misa, el Papa se asomó repentinamente pálido y tembloroso y dijo que escuchó una conversación en la que Satanás le pedía a Dios le concediera 75 a 100 años para destruir la Iglesia.

Otra advertencia fue dada a dos niños, Melanie Calvet y Maximino Giraud, el 19 de septiembre de 1886, en La Salette, Francia, en la que la Virgen les reveló que Roma perderá la fe y se convertiría en la sede del Anticristo y que la Iglesia sería eclipsada [véanse más detalles pulse aquí].

La característica esencial de todos los mensajes era su completo acuerdo con la finalidad para la que Jesús estableció la Iglesia y con los medios que Él le dio para lograr ese propósito.

Es fundamental tener en cuenta que una aparición de la Virgen es una manifestación directa de la voluntad de Dios, y por lo tanto, sus mensajes son mensajes que Dios quiso dar. Consecuentemente, estos mensajes constituyen una base válida para evaluar en qué grado los nuevos cambios que impuso el Concilio Vaticano II están de acuerdo o no con el propósito de Cristo para su Iglesia mediante la comparación de los numerosos cambios del Vaticano II en la fe y la liturgia.

Esta comparación mostrará rápidamente que muchas de las nuevas enseñanzas y acciones de la Iglesia conciliar están en oposición a las palabras de Jesús y de su Madre, y por lo tanto, están en contra de la finalidad para la que Jesús estableció su Iglesia. Es el objetivo de estos artículos proporcionar tales comparaciones y por lo tanto validar esta afirmación.

Cambios que no glorifican a Dios ni salvan las almas

Casi inmediatamente después de la clausura del concilio, la controversia surgió a raíz de los numerosos cambios, tanto en los ritos litúrgicos como en las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. Con el paso de los años la intensidad de la controversia se ha incrementado y ahora, casi medio siglo después de su término, se habla cada vez más de la necesidad de una reevaluación completa de las deliberaciones del concilio [para un conocimiento pormenorizado de las escandalosas herejías enseñadas por el apóstata Concilio Vaticano II pulse aquí].

Dado que es un dogma de fe un principio fundamental de la fe católica que el propósito de la Iglesia Católica es dar honor y gloria a Dios y salvar las almas, la verdadera medida de la aceptación de cualquier cambio en los ritos litúrgicos o en las enseñanzas tradicionales de la Iglesia debe ser el grado en que el cambio permite dar un mejor honor y gloria a Dios y favorezca mejor la salvación de las almas.

martes, 2 de julio de 2013

2 de julio: La Visitación de Nuestra Señora

Plinio Corrêa de Oliveira

La fiesta de la Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel está estrechamente relacionada con el cántico del Magníficat que ella cantó en esa ocasión. Voy a comentar el Magníficat como un homenaje en esta fiesta de Nuestra Señora.

Me parece que este cántico es una obra de arte de la lógica; que muestra cómo la lógica estuvo presente en el espíritu de la Virgen, incluso en momentos de gran alegría y entusiasmo. En sus palabras está presente una estructura racional que es verdaderamente impresionante.

La Visitación de Mariotto Albertinelli
Es interesante observar cómo ella decidió alabar primero la grandeza de Dios. Los otros atributos de Dios que ella menciona —sobre todo la misericordia y la justicia— están relacionados con su grandeza.

Es obvio que uno debe cantar alabanzas acerca de la misericordia de Dios, porque sin su misericordia no seríamos nada. Al mismo tiempo, no debemos apenas considerar únicamente la misericordia de Dios, al igual que no debemos centrarnos únicamente en su justicia. Es necesario que el espíritu esté volcado hacia los dos aspectos. Esto es lo que uno encuentra en el Magníficat.

Yo veo el Magníficat desde dos aspectos diferentes: en primer lugar, como un cántico completamente racional y estructurado; en segundo lugar, como un cántico en que la grandeza de Dios domina a través de la exaltación de su justicia y misericordia. La consecuencia es que el Magníficat refuta claramente una piedad sentimental que prevalece en muchos ambientes católicos.

Analicemos entonces los versos. Los dos primeros son los siguientes:

Mi alma engrandece al Señor;
y exulta de júbilo mi espíritu en Dios mi Salvador.

Aquí la Nuestra Señora manifiesta su enorme alegría. Y en seguida, ella explica las razones para ello:

Porque ha mirado la humildad de su esclava;
por eso todas las generaciones me llamarán bienaventurada.

Yo honro a Dios porque de una humilde esclava —ancillae sue en latín significa su esclava; ancilla era el femenino para servus que significa esclavo— Él hizo una reina, de quien todas las generaciones la llamarán bienaventurada. Esto ya es una glorificación de la grandeza de Dios.

Luego viene otra razón de su grandeza:

Porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, cuyo nombre es santo.

Él hizo grandes cosas con ella, y esas grandes cosas manifiestan su grandeza. Por esto también ella engrandece al Señor.

Las Horas del Duque de Berry
A continuación, ella invoca una razón más para su gloria:

Su misericordia se derramará de generación en generación sobre los que le temen.

Los Sres. pueden observar que ella invoca la misericordia de Dios para glorificar su grandeza. Él es muy bueno porque su continua misericordia hacia los hombres. Ella menciona solamente a los hombres que temen a Dios, es decir, aquellos que tienen temor reverencial por su grandeza, su santidad y su bondad.

El siguiente versículo presenta una razón más para ensalzar la grandeza de Dios:

Desplegó el poder de su brazo;
y dispersó a los que se engríen con los pensamientos de su corazón.

Libro de las Horas de Isabel la católica,
En este verso ella canta que Dios también es grande en su justicia. Él no sólo muestra misericordia a los que le temen, sino que también castiga a los que no lo hacen. Con respecto a este último, Él manifiesta su grandeza al castigarlos. Él es grande cuando muestra el poder de su brazo dispersando a los orgullosos. Así, inmediatamente después de que ella canta su misericordia, la Virgen manifiesta su entusiasmo por la ira de Dios.

Nótese cómo este cántico es equilibrado. Cómo alaba a Dios en sus diferentes y aparentemente contrarias cualidades. Obsérvese cómo estas palabras son diferentes de la lengua dulzona de piedad sentimental que sólo ve a Dios en uno de sus aspectos —la misericordia— sin tener en cuenta su justicia y grandeza.

Uno ve cómo el Magníficat está racionalmente estructurado. Es como la presentación de una tesis universitaria que presenta la tesis principal y luego da los argumentos necesarios punto por punto.

Las Horas del Duque de Berry
Nuestra Señora luego da otra razón para alabar la grandeza de Dios:

Derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes.

Obviamente, esta afirmación no significa que Dios depone a todos los poderosos que se sientan en tronos. No es la afirmación de que deben ser sustituidos por los humildes. De lo contrario, después de un tiempo, sería también necesario deponer al nuevo grupo de poderosos y colocar a otras personas humildes en sus lugares. Esta es una interpretación absurda.

¿Quién es el poderoso y quién es el humilde en este versículo del cántico de la Virgen? El hombre humilde es el que toma una actitud similar a la Virgen en el Magníficat, es decir, el que atribuye todo a Dios y reconoce que Él es la fuente de toda bondad y poder. Sin su acuerdo, no podemos hacer nada duradero en el orden natural o
Libro de Oración de Francois, Duque de Guise, 1671
sobrenatural. Él es el que gobierna todo. En este sentido, los antepasados
​​de nuestro Señor se referidos en su cántico eran humildes. Por ejemplo, el rey David, de quien ella descendía, fue un poderoso hombre que murió en la plenitud de su poder y, al mismo tiempo, humilde porque reconoció a Dios como la fuente de todo lo que él fue e hizo.

Por lo tanto, los poderosos a quienes nuestra Señora está condenando son los que no reconocen la omnipotencia de Dios y se imaginan que tienen un poder independiente de Dios. Por lo tanto, Dios depone a esos poderosos y enaltece a los humildes.

Ello es otra manifestación más de la grandeza de Dios que se ríe de la soberbia del hombre poderoso. Él puede quitar el poder del hombre orgulloso que sólo confía en sí mismo y dar su lugar al hombre humilde. Es decir, frente a la grandeza de Dios, toda grandeza humana no es nada.

Ella continúa:

A los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos los despidió vacíos.

Para los que son pobres de espíritu, para los que tienen hambre y sed de la justicia, Él les da generosamente. En cuanto a los que no se preocupan por la justicia de Dios, los que se apegan a los bienes de la tierra, Él los despide sin nada. Esto significa que tener riqueza no significa nada a los ojos de Dios. Él puede reducir muchos bienes a la nada y hacer ricos a los pobres como Él lo desea.

Luego, ella alaba la grandeza de Dios por proteger al pueblo elegido:

Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia.
Según lo que había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia para siempre.

Obsérvese  que de principio a fin, el Magníficat es una tesis seguida de argumentos que la demuestran. Se canta con extraordinario equilibrio la justicia y la misericordia de Dios para mostrar su grandeza: grandeza de su misericordia, grandeza en su justicia. También es una demostración de que todo poder humano es nada independiente de Dios y una prueba de su dominio sobre el universo entero. Es un himno triunfal a la grandeza de Dios.

La Visitación de Pinturicchio
Tan pronto como santa Isabel glorificó su saludo a María con las palabras que rezamos en el Avemaría, Nuestra Señora respondió con las palabras del Magníficat para mostrar que ella se consideraba nada ante la grandeza infinita de Dios. Así, ella alabó a Dios de una manera excelente, con un entusiasmo extraordinario, pero principalmente con un tal espléndido equilibrio expresado de una manera tan extremadamente racional y bien articulada, que se podría comparar a la Summa Theologica de Santo Tomás. Este es el cántico que compuso bajo la inspiración del Espíritu Santo, cuando fue recibida por santa Isabel.

En este cántico, los Sres. pueden ver el espíritu de Nuestra Señora. Estas fueron algunas de las pocas palabras que ella habló que se registraron en los Evangelios.

El alma de la Virgen está impregnada de juicio, lleno de sabiduría. En las palabras que ella habló, ella se presenta ante nosotros como un ejemplo de racionalidad y equilibrio. El Magníficat no tiene ni una palabra superflua; no hay ni una palabra fuera de lugar. Es una pieza perfecta de la joyería en la que cada piedra se corta y se pone para expresar mejor la belleza del conjunto. Este es el espíritu de la Virgen, lo contrario del sentimentalismo vacuo y de entusiasmo dulzón de una piedad artificial.

Para ser esclavos de María según el método de San Luis María Grignon de Montfort, debemos buscar este espíritu de sabiduría, este equilibrio en la adoración de las diferentes características de Dios, un equilibrio entre la razón y el sentimiento inspirado en todas las cosas por la fe. Estos principios nos dan las pautas de una escuela de vida espiritual cuyo objetivo es imitar a la Virgen.

Fuente: TIA
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