domingo, 10 de febrero de 2008

San Ignacio y la caballería medieval

Ignacio nació en el norte de España en 1491 en el Castillo de Loyola. El hijo menor de Don Beltrán, Señor de Oñaz y Loyola, que entró en servicio en la corte del rey Fernando V a los 15 años. Él optó por seguir una carrera militar.
En el sitio de Pamplona, fue herido en la pierna derecha por una bala de cañón. Durante su convalecencia mató el tiempo leyendo la vida de los santos y llegó a comprender que la Iglesia también tenía una milicia para defender los intereses de Dios, el Señor de los ejércitos.
En Montserrat, Ignacio puso su espada en el altar de la Santísima Virgen. Fundó la Compañía de Jesús con el objetivo de la luchar contra el protestantismo, el jansenismo y el neo-paganismo de su tiempo.
Escribió el libro de los Ejercicios Espirituales para formar a sus discípulos. Escogió como lema de su Sociedad: ad majorem Dei gloriam - Todo para mayor gloria de Dios [AMDG].
Murió el 31 de julio de 1556 pronunciando el nombre de Jesús.

A continuación incluimos un comentario de Plinio Correa de Oliveira:

Trataré de describir la nota clave de la obra de San Ignacio, el sentido más profundo de su conversión, que determinará el resto de su vida.
San Ignacio vivió en una época en que la tradición de la caballería medieval seguía existiendo y aún tenía una fuerte influencia. En sus Ejercicios Espirituales se verifica la presencia de esta tradición. Por ejemplo, tomando la parábola del rey que es un gran general y que invita a sus caballeros a luchar con él, San Ignacio hace esta pregunta: "¿Quién sería tan vil como para rechazar una invitación de ese tipo?"
Es una pregunta muy válida y un muy buen argumento para mover espiritualmente a la persona que hace los Ejercicios. Pero lo que me gustaría destacar es el telón de fondo de la escena, que es el ambiente feudal. San Ignacio describía el sistema feudal del vasallaje, en el que un caballero le debe obediencia a su señor, e indica la deslealtad de los nobles que no siguen a su rey. San Ignacio da por hecho que la persona se propone convertirse en un caballero medieval. También en sus Ejercicios Espirituales encontramos otra confirmación de este espíritu; en la meditación sobre los dos estandartes: el de Cristo, nuestro Comandante en jefe, y el de Lucifer, mortal enemigo de nuestra naturaleza humana.
En la época de San Ignacio, la caballería estaba en decadencia. En su mayoría los estilos y rituales caballerescos seguían siendo los mismos, sin embargo, una parte esencial había cambiado.Me refiero a la dedicación de los caballeros al servicio de Dios, de la Virgen, y de la Santa Iglesia. El ideal de una completa renuncia al mundo, a fin de dedicar la vida por completo a la lucha sobrenatural había fallecido. El caballero de ese tiempo ya no era un caballero de la Iglesia Católica. Su vida estaba dedicada a servir a su rey y su dama. La noción de una caballería sagrada estaba muriendo (En la foto el Papa Paulo III da aprobación de la Compañia de Jesús).
La conversión de San Ignacio tuvo lugar durante ese tiempo. Durante su convalecencia, su primer deseo era leer romances de caballería, pero no había de estos libros en el castillo. Para pasar el tiempo, no le quedó más que leer la vida de los santos, ya que era lo único que había a la mano. Sin embargo, a medida que iba leyendo, se dio cuenta del gran ideal de los santos como guerreros de Dios, y una sublime noción del ideal de caballería se apoderó de su espíritu. Esta sublimación representó, por una parte, el retorno al antiguo ideal sobrenatural de la caballería medieval, y por otra, a un ideal más perfecto de la caballería medieval.
Cuando decidió fundar la Compañía de Jesús, lo hizo pensando hacer una orden de caballería, una orden militar. Compañía de Jesús es el nombre que escogió para su obra. Compañía significa ejército. Quería fundar una orden exclusivamente dirigida a la lucha por la Iglesia, dejando de lado cualquier otra preocupación temporal. Lo que él hizo, fue restaurar la caballería sacra.
La caballería que fundó no tenía el orden sacramental de caballería; tenía el del sacerdocio, es decir, una participación en el sacramento del Orden Sagrado. Los nuevos sacerdotes-guerreros que él preveía, serían un nuevo estilo de combatientes, serían guerreros que no derramarían sangre, pero entrarían en la batalla como respuesta al nuevo método de ataque inaugurado por los enemigos. Lucharían por medio de la palabra: la predicación, la enseñanza, escuchando confesiones y convirtiendo a las personas, con el fin de conquistar el mundo para Nuestro Señor Jesucristo (en la foto, San Ignacio envía a San Francisco Javier a misionar a la India).
Formar una orden religiosa con el espíritu militar fue el ideal de San Ignacio. La Compañía de Jesús es un ejército, su jefe es un general, su jerarquía es militar, la obediencia es militar, la acción es combativa y llevada en un estilo militante.
Esta fue la razón por la cual la compañía de Jesús fue tan combativa – y también tan combatida por los enemigos.
Podemos entender cuán diferente es hoy la Compañía de Jesús cuando la vemos promoviendo todo tipo de reconciliación con los enemigos de la Iglesia.
Pidamos a San Ignacio la restauración de su obra, que ayude a restaurar la Santa Iglesia, inmersa en la enorme crisis en que ella ha caído desde el Vaticano II, y que nos dé su espíritu de combatividad y amor a la causa católica.
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