viernes, 26 de septiembre de 2014

Mater mea, fiducia mea: Nuestra Señora de la Confianza

Mater mea, Fiducia mea, nuestra Señora de la confianza
¡Cuánta debe ser nuestra confianza en esta dulcísima Reina, sabiendo lo que puede con Dios y la abundancia de su misericordia! Así lo reveló a Santa Brígida, reina de Suecia, la misma Virgen diciendo: “Yo soy la Reina del Cielo, Madre de misericordia, alegría de los justos y puerta de salvación para los pecadores; ni vive en la tierra pecador alguno tan infeliz que esté del todo privado de mi bondad y misericordia, porque, los que menos, logran por mi intercesión no ser molestados de tentaciones, como sin mi favor lo serían. Nadie, sino el que ya es maldito – se entiende con la maldición final e irremediable de los condenados –, se ve tan desechado por Dios que, si me invoca no encuentre propicia mi propensa misericordia. Todos me llaman Madre de misericordia, y verdaderamente, lo que usa Dios con los hombres hace que Yo también sea con ellos tan misericordiosa como soy. Por lo mismo, el que pudiendo acudir a Mí, no lo haga, será infeliz en esta vida, y en la otra lo será para siempre.”

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