ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Rendido
a vuestros pies, ¡Oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor
que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo
Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como
fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que,
generoso, concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven. ¡Mirad que
soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna
que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo, soberano Maestro, y necesito
de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que
soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los frágiles, y caigo a cada paso y
necesito apoyarme en Vos, para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón;
socorro de mis males, auxilio de toda necesidad. De vos lo espera todo mi pobre
corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis, cuando con tan tiernos acentos
dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: “Venid a Mi… Aprended de Mi…
Pedid, llamad…”. A las puertas de vuestro Corazón vengo, pues, hoy; y llamo, y
pido, y espero. Del mío os hago, ¡oh Señor!, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo
Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y
dichoso en la eternidad. Amén.
(Aquí si es posible se lee algo en honor del Sagrado
Corazón. Pedir las gracias que se desean)
Imagen procesional del Sagrado Corazón del barrio sevillano de Nervión (España) Fotog.: Daniel Villalva Rodríguez |
ORACIÓN FINAL
¡Oh
Jesús!, yo os consagro mi corazón, colocadle en el vuestro, pues sólo en él
quiero vivir y sólo a él quiero amar; en vuestro Corazón quiero vivir
desconocido del mundo y conocido de Vos solo; en este Corazón beberé los
ardores del amor que consumirán el mío; en él encontraré la fuerza, la luz, el
calor y el verdadero consuelo. Cuando el mío esté desfallecido, él me
reanimará; cuando inquieto y turbado, él me tranquilizará.
¡Oh
Corazón de Jesús!, haced que mi corazón sea el altar de vuestro amor; que mi
lengua publique vuestra bondad, que mis ojos estén siempre clavados en vuestra
llaga; que mi espíritu medite vuestras adorables perfecciones; que mi memoria
conserve siempre el precioso recuerdo de vuestras misericordias; que todo en mí
exprese mi amor a vuestro Corazón, ¡oh Jesús!, y que mi corazón esté siempre
pronto a sacrificarlo todo por voz.
¡Oh
Corazón de María!, el más amable después del de Jesús, el más compasivo, el más
misericordioso de todos los corazones, presentad a vuestro Hijo nuestra consagración,
nuestro amor, nuestras resoluciones. Él se enternecerá a la vista de tantas
miserias y nos librará de ellas; y después de haber sido nuestro refugio y
nuestra protectora sobre la tierra, ¡oh Madre de Jesús!, seréis nuestra Reina
en el cielo. Amén.
¡Sagrado
Corazón de Jesús, en Vos confío!
¡Oh
dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
¡Glorioso Patriarca San
José, rogad por nosotros!
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