jueves, 5 de mayo de 2011

FUERA DE LA IGLESIA CATÓLICA NO HAY SALVACIÓN EN ABSOLUTO

Nota: este libro será publicado por capítulos semanalmente. Los interesados en recibir los capítulos publicados en sus correos, por favor escriban al email de contacto colocando solamente: deseo recibir los capítulos del libro Fuera de la Iglesia No hay Salvación.

INTRODUCCIÓN

El dogma fuera de la iglesia católica no hay salvación y la necesidad del sacramento del bautismo, en realidad se puede explicar en una página (véase la sección 1 y la sección 8). Esto es porque esta verdad es exactamente la misma como fue definida por nuestro primer Papa:

“(…) en nombre de Jesucristo Nazareno (…) En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre se nos ha dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos” (Hechos 4, 10-12).

No hay salvación fuera de Jesucristo y de la Iglesia católica que es su cuerpo místico. Puesto que no hay entrada en la Iglesia católica sin el sacramento del bautismo, esto significa que sólo se pueden salvar los católicos bautizados que mueren en estado de gracia (y quienes se hagan católicos bautizados y mueren en estado de gracia).

El que no permanece en mí es echado fuera, como el sarmiento y se seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan” (Juan 15, 6).

La única razón de por qué este documento que usted está viendo tiene aproximadamente 300 páginas e investiga minuciosamente una variedad de cuestiones, se debe simplemente a los ataques casi incesantes en contra, y la negación casi universal en nuestros días, de estas verdades que, por lo demás, se expresan de manera tan simple.

El lector advertirá que me he focalizado en contestar toda objeción importante planteada contra el verdadero significado del dogma fuera de la iglesia católica no hay salvación y la necesidad del sacramento del bautismo, mientras que las personas que escriben libros y artículos contra estas verdades, casi nunca abordan ninguno de los argumentos de la enseñanza de la Iglesia que presentamos, simplemente porque ellos no pueden refutar los hechos.

Algunos liberales que lean este documento objetarán que es “amargo” y “falto de caridad”. Pero ello no es cierto. “El fundamento de la caridad es la fe pura e inmaculada” (Papa Pío XI, Mortalium animos, # 9). Las afirmaciones de este documento, relacionadas con el dogma fuera de la iglesia no hay salvación son hechas con la intención de ser fiel a Jesucristo y a su verdad. Lo que simplemente hace un católico es decirle a su prójimo la verdad sobre esta cuestión, sin compromiso y porque él ama a su prójimo.

Papa Pío XI, Mortalium animos, # 9, 6 de enero de 1928: Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto Amaos unos a los otros, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesaran, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis’” (II Juan 10).

Un católico que se rehúsa denunciar la herejía y a los herejes (cuando es necesario) no está actuando caritativamente, más bien lo contrario, él está faltando a la caridad.

Papa León XIII, Sapientiae christianae, # 14, 10 de enero de 1890: “Pero cuando la necesidad apremia, no sólo deben guardar incólume la fe los que mandan, sino que, como enseña Santo Tomás, ‘cada uno esté obligado a propagar la fe delante de los otros, ya para instruir y confirmar a los demás fieles, ya para reprimir la audacia de los infieles. Ceder el puesto al enemigo, o callar cuando de todas partes se levanta incesante clamoreo para oprimir a la verdad, propio es, o de hombre cobarde, o de quien duda estar en posesión de las verdades que profesa”.

El lector advertirá que cada sección de este libro se propone ser, en general, completa en sí misma; es decir, se puede leer una sección individual de este documento y encontrar las citas pertinentes de las enseñanzas de la Iglesia sin tener que buscarlas en otra parte del documento.

Aliento vigorosamente al lector que lea por entero el documento porque todos los temas tratados son importantes; pero, en mi opinión, las secciones más importantes de este documento que el lector definitivamente no querrá omitir son: 1-4, 6-8, 13-16, 18, 21, 24-27, 31-34.

El lector verá que las conclusiones formadas en este documento se basan todas en la enseñanza infalible de la Cátedra de Pedro. Por consiguiente, aquellos que rechazan estos hechos, no están rechazando apenas mis opiniones; ellos están rechazando las enseñanzas de la Cátedra de Pedro (la enseñanza dogmática de la Iglesia católica).

Papa Gregorio XVI, Mirari vos, # 13, 15 de agosto de 1832: “Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo (Ef. 4, 5), entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo (Luc. 11, 23) y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha (Credo Atanasiano)”.

Hno. Peter Dimond, O.S.B. (3 de mayo de 2004)

2ª edición (14 de septiembre de 2006)

Capítulo 1

LA CÁTEDRA DE PEDRO SOBRE EL DOGMA

FUERA DE LA IGLESIA CATÓLICA NO HAY SALVACIÓN

Las siguientes declaraciones sobre el dogma fuera de la iglesia católica no hay salvación provienen de la más alta autoridad docente de la Iglesia católica. Se trata de decretos papales ex cathedra (decretos desde la Cátedra de Pedro). Por lo tanto, constituyen la enseñanza entregada por Jesucristo a los Apóstoles. Tales enseñanzas son inalterables y se clasifican como parte del magisterio solemne (el magisterio extraordinario de la Iglesia católica).

Papa Inocencio III, Cuarto Concilio de Letrán, constitución 1, 1215, ex cathedra: “Y una sola es la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual absolutamente nadie se salva, y en ella el mismo sacerdote es sacrificio, Jesucristo”[1].

Papa Bonifacio VIII, Unam sanctam, 18 de noviembre de 1302, ex cathedra: “Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay una sola y Santa Iglesia Católica y la misma Apostólica, y nosotros firmemente la creemos y simplemente la confesamos, y fuera de ella no hay salvación ni perdón de los pecados.Ahora bien, someterse al romano Pontífice, lo declaramos, lo decimos, definimos y pronunciamos como de toda necesidad de salvación para toda humana criatura”[2].

Papa Clemente V, Concilio de Vienne, decreto #30, 1311-1312, ex cathedra: “Puesto que hay tanto para regulares y seglares, para superiores y súbditos, para exentos y no exentos, una Iglesia universal, fuera de la cual no hay salvación, puesto que para todos ellos hay un solo Señor, una fe, un bautismo…”[3].

Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, sesión 8, 22 de noviembre de 1439, ex cathedra: “Todo el que quiera salvarse, ante todo es menester que mantenga la fe católica; y el que no la guardare íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre”[4].

Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, Cantate Domino, 1441, ex cathedra: “[La Iglesia] Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia católica, no sólo los paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles (Mat. 25, 41), a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia católica”[5].

Papa León X, Quinto Concilio de Letrán, sesión 11, 19 de diciembre de 1516, ex cathedra: “Así que regulares y seglares, prelados y súbditos, exentos y no exentos, pertenecen a una Iglesia universal, fuera de la cual absolutamente nadie es salvo, y todos ellos tienen un Señor, una fe[6].

Papa Pío IV, Concilio de Trento, Iniunctum nobis, 13 de noviembre de 1565, ex cathedra: Esta verdadera fe católica, fuera de la cual nadie puede salvarse, y que al presente espontáneamente profeso y verazmente mantengo…”[7].

Papa Benedicto XIV, Nuper ad nos, 16 de marzo de 1743, Profesión de fe: “Esta fe de la Iglesia católica, fuera de la cual nadie puede salvarse, y que motu proprio ahora profeso y firmemente mantengo…”[8].

Papa Pío IX, Concilio Vaticano I, sesión 2, Profesión de fe, 1870, ex cathedra: “Esta verdadera fe católica, fuera de la que nadie puede ser salvo, que ahora voluntariamente profeso y verdaderamente mantengo…”[9].



[1] Decretos de los Concilios Ecuménicos, Sheed & Ward y Georgetown University Press, 1990, vol. 1, p. 230; Denzinger 430.

[2] Denzinger, Las Fuentes de Dogma Católica, B. Herder Book Co. trigésima edición, 1957, 468-469.

[3] Decretos de los Concilios Ecuménicos, Vol. 1, p. 386.

[4] Decretos de los Concilios Ecuménicos, vol. 1, pp. 550-553; Denzinger 39-40.

[5] Decretos de los Concilios Ecuménicos, vol. 1, p. 578; Denzinger 714.

[6] Decretos de los Concilios Ecuménicos, vol. 1, p. 646.

[7] Denzinger 1000.

[8] Denzinger 1473.

[9] Decretos de los Concilios Ecuménicos, vol. 2, p. 803.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡En hora buena!

Estaré atento para los próximos capítulos. Esta obra nadie puede perdérselo. Gracias.

Rodrigo

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