sábado, 2 de febrero de 2008

El Reino de Cristo: La Civilización Cristiana y la Cultura Cristiana

¿Qué es esta luminosa realidad, hecha de un orden y una perfección más sobrenatural y celeste que natural y terrena, que se llamó Civilización Cristiana, producto de la cultura cristiana, la cual, a su vez, es hija de la Iglesia Católica?
Por cultura del espíritu podemos entender el hecho que determinada alma no se encuentra abandonada al juego desordenado y espontáneo de las operaciones de las potencias – inteligencia, voluntad y sensibilidad –, sino que por el contrario, por un esfuerzo ordenado y conforme a la recta razón adquirió en estas tres potencias algún enriquecimiento: así como el campo cultivado no es aquél que hace fructificar todas las semillas que el viento deposita en él caóticamente, sino es el que, por efecto del trabajo recto del hombre, produce algo de útil y bueno.
En este sentido, la cultura católica es el cultivo de la inteligencia, de la voluntad y de la sensibilidad según las normas y la moral enseñada por la Iglesia. Ya vimos que ella se identifica con la propia perfección del alma. Si ella existiere en la generalidad de los miembros de una sociedad humana (aunque en grados y modos acomodados a la condición social y a la edad de cada cual) ella será un hecho social y colectivo. Y constituirá un elemento – el más importante – de la propia perfección social.
Civilización es el estado de una sociedad humana que posee una cultura, y que creó, según los principios básicos de esta cultura, todo un conjunto de costumbres, de leyes, de instituciones, de sistemas literarios y artísticos propios.
Si Jesucristo es el verdadero ideal de perfección de todos los hombres, una sociedad que aplique todas sus leyes tiene que ser una sociedad perfecta. La cultura y la civilización nacida de la Iglesia de Cristo tienen que ser forzosamente no solo la mejor civilización, sino la única verdadera. Lo dice el santo Pontífice Pío X: “No hay verdadera civilización sin civilización moral, y no hay verdadera civilización moral sino con la religión verdadera” (Carta al episcopado francés del 28-VII-1910, sobre Le Sillon). De donde se deduce con evidencia cristalina que no hay verdadera civilización sino como resultado y fruto de la verdadera religión.
Continúa...
Transcrito prácticamente íntegro de Plinio Correa de Oliveira: La Cruzada del siglo XX, Revista Catolicismo, N°1; Enero de 1951.

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