viernes, 19 de septiembre de 2014

Nuestra Señora de la Salette - 19 de septiembre

Plinio Corrêa de Oliveira

El 19 de septiembre de 1846, Nuestra Señora se apareció a dos pequeños pastores, Maximin Giraud y Melanie Calvat. La bella señora, como los niños la llamaron, se apareció en una actitud de profunda tristeza pidiendo oraciones y penitencia para ayudarla a impedir que el brazo [castigador] de su Hijo caiga sobre la humanidad. Nuestra Señora también reveló a los pastorcillos un secreto. Puesto que esta aparición ocurrió en una montaña llamada La Salette en la diócesis de Grenoble, Francia, pronto se difundió en todo el mundo una nueva invocación a la Virgen: Nuestra Señora de la Salette.
Han ocurrido tres apariciones importantes de Nuestra Señora en los últimos 150 años: La Salette, Lourdes y Fátima. En todas ellas la Iglesia reconoció la autenticidad de las apariciones y las aprobó instituyendo una fiesta en conmemoración de ellas. En cada una de las tres apariciones Nuestra Señora dejó un secreto.
En todas ellas, la Virgen se manifestó profundamente triste por el estado de la humanidad, y predijo un enorme castigo que vendría en un momento elegido. Por lo tanto, en los últimos 150 años la Virgen ha adoptado una posición muy similar a la de los contrarrevolucionarios.
Todos ustedes saben que los miembros del alto y bajo “clero”, así como los laicos “católicos” están muy felices y piensan que todo va muy bien. Si les decimos a esas personas que se está preparando un castigo para la humanidad, ellos responden que eso es un absurdo. Ellos afirman que la religión está experimentando un progreso extraordinario.
Al lado de esas personas, vemos que todo es sombrío y triste. Para ellos nosotros desempeñamos el papel de hipocondríacos pesimistas que no encajan en la atmósfera alegre, despreocupada de nuestros días y que siempre difunde una opinión optimista y positiva acerca de todo.
Nuestro papel es difícil, porque siempre es difícil prever y anunciar castigos para una humanidad que se ha volcado hacia el disfrute de la vida. No es de extrañar que muy poca gente esté dispuesta a creer y seguir nuestras perspectivas políticas y religiosas con respecto a los eventos; lo que demuestra cada vez un mayor triunfo de la Revolución. Ellos no quieren oír hablar del gran castigo que Dios está preparando. Dado que Nuestra Señora misma trajo tres mensajes importantes que no fueron aceptados, no es de extrañar que nuestro apostolado también no sea bien recibido.
Esto es característico de todas las épocas que toman el camino errado. Cuando la gente oye a alguien decirles que van por el mal camino, no escuchan. Por esta razón, los grandes castigos vendrán. Si las personas escucharan, ellos se convertirían y el castigo sería evitado. Es precisamente porque no abren sus almas para el mensaje que la catástrofe se hace inevitable. El hecho de que ellos no crean en los mensajes de la Virgen es la prueba de que dichos mensajes se cumplirán.
Alguien podría objetar: han pasado más de 150 años y nada ha pasado. ¿Cómo es que se han cumplido esos mensajes?
Yo sostengo que en ovo (en semilla) esos grandes castigos ya han comenzado. Nuestra Señora se apareció en La Salette en 1846; en 1870 comenzó la guerra franco-prusiana como resultado de la rivalidad entre Francia y Alemania. Esta rivalidad alcanzó su apogeo en 1914 y fue la más profunda causa para la I Guerra Mundial como también para la II Guerra Mundial. Las luchas de la II Guerra Mundial todavía no se han resuelto completamente y la perspectiva de una III Guerra Mundial se encuentra en el horizonte. Una posible III Guerra Mundial con su apocalipsis nuclear podría muy bien ser el comienzo del gran castigo predicho en La Salette y Fátima.
Los grandes castigos de Dios desafían la paciencia de los pocos que permanecen fieles. El ejemplo más característico fue el diluvio donde todo el mundo se reía de Noé que construía su arca a la espera de un gran castigo. Le tomó 100 años completar su trabajo, y luego vino el diluvio. En ese tiempo Noé podría haber caído en la tentación de pensar que se había equivocado y que la gente que se reía de él estaba en lo cierto. Pero Noé no dudó. Se mantuvo fiel al mensaje que recibió de Dios y siguió preparándose para el castigo. El hecho de que haya tomado un largo tiempo no significaba que el castigo no iba a venir; más bien, significaba que sería un enorme castigo.
Nuestro Señor predijo que el templo de Jerusalén sería destruido. Cuando Él murió, un terremoto sacudió sus pisos y el velo del Templo se rasgó por el medio. Algunas paredes quedaron dañadas, pero el templo se mantuvo de pie. Pasaron décadas y la profecía no se cumplía. Varias veces los fieles de Jerusalén pensaron que las señales estaban maduras para el castigo y huyeron a las montañas, como Nuestro Señor les había aconsejado que hicieran. Sin embargo, no pasó nada y volvieron a su vida normal, tal vez un poco desanimados.
40 años después de la muerte de Nuestro Señor, y aparentemente por casualidad, un soldado del ejército de Tito lanzó una antorcha en una de las ventanas laterales del templo. Un fuego comenzó y se extendió rápidamente, envolviendo todo el edificio. Entonces, en verdad, ni una piedra se mantuvo por encima de la otra —“no quedará piedra sobre piedra”—, justo como Nuestro Señor lo había predicho. Después, el Templo nunca fue reconstruido.
Debemos estar convencidos de que hemos sido elegidos para estar entre los pocos que escuchan la voz de Nuestra Señora y que esperan por el castigo que ella predijo. Estos queridos electos deben dar prueba de su amor. Ellos deben dar prueba de su fidelidad antes de que se cumpla la palabra de Dios. Esta es la situación en que estamos. No sé cuántos años hay que esperar para las promesas de La Salette y Fátima, que se deberán cumplir. A veces pensamos: “Ahora sí que viene, porque es imposible que la situación sea peor”. Pero, no viene. Los cielos tempestuosos sólo dejan caer unas gotas de lluvia y las nubes se disipan. Una vez más el cielo se vuelve tormentoso...  y la gente se ríe de nosotros. Debemos recordar a Noé. Cuando la lluvia finalmente cayó, fue el diluvio.
Confiar contra todas las apariencias y creer después de todos los retrasos es lo que Dios pide de aquellos que Él eligió para hacer su alianza. Esta es la gran enseñanza de La Salette. Este es el espíritu que debemos pedir a recibir en el día de Nuestra Señora de La Salette: tener una confianza ciega en su promesa y estar seguros de que su cumplimiento vendrá.

Aquí dejamos un video con parte del contenido del mensaje de La Salette. El video lamentablemente omite las graves palabras de la Santísima Virgen que dicen: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del AnticristoLa Iglesia será eclipsada”

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