miércoles, 10 de octubre de 2012

La falsa teoría del bautismo de deseo/sangre III


III[1] – El caso del P. Feeney

La herejía antes del Vaticano II

Continuamos con la publicación de esta serie de artículos que refutan a los defensores de la herejía del bautismo de deseo cuando utilizan el argumento de la “excomunión” del P. Feeney y la carta del Santo Oficio al obispo de Boston. Véase el primer y segundo artículo de esta serie: El caso del Padre Feeney y El Protocolo 122/49 (Suprema haec sacra).

Para poder apreciar plenamente la controversia del Padre Feeney, es necesario entender que la negación de la fe que el Padre Feeney combatía, ya estaba firmemente instalada en los años previos al Vaticano II. La mayoría de las personas que se consideran “católicos tradicionales” tienen la falsa impresión de que “si pudiéramos retroceder a lo que creían las personas en los años 1950’s, todo estaría bien”. No, no lo estaría. En los años 1940’s y 1950’s ya la mayoría de los sacerdotes y obispos habían perdido la fe y habían rechazado completamente el dogma solemnemente definido que no hay salvación fuera la Iglesia Católica. Es simplemente un hecho que la herejía contra el dogma fuera la Iglesia no hay salvación se enseñaba en la mayoría de los seminarios en los años 1940’s y 50’s. De hecho, la ruptura de la fe empezó mucho más temprano que en los años 1940’s o 50’s.
                                
Nuestra Señora de La Salette, Francia, 19 de septiembre de 1846: En el año 1864, Lucifer junto con un gran número de demonios serán liberados del infierno; ellos eliminarán la fe poco a poco, incluso entre quienes se dedican a Dios. Serán cegados de tal manera, que, a menos que sean bendecidos con una gracia especial, esas personas asumirán el espíritu de estos ángeles del infierno; varias instituciones religiosas perderán toda fe y se perderán muchas almas Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo La Iglesia será eclipsada”.

Como dije antes en este documento, San Antonio María Claret, el único santo canonizado que asistió al Primer Concilio Vaticano, tuvo un derrame cerebral al escuchar las falsas doctrinas que se estaban proponiendo en ese entonces, las cuales nunca consiguieron introducirse en el Concilio. El desmontaje paso a paso de la fe católica por Lucifer comenzó, no en 1964, sino en 1864, mucho antes de Vaticano II. Echemos un vistazo a algunos ejemplos de herejía flagrante en libros de antes del Vaticano II con Imprimátur (es decir, con la aprobación de un obispo).

1.      La Enciclopedia Católica, vol. 3, “Iglesia”, 1908, G. H. Joyce: “La doctrina se resume en la frase, Extra Ecclesiam nulla salus (Fuera la Iglesia no hay salvación)… Por cierto no significa que nadie se salva excepto los que están en comunión visible con la Iglesia Católica. La Iglesia Católica siempre ha enseñado que basta un acto de caridad perfecta y de contrición para obtener la justificación… Muchos están alejados de la Iglesia por ignorancia. Tal puede ser el caso de quienes han sido criados en la herejía Por lo tanto, incluso en el caso en que Dios salva a hombres separados de la Iglesia, Él lo hace a través de las gracias actuales de la Iglesia… En la expresión de los teólogos, ellos pertenecen al alma de la Iglesia, aunque no a su cuerpo”[2].

Lo que tenemos aquí, en La Enciclopedia Católica, en el año 1908, en un libro con el imprimátur de Juan Farley, arzobispo de Nueva York, es una herejía flagrante. El autor, G.H. Joyce, rechaza completamente el dogma como ha sido definido. Él incluso emplea “la herejía del alma de la Iglesia”, lo que es completamente herético (como demostré en la sección “La herejía del alma de la Iglesia”). El dogma definido que declara que sólo aquellos que están en la Iglesia Católica pueden salvarse, ha dado paso a la herejía que Dios salva a hombres “separados de la Iglesia”.

Papa León XIII, Tametsi futura prospicientibus, # 7, 1 de noviembre de 1900: “De aquí que todos los que quieran encontrar la salvación fuera de la Iglesia son descarriados y se esfuerzan en vano[3].

Pero para estos herejes, este dogma ya no significa que fuera la Iglesia no hay salvación, sino más bien que los no católicos se salvan en sus falsas religiones pero por la Iglesia Católica. La necesidad de la fe y de la unidad católica para la salvación ha sido totalmente rechazada.

Gregorio XVI, Summo iugiter studio, # 2, 27 de mayo de 1832: “Finalmente, algunas de estas personas descarriadas intentan persuadirse a sí mismos y a otros que los hombres no se salvan sólo en la religión católica, sino que incluso los herejes pueden obtener la vida eternaSabéis con cuánto afán nuestros predecesores enseñaron este artículo de fe que ellos se atreven a negar, a saber, la necesidad de la fe católica y de la unidad para la salvación[4].

Y esto demuestra que el dogma que los que mueren como no católicos no se pueden salvar fue negado públicamente, incluso tan temprano como en 1908.

2.      Mi Fe Católica, un catecismo por el obispo Louis LaRavoire, 1949: “La Santa Misa se puede ofrecer por los vivos de cualquier credo. Puede ser ofrecida por los católicos fallecidos. El sacerdote no puede ofrecer la Misa públicamente por los muertos no católicos, pero las personas que oyen la Misa sí pueden[5].

Aquí nos encontramos con la misma herejía en un catecismo escrito por el obispo de Krishnager, Louis LaRavoire. Este catecismo sigue siendo promovido actualmente por muchos de los llamados “católicos tradicionalistas”. Al permitir las oraciones por los difuntos no católicos, Louis LaRavoire niega el dogma que todos los que mueren como no católicos se pierden.

Papa Clemente VI, Super quibusdam, 20 de septiembre de 1351: “En segundo lugar preguntamos si creéis tú y los armenios que te obedecen que ningún hombre viador podrá finalmente salvarse fuera de la fe de la misma Iglesia y de la obediencia de los Romanos Pontífices”[6].

3.      Catecismo de Baltimore No. 3, 1921, imprimátur del arzobispo Hayes de Nueva York: “P. 510. ¿Es posible que alguien que no sabe que la Iglesia Católica es la verdadera Iglesia se pueda salvar? R. Es posible que alguien que no sabe que la Iglesia Católica es la verdadera Iglesia se salve, con tal que esa persona (1) haya sido bautizada válidamente; (2) crea firmemente que la religión que él profesa y practica es la verdadera religión, y (3) muera sin la culpa de pecado mortal en su alma”.

Aquí nos encontramos con la herejía flagrante en el Catecismo de Baltimore, publicado con imprimátur en 1921. Los autores de este catecismo herético son tan atrevidos como para aseverar que no sólo es posible la salvación de un no católico, pero depende de que el no católico “crea firmemente que la religión que él profesa y practica es la verdadera religión”. Por tanto, si estás firmemente convencido que el mormonismo es la verdadera religión, entonces tienes una buena posibilidad de salvarte, según el Catecismo de Baltimore; pero si no estás firmemente convencido de esto, entonces la posibilidad es menor. Esto es una burla absoluta del dogma: un Señor, una fe y un bautismo (Ef. 4, 5).

Papa Gregorio XVI, Mirari vos, # 13, 15 de agosto de 1832: “Si dice el Apóstol que hay ‘un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo’ (Ef. 4, 5), entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, ‘están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo’ (Luc. 11, 23) y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha(Credo Atanasiano)[7].

Las palabras de Gregorio XVI en Mirari vos podrían haber sido escritas específicamente para los autores del Catecismo de Baltimore; y en efecto, ellas se dirigían a otros herejes de su tiempo que sostenían la misma cosa. Nótese cuán lejos se ha apartado el Catecismo de Baltimore del dogmático Credo Atanasiano que Gregorio XVI reafirma al decir que todo aquel que quiera salvarse debe guardar la fe católica. Los autores del Catecismo de Baltimore no pudieron, en su imaginación más descabellada, fingir creer en la profesión de fe dogmática.

El lector también debe tener en cuenta que el Papa Gregorio XVI enseña que se condenan los que nunca han sido católicos, así como los católicos que abandonan la Iglesia.

El Catecismo de Baltimore rechaza las palabras de Jesucristo, que declaró que “él que no creyere se condenará” (Mc. 16, 16). La edición revisada de las Escrituras por los autores del Catecismo de Baltimore tendrían que decir: “él que cree firmemente en las falsas religiones no se condenará”.

4.      Manual de Teología Dogmática, de Ludwig Ott, imprimátur 1954, p. 310: “La necesidad de pertenencia a la Iglesia no es simplemente una necesidad de precepto, sino también de medio, como muestra claramente la comparación con el Arca, el medio de salvación del diluvio bíblico… En circunstancias especiales, a saber, en el caso de la ignorancia invencible o de incapacidad, la pertenencia real a la Iglesia puede ser remplazada por el deseo de la misma… De esta manera los que están de hecho fuera de la Iglesia Católica también pueden conseguir la salvación[8].

Es una lástima que la Iglesia Católica fuera tan estúpida como para definir más de siete veces que fuera la Iglesia Católica absolutamente nadie se salva, porque (como revela el “gran” Ludwig Ott) “los que están de hecho fuera de la Iglesia Católica también pueden conseguir la salvación”. Es una vergüenza que la Iglesia no poseyera esta profunda iluminación, que ella no supiese que lo que había enseñado “infaliblemente” por todos estos años era en realidad todo lo contrario de la verdad.

En verdad, lo que dice Ludwig Ott arriba, es equivalente a declarar que la Santísima Virgen María fue concebida en pecado original. No hay diferencia alguna. Si la Iglesia define que fuera la Iglesia absolutamente nadie se salva (Papa Inocencio III, etc.), y yo afirmo que “los que están de hecho fuera de la Iglesia Católica pueden conseguir la salvación”, entonces estoy haciendo exactamente lo mismo que si dijera que la Virgen María fue concebida en algún pecado, cuando la Iglesia dijo que ella no tuvo pecado alguno. Yo estaría diciendo exactamente lo contrario a lo que la Iglesia había definido infaliblemente, y esto es precisamente lo que hace Ludwig Ott.

Pero poco después de negar explícitamente el dogma que nadie puede salvarse fuera la Iglesia, nótese lo que dice Ludwig Ott:

Ludwig Ott, Manual de Teología Dogmática, p. 311: Es la convicción unánime de los Padres que la salvación no se puede conseguir fuera de la Iglesia[9].

Sea vuestra palabra: sí, sí; no, no; todo lo que pasa de esto, de mal procede”. (Mt. 5, 37). ¡De una página a la próxima, Ludwig Ott se contradice a sí mismo sobre si los que están fuera la Iglesia Católica pueden conseguir la salvación! Él incluso usa exactamente el mismo verbo ―“conseguir”― en ambas frases, mas con el significado opuesto de una a la próxima: 1) los que están “fuera de la Iglesia pueden conseguir la salvación”; 2) “la salvación no se puede conseguir fuera de la Iglesia”. Su lenguaje no es de Dios, sino del diablo. Lo negro es blanco y lo blanco es negro; lo bueno es malo y lo malo es bueno; la verdad es error y el error es verdad; la salvación se puede conseguir fuera la Iglesia y la salvación no se puede conseguir fuera la Iglesia.

Para los herejes pre-Vaticano II que condenaron al Padre Feeney y despreciaban el dogma fuera la Iglesia Católica no hay salvación, no hay problema en creer que hay salvación fuera la Iglesia Católica, mientras crean simultáneamente que no hay salvación fuera la Iglesia Católica. No es ningún problema para esas personas porque son de mal (Mt. 5, 37).

Papa Clemente V, Concilio de Vienne, decreto # 30, 1311-1312, ex cathedra: “Puesto que hay… una Iglesia universal, fuera de la cual no hay salvación, porque para todos ellos hay un solo Señor, una fe, un bautismo…”[10].

Los que aceptan obstinadamente la herejía contenida en estos libros pre-Vaticano II ―como el Manual de Teología Dogmática de Ludwig Ott― con razón deben temer, como dice el Papa Gregorio XVI, porque sin duda alguna ellos heredarán un lugar en el infierno si no se arrepienten y convierten.

5.      El Catecismo Explicado, Rev. Spirago y Rev. Clark, 1898: Sin embargo, si un hombre, por causas ajenas a la suya, permanece fuera la Iglesia, puede salvarse si lleva una vida temerosa de Dios; porque tal es, para todos los intentos y propósitos un miembro de la Iglesia Católica”[11].

De acuerdo con esto, no sólo es posible salvarse fuera la Iglesia (lo cual es una negación directa del dogma), sino que en realidad es posible que, “para todos los intentos y propósitos”, es un miembro de la Iglesia Católica ¡mientras que aún se encuentra fuera de ella! Esto es tan herético y contradictorio que no vale más comentarios, excepto decir que lo que propone aquí El Catecismo Explicado ―que un hombre puede salvarse fuera la Iglesia con tal que lleve “una vida temerosa de Dios”― es exactamente lo que condenó el Papa Gregorio XVI en Mirari vos: que un hombre puede salvarse en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres.

Papa Gregorio XVI, Mirari vos, # 13, 15 de agosto de 1832: “… aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la vida eterna en cualquier religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha (Credo Atanasiano)”[12].

Podría continuar con ejemplos de textos con imprimátur pre-Vaticano II que contienen herejía, pero el punto debería ser obvio: la negación del dogma fuera la Iglesia Católica no hay salvación estaba firmemente establecida en la mente de la mayoría de los sacerdotes y obispos previos al Vaticano II, por lo que la oposición que experimentó el Padre Feeney al defender esta verdad a finales de los 1940’s y 1950’s no es ninguna sorpresa. La Gran Apostasía estaba firmemente establecida en los 1940’s y 50’s, habiendo empezado en realidad a mediados y finales de los 1800’s; y lo que el Padre Feeney estaba tratando hacer era sofocar esta marea de apostasía cortándola de raíz: la negación de la necesidad de la Iglesia Católica para la salvación.

Véase el primer y segundo artículo de esta serie aquí: El caso del P. Feeney y ElProtocolo 122/49 (Suprema haec sacra)

Próxima publicación de esta serie: La encíclica Mystici Corporis



[1] Véase el primer y segundo artículo de esta serie: El caso del Padre Feeney y ElProtocolo 122/49 (Suprema haec sacra). Esta serie de artículos están extraídos del libro Fuera de la Iglesia Católica no hay absolutamente ninguna salvación, Hno. Peter Dimond OSB, 2ª edición española, Santiago de Chile, 2012. Este segundo artículo está sacado del cap. 28, pp. 286-291, de este libro.
[2] The Catholic Encyclopedia, vol. 3, 1908, “Church,” pp. 752753.
[3] The Papal Encyclicals, vol. 2 (18781903), p. 474.
[4] The Papal Encyclicals, vol. 1 (17401878), pp. 229230.
[5] My Catholic Faith, un catecismo del obispo Louis LaRavoire, Kenosha, WI: My Mission House, 1949, p. 272.
[6] Denzinger 570b.
[7] The Papal Encyclicals, vol. 1 (17401878), pp. 237238.
[8] Dr. Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma, p. 310.
[9] Dr. Ludwig Ott, Fundamentals of Catholic Dogma, pp. 310311.
[10] Decrees of the Ecumenical Councils, vol. 1, p. 386.
[11] Rev. Spirago and Rev. Clark, The Catechism Explained, p. 246.
[12] The Papal Encyclicals, vol. 1 (17401878), pp. 237238.

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