miércoles, 14 de mayo de 2014

La “minúscula carolingia" mudó el rumbo de la cultura y de la alfabetización

El Sacramentario de Tyniecki adoptó la minúscula
carolingia, clara, fácil de leer 
No hay nada más básico para la lectura que una escritura legible y una buena caligrafía o tipografía.

Imagínese un texto todo escrito en mayúsculas, sin espacios entre palabras. Sería muy difícil leer.

Ese era el caso de la escritura de los romanos de la cual proviene la nuestra.

Los romanos escribían así, como está registrado en innumerables documentos, como en el arco de Septimio Severo en Roma por ejemplo.

La facilidad de lectura de nuestra escritura se la debemos a la Edad Media.

Y sobre todo, al emperador Carlomagno.

Cerca del año 780, el emperador ordenó que la Escuela Palatina, que funcionaba en su palacio, pasara a usa letras minúsculas y pusiese espacios entre las palabras.

Fue así que se volvió oficial la “minúscula carolingia”, antepasada directa de nuestra escritura.

Dedicatoria al emperador Septimo Severo, Roma
Los romanos escribían todo en mayúsculas y sin espacios.
Carlomagno dispuso de ello por el consejo del abad Alcuíno, monje benedictino de York, y que fue una especie de ministra de educación muy apreciado por el emperador.

El ejemplo del palacio real repercutió en todo el imperio: escuelas, libros, textos religiosos adoptaron la nueva forma de escribir.

Carlomagno quería que las letras fuesen redondeadas, de igual tamaño, de modo que fuese lo más fácil posible de leer y de escribir.

La minúscula carolingia substituyó la minúscula merovingia irregular confusa y de difícil lectura.

En la nueva letra, las mayúsculas quedaron como la de los romanos.

Las minúsculas fueron inspiradas por la escritura uncial y semi-uncial usada por los monjes de Inglaterra e Irlanda.

Alternando mayúsculas, minúsculas y espacios, la lectura
se facilitó enormemente
La forma final fue elaborada por el abad Alcuino bajo la directa supervisión de Carlomagno.

El manuscrito más antiguo que usa la “minúscula carolingia” es el evangelario de Carlomagno, o de Godescalco que hoy se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia (NAL 1203) y que fue encomendada por el emperador.
La minúscula fue una gran y utilísima novedad: homogénea, redondeada, formas claras, las más legibles posible, incluyendo la separación de las palabras con espacios.

La recién nacida minúscula comportó variantes regionales y dio origen a diversos tipos de letras, de las cuales derivaron las que visualizamos en el teclado del computador.

Las abadías de Francia, Suiza, Alemania, Austria e Italia comenzaron a emplearla.

Inglaterra e Irlanda la adoptaron poco después, y lo mismo hicieron los otros países de la cristiandad.

El manuscrito de Freising, primer escrito en lengua eslava,
también adoptó la minúscula carolingia
Fue tan grande la expansión de la letra del emperador que el manuscrito de Freising, el primer texto redactado en lengua eslava ya la utilizaba.

La facilidad de leer y escribir influenció decisivamente en la conservación y transmisión de las obras clásicas de la antigüedad.

Los escritos de Ovidio, Cicerón, Virgilio, entre otros, copiados por los monjes quedaron accesibles a todos.

Este formidable movimiento cultural es conocido como el “Renacimiento Carolingio”.

Así llegaron hasta nosotros, millares de libros del mundo griego y latino, escritos con la “minúscula carolingia”.


Por primera vez en la historia, un continente entero – Europa – comenzó a salir del analfabetismo por la obra benefactora de los monjes de las abadías católicas y del gran emperador Carlomagno.

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