Continuación del artículo anterior Derechoconsuetudinario III
Democracia moderna vs
derecho consuetudinario
Plinio Corrêa de Oliveira
Desde
el siglo XII en adelante, el estudio del Derecho Romano comenzó a introducirse
en las facultades de Derecho en las universidades de Europa. Este no es el
lugar para analizar las razones más profundas para dicha introducción.
Con
el estudio del Derecho Romano, un tipo completamente diferente de Estado fue
presentado como el ideal: Un Estado que ya no se regía por las costumbres, sino
más bien por las leyes hechas por el propio Estado, que todos tenían que
obedecer. A las gentes no les gustaban esas leyes artificiales. No obstante,
los jueces las aplicaron puesto que consideraron que el Derecho Romano era
mucho más sofisticado y académico que esas leyes simples generadas por la costumbre
bajo el calor de la práctica viva.
Magistrados venecianos y notarios asumiendo aires majestuosos |
Las
nuevas leyes hicieron mucho por promover el orgullo de los juristas. El juez se
hacía parecer muy erudito ante sus pares cuando emitía una sentencia basada en
un texto de Papinianus, haciendo hincapié en que Ulpiano, sin embargo, pensaba
en una manera diferente. Era mucho más bonito hacer tal declaración aprendida
que decir simplemente: “La costumbre forestal de Innsbruck establece tal y tal
cosa y, por lo tanto, en virtud de esa particular ley regional, doy la
siguiente sentencia…”
Nos
podemos imaginar la afectación de los abogados nacida de la nueva presentación
del Derecho Romano. Nuestro almidonado Código Civil heredó gran parte de esa
pretensión del Derecho Romano. Por lo tanto, el Derecho Romano comenzó a
aplicarse en los juicios prácticos.
Pero,
como he señalado antes, a la gente no le gustaba. Por ejemplo, en Francia hubo
reacciones violentas en contra de su aplicación por parte de las personas. En
el sur de Francia, después de muchos disturbios, el Derecho Romano se introdujo
gradualmente, pero no encontró aceptación en el norte de Francia. Se enseñaba
en las universidades, pero los jueces no las aplicaron allí. En esa época,
Francia estaba dividida en dos zonas: las regiones en las que el derecho
consuetudinario —la ley no escrita basada en la costumbre— era aplicada, y aquellas
en las que la ley escrita —que era el Derecho Romano— estaba en vigor.
Lo
curioso es que el Derecho Romano también entró como una costumbre. Ningún rey
medieval emitió un decreto poniendo en vigor el Derecho Romano. Los jueces comenzaron
a aplicarlo por considerarlo bello y sofisticado. Podemos ver hasta adonde este
tipo de afectación judicial nos ha llevado.
Características esenciales
de una costumbre
Así
concebida, una costumbre puede definirse como un uso nacido de manera
espontánea que tiene fuerza de ley. Una costumbre no se origina a partir de un
sociólogo que registra las estadísticas y tiene la última palabra sobre un
tema. Ella nace de forma espontánea, aceptada por todo un grupo social: la parte
interesada. Después de un tiempo, esa costumbre pasa a gobernar el grupo. Esta
es una definición de la costumbre.
¿Cuáles
son los requisitos para que exista una costumbre?
Un gremio para los zapateros Nuremberg, regido por sus propias costumbres y leyes |
El primer requisito de una costumbre es que una acción debe ser
repetida muchas veces; debe ser un hábito de larga data. ¿Cuánto tiempo un
hábito tiene que existir antes de que se convierta en una costumbre? Algunos
estudiosos establecen un mínimo de al menos 40 años, pero creo que este es un
límite arbitrario. Las buenas costumbres gobernaron desde tiempos inmemoriales.
Era considerado prestigioso poder decir: “Nuestro pueblo ha tenido esta
costumbre desde tiempos inmemoriales”.
El segundo requisito
es que una costumbre debe pertenecer al dominio público. Es evidente que si la
costumbre no es pública, no puede gobernar como ley.
El tercero, una costumbre es pacíficamente aceptada por el
grupo social. Ella no podía proceder de un acto de violencia y debía ser
practicada sin ningún cuestionamiento serio.
El cuarto requisito, es que la costumbre se revoca de forma natural
cuando cae en desuso.
La falsa democracia es
totalitaria
Hoy
en día, se habla mucho acerca de la democracia. Se entiende más o menos así: Un
partido me presenta un folleto de 50 páginas con su plataforma que ofrece
soluciones para todos los problemas nacionales. En ella, por ejemplo, encontramos
regulaciones para la pesca en el río Amazonas, un plan para aprovecharse de los
derechos minerales en las orillas del riachuelo Chuí en el sur de Brasil; las
leyes regulan la importación de petróleo; una propuesta para educar a los niños
en el noreste, etc. - 50 páginas de soluciones.
Yo
hice una indagación para recibir la plataforma de cada uno de los partidos —hay
15 partidos— y leer todo este material. Después de la debida evaluación tomé
una decisión: este partido en particular es el mejor (o el menos malo). El
presupuesto de este sistema es que cada ciudadano comprenda y conozca las
soluciones para todas las preguntas. Entonces, elijo y doy mi voto al partido
que considero el mejor. El resultado de este sistema es lo que podemos ver a
nuestro alrededor…
P: ¿Qué es la democracia? R: La Democracia es la libertad para elegir a nuestros propios dictadores |
De
hecho, las soluciones deberían surgir de una manera diferente. La verdadera
democracia es una democracia directa donde un hombre sólo vota sobre las cuestiones
que él entiende. El hombre legisla directamente, y no a través de un
representante. Esto es, en realidad, lo que sucede cuando él desempeña un papel
en la formación de una costumbre y esa costumbre es absorbida por el cuerpo
social. Este sistema es inmensamente más auténtico y más representativo de la
realidad que nuestro sistema moderno.
Después
de haber estudiado la tremenda elasticidad de las costumbres generadas de esta
manera, como lo hemos estado haciendo en esta serie, se puede ver lo estúpido que
es afirmar que la Edad Media fue una época de tiranía y absolutismo, un período
en que el hombre era un esclavo.
Hemos
de visto la gran cantidad de libertad que los obreros y los campesinos tenían
en La Edad de Media (aquí,
aquí,
aquí,
aquí
y aquí),
Una libertad que ejercerían mediante la regulación de las costumbres de sus grupos
en gremios y cofradías. En esa sociedad todas las clases tenían la libertad que
necesitaban para protegerse a sí mismos, a sus familias e intereses.
Luego,
el diablo vino y prometió una nueva “libertad”. Las muchas revoluciones que
promovió ofreciendo “libertad” en realidad introdujo un sistema totalitario,
que es nuestra democracia moderna. Es interesante comparar los dos extremos de
este proceso. Por un lado, teníamos una sociedad que vivía bajo los alientos
orgánicos del derecho consuetudinario; en el otro lado, tenemos la democracia
moderna que es cada vez más totalitaria donde no se puede estornudar sin un
reglamento. Si Ud. estornuda sin seguir las reglas, puede terminar siendo
multado.
¿Por
qué? Porque, hay una banda de burócratas y sociólogos que planifican los más
mínimos detalles en los asuntos relacionados con el bien común. Si no
obedecemos estos decretos, corremos el riesgo de ser castigados. Los dos
extremos son o un régimen totalitario o una sociedad gobernada por el derecho
consuetudinario.
Esta
es una confirmación más de la máxima, “el
diablo nunca da lo que promete”. En efecto, puesto que él es el padre de la mentira podemos estar
seguros de que todo lo que él promete, él pronto nos los quitará.
Por
ejemplo, tenemos a Adán y Eva en el paraíso. Estaban en una situación perfecta
en el principio. El diablo entró en escena y les prometió que ellos serían como
dioses. ¿Y qué es lo que obtuvieron? Una terrible disminución de sus
inteligencias, un debilitamiento de sus voluntades, una rebelión de sus
sensibilidades, y todo tipo de decadencias —psicológicas, morales y físicas—
que vinieron como frutos del pecado original.
En
la Edad Media, el hombre tenía una gran cantidad de armonía y libertad. El
diablo entró en la escena prometiéndole al hombre una libertad revolucionaria.
Y fue exactamente esto —la libertad— lo que le quitó. Las democracias de hoy
son los regímenes totalitarios controlados artificialmente por tecnócratas, los
gurús de los medios de comunicación y los banqueros, todos ellos al servicio de
los ideales de la Revolución.
Continuará…
Tomado de TIA
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