LA INTRANSIGENCIA
DE LOS LIBERALES DIVIDE LAS FUERZAS CATÓLICAS
El prestigio siempre creciente
del partido católico y sus sucesivas victorias no impidieron que las
divergencias entre sus líderes se acentuaran con el tiempo, en perjuicio de la
cohesión tan necesaria para el progreso de la campaña por la libertad de
enseñanza.
Formado por católicos de todos
los matices, de todas las tendencias políticas, no era posible que el partido
se mantuviese sin una renuncia total a las actitudes políticas de sus miembros.
Eso no sucedió. Cada cual deseaba que la campaña se desarrollara sin herir sus
preferencias partidistas, y cada vez que consideraban que eran afectadas por un
artículo, un discurso o un panfleto, en seguida reclamaban y criticaban la
orientación del partido. En realidad, lo que faltó en esa época era que los
católicos fuesen exclusivamente católicos.
Guizot |
Naturalmente, el hombre más
atacado en las divergencias internas del partido católico era Louis Veuillot. Exclusivamente
católico, y teniendo que combatir diariamente a través de L’Univers, ora alentando a los compañeros, ora
respondiendo los ataques de la prensa lacia, ora sosteniendo polémicas con los
adversarios de la campaña, no siempre le era posible evitar censurar a los
partidos políticos o criticar a los regímenes anteriores. De hecho, los
adversarios de la Iglesia provocaban a propósito esas definiciones de Louis
Veuillot, sabiendo que así aumentaban las divergencias del partido católico, al
mismo tiempo que colocaban al periodista en situación difícil delante de sus
aliados. En el fondo, ellos tenían la esperanza de conseguir la remoción del
redactor de L’Univers, y romper así
el pilar del movimiento.
Dupanloup |
Es así que el padre Dupanloup
surgió en el escenario, ocurrido el primer enfrentamiento serio entre
Montalembert y Veuillot. De repente, sin ningún aviso o previo cambio de ideas,
Montalembert mandó decir a L’Univers
que el periódico iría a ser dirigido por un comité constituido por el padre
Dupanloup, el padre de Ravignan, Lacordaire, Lenormant
y él, y que ese comité designaría al redactor jefe. Esa comunicación fue una
bomba, y significó la renuncia de Louis Veuillot.
En esa ocasión Montalembert ya
no tenía ningún derecho sobre el periódico, pues el préstamos que le había hecho
ya había sido pagado y la mayoría de las acciones pertenecía a Taconet, su
verdadero propietario; pero, siendo L’Univers
de hecho un órgano del partido católico, Montalembert creía, como su jefe,
poder intervenir por esa forma.
Tanto Veuillot como Taconet merecían
recibir del partido un trato menos incivil. El primero, por los servicios que
ya había prestado a la causa y por el mes de prisión que sufrió por ello; y
Taconet por ser el propietario del periódico. Por amor a la paz y a los ideales
que defendían, se dispusieron a tratar con el comité a fin de componer la situación,
mostrando la imposibilidad de que el periódico fuese dirigido de esa forma, que
sería perjudicial principalmente a su orientación política: el padre Dupanloup
y el Padre Ravignan eran legitimistas; Lacordaire, demócrata; Lenormant,
favorable a Luis Felipe; y Montalembert, aristócrata. Esas razones no fueron
aceptadas. Apenas se les autorizó a Veuillot y Taconet ser parte del comité.
Los redactores estaban
indignados, y resolvieron mandar a Melchior du Lac a conversar con
Montalembert. La entrevista fue tormentosa, y terminó con la declaración de
este de que intervendría en el periódico con el derecho del más fuerte.
Delante de la intransigencia del
jefe del partido, Taconet y Louis Veuillot propusieron, para conciliar las
cosas, la formación de un nuevo comité más homogéneo, y que no significase un
perjuicio para el periódico. Para sus miembros sugirieron a: Montalembert, e vizconde
de Carné, de Lavan y Bailly, dos grandes accionistas del periódico, el padre
Hiron, su antiguo director, y Federico Ozanam. Montalembert se negó irritado,
acusando a L’Univers de traición y de querer matar al partido católico.
Pocos días después el arzobispo
de París envió una carta el periódico, censurándolo por la actitud que había tomado.
Pero Louis Veuillot y Taconet lo buscaron y le explicaron cómo habían ocurrido
los hechos, y entonces el arzobispo dio en parte la razón a ambos contra
Montalembert. Con eso la idea del comité estaba liquidada; pero, para mantener
la cohesión del partido, Veuillot aceptó pasar para un segundo plano. De acuerdo
con los otros jefes del movimiento, fue escogido un nuevo redactor jefe: el
conde de Coux, antiguo compañero de Lacordaire y Montalembert en L’Avenir.
Todo ocurrió intramuros, durante
las vacaciones parlamentarias que habían interrumpido la discusión del proyecto
de ley sobre el monopolio de la enseñanza en la Cámara de los Pares. Pero la cuestión,
además de haber provocado la primera divergencia seria entre los jefes del
partido católico, tuvo una pésima consecuencia inmediata. Al reabrirse los
debates en el parlamento sobre el monopolio, Thiers trasladó la cuestión,
pasando a atacar a los jesuitas. La acción de L’Univers fue entonces perjudicada, pues el conde de Coux, enemigo
de la Compañía de Jesús, quería impedir que Veuillot defendiera a los heroicos
soldados de San Ignacio.
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