Plinio
Corrêa de Oliveira
[…] Yo gustaría de decir una
palabra a respecto del Sapiencial e
Inmaculado Corazón de María.
En primer lugar, yo debo
recordar a los Sres. que hoy no es propiamente la fiesta del Inmaculado Corazón
de María. Hoy es la fiesta de Nuestra Señora Reina.
Entre tanto, yo creo que con
toda legitimidad podemos festejar el Inmaculado Corazón de María en el día de
hoy. Y esto por una razón muy simple, es que unos de los modos por los cuales nuestra
Señora hace efectivo su dominio sobre la tierra es exactamente por medio de su
Corazón Inmaculado y Sapiencial. Y hay incluso una invocación de nuestra
Señora, Regina Cordium, nuestra
Señora Reina de los Corazones, que puede ser vista en la perspectiva de esos
atributos o invocaciones de nuestra Señora. Primero, nuestra Señora Reina y en
segundo lugar el Inmaculado y Sapiencial Corazón de María.
¿Cómo es que todo eso se
coloca, cómo es que todo eso se ve y se entiende?
Nosotros sabemos que nuestra
Señora, de derecho, es reina del cielo y de la tierra. Ella lo es de derecho
por dos razones: en primer lugar porque Ella es la Reina-Madre de toda la creación,
Ella es Madre de Dios y Ella tiene, por lo tanto, en la creación, una situación
parecida con la que tienen las reinas madres en los países de estructura monárquica.
Pero, de otro lado también, porque Dios nuestro Señor entregó a nuestra Señora
la regencia efectiva del cielo y de la tierra. Nuestra Señora manda ―porque Él
le entregó ese poder― nuestra Señora manda sobre los ángeles, nuestra Señora
manda sobre los santos, nuestra Señora manda sobre los santos, nuestra Señora
manda sobre todas las almas que están en el purgatorio, nuestra Señora manda
sobre todos los hombres que están en el mundo. Ella manda incluso sobre el
infierno.
Todo está completa y
enteramente sujeto a Ella por la voluntad de Dios.
Una reina madre no es
propiamente una reina reinante. Ella tiene las honras de la realeza, pero ella
no es la reina reinante. La reina Mary, de Inglaterra, por ejemplo, es reina
madre. Ella fue reina, esposa ―ella nunca fue reina reinante, ella nunca
ejerció la realeza, ella tuvo las honras de la realeza, fue esposa del rey
Jorge VI, después falleció el rey, la realeza pasó para la hija de ella, la
reina Isabel II y ella pasó a ser la reina madre. Ella pasó la vida entera, por
lo tanto, cercada de las honras de la realeza, pero sin el mando de la realeza.
La reina Isabel II es la reina reinante, porque en la pequeña medida de poder
que tiene una reina de Inglaterra, en esa medida ella reina. De manera que ella
es la reina reinante.
Nuestra Señora no es sólo la
reina madre porque es la Madre de nuestro Señor Jesucristo, además Ella es
reina reinante porque Dios nuestro Señor le confió a Ella ese poder.
Ahora, ese poder que Ella
tiene, de derecho, ¿cómo es que Ella lo ejerce? ¿Cómo Ella transforma en hechos
ese poder de derecho que Ella tiene?
En el cielo Ella lo ejerce de
dos modos: en primer lugar, porque Ella tiene el derecho de mandar y porque
todas las almas que están en el cielo están confirmadas en gracia, ellas no hacen
sino la voluntad de Dios. De manera que es ciertísimo que nuestra Señora
mandando en ellas en nombre de Dios, nuestra Señora tiene el derecho de
imponerse a ellas y ellas obedecen.
Pero es también verdad que aunque
Dios no lo hubiese mandado, ellas querrían obedecer a nuestra Señora. Y querrían
por el extremo amor que ellas tienen a nuestra Señora, por el conocimiento que
ellas tienen de todas las virtudes de nuestra Señora, de la superioridad de
nuestra Señora. Porque toda superioridad confiere un mando, aunque no hubiese
esa orden de Dios, yo estoy cierto que todos los ángeles y los santos del cielo
por la expresión de una leve, tenue voluntad de nuestra Señora, ellos se
moverían todos en esa dirección.
El Inmaculado Corazón de María |
Y ese es un imperio que es el
imperio de un corazón sobre los corazones. ¿En qué sentido es eso?
El corazón, los Sres. saben ―yo
ya he dicho eso innumerables veces― es el órgano físico que es símbolo de la
mentalidad. Es decir, del modo por el cual la persona ve las cosas, y del modo
por el cual quiere las cosas.
El Sapiencial e Inmaculado
Corazón de María es una expresión de la mentalidad sapiencial e inmaculada de
nuestra Señora. Y expresa, entre otras cosas también, su bondad inefable, su
dulzura inefable, su misericordia inagotable.
Por todas esas razones, los
ángeles y santos del cielo, considerando a nuestra Señora, la aman con toda la
intensidad; después de Dios, pero la aman. La aman tanto cuanto les es dado a
ellos amar, pero la aman. Y el resultado es que ese amor es tal que Ella
reinaría sobre ellos ―el corazón de Ella sobre los corazones de ellos―, es
decir, la mentalidad de Ella sobre la mentalidad de ellos. Es decir, el modo de
Ella ver las cosas súper sapiencialmente sería una regla de sabiduría para
ellos. La voluntad de Ella, santísima, sin mancha, inmaculada, sería una regla
para la voluntad de ellos aunque no hubiese sido mandado por Dios.
Es decir, simplemente, de
Corazón a corazón, nuestra Señora domina el cielo. Domina el cielo y domina el
purgatorio, porque las almas que están en el purgatorio también ellas ya no
pecan más. También ellas tienen la garantía de que irán al cielo. No hay
peligro de que un alma en el purgatorio, por ejemplo, se rebelase con los
padecimientos extremos que en el purgatorio se sufren. ¿Por qué? Porque ellas están
confirmadas en gracia y ellas van a ir para el cielo. Y por causa de eso ellas
piensan como nuestra Señora piensa, quieren lo que nuestra Señora quiere, viven
para nuestra Señora. Y por eso, cuando nuestra Señora de vez en cuando se aparece
en el purgatorio, hay para ellas una alegría sin nombre. Ellas todas cantas,
satisfechísimas, de dentro de sus tormentos. Y Ella lleva siempre un número
enorme de almas para el cielo. Y a las que Ella no lleva para el cielo, Ella
esparce en torno de sí como que un rocío que disminuye las penas, aumenta la
esperanza de llegar al cielo y alivia los padecimientos de aquellas almas.
Pero es también de Corazón a
corazón que nuestra Señora domina aquellas almas y reina. Y no sólo por la
voluntad de Dios.
En la tierra, ¿cómo es que son
las cosas? Tenemos en la tierra, si los Sres. quisieren, la triste libertad ―que
es de hecho una servidumbre―, la triste libertad de no hacer la voluntad de
Dios. En otros términos, nuestras pasiones nos arrastran. Ellas son tiranas que
nos llevan muchas veces a hacer lo que nosotros no querríamos, por pecado
nuestro, mas nos llevan a hacer lo que nosotros no querríamos. Y ellas nos dan,
así, la triste libertad de decir “no” a Dios.
Una triste libertad que es una
esclavitud porque si nosotros fuésemos libres en nuestras pasiones nosotros
nunca diríamos “no” a Dios. Pero esas pasiones existen. Y nosotros tenemos que
luchar contra ellas. De manera que, en último análisis, está esa servidumbre nuestra:
las pasiones, que sólo con la gracia de nuestra Señora nosotros conseguimos
sacudir, conseguimos limitar, e incluso extinguir. Sin eso, nosotros seríamos
esclavos de nuestros defectos.
Y hay en la tierra una lucha
entre los que obedecen y los que no obedecen a nuestra Señora. Nuestra Señora
tiene el derecho de ser obedecida por todo el mundo. Y en ese sentido, “de
derecho”, Ella es reina del mundo entero. Pero el mundo tiene la posibilidad ―si
bien que no el derecho― de desobedecer a nuestra Señora. De donde, hay un
número enorme de personas que desobedecen a nuestra Señora.
Entonces, el Sapiencial e
Inmaculado Corazón de María ¿cómo es que hace efectiva su autoridad jurídica e
indiscutible sobre todo el mundo? Se hace efectiva de una forma muy simple. Nuestra
Señora, por su Corazón, Ella toca los corazones, ella toca las almas, y hace
con que las almas recibiendo gracias muy abundantes, la sigan a Ella.
Es claro que esto no es automático.
Una persona puede resistir a la gracia. Incluso a una gracia muy abundante, la
persona puede resistir. Peca, pero puede resistir. Está bien, pero muchos no
pecan por causa de la abundancia de la gracia. Y por esta forma, recibiendo
gracias caudalosas, sirven a nuestra Señora. Pero esas gracias, ¿cómo es que
son? Es la gracia que Ella da a nuestros corazones para que veamos el Corazón
de Ella. De conocer y amar la sabiduría de Ella, de conocer y amar la nota de
Inmaculada que existe en toda la persona de Ella. Y es por esta forma que Ella
se hace obedecer por nosotros.
De manera que el Corazón de
Ella es un cetro con el cual Ella gobierna a todos aquellos que le obedecen en
el mundo.
Es claro que también, nuestra
Señora manda en los malos. El demonio obedece, absolutamente. Y por eso también
muchas veces, en la historia, ocurren cosas desconcertantes para los buenos o
para los que defienden el lado del bien, ocurren cosas desconcertantes en
último análisis porque nuestra Señora mandó. Y en este sentido, Ella puede también
mandar. Pero no es un mandar que fuerce el libre albedrío por el cual la
persona dice “sí” a la gracia de Dios. Eso no. Fuerza cualquier otra cosa, ese
punto no fuerza.
Es decir, nuestra Señora tiene
un imperio de derecho sobre todos. Que a veces Ella hace efectivo y nadie puede
resistir. Pero que muchas veces es efectivo no por un imperio de Ella sino por
el amor que Ella comunica a muchas almas.
Ahí los Sres. tienen una razón
por la cual tantas personas se dedican, tantas personas se inmolan, tantas
persona luchan etc., etc. Es por causa del Sapiencial e Inmaculado Corazón de
María.
Entonces, en esas condiciones
yo tengo la certeza de que la fiesta de Nuestra Señora Reina es la fiesta del
Corazón de Ella. Lo que, por lo demás, está escrito en Fátima: Nuestra Señora
dice “por fin mi Inmaculado Corazón triunfará”. Triunfará quiere decir reinar. El
Corazón de nuestra Señora es un corazón regio. Si yo pudiese representar el
Inmaculado Corazón de María, yo gustaría de representarlo rodeado por una
corona, para indicar bien el carácter regio del Corazón Sapiencial e Inmaculado
de María.
La fiesta, por lo tanto, tiene
toda la propiedad ―aunque sea la fiesta de Nuestra Señora Reina― tiene toda la
propiedad para que nosotros cultivemos y veneremos el Inmaculado Corazón de
María.
¿De qué manera? Haciendo el
siguiente pedido: Haced mi corazón semejante al Vuestro. Semejante no quiere
decir vagamente parecido, no. Quiere decir parecido en todo cuanto está en los
designios de la Providencia que se parezca. “Hacedme sapiencial, de una sabiduría
que sea una participación de la vuestra; hacedme puro de una pureza que sea una
participación de la vuestra”. Y, para ser sapiencial y puro: es preciso ser
contra-revolucionario.
¿Por qué? Porque la Revolución es
el auge de la insensatez y de la falta de pureza. Es lo contrario, de modo
escandaloso, pero directamente lo contrario de la sabiduría y de la pureza,
sobre todo de la pureza inmaculada de nuestra Señora. Entonces, el Sapiencial e
Inmaculado Corazón de María es Nuestra Señora de la Contra-Revolución. Es por
donde la Revolución más odia a nuestra Señora, y por donde nosotros, hijos de
la Contra-Revolución, más nos afirmamos hijos de Ella.
Los Sres. comprenden cuántas
razones hay para que aprovechemos los últimos minutos de esta fiesta para pedir
gracias para nosotros. Sobre todo esa transformación por donde nuestro corazón sea
confiscado por nuestra Señora, sea tomado por nuestra Señora. Podemos decir: “Mi
Madre, yo no soy bastante fuerte para entregarme a vos: dominadme. Entrad en mi
alma con gracias tales que yo prácticamente no resistiré. Esta puerta, mi
Madre, que yo por miseria no abro, atravesadla. Yo os espero detrás de ella con
mi sonrisa, mi reconocimiento y mi gratitud”.
Esta es una buena oración para
la fiesta de hoy.
Recomendamos seguir el audio de esta conferencia haciendo clic en play
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El presente
texto es una adaptación resumida de la transcripción de la grabación de una
conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, no ha sido revisada por el
autor.
Si el Prof.
Plinio Corrêa de Oliveira estuviese vivo, ciertamente pediría que se colocase
explícita mención de su filial disposición a rectificar cualquier discrepancia
en relación al magisterio de la Iglesia. Es lo que referimos aquí, con sus
propias palabras:
“Católico
apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial celo a la
enseñanza tradicional de la Santa Iglesia. Si, por lapso, ocurra que algo no
está conforme a aquella enseñanza, desde ya la rechaza categóricamente”.
Las
palabras “Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido
que les da el Prof. Plínio Corrêa de Oliveira en su libro “Revolución y Contra-Revolución”,
cuya primera edición fue publicada en el Nº 100 de "Catolicismo", en
abril de 1959.
[1] Los Santos del
Día eran unas breves reuniones en las que el Prof. Plinio ofrecía una reflexión
o comentario relacionado con el santo o fiesta religiosa que se celebraba aquel
día.
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