Ante la inminente “canonización” del antipapa Juan XXIII, es
oportuno que todo verdadero católico sepa quién fue verdaderamente Angelo
Roncalli
Yves Marsaudon, masón del rito escocés grado 33: “El sentido de
universalidad que está muy extendido en Roma en estos días, es muy próximo a
nuestro propósito de existir… apoyamos
con todos nuestros corazones la revolución de Juan XXIII”[1].
Juan XXIII
(Angelo Roncalli) – El hombre que convocó el Vaticano II y que reclamó ser el Papa
desde 1958 a 1963
Vamos a examinar
algunos de los hechos acerca de Angelo Roncalli (Juan XXIII). Angelo Roncalli
nació en 1881 y ocupó cargos diplomáticos en Bulgaria, Turquía y Francia.
Roncalli fue también patriarca de Venecia.
ALGUNAS DE LAS ACTIVIDADES DE JUAN XXIII ANTES DE SU “ELECCIÓN” COMO
“PAPA” EN 1958
Durante años, el
Santo Oficio había mantenido un archivo sobre Angelo Roncalli (Juan XXIII) que
decía “sospechoso de modernismo”. El archivo se remonta a 1925, cuando Roncalli,
quien era conocido por sus enseñanzas heterodoxas, fue abruptamente removido de
su cátedra en el Seminario Lateranense a mediados de semestre (fue acusado de
modernismo) y enviado a Bulgaria. Esta transferencia a Bulgaria dio inicio a su
carrera diplomática. De particular preocupación para Roma fue la permanente
cercanía de Roncalli con el destituido sacerdote Ernesto Buonaiuti, quien fue
excomulgado por herejía en 1926[2].
Ya en 1926,
Angelo Roncalli (Juan XXIII) escribió a un ortodoxo cismático:
“Católicos
y ortodoxos no son enemigos, sino hermanos. Tenemos
la misma fe; compartimos los mismos sacramentos y especialmente la
eucaristía. Estamos divididos por algunos desacuerdos respecto a la
constitución divina de la Iglesia de Jesucristo. Las personas que fueron la
causa de estos desacuerdos murieron hace siglos. Abandonemos las viejas
disputas, cada uno en su propio dominio, trabajemos para hacer bien a nuestros
hermanos, dándoles el buen ejemplo. Más
tarde, aunque viajemos por caminos diferentes, vamos a lograr la unión entre las iglesias para formar juntos la
verdadera y única Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo”[3].
Esta afirmación
significa que la única verdadera Iglesia no ha sido aún establecida.
En 1935, Angelo
Roncalli llegó a Turquía y entabló amistad con el subsecretario del Ministerio
de Relaciones Exteriores, Naman Rifat Menemengioglu[4].
Menemengioglu le dijo a Roncalli:
“La laicidad del Estado es nuestro principio
fundamental y la garantía de nuestra libertad”. Roncalli respondió: “La Iglesia
será cuidadosa en no infringir vuestra libertad”[5].
En Turquía,
Roncalli también afirmó: “Ustedes los irlandeses son imposibles. ¡En el momento
en que llegáis al mundo, incluso antes de ser bautizados, comenzáis a condenar a todos los que no pertenecen a la Iglesia,
especialmente a los protestantes!”[6].
Aquí hay otra
cita que muestra la visión herética de Roncalli: “La fracción extrema
anticatólica de la Iglesia ortodoxa griega anunció con júbilo un acuerdo con la
Iglesia de Inglaterra por la cual cada una reconoce la validez de las órdenes
sagradas de la otra. Pero Roncalli estaba genuinamente contento. A los griegos,
que astutamente le preguntaron qué pensaba del acuerdo, él dijo llanamente, ‘No
tengo más que alabanzas para nuestros hermanos separados por su celo en dar un
paso hacia la unión de todos los cristianos’”[7].
Desmond O’Grady,
ex corresponsal del Washington Post,
reportó que durante su permanencia en Estambul en 1944, Roncalli “habló en un sermón de un concilio que se
celebraría en el período de la postguerra”[8].
Cuando Roncalli fue nuncio en Francia, fue nombrado observador para la Santa
Sede en la agencia cultural de las Naciones Unidas, UNESCO. En julio de 1951,
pronunció un discurso “elogiando profusamente a la UNESCO…”[9].
Roncalli llamaba a la UNESCO “esta gran organización internacional”[10].
Cuando Angelo
Roncalli fue nuncio en Francia, nombró a
un masón grado treintaitrés y cercano amigo, el barón Yves Marsaudon, como
jefe de la rama francesa de los Caballeros de Malta, una orden laica católica[11].
JUAN XXIII DICE SER MASÓN
Yves Marsaudon,
el masón y autor francés antes mencionado, también
afirma que Roncalli (Juan XXIII) se hizo masón grado treintaitrés cuando era
nuncio en Francia. Mary Ball Martínez escribió que los guardias republicanos franceses habían dicho: “… el nuncio
(Roncalli) vestido de civil, abandonó su residencia para asistir a las
reuniones nocturnas de los jueves del Gran Oriente de Francia [logia masónica].
En vista de que la exposición a tal dramático conflicto de lealtades pondría
nervioso al hombre promedio, sea católico o masón, Angelo Roncalli parece
haberlo tomado con calma”[12].
La revista 30 Días también realizó una entrevista
hace varios años al el jefe de la masonería italiana. El Gran Maestre del Gran
Oriente de Italia declaró: “En cuanto a eso, parece que Juan XXIII se inició (en una logia masónica) en París y
participó en la obra de los Talleres de Estambul”[13].
Una vez en
París, “Mons.” Roncalli asistió a un banquete y se sentó al lado de una mujer
que estaba vestida con un escote muy inmodesto. La compañía de Roncalli la hizo
sentirse un poco incómoda. Los invitados observaron al “nuncio papal”. Roncalli
rompió el silencio diciendo con humor:
“No puedo
imaginar por qué todos los invitados me siguen mirando, a mí pobre pecador,
cuando mi vecina, nuestra encantadora anfitriona, es mucho más joven y
atractiva”[14].
Cuando Juan
XXIII fue posteriormente “elevado” para el colegio de cardenales, él insistió
en recibir el capelo cardenalicio del ateo y notorio anticlerical socialista
Vincent Auriol, Presidente de la República de Francia, a quien él describió
como “un socialista honesto”[15].
de manos del conocido anticatólico Vincent Auriol
Roncalli se arrodilló ante Auriol, y Auriol colocó
el birrete de cardenal sobre la cabeza de Roncalli. Auriol luego colgó una
“ancha cinta roja alrededor del cuello del cardenal, abrazándolo con un apretón
que le dio una personal calidez al formal protocolo”[16].
Auriol tuvo que enjugar sus lágrimas con un pañuelo cuando Roncalli se retiró
para asumir su nueva dignidad como “cardenal”[17].
En las funciones sociales en París, Roncalli (Juan
XXIII), fue visto socializando también con frecuencia con el embajador
soviético, M. Bogomolov, a pesar de que el gobierno de Bogomolov había reanudado
su previa política de pre-guerra de exterminio brutal de los católicos en
Rusia.
Angelo Roncalli
(Juan XXIII) socializando con el asesino de católicos
Juan
XXIII también era conocido como un “buen amigo y confidente” de Edouard
Herriot, secretario de los socialistas radicales anticatólicos (de Francia)[18].
“Tal vez el mejor amigo de Roncalli fue el gran viejo socialista y anticlerical
Edouard Herriot”[19].
Juan XXIII
con Edouard Herriot y otros radicales
Antes que Roncalli dejara París, ofreció una cena
de despedida para sus amigos. “Entre los invitados se incluían políticos de
derecha, de izquierda y de centro; unidos en esta ocasión por su cordial
acogida”[20].
Cuando Roncalli fue “cardenal” de Venecia, “no dio motivos para que los
comunistas lo criticasen. Los habituales insultos anticlericales dieron paso a
un respetuoso silencio”[21].
Durante su estadía en Venecia “exhortó a
los fieles a acoger a los socialistas de toda Italia, que celebraban su
trigésima segunda reunión” en Venecia[22].
“El patriarca (Juan XXIII) hizo colocar anuncios en
las paredes de toda Venecia por la apertura de la trigésima segunda reunión del
Congreso del Partido Socialista de Italia (PSI) en febrero de 1957. Los
anuncios decían: ‘Acojo la excepcional importancia de este evento, que es tan
importante para el futuro de nuestro país’”[23].
Papa Pío XI, Quadragesimo ano,
#120, 15 de mayo de 1931: “Nadie puede al mismo tiempo ser buen
católico y socialista verdadero”[24].
Hablando cierta vez en el ayuntamiento de Venecia,
Roncalli dijo:
“… Me alegra estar aquí, aunque pueda haber algunos de los presentes que
no se llaman a sí mismos cristianos, pero que pueden ser reconocidos como tales
por sus buenas obras”[25].
Esto es descaradamente herético.
LAS ACTIVIDADES
DE JUAN XXIII Y LAS DECLARACIONES DESPUÉS DE SU “ELECCIÓN” COMO “PAPA” EN 1958
Poco después de haber sido “elegido” y entrado en
el Vaticano, “Juan XXIII se encontró con una antigua estatua de Hipólito, un
antipapa del siglo III. Él tomó la estatua restaurada y la colocó a la entrada
de la Biblioteca del Vaticano”[26].
“Rostros decepcionados aparecieron en todas partes en la plaza de San Pedro
cuando Juan XXIII dio su primera bendición papal, porque él apenas levantó sus
manos. Su señal de la cruz le pareció a los romanos un gesto lamentable, porque
él pareció mover sus muñecas al nivel de la cintura”[27].
“Juan XXIII decía que se sentía avergonzado cuando
se lo saludaba como ‘Santidad’ [o] ‘Santo Padre’…”[28]. “Durante
mucho tiempo, Juan XXIII decía ‘yo’ en vez de ‘nosotros’ en sus conversaciones
oficiales. Se espera que los Papas usen ‘nosotros’ o ‘nos’ por lo menos en las
ocasiones oficiales”[29].
Cuando Juan XXIII publicó una encíclica sobre la
penitencia, que dice que no hay ninguna obligación de ayuno ni siquiera en los
días de abstinencia de comida o de placeres profanos[30].
Juan XXIII dijo de sí mismo: “Soy el
Papa que sigue pisando el acelerador”[31].
El padre de Juan XXIII era un viticultor. Hablando
de su padre, Juan XXIII dijo:
“Hay tres maneras que pueden arruinar a un hombre: las mujeres, los
juegos, y la agricultura. Mi padre eligió la más aburrida de las tres”[32].
JUAN XXIII SOBRE
LOS HEREJES, CISMÁTICOS Y NO CATÓLICOS
Juan XXIII describió lo que él pensaba debería ser
la actitud del Segundo Concilio Vaticano hacia las sectas no católicas con
estas palabras: “No tenemos la intención de conducir un juicio del pasado. No queremos demostrar quién tiene la razón
o quién está equivocado. Todo lo que queremos decir es, ‘unámonos, pongamos
término a nuestras divisiones’”[33].
Sus instrucciones al “cardenal” Bea, jefe del Secretariado para la Unión de los
Cristianos del Concilio fueron: “tenemos
que dejar de lado, por el momento, aquellos elementos en los que nos
diferenciamos”[34].
Una vez que “un congresista espetó abruptamente:
‘Soy bautista’. Juan XXIII dijo sonriendo: ‘Bueno, yo soy Juan’”[35]. Juan XXIII dijo al acatólico Roger Schutz,
fundador de la comunidad ecuménica de Taize (un monasterio ecuménico no
católico): “Usted está en la Iglesia, la paz sea contigo”. Schutz exclamó:
“¡Pero entonces, somos católicos!”. Juan XXIII dijo: “Sí, ya no estamos
separados”[36].
Esto es evidentemente herético.
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, Cantate Domino, 1441: “A cuantos, consiguientemente, sienten
de modo diverso y contrario, [la Iglesia] los condena, reprueba y
anatematiza, y proclama que son ajenos al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia”[37].
Juan XXIII recibió en el Vaticano al primer “arzobispo” de Canterbury, el primer “prelado” de la
Iglesia episcopal de los EEUU, y al primer sumo sacerdote sintoísta[38].
Juan XXIII una vez comentó: “Si yo
hubiese nacido musulmán, creo que siempre habría seguido siendo un buen
musulmán, fiel a mi religión”[39].
Uno de los primeros actos de Juan XXIII fue recibir
en audiencia al musulmán Sha de Irán. Cuando el Sha de Irán estaba por
retirarse, “Juan XXIII le dio su
bendición, que había reformulado delicadamente para evitar ofender los
principios religiosos mahometanos: ‘Que el más abundante favor de Dios
todopoderoso sea contigo’”[40].
Al reformular la bendición, Juan XXIII: 1) retiró de
la bendición la invocación a la Santísima Trinidad, para no ofender a los no
creyentes; y 2) le dio la bendición a un miembro de una falsa religión. Esto es
contrario a la enseñanza de la Escritura que prohíbe dar la bendición a los no
creyentes, como recuerda el Papa Pío XI.
Papa Pío XI, Mostalium animos,
# 9, 6 de enero de 1928: “Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la
caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del
Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos
el nuevo precepto Amaos los unos a los otros, prohibió absolutamente todo trato y
comunicación con aquellos que no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de
Jesucristo: ‘Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina,
no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis’” (II Juan 10)[41].
El 18 de julio de 1959, suprimió la siguiente
oración: “Se tú el Rey de todos aquellos
que todavía están envueltos en las tinieblas de la idolatría o del islam”[42]. En su breve apostólico del 17 de
octubre de 1925, el Papa Pío XI ordenó que esta oración sea recitada
públicamente en la fiesta de Cristo Rey[43].
Juan XXIII quitó del calendario de los santos a los Catorce Santos Patronos
(Ayudantes) y una serie de otros santos, incluyendo a Santa Filomena.
Santa
Filomena, sólo uno de los tantos santos retirados del
calendario
por Juan XXIII y Pablo VI
Bajo el
Papa Gregorio XVI, la Sagrada Congregación de los Ritos dio un fallo pleno y
favorable a favor de la veneración de Santa Filomena; además, el Papa Gregorio
XVI otorgó a Santa Filomena el título de “Gran Maravilla de los Trabajadores
del siglo XIX” y “Patrona del Rosario viviente”[44].
Ella fue canonizada por el mismo Papa en 1837. La canonización de un santo es “una declaración pública y oficial
de las virtudes heroicas de una persona y la inclusión de su nombre en el canon
(lista o registro) de los santos… Esta sentencia de la Iglesia es infalible e irreformable[45].
Juan
XXIII declaró: “… Debemos siempre respetar la dignidad del hombre que está
delante de nosotros, y sobre todo la libertad de todo hombre”[46].
A
continuación se muestra una foto de una reunión de Juan XXIII con los
cismáticos orientales en el Vaticano II. Juan XXIII quiso que el clero de la
iglesias “ortodoxas” de Rusia (muchos de los cuales eran agentes de la KGB)
participaran en el Concilio Vaticano II. Los “ortodoxos” dijeron que algunos de
sus clérigos asistirían, siempre que no se condenara al comunismo en el Vaticano
II. Por lo tanto, Juan XXIII ―el iniciador de la apostasía del Vaticano II―
negoció el “gran acuerdo” que fue el Acuerdo Vaticano-Moscú. El Vaticano acordó
no condenar el comunismo en el concilio, a cambio de conseguir con esto que los
cismáticos orientales asistieran como observadores en los debates[47].
¡Ciertamente eso es un trato! Juan XXIII claramente era un masón y probablemente
un comunista; él fue el hombre que inició la masiva conspiración y apostasía
que es la secta del Vaticano II.
Juan XXIII con los cismáticos orientales en el
Vaticano II
Juan XXIII vio dónde se iban a sentar los observadores no católicos en
el Vaticano II y dijo: “¡Eso no se hará!
Pongan a nuestros hermanos separados cerca de mí”. Un complacido anglicano
dijo: “Por lo tanto, estábamos allí, justo en la primera fila”[48].
El 11 de octubre de 1962 pronunció su discurso de apertura del Concilio:
“Llegan a decir que
nuestro mundo, en relación con el de antaño, ha empeorado mucho; se comportan como si no hubiesen aprendido
nada de la historia, que es maestra de la vida, y como si en el tiempo de los
concilios ecuménicos precedentes triunfasen plenamente el pensamiento y la vida
cristiana, así como la justa libertad religiosa. Pero, nos parece que debemos
discordar de estos profetas de desgracias, que siempre están anunciando
acontecimientos ominosos como si el fin del mundo fuese inminente. En el presente
momento histórico, la Providencia nos está llevando a un nuevo orden de relaciones humanas”.
“Los errores,
luego de nacer, se desvanecen como la niebla ante el sol. Siempre la Iglesia se
opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa
de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la
severidad. Ella quiere salir al encuentro de las necesidades actuales,
mostrando la validez de su doctrina más que renovando condenas… Desgraciadamente, toda la familia cristiana
todavía no ha conseguido, en su plenitud, esta visible unidad en la verdad”[49].
Como vemos arriba, en su discurso de apertura, Juan XXIII declaró que la
Iglesia se oponía a los errores y los condenaba, pero que ahora no iba a
renovar las condenas. Él también pronunció la herejía de que “toda la familia
cristiana todavía no ha conseguido en su plenitud esta visible unidad en la
verdad”. El primer lugar, “toda la familia cristiana” se compone únicamente de
los católicos. Decir que “toda la familia cristiana” incluye a los no
católicos, como Juan XXIII hace, es herejía. En segundo lugar, Juan XXIII dice
que la familia cristiana (que es la Iglesia Católica) “no ha conseguido en su
plenitud, esta visible unidad en la verdad”. Esto es herejía. Es una negación
de la unidad de la verdadera Iglesia de Cristo, la Iglesia Católica. La
verdadera Iglesia (la Iglesia Católica) es una en la fe. La Iglesia siempre ha
sido y mantendrá la “visible unidad en la verdad”.
Papa León XIII, Satis cognitum, # 4, 29 de junio de
1896: “La
Iglesia está constituida en la unidad por su misma naturaleza; es una, aunque
las herejías traten de desgarrarla en muchas sectas”[50].
Papa León XIII, Satis cognitum, # 5: “Hay ―dice San
Cipriano― un solo Dios, un solo Cristo, una sola Iglesia de Cristo, una sola
fe, un solo pueblo que, por el vínculo de la concordia, está fundado en la
unidad sólida de un mismo cuerpo. La
unidad no puede ser amputada; un cuerpo, para permanecer único, no puede
dividirse por el fraccionamiento de su organismo”[51].
Juan XXIII también cambió las rúbricas para el breviario y el misal. Él
ordenó la supresión de las oraciones leoninas, que eran las oraciones
prescritas por el Papa León XIII para ser recitadas después de la Misa. Estas
oraciones fueron también prescritas por el Papa San Pío X y el Papa Pío XI[52].
Esta incluía la oración a San Miguel Arcángel, una oración que hace mención
específicamente de la batalla que la Iglesia libra contra el demonio. Juan
XXIII eliminó de la Misa el salmo Judica
me. Juan XXIII luego suprimió el Último Evangelio, el Evangelio de San
Juan. Este Evangelio también se utiliza en los exorcismos[53].
Después, Juan XXIII eliminó el segundo Confiteor en la Misa. Sólo
después de todos estos cambios que hizo, él introdujo un cambio en el canon de
la Misa, insertando el nombre de San José[54].
La instancia de colocar el nombre de San José en el canon de la Misa fue
oficialmente rechazada por el Papa Pío VII el 16 de septiembre de 1815[55],
y por el Papa León XIII el 15 de agosto de 1892[56].
Los otros cambios importantes respecto al santo sacrificio de la Misa (que
precedieron a la Nueva Misa de Pablo VI) entraron en vigor el primer domingo de
adviento de 1964.
JUAN XXIII SOBRE EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO
Juan XXIII escribió una carta de elogio a Marc Sangnier, el fundador de El Sillon. El Sillon fue una organización condenada por el Papa San Pío X.
Juan XXIII escribió acerca de Sangnier: “La poderosa fascinación de sus
palabras (de Sangnier), de su alma, me ha emocionado, y los vivos recuerdos de mi juventud como sacerdote se deben a su
persona y a su actividad política y social…”[57].
En su encíclica Mater et Magistra
(sobre el cristianismo y el progreso social), Juan XXIII promueve los ideales
socialistas y ni siquiera condena una sola vez la contracepción y el comunismo.
Cuando se le preguntó por qué iba a responder al saludo del dictador comunista,
Juan XXIII respondió: “Soy el Papa Juan, por ningún mérito personal, sino por
un acto de Dios, y Dios está en cada uno
de nosotros”[58]. “Juan XXIII se divertía mucho con los
comunistas; se podría pensar que eran sus propios hermanos”[59].
El comunismo fue condenado 35 veces por el Papa Pío XI y 123 veces por el Papa
Pío XII[60].
El 6 de marzo de 1963, Juan XXIII recibió a Aleksei Adzhubei y a su
esposa Rada en una audiencia especial. Rada era la hija del premier de la URSS,
Khrushchev. Rada dijo sobre su encuentro con Juan XXIII lo siguiente: “… él nos
entregó a Aleksei y a mí un par de regalos simbólicos, que también se
destinaban a mi padre y me dijo: ‘… esto
es para su Papa’”[61].
Por ocasión de su octogésimo cumpleaños (25 de noviembre de 1961), Juan
XXIII recibió un telegrama de Khrushchev ofreciéndole sus “felicitaciones y
sinceros deseos de buena salud y éxito en sus nobles aspiraciones para
contribuir… a la paz en la tierra”[62].
El secretario general del
Partido Comunista Británico, John Gollan,
antes las cámaras de televisión el 21 de abril de 1963, dijo que “la encíclica (Pacem in terris) [de Juan XXIII] lo
había sorprendido y alegrado” y, por lo tanto, él había exteriorizado su
“más sincera satisfacción en el reciente 28° congreso del partido”[63].
Uno de los buenos amigos de Juan XXIII fue el comunista y ganador del
Premio Lenin de la Paz, Giacomo Manzu[64].
Juan XXIII dijo: “No veo ninguna razón por la que un cristiano no pueda votar
por un marxista si encuentra que es más apto para seguir una línea política y
destino histórico”[65].
La Iglesia Católica ha condenado el comunismo en
más de 200 ocasiones[66].
JUAN XXIII ELOGIADO POR MASONES Y COMUNISTAS DURANTE SU PONTIFICADO
Juan XXIII, Pacen in terris, # 14, 11 de abril de
1963: “Entre los derechos del hombre débese enumerar
también el de poder venerar a Dios, según la recta norma de su conciencia, y
profesar la religión en privado y en público”.
Esto es herejía. No es un derecho del hombre adorar en público a los
dioses falsos. Esto ha sido condenado por muchos Papas, como lo hemos
demostrado en la sección sobre el Vaticano II. Cuando el teólogo del Santo
Oficio, el P. Ciappi, le dijo a Juan XXIII que su encíclica Pacem in terris contradecía las
enseñanzas de los Papas Gregorio XVI y Pío IX sobre la libertad religiosa, Juan
XXIII respondió: “No se ofendan por
algunos pocos puntos si la mayoría de ellos brillan”[67].
La encíclica Pacen in terris
de Juan XXIII fue elogiada por los mismos líderes masónicos como siendo un
documento masónico. Estos son sólo algunos ejemplos:
Esta es una cita del Boletín Masónico, el órgano oficial del Consejo
Supremo del grado 33 del antiguo y aceptado rito escocés de la masonería, para
el distrito masónico de los Estados Unidos de México, ubicado en el 56 de la
calle Lucerna, en el DF de México (año 18, n° 220, mayo de 1963):
“LA LUZ DEL
GRAN ARQUITECTO DEL UNIVERSO
ILUMINA EL VATICANO”
”En términos
generales, la encíclica Pacem in terris,
dirigida a todos los hombres de buena voluntad, ha inspirado consuelo y
esperanza. Se elogia universalmente
tanto a los países democráticos como a los comunistas. Sólo las dictaduras
católicas han fruncido el ceño y distorsionado su espíritu.
”Muchos
conceptos y doctrinas contenidas en ella nos son familiares. Las hemos oído de
ilustres racionalistas, liberales y hermanos socialistas. Después de considerar
cuidadosamente el significado de cada palabra, podríamos decir que, no obstante
la proverbial y típica basura literaria vaticana, la encíclica Pacem in terris
es una vigorosa declaración de la doctrina masónica… no dudamos en recomendar su reflexiva lectura”[68].
En el libro Resurgence du Temple,
publicado y editado por los caballeros templarios (masones), 1975:149, la
siguiente cita es de interés: “El
sentido de nuestra acción: continuar con la obra de Juan XXIII y de todos
aquellos que lo han seguido en el camino hacia el universalismo templario”[69].
JUAN XXIII Y LOS JUDÍOS
Juan XXIII también hacía cosas como detener su automóvil para bendecir a
los judíos que salían de su adoración del “Sabbath”[70].
¿JUAN XXIII REVELÓ QUE ÉL ERA JUDÍO?
Juan XXIII una vez saludó a
unos visitantes judíos con las palabras: “Yo soy José, vuestro hermano”[71].
A pesar de que esta misteriosa declaración de Juan XXIII a los judíos ha sido
citada frecuentemente, sin embargo, no ha sido explicado su significado.
Creemos que una buena explicación de su significado es: Esta afirmación de Juan
XXIII, “Yo soy José, vuestro hermano”, es
una cita del Génesis 45, 4. Ella fue hecha por el patriarca José, el hijo
de Jacob, a sus hermanos cuando llegaron a Egipto durante el tiempo de la
hambruna. Quienes están familiarizados con el relato bíblico saben que José
había sido vendido como esclavo por sus hermanos muchos años antes, pero él logró encumbrarse en las más altas
posiciones del reino de Egipto (a pesar de no ser uno de ellos) porque
había interpretado con éxito los sueños del Faraón. Ya que él había alcanzado
las posiciones más altas en el reino de los egipcios, tenía derecho a repartir
los tesoros del reino a su gusto, por ejemplo, a sus hermanos. Él favoreció en
abundancia a sus hermanos sin pedirles nada a cambio.
Cuando consideramos la evidencia de que Juan XXIII era masón, que Juan
XXIII comenzó el proceso de revolución contra la Iglesia Católica en el
Vaticano II, y que el “pontificado” de Juan XXIII inició una nueva actitud
revolucionaria hacia los judíos,
entre otras cosas, el significado de su declaración a los judíos se hace clara. Juan
XXIII —igual que José, que no era uno de los egipcios y se encontraba en el
pináculo de la jerarquía de los egipcios— al decirles “Yo soy José, vuestro
hermano” les estaba diciendo a los judíos que él era “José, su hermano” porque él era en realidad un judío
infiltrado colocado en la más alta posición de la jerarquía de los cristianos (o
eso parecía). Esa fue la manera críptica de Juan XXIII de revelar lo que
realmente era: un antipapa conspirador al servicio de los enemigos de la
Iglesia.
Justo antes de su muerte, Juan XXIII compuso la siguiente oración por los
judíos. Esta oración fue confirmada por el Vaticano II como siendo la obra de
Juan XXIII[72].
“Hoy nos damos cuenta cuán ciegos hemos sido a lo
largo de los siglos y cómo no apreciamos la belleza del pueblo elegido o las características de nuestros hermanos favorecidos. Somos conscientes de la marca divina de
Caín colocada en nuestra frente. En el curso de los siglos, nuestro hermano
Abel ha estado tendido sangrando y llorando sobre la tierra por nuestra culpa,
porque nos habíamos olvidado de Tu amor. Perdona nuestra condena injustificada
de los judíos. Perdónanos por crucificar
a los que te crucificaron por segunda vez. Perdónanos. No sabíamos lo que
hacíamos”[73].
Juan XXIII dice que los judíos siguen siendo el pueblo escogido, lo que
es herético. La frase “pérfidos judíos” era la expresión usada por los
católicos en la liturgia del Viernes Santo hasta que Juan XXIII la eliminó en
1960[74].
La palabra pérfido significa “infiel”. “El Viernes Santo de 1963, el cardenal
que fue el celebrante en San Pedro dijo las antiguas palabras (pérfidos judíos)
por fuerza de la costumbre. Juan XXIII
sorprendió a los fieles cuando lo interrumpió diciéndole ‘dilo de la nueva
manera’”[75].
Papa Benedicto XIV, A quo primum, 14 de junio de 1751: “Otra
amenaza para los cristianos ha sido la influencia de los infieles judíos…
Ciertamente no es en vano que la Iglesia ha establecido la oración universal
que es ofrecida, desde la salida del sol hasta su ocaso, por los judíos
obstinadamente incrédulos, para que Dios levante el velo que cubre sus
corazones y los saque de su oscuridad y los conduzca a la luz de la verdad”[76].
A un niño judío recién bautizado, Juan XXIII le dijo: “Que al
convertirte en católico no seas menos judío”[77].
En la noche de la muerte de Juan XXIII, el gran rabino de Roma y otros líderes
de la comunidad judía, se reunieron con cientos de miles en la plaza de San
Pedro para llorar su muerte[78].
Alden Hatch, autor de Un hombre llamado
Juan: la vida de Juan XXIII, dijo acerca de Juan XXIII: “… seguramente
ninguno (de los Papas anteriores) había tocado tanto los corazones de los
pueblos de todas las religiones; y de los sin religión. Porque ellos sabían que
él los amaba, sin importar lo que ellos eran o en lo que creían”[79].
LA MUERTE DE JUAN XXIII
Después de su muerte, el Vaticano envío a Juan XXIII a Gennargentu
Goglia y sus colegas para que lo embalsamaran. Goglia le inyectó en la muñeca y
estómago de Juan XXIII diez litros de líquido para embalsamarlo y neutralizar
cualquier descomposición[80].
Esta es la razón por la que el cuerpo de Juan XXIII no se descompuso como los
cuerpos normales. En enero de 2001, el cuerpo de Juan XXIII fue exhumado y
colocado en un nuevo ataúd de cristal, a prueba de balas, donde ahora se exhibe
en la basílica de San Pedro. El rostro y las manos de Juan XXIII fueron también
cubiertos de cera[81].
DECLARACIONES DE COMUNISTAS, MASONES Y NO CATÓLICOS ALABANDO A JUAN
XXIII DESPUÉS DE SU MUERTE
Después de la muerte de Juan XXIII, numerosos documentos de comunistas,
masones y judíos fueron enviados al Vaticano, expresando su tristeza por la
muerte de Juan XXIII. Gente como Fidel Castro y Nikita Khrushchev enviaron
mensaje de alabanza y dolor[82].
Editorial de El Informador,
del 4 de junio de 1963:
“La Gran Logia Occidental Mexicana de Masones
Libres y Aceptados, con motivo de la muerte de Juan XXIII, manifiesta su pesar
por la desaparición de este gran hombre que revolucionó las ideas,
pensamientos, y formas de la liturgia católica romana. Sus encíclicas Mater et Magistra
y Pacem in terris han revolucionado
los conceptos a favor de los derechos humanos y la libertad. La humanidad ha perdido a un gran hombre,
y nosotros masones, reconocemos sus elevados principios, su humanitarismo, y el
haber sido un gran liberal.
Guadalajara, Jal, México, 3 de junio de 1963.
Charles Riandey, el soberano Gran Maestre de las sociedades secretas, en
su prefacio a un libro de Yves Marsaudon (Ministro de Estado del Consejo
Supremo de las sociedades secretas francesas), declaró:
“A la memoria de Angelo Roncalli, sacerdote, arzobispo de Messamaris, nuncio apostólico en París,
cardenal de la Iglesia romana, patriarca de Venecia, Papa bajo el nombre de Juan XXIII, que se ha dignado darnos su
bendición, su comprensión, y su protección”[84].
Un segundo prefacio al libro estaba dirigido a “su augusto continuador,
su Santidad el Papa Pablo VI”[85].
El masón de alto rango, Carl
Jacob Burckhardt, escribió en el Journal
de Geneve: “Conocí muy bien al cardenal Roncalli. Él era un deísta y un
racionalista cuya fuerza no radicaba en la capacidad de creer
en milagros y en venerar lo sagrado”[86].
UN HEREJE NO PUEDE SER UN PAPA VÁLIDO
Como ya vimos, la Iglesia Católica enseña que un hereje no puede ser un
Papa válidamente elegido, porque un hereje no es miembro de la Iglesia Católica.
Los hechos presentados aquí demuestran que Juan XXIII, el hombre que convocó el Vaticano II y comenzó la apóstata Iglesia
conciliar, era claramente un hereje. Él no era un Papa válido. Angelo Roncalli
(Juan XXIII) era un acatólico, un antipapa conspirador que comenzó la apostasía
del Vaticano II.
LOS SORPRENDENTES PARALELOS ENTRE EL ANTIPAPA JUAN XXIII DEL GRAN CISMA
DE OCCIDENTE Y EL ANTIPAPA JUAN XXIII DEL VATICANO II
El nombre Juan había sido evitado por los Papas por 500 años, debido a
que el último hombre que lo había usado fue el famoso antipapa Juan XXIII
(Baldassare Cossa) del Gran Cisma de Occidente.
Los paralelos entre el primer antipapa Juan XXIII (Baldassare Cossa) y
el segundo (Angelo Roncalli) son sorprendentes:
El reinado del
primer antipapa Juan XXIII abarcó cinco años, desde 1410 hasta 1415, al igual
que el reinado del segundo antipapa
Juan XXIII, que abarcó cinco años, entre 1958 y 1963.
El primer
antipapa Juan XXIII convocó un falso concilio, el Concilio de Constanza (el Concilio de Constanza después se convirtió en un verdadero
concilio ecuménico, con algunas sesiones aprobadas por el verdadero Papa;
pero en la época que el antipapa Juan XXIII lo abrió, era un falso concilio).
De la misma manera, el reciente
antipapa Juan XXIII (Angelo Roncalli) también convocó un falso concilio, el Vaticano
II.
El primer
antipapa Juan XXIII abrió su falso concilio de Constanza en el cuarto año de
su reinado, en 1414. El reciente antipapa Juan XXIII abrió el Vaticano II en
el cuarto año de su reinado, 1962.
El reinado del primer
antipapa Juan XXIII, terminó poco antes de la 3ª sesión de su falso concilio,
en 1415. El reciente antipapa Juan XXIII murió poco antes de la tercera
sesión del Vaticano II, en 1963, poniendo fin a su reinado.
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Creemos que las similitudes entre el primer
antipapa Juan XXIII y el segundo no son meras coincidencias. El primer antipapa
Juan XXIII fue también el último antipapa que reinó en Roma. Angelo Roncalli,
el reciente antipapa Juan XXIII, al tomar ese nombre, ¿estaba indicando
simbólicamente (a la manera críptica como los masones suelen hacer las cosas)
que él era el continuador en la línea de los antipapas que reinan desde Roma?
El cardenal Heenan, que estuvo presente en el
cónclave de 1958 que eligió a Juan XXIII, mencionó una vez: “No había tanto
misterio en la elección del Papa Juan. Él fue elegido porque era un hombre muy
viejo. Su principal deber era hacer cardenal al arzobispo de Milán, Mons.
Montini (después Pablo VI), para que pudiera ser elegido en el próximo
cónclave. Esta fue la política y ella fue realizada con precisión”[87].
Véase también:
Respuestas a las objecionesmás comunes contra el Sedevacantismo
Véase también:
Respuestas a las objecionesmás comunes contra el Sedevacantismo
La Iglesia enseña que un hereje no puede ser Papa
La revolución del Concilio Vaticano II
El tercer secreto de Fátima
La revolución del Concilio Vaticano II
El tercer secreto de Fátima
[1] Yves Marsaudon
en su libro Ecumenism Viewed by a Traditional
Freemason, Paris: Ed. Vitiano; quoted
by Dr. Rama Coomaraswamy, The Destruction of the Christian Tradition, p. 247.
[3] Luigi Accattoli, When
A Pope Asks Forgiveness, New York: Alba House
and Daughters of St. Paul, 1998, pp.
18-19.
[14] Kurt Klinger,
A Pope Laughs,
Stories of John XXIII, NY, NY: Holt,
Rinehart and Winston,1964, p. 90.
[24] The Papal Encyclicals, por Claudia Carlen,
edición inglesa, Raleigh: The
Pierian Press, 1990,
vol. 4 (1903-1939), p. 434.
[25] Peter Hebblethwaite, John XXIII, The Pope of the Council, Doubleday, ed. Le Centurion, 1988, p. 271.
[39] Allegri, Il
Papa che ha cambiato
il mondo, ed., Reverdito, 1998, p. 120. También citado en Sacerdotium,
revista #11, 2899 East Big
Beaver Rd., Suite 308, Troy, MI., p. 58.
[44] P. Paul O'Sullivan, O.P., Saint Philomena, The
Wonder Worker, Rockford, IL: Tan Books, 1993, pp. 69-70.
[64] Curtis Bill Pepper,
An Artist and the Pope, London, England: Grosset
& Dunlap, Inc. Cubierta frontal y el interior
de resbalón de la cubierta del libro; también vea p. 5.
[71] Bart McDowell,
Inside the Vatican, Washington D.C.: National Geographic Society, 1991, p. 193; también puede verse en Time Magazine, en la revista del 4 de enero de 1963; también
citado en The Bible, The Jews and the Death of Jesus, Bishops’
Committee for Ecumenical and Interreligious Affairs, United States Conference of Catholic
Bishops, 2004, p.
59.
[84] Piers Compton, The Broken Cross, Cranbrook, Western Australia: Veritas Pub. Co. Ptd Ltd, 1984, p. 50.
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