“No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en la caridad del Padre. Porque todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y también sus concupiscencias; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (APOSTOL SAN JUAN 1a Carta, 2, 15-17).
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