VICTORIA EN EL SENADO
Villemain |
Se habían tomado todas las
precauciones. El proyecto debería ser discutido en primer lugar por la Cámara
de los Pares, donde el gobierno contaba con unanimidad casi completa, no
habiendo resistencias a su voluntad en la Cámara Alta. Por otra parte, para
evitar el rechazo colectivo del episcopado, que obligó al ministerio a retirar
el anterior proyecto, los seminarios menores en esa ocasión no se vieron
afectados.
Louis Veuillot |
Mons. Parisis y Mons. Clausel de
Montal fueron los primeros en protestar, seguidos por un gran número de
obispos, contra el nuevo golpe del gobierno, que por eso parecía condenado al
fracaso total.
La Cámara de los Pares, entre
tanto, indicó al duque Victor de Broglie como relator del proyecto de ley. Católico practicante, pero hombre
que colocaba sus convicciones políticas por sobre su fe, el duque logró
solucionar la situación puliendo hábilmente las aristas del proyecto y dándole
una redacción que salvaba las apariencias, de modo de no chocar frontalmente
con la doctrina católica. Al mismo tiempo se inició una campaña contra el
partido católico, responsabilizándolo por el proyecto que —decían—el gobierno se
veía obligado a presentar por causa de la violencia e injusticia con que era
atacada la universidad.
En un primer momento la
confusión se estableció en los medios católicos, y habría sido fatal si no
fuese la vigilancia de sus jefes y la pluma infatigable de Louis Veuillot, que
reprendía severamente la ingenuidad de muchos de sus compañeros de luchas. Uno
de sus artículos terminaban con estas palabras: “Católicos,
ya fatigados por una lucha que apenas comenzó, se felicitan por esas mejoras
vanas y meramente de forma. Toman por una esperanza de libertad la promesa de
un cambio de prisión, y después toman esa esperanza por la propia libertad,
dejándose llevar por los bellos sueños sólo porque un carcelero quitó los
hierros que los apresaban, que los hace parecer como prisioneros de la
violencia y de la injusticia. Falta poco para que ellos, por gratitud a esas
palabras, suscriban su propia condenación. Si eso ocurre, preferiríamos cien
veces más el proyecto brutal del Sr. Villemain, que por lo menos no disimulaba
el deseo de quebrarnos, y nadie podría estar ilusionado. Por amor de Dios, sed
víctimas, pero no seáis ridículos”.
Felizmente la unión entre Mons.
Parisis, Montalembert
y Louis Veuillot era más completa, y luego se tornaron patentes a los ojos de
todos los artificios de redacción del Duque de Broglie. Los panfletos, folletos
y artículos contra la universidad se multiplicaban, todos los periódicos
católicos la combatían en todos los números, y L’Univers, liderando el movimiento, hacía posible la cohesión del
partido católico en torno del conde de Montalembert, jefe incontestable del
movimiento.
Durante la discusión en la
Cámara de los Pares, los comentarios de la sesiones en L’Univers eran hechos ora por Veuillot ora por Montalembert. Es
interesante notar el lenguaje de los dos, pues más tarde Montalembert criticará
acerbamente la violencia de Louis Veuillot. Vamos a reproducir dos extractos,
uno de Veuillot y otro de Montalembert.
Victor Cousin |
El conde de Molé |
Positivamente, no es posible no saber
cuál de los dos era más combativo.
La discusión tuvo inicio en la
Cámara de los Pares, con la oposición del conde de Montalembert. Aislado al
principio, el combate cerrado que movió, al parecer de lo relatado por Broglie,
contrariando a los mayores nombres de la política francesa y a los corifeos de
la universidad, fue granjeando adeptos a la causa católica. Tan brillante fue
su actuación, que el dictamen fue aprobado por 85 votos contra 51. Nunca se
había visto tal oposición en la Cámara de los Pares. Montalembert alcanzó el
pináculo de su política.
La Cámara de los Diputados debía
discutir en seguida el proyecto, pero éste no pudo ser enviado antes de las
vacaciones parlamentarias. Un período de treguas se inició. Durante ese
intervalo, Thiers,
redactor del proyecto en la Cámara Baja,
articuló un tipo de contra-ofensiva que siempre tuvo éxito en las campañas
contra la Iglesia. Viéndose perdida, la universidad se dispuso a atacar a los
jesuitas, y con eso, dividiendo a los católicos, conseguirá una victoria y una
cierta pausa en la lucha emprendida por ellos en favor de la libertad de
enseñanza.
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