A partir de hoy publicaremos una serie sobre el catolicismo en Francia en el siglo XIX. Estos artículos se basan en los estudios del Prof. brasileño Fernando Furquim de Almeida. Los lectores podrán conocer las luchas del movimiento católico contrarevolucionario del siglo XIX contra la Revolución y el liberalismo.
LOS CATÓLICOS FRANCESES
EN EL SIGLO XIX
Joseph de Maistre, uno de los mayores líderes del movimiento contrarevolucionario del siglo XIX |
Realmente todo parecía perdido.
Después de ser derribado uno de los más fuertes y gloriosos tronos de la
cristiandad y la prisión del Santo Padre, fuente y savia de la civilización
católica, la Revolución, juzgando haber realizado la primera parte de su
programa, iniciaba una nueva fase, en la cual, sin los horrores de los tiempos
iniciales, esparcía sus ideas en un mundo atemorizado, que buscaba en esa
presunta conversión del monstruo revolucionario el pretexto para no combatir
más. Por otro lado, las monarquías tradicionales, que deberían liderar la
reacción, procuraban amoldarse a los nuevos principios, en un anhelo sin
sufrimiento de no perder sus tronos; o resucitaban los antiguos errores
regalistas, imaginando oponerse tanto mejor a la Revolución cuanto más
absolutistas se mostrasen. Para agravar la calamidad, muerto Pío VI en
Valence-sur-Rhône, la Iglesia entraba en el nuevo siglo sin pastor y con el
sacro colegio disperso, impedido de regresar a Roma y enfrentando las mayores
dificultades para reunirse a fin de elegir un nuevo pontífice.
Titubeantes y débiles en el
inicio de la Revolución, sacrificando todo cuanto era humanamente posible para
no enfrentarla, los católicos, sin embargo, habían soportado el martirio con
denuedo cuando la Revolución quiso exigir más de lo que ellos podrían ofrecer.
Esa firmeza en la defensa de sus principios transformaría la fisonomía del siglo,
que se iniciaba con tan malos pronósticos. Un renacimiento católico pujante
sería el fruto de los sufrimientos y de la valentía de los católicos de la era
de la Revolución.
Ese florecimiento católico fue
universal. Basta recordar los hombres de O’Connell en Inglaterra, Balmes y
Donoso Cortés en España y Windhorst en Alemania. Pero, como no podría dejar de
ser, fue Francia su lugar de nacimiento, y ahí serían libradas, durante todo el
curso del siglo XIX, las batallas más encendidas entre la Iglesia y la Revolución;
batallas esas seguidas con interés por todo el mundo, y cuyo resultado era
ansiosamente esperado, pues indicaría el curso que sería seguido por la
humanidad. Así, estudiando el movimiento católico francés, se tendrá una visión
de conjunto del catolicismo en el siglo XIX.
Ese movimiento tuvo como punto
de partida dos hombres, de los cuales uno es justamente célebre y de renombre
universal, y el otro injustamente olvidado: Joseph de Maistre y el P. Bourdier
Delpuits.
Justificando el viejo dictado de
que Dios escribe derecho por líneas torcidas, uno de los grandes beneficios —sino
el mayor— que surgió indirectamente de la Revolución, fue el haber llevado a
Joseph de Maistre a escribir sus célebres libros. Senador de Saboya y viviendo
en un país organizado, su existencia transcurría serena cuando estalló la
Revolución. Obligado a emigrar, el espectáculo de devastación que presenció y
su larga visión de futuro lo llevaron a tomar la pluma para combatirla,
advirtiendo a la humanidad de los peligros que correría si siguiese sus
principios y señalando el abismo en que fatalmente caería con su victoria. De
ahí los libros que lo convirtieron en un clásico de la literatura francesa,
entre ellos el célebre Du Pape, que
lo transformó en líder de las nuevas generaciones católicas.
El libro Du Pape, verdadero himno al papado, restableció su verdadero lugar
en la historia, sus derechos y prerrogativas, y principalmente le dio un
impulso nuevo a la doctrina de la infalibilidad del soberano pontífice, que el Primer
Concilio Vaticano, que en 1870, promulgaría como dogma. Fue el libro que más
influyó en los católicos del siglo XIX. Desde entonces fueron conocidos por
ultramontanos los que seguían sus ideas. Louis Veuillot, respondiendo a Le Siècle, que apuntaba al
ultramontanismo como una nueva secta, podía decir que el católico y
ultramontano eran palabras perfectamente equivalentes, siendo una sinónimo de
la otra; pues, salvo los galicanos, todos los católicos se declaraban
ultramontanos.
El P. Bourdier Delpuits entró
muy joven en la Compañía de Jesús. En 1762, cuando la orden fue expulsada de
Francia, él todavía no había pronunciado los últimos votos, lo que le permitió
entrar en el clero secular. Durante la Revolución, fue preso y exiliado, pero
volvió a Francia antes de la caída de Robespierre, porque juzgó que era su
deber ejercer ahí el sagrado ministerio, a pesar de los peligros que corrían
los padres refractarios. Preocupado con la situación de los jóvenes, y
principalmente de los universitarios, el P. Delpuits, aprovechando la libertad
que Napoleón concedió al ejercicio del culto, fundó el 2 de febrero de 1801 la
Congregación Mariana Santa María Auxilium
Christianorum, conocida en la historia de Francia simplemente por “la
congregación”.
Félicité de Lamennais, líder católico que posteriormente apostató y se unió al liberalismo |
Napoleón no se ilusionó con la
pseudo-derrota de la Iglesia a inicios del siglo, e intentó una retirada
dándole una aparente libertad, pero intentando por todas las formas
subordinarla al Estado. La Restauración se mostró incapaz de reconstruir la
antigua monarquía francesa. Aprovechándose de todas las instituciones
napoleónicas, intentó amoldarse a las nuevas ideas y restaurar el absolutismo
estatal en materia religiosa. Toda la política eclesiástica de Luis XVIII y de
Carlos X trató de resucitar el galicanismo. Si Francia no se volvió un país
galicano, eso se debe en gran parte a Félicité de Lamennais.
Dom Prosper Guéranger, abad de Solesmes, restaurador de la liturgia católica y gran representante del catolicismo ultramontano |
Desde La Chênaie partieron los asaltos contra el galicanismo, ya sea
combatiendo sus errores, ya sea denunciado sus tramas, ya sea exponiendo los
verdaderos principios del catolicismo. De ahí salieron libros, periódicos,
nuevas ediciones de Joseph de Maistre, obras de puro apostolado. Habiendo
Chateubriand abierto a Lamennais y a sus discípulos las puertas del Le Conservateur, las tesis queridas de
Joseph de Maistre eran expuestas en el mejor periódico de la época. Lamennais
no dejaba en paz a Mons. Frayssinous, obispo de Hermópolis, Gran Maestre de la
Universidad y en esa época jefe del galicanismo. La inquisición, la Liga y los
Guisa eran elogiadas, y, para gran escándalo de algunos galicanos, el P.
Salinis publicó artículos en honra a San Gregorio VII.
Con la caída de Carlos X, toda
esa obra tan promisoria casi se perdió, con el brusco giro de su jefe. De un
momento para otro, el líder ultramontano y legitimista Lamennais pasó a
defender los errores de la Revolución. Es cuando apareció L’Avenir, fundado con el objetivo de “reconciliar la Iglesia con la
libertad”. Lamennais era una bandera, y el alto nivel y brillo con que sus editores
presentaban el periódico le aseguró un éxito incalculable. Poco a poco, sin
embargo, no tanto los ataques de los galicanos cuanto la verdadera orientación,
que se tornaba clara, fue apartando a los católicos. L’Avenir fue perdiendo adherentes y terrenos, hasta ser forzado a
desaparecer en 1832.
El papa Gregorio XVI, condenó las tesis del L'Avenir en su encíclica Mirari vos |
El conocido agitador italiano
Mazzini escribió por esa época: “Napoleón, aprisionando al papado,
arrastrándolo a París, amenazándolo y transigiendo políticamente con él, acabó
ignorándolo y menospreciándolo. Cayendo el gigante, y la inercia política
permitiendo el renacimiento de los estudios filosóficos y pacíficos, aparecen
el espiritualismo, el eclecticismo, escuelas que, si bien no renegaban el
sentimiento religioso, no consideraban más al papado como un elemento
necesario. En todo el mundo católico no quedaba para el papa sino Joseph de
Maistre”.
Louis Veuillot, el más grande periodista católico de todos los tiempos |
Para ver los otros artículos de esta serie haga clic en la etiqueta: Católicos franceses del siglo XIX
No hay comentarios:
Publicar un comentario