MONARQUÍA,
ARISTOCRACIA Y DEMOCRACIA – IV
La réplica católica a la teoría de
la soberanía popular de Rousseau
Los
hombres son iguales en teoría, pero muy diferentes en la práctica
Plinio Corrêa de Oliveira
¿Cómo es
que responde la Iglesia a la teoría de la soberanía del pueblo de Rousseau
explicada en el último artículo?
Primero, ella
afirma que ésta es una doctrina atea, en la que Dios ya no tiene ningún rol
como el fundamento de la autoridad, sea esta del Estado o de la ley.
Segundo, la Iglesia hace una
distinción importante respecto a
la verdad de que todos los hombres son iguales. Ciertamente, todos los hombres tienen un cuerpo y un alma inmortal, somos hijos de Adán y Eva,
y tienen la misma naturaleza humana.
Esto nos hace fundamentalmente iguales entre sí. Por esta razón, cada persona tiene ciertos derechos por
el simple hecho de ser humano. Estos derechos
incluyen el derecho a la vida, al
honor, a constituir una familia, a
trabajar para mantener a su
familia con dignidad. Estos
derechos nos corresponden por el hecho de que somos hombres.
A
pesar de que somos sustancialmente iguales como hombres, sin embargo, somos diferentes
accidentalmente. Un hombre es más inteligente que otro. Uno tiene más capacidad, produce cosas más útiles. Otro tiene una voluntad
más fuerte que otros. Otro
tiene más encanto; hay personas que son
naturalmente aburridas, mientras
que otras son bastante interesantes.
Dios creó a algunos con mejor voz que otros |
Estas desigualdades dan lugar a situaciones diferentes. Un ejemplo sencillo: imaginemos a dos hermanas,
hijas de los mismos padres. Para
que nuestro ejemplo sea más
llamativo, imaginemos dos hermanas gemelas que son casi idénticas físicamente.
Una tiene una magnífica voz y se convierte en una cantante famosa,
ella ofrece conciertos y es aplaudida en todas partes. La otra tiene una voz disonante
y es carece totalmente de
encanto. Pero es una persona
honesta y capaz de registrar en la guardarropía los sombreros y abrigos de las personas que asisten a los conciertos de su hermana.
¿Son ellas iguales? Es evidente que
no lo son. Mientras que una tiene un gran talento artístico que desarrolló, y la otra sólo puede mantener los abrigos y sombreros en orden y tratar a los asistentes al concierto con amabilidad para recibir buenos consejos. Por lo tanto, a pesar de que ambas son iguales en todo lo que es esencial, la cantante consumada tiene derecho a un sueldo mejor que la que custodia los abrigos.
Alguien
podría decir: “Siento pena por la hermana más sencilla”. Esta reacción es algo infantil y poco católica, debido
a que la hermana es simple
porque Dios la hizo así. Si ella es fiel a su
misión, ella puede ganar un lugar mucho más alto en el cielo que su famosa hermana. Naturalmente hablando, Dios ha querido dar más a una hermana que a
la otra, aunque no dio suficiente
para cada una para su santificación.
Dios tiene el derecho de hacer esto,
y cada uno de nosotros debe aceptar
el lugar que se le ha dado.
Yo sé que este principio choca con el igualitarismo moderno, pero ésta es la doctrina católica.
Por lo
tanto, las desigualdades accidentales también hacen a algunos hombres más adecuados para ejercer cargos públicos que otros.
El canciller prusiano Otto von Bismarck era de una familia de junkers |
En Pomerania, una parte de Prusia, en el noreste de Alemania, hay familias terratenientes de la nobleza
llamada Junkers que
han ocupado esas tierras desde la
Edad Media. Sucedió que esas
familias siempre generaron extraordinarios
oficiales militares. Una gran parte de
la fama del ejército prusiano se debe a la presencia de estos Junkers. El ejército
alemán durante la época de Hitler también se benefició enormemente de la presencia de dichos funcionarios. Es un hecho histórico: esas
familias dieron excelentes oficiales
militares.
Ahora, supongamos que un hombre pudiera decir:
“Yo soy alemán y protesto
contra este orden de cosas. Debemos
acabar con la influencia de estas familias en nuestro
ejército y que nuestros
comandantes militares sean elegidos por el pueblo”.
Es probable que se dudaría de la eficacia
de este tipo de ejército…
También
podría dar el ejemplo de las
familias de artesanos suizos que
durante siglos perfeccionaron sus habilidades para la fabricación de excelentes
relojes. Ellos usaron sus dones para su propio beneficio, por supuesto, pero también para toda la sociedad.
Si Dios
creó este misterioso fenómeno de los dones hereditarios, por el cual se transmite una capacidad específica a través de las
generaciones, el aprovecharse de él
sirve a bien común. Por lo tanto, es normal que los hombres naturalmente capaces de
cosas superiores darían para hacer cosas
superiores.
Estas
diferencias son riquezas de la
naturaleza dadas por Dios a los
hombres que debemos conservar y
utilizar, no eliminar. Cuando
Rousseau afirma que todos los
hombres son iguales sin
distinguir lo que es esencial y
lo que es accidental, erró.
La
desigualdad es la ley de la
perfección. El igualitarismo es la ley de
orgullo satánico, que no acepta la voluntad de Dios y quiere arrasar con todo lo que sea superior.
Tercero, a estos
dos puntos doctrinales debemos añadir algunos argumentos históricos. No existe absolutamente ninguna
prueba de que los hombres hayan vivido alguna vez de manera aislada,
al margen de la sociedad, como Rousseau
imaginó. Tenemos registros
históricos por un largo tiempo antes
del tiempo de nuestro Señor y no
hay evidencia de que los hombres hayan
vivido aislados y separados unos
de otros. Esto simplemente nunca
ocurrió.
De generación en generación, la familia Voightde Manchester mejoró la calidad de sus violines |
Incluso si tuviéramos que
admitir la Teoría
de la Evolución ―cosa que no hacemos― en los llamados tiempos prehistóricos cuando
supuestamente los hombres vivían en cuevas, ellos ya se presentaban viviendo en
grupos. De manera que el presupuesto de Rousseau de que hubo un tiempo en que los hombres no eran criaturas sociales
es ficticio; ello no tiene fundamento en la realidad.
Cuarto, incluso si nuestros ancestros hubieran hecho
un contrato social para obedecer a una
determinada forma de gobierno en
su época, supongamos 2.000
años antes de Cristo en algún lugar
de la Mesopotamia, yo no puedo entender
por qué, 4.000 años después,
nos vemos obligados a seguir esa forma de gobierno en Brasil – un país que ni siquiera existía entonces. Las mentalidades,
las condiciones, necesidades, y todas las circunstancias
históricas son completamente diferentes.
Una vez
más, la ficción de Rousseau de que deberíamos obedecer a su hipotético contrato social está completamente fuera de la realidad. Tal gobierno sería un
régimen artificial impuesto por personas
de un pasado muy lejano, que
no tendrían relación con los tiempos actuales. Lejos de expresar
la libertad de las actuales personas que componen una sociedad, establece el
despotismo de los muertos ―una
necrocracia, se podría decir― que no tiene ningún
vínculo con nuestra vida. Este es el débil fundamento del contrato social y la esencia de la teoría de la soberanía del pueblo.
En
conclusión, la noción católica de la autoridad y del gobierno afirma que quienes ejercen el poder en una de las tres formas legítimas de gobierno, representan a Dios. Por lo tanto, debemos obedecer a menos que ellos nos mandaran algo que está en contra de la Ley de Dios.
Véanse los artículos anteriores de esta
serie: Monarquía, aristocracia y democracia I – Definiciones ejemplos y matices; Monarquía, aristocracia y democracia II – La posición práctica y teórica de la Iglesia. y Monarquía,aristocracia y democracia III - ¿La autoridad representa a Dios o al pueblosoberano?
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Fuente: TIA
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