Plinio
Corrêa de Oliveira
Santo del Día, 4 de marzo de 1965
[En este mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, creemos
oportuno publicar algunos artículos al respecto, aquí presentamos algunas
palabras del Prof. Plinio]
Imagen del
Sagrado Corazón venerada
por el Prof. Plinio desde su infancia
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Los
Sres. saben que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se encuentra en la raíz
de todos los movimientos contra-revolucionarios mayores o menores, más
conocidos o menos, que surgieron a partir del momento en que Santa Margarita
María recibió esa revelación en el siglo XVII. Ella recibió la incumbencia de,
en nombre del Sagrado Corazón de Jesús, pedir al rey Luis XIV, que consagrase
Francia al Sagrado Corazón y que pusiese en las armas de Francia el Corazón de
Jesús.
Con esa incumbencia se prometía
al rey que desde que él se resolviese a atacar a los enemigos de la Iglesia, el
Corazón de Jesús lo ampararía, conduciría su reinado a una gran gloria, etc.,
etc. [cfr. Marguerite-Marie Alacoque, Vie et
oeuvres, Saint Paul, Paris-Fribourg, 1990, t. II, pp. 335-337, 343-344,
435-436] Lo que el Sagrado Corazón de Jesús estaba esperando de Luis XIV
es que él mudase la orientación que tenía y se pusiese a la cabeza de la
Contra-Revolución. Una vez que hiciese eso, habría para él un reinado de gloria
y habría para Francia un verdadero apogeo, pero un apogeo católico. Es evidente
que en ese caso, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se habría extendido
por el mundo entero; habría habido, en Francia, clima para la predicación de
San Luis Grignion de Montfort y para que también se generalizasen por el mundo
entero ―San Luis Grignion de Montfort también vivió en el tiempo de Luis XIV― y
se habría conseguido evitar la Revolución Francesa. Mediante ese pedido hecho
al rey, la Revolución, en la forma que tenía al tiempo de Santa Margarita María,
se habría estancado; la forma pésima que tomó después y que fue la Revolución
Francesa, se habría evitado.
Por lo tanto, esa devoción, luego en su primer
movimiento, en su primera indicación de parte del Sagrado Corazón, tiene un
sentido nítidamente contra-revolucionario.
Luis XIV, a
quien Jesús pidió que
consagrara Francia a su Sagrado Corazón
|
El
profesor Furquim, habiendo estudiado detenidamente esto, llama la atención para
el hecho de que los varios movimientos contra-revolucionarios que se
desarrollaron en los siglos XVIII y XIX tenían ligación con el Sagrado Corazón.
Los Sres. saben que los “chouans” también llevaban el Sagrado Corazón de Jesús
en el distintivo, y que esa devoción ha sido, invariablemente, preconizada por
los buenos, ha inspirado a los buenos y ha sido para ellos una causa de aliento,
en cuanto ha sido detestada por los malos.
¿Qué dicen los malos contra la
devoción al Sagrado Corazón de Jesús? Primero una cosa que piensan ser un
argumento decisivo: “¿Por qué adorar al Corazón de Jesús? ¿No podríamos hacer
una linda devoción a las sagradas manos de Jesús? ¿A los sagrados ojos de
Jesús? Entonces descomponemos blasfemamente a Jesús y vamos a hacer una
adoración a cada parte del cuerpo. Entonces, hacemos una adoración a las
orejas, que oyen todas las súplicas del hombre, a la boca, que habló, a las
manos que bendijeron. Entonces, no vale la pena hacer esa devoción”.
“Después,
dicen ellos, es una devoción sentimental. El corazón es el emblema del
sentimiento para el sentimentalismo. Por lo tanto es una devoción sentimental
sin contenido teológico y no debe ser admitida”.
En
realidad, la Santa Sede, varias veces, por medio de documentos pontificios
solemnes, sustanciosos, magníficos, recomendó esa devoción (por ejemplo la
encíclica Inscrutabile
divinae sapientiae del Papa Pío VI, en
1775); cubrió de indulgencias la devoción de los primeros viernes, vinculadas a
la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Ella aprobó y estimuló la construcción
de iglesias, altares e imágenes en alabanza del Sagrado Corazón.
La Iglesia ha aprobado esa devoción de modo superabundante y tiene
todo para merecer nuestra confianza. Por otra parte, ese argumento de que no se
puede tener una devoción a cada parte del sacratísimo cuerpo de nuestro Señor,
no tiene sentido ninguno. De hecho, privadamente hablando, podemos adorar a
nuestro Señor en sus manos santísimas, podemos y debemos adorarlo en sus ojos
infinitamente expresivos, significativos, regios, doctorales y salvadores.
Pensar que con una sola mirada regeneró a San Pedro, y adorar a nuestro Señor inclusive
en sus ojos divinos, evidentemente es una cosa que se puede hacer.
Apenas que la Iglesia, que tiene mucho el sentido del ridículo, y
que comprende que el ridículo queda a un paso de los sublime, comprende que los
espíritus vulgares tendrían facilidad en poner sarcasmo contra una cosa que así
desmembrada realmente choca un poco a la sensibilidad humana, pero que nada
tiene de contrario al raciocinio y que puede hacerse hasta muy adecuadamente.
Por ejemplo, se cuenta de las piedras de la vía sacra ―sobre todo de una― en el
camino de nuestro Señor, que tendría la marca de sus pies divinos. Al adorar
sus pies divinos en cuanto pisaron la tierra para enseñar, en cuanto se
cubrieron del polvo de los caminos para enseñar y salvar, para combatir el mal,
adorar esos pies en cuanto sirvieron para cargar la cruz, en cuanto se llenaron
de sangre para nuestra redención, en cuanto soportaron los clavos de la Pasión,
es perfectamente verdadero, legítimo, necesario.
Y hasta es un lindo modo para que adoremos a nuestro Señor
Jesucristo que nos unamos a las disposiciones y meditaciones de nuestra Señora,
en la ocasión en que nuestro Señor fue descendido de la cruz, cuando Ella tuvo
su cuerpo sacratísimo en sus brazos, exangüe. Ella contempló cada parte de ese
cuerpo golpeado con un dolor, con una profundidad de conceptos, de amor, de
veneración, de respeto, de cariño. Ella consideró cada una de esas partes;
adoró, ciertamente, cada una de esas partes en su significación y su función
especifica; midió la ofensa hecha a la divinidad en haber flagelado aquella
parte y con eso ―al final de cuentas― Ella practicó esa devoción.
Por lo tanto, es apenas una cuestión de conveniencia, una cuestión
de sentido de las apariencias, sentido de las proporciones, si osase expresarse
así, que hace que la Iglesia no promueva la adoración de cada una de las partes
del cuerpo de nuestro Señor.
¿Qué es, propiamente, la devoción al Sagrado Corazón? Es la
devoción al órgano de nuestro Señor, que es el Corazón. Pero en la Escritura,
el corazón no tiene el significado sentimental que tomó más o menos a finales
del siglo XVIII, y con certeza en el siglo XIX; no expresa el sentimiento.
Cuando la Escritura dice: “A ti te di mi corazón: yo te buscaré”, el corazón
ahí es la voluntad humana, es el propósito humano, es propiamente, la santidad
humana. Ahí cuando nuestro Señor dice eso, dice: “en mi voluntad santísima, Yo
quiero”. El Evangelio dice: “Nuestra Señora guardaba todas esas cosas en su
corazón y las meditaba”. Los Sres. perciben que no es el corazón sentimental,
sino la voluntad de Ella, el alma de Ella que guardaba aquellas cosas y pensaba
sobre ellas. El corazón es la voluntad de la persona, su elemento dinámico que
considera y pondera las cosas. El Sagrado Corazón de Jesús es la consideración
de eso en nuestro Señor, simbolizado por el corazón, porque todos los
movimientos de la voluntad del hombre pueden tener en el corazón una repercusión.
En ese sentido, entonces, es el órgano adecuado para expresar eso. Y es en ese
sentido, entonces, que se adora al Santísimo Corazón de Jesús.
Por correlación, por conexión, existe la devoción inmensamente
significativa del Inmaculado Corazón de María. El Inmaculado Corazón de María
es un sagrario dentro del cual encontramos al Sagrado Corazón de Jesús.
A esa devoción nuestro Señor prometió
un caudal de gracias. Comenté el año pasado las promesas del Corazón de Jesús a
quien hiciere los
nueve primeros viernes. Lo más notable de esas promesas es que las almas
que hicieren los nueve primeros viernes no morirán sin tener la gracia especial
de arrepentirse antes. No quiere decir que ellas ciertamente irán para el
cielo. Quiere decir que tendrán una gran gracia antes de morir; no quiere decir
que van percibir que van a morir, sino que en el momento relacionado con la
muerte, ellas tendrán una gran gracia, tan grande que se pueden tener de su salvación
todas las esperanzas.
Inmaculado
Corazón de María
|
Los Sres.
comprenden cuánto empeño hay en la Iglesia en que esa devoción sea conocida,
sea apreciada, sea medida con la razón, porque devoción sentimental no tiene
sentido. Devoción varonil es la que procura conocer la razón de ser de la cosa
y ama aquello por su razón de ser; así es que un hombre y una mujer fuerte
piensas a respecto de las cosas de piedad. Entonces pensar en eso significa que
dirijamos nuestra alma al Corazón de Jesús como fuente de gracias, calculadas
para la época de Revolución, calculada para las épocas difíciles que deberían venir
y pedir que el Corazón de Jesús, regenerador por la sangre y por el agua que de
Él salió, nos lave. Esto es propiamente la oración magnifica que se debe
considerar en los viernes y, sobre todo, en el primer viernes del mes, y en el
Viernes de la Pasión.
Así, termino insistiendo en este punto. Ya hablé que aquel
centurión que perforó un una lanza el Corazón de Jesús, al practicar ese acto
de violencia contra ese verdadero sagrario que era el Corazón Sagrado de Jesús,
salieron del costado de nuestro Señor sangre y agua, una parte cayó en sus
ojos, y él inmediatamente se curó y recuperó la vista. Para nosotros eso es
altamente elocuente.
Quiere decir que quien tiene devoción al Sagrado Corazón de Jesús puede
pedir una gracia igual, no para la vista física, de la cual, gracias a Dios,
ninguno de nosotros carece, sino para la vista mental, si queremos tener el
sentido católico y de la Contra-Revolución, si queremos tener la percepción de
cómo la Revolución y la Contra-Revolución trabajan en torno de nosotros, si
queremos tener el sentido para distinguir en nosotros lo que es revolucionario
y contrarrevolucionario, si queremos tener conocimiento de nuestros defectos,
si queremos tener conocimiento de las almas de los otros para hacer bien a los
otros, si queremos tener un buen discernimiento para los estudios, si queremos
tener la distancia psíquica para tener equilibrio mental y nervioso y para
curarnos ―cuanto sea posible― de las perezas de todo orden, podemos y debemos
recurrir al Sagrado Corazón de Jesús que, con una gracia brotada de Él ―como el
agua que curó al centurión― pueda eliminar la ceguera de nuestras almas, porque
estamos llenos de cegueras de todos los grados y tipos.
Pidamos al Sagrado Corazón de Jesús, por intermedio del Corazón
Inmaculado de María ―porque sólo así, por intermedio de nuestra Señora es que
se obtiene de Él las gracias que nos curen de esa múltiple ceguera―, y habremos
hecho un esplendido pedido y estaremos camino de conseguir una gracia magnífica.
Recomendamos ver también: La realeza de Nuestra Señora y el Sapiencial e Inmaculado
Corazón de María
El presente
texto es una adaptación resumida de la transcripción de la grabación de una
conferencia del Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, no ha sido revisada por el
autor.
Si el Prof.
Plinio Corrêa de Oliveira estuviese vivo, ciertamente pediría que se colocase
explícita mención de su filial disposición a rectificar cualquier discrepancia
en relación al magisterio de la Iglesia. Es lo que referimos aquí, con sus
propias palabras:
“Católico
apostólico romano, el autor de este texto se somete con filial celo a la
enseñanza tradicional de la Santa Iglesia. Si, por lapso, ocurra que algo no
está conforme a aquella enseñanza, desde ya la rechaza categóricamente”.
Las palabras
“Revolución” y “Contra-Revolución”, son aquí empleadas en el sentido que les da
el Prof. Plínio Corrêa de Oliveira en su libro “Revolución y Contra-Revolución”, cuya
primera edición fue publicada en el Nº 100 de "Catolicismo", en abril de 1959.
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