La Corona de Carlomagno trae mensajes que nos hablan de algo muy
alto. Es como si ella encendiese dentro de nosotros algo todavía mayor que el
ambiente histórico en que alguna vez estuvo. Trae un mensaje y coloca alguna
cosa en la persona que la observa con atención. Y si esa persona se abre a ese
mensaje, entonces ella encaja tanto con la corona como con su significado. Si
varias personas son sensibles a ese mensaje, nace en ellas una relación entre
sus almas.
La Corona de Carlomagno simboliza
valores absolutos que nunca
cambian y se mantienen por encima de los hombres. Los símbolos tienen la función de
darnos a conocer esos valores absolutos de manera sensible. Los hombres no
tenemos una visión directa de los valores absolutos, pero cuando vemos un
símbolo, como la Corona de Carlomagno, percibimos entonces lo que son esos
valores absolutos.
Cuando una persona se abre a la influencia impalpable e indecible
de lo absoluto representado por esa corona, entra en un relacionamiento profundo
de alma no solo con la corona sino también con todo aquello que ella y ese
valor absoluto representa. Y entonces, en ese relacionamiento, un valor que está en Dios, es
decir, el Absoluto,
entra a habitar dentro de la persona.
¿Qué es ahí lo absoluto?: Es el propio Dios
visto en los reflejos que de Él hay en la creación; y el alma humana fue
hecha por Dios para conocer y amar lo absoluto, es decir, esos valores que
existen en Dios y resplandecen en los símbolos.
Mientras el alma humana no conozca esos símbolos del absoluto,
ella en verdad no ha vivido todavía. Mientras no conozca y ame esos absolutos,
sentirá el peso de la vida como la de un animal.
Plinio Corrêa de Oliveira, 26.10.1980
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