viernes, 9 de enero de 2015

TERRORISTAS ISLAMISTAS: ¿TÍTERES CONTROLADOS POR OCCIDENTE?

A continuación transcribimos un artículo de Tony Cartalucci, investigador en geopolítica y escritor, publicado originalmente en GlobalResearch:
Los terroristas se radicalizaron en Europa, viajaron a Siria, regresaron, fueron detenidos anteriormente por las agencias de seguridad occidentales contra el terrorismo y entraron a formar parte de las listas de vigilados por la agencia de inteligencia francesa así como otras occidentales.
Sin embargo, “de alguna manera misteriosa” se las arreglaron para ejecutar un ataque perfectamente organizado en el corazón de Europa y en concreto en una de las grandes capitales mundiales.
Siguiendo un patrón ya muy conocido y predecible, los tiradores involucrados en la matanza en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo este pasado Miércoles 7 de enero, eran ciudadanos franceses, se radicalizaron en Europa y fueron “exportados” a Siria para combatir en la guerra sostenida secretamente por la OTAN contra el gobierno de Damasco, y posteriormente fueron traídos de vuelta a Francia, para llevar a cabo un ataque interno.
Además, como ha sucedido en muchos otros ataques internos, los sospechosos habían sido largamente vigilados por los servicios de inteligencia occidentales, con al menos uno de los sospechosos habiendo sido arrestado anteriormente por cargos de terrorismo.
“Los hermanos, de origen argelino, nacieron en París. Cherif fue condenado a tres años de prisión por cargos de terrorismo en mayo de 2008. Los dos hermanos regresaron de Siria este verano”.
No nos dejemos engañar. Estamos ante el típico esquema de operación dirigida por las agencias de inteligencia occidentales.
Es un reflejo literal del tipo de operaciones de inteligencia de la OTAN durante la Guerra Fría, con redes similares de militantes radicalizados usados como mercenarios extranjeros así como provocadores domésticos. Hacia el final de la Guerra Fría, uno de estos grupos militantes era literalmente Al Qaeda, un frente mercenario armado, financiado y contratado por Occidente hasta el día de hoy.
Además, con toda probabilidad, los hermanos que participaron en el ataque en París habrían estado luchando en Siria con armas que les proporcionó el propio Gobierno francés.
Así nos lo dijo el canal France 24 el año pasado en un artículo titulado, “Hollande confirma que Francia entregó armas a los rebeldes sirios”:
“El Presidente François Hollande, dijo el jueves que Francia había entregado armas a los rebeldes que luchan contra el régimen sirio de Bashar al-Assad meses atrás”.
Desviar las culpas por el ataque hacia el “Islam radical” no es más que una patraña que oculta la verdad: estos terroristas fueron creados intencionadamente por Occidente, para luchar contra los enemigos de Occidente en el extranjero, y para intimidar y aterrorizar a la población dentro de los propios países occidentales, con el fin de justificar políticas de control sobre la población cada vez más restrictivas.
Al igual que en cualquier ataque de falsa bandera diseñado por un gobierno con el fin de manipular la percepción pública e impulsar políticas restrictivas de las libertades injustificables, se han creado una serie de bulos con el fin de distraer al público de la verdadera naturaleza del ataque.
En el reciente ataque en París, Francia, los bulos o leit motivs del engaño han sido “la libertad de expresión”, “la condena del Islam radical”, “la tolerancia” y “el extremismo”, todo aderezado con una campaña de propaganda perfectamente diseñada a modo publicitario a través del hashtag je suis charlie (“yo soy charlie”), que ha inundado las redes sociales utilizando un lema claro y recordable.
Al más puro estilo “Ice Bucket Challenge”, o “Kony 2012″, campañas que recuerdan mucho a la que nos mostraban en la brillante película de Barry Levinson, “la cortina de humo” (Wag the Dog).
La cuestión de fondo de la que se intenta alejar a la opinión pública es que Al Qaeda y otros grupos similares, no son creaciones del “extremismo islámico”, sino instrumentos al servicio de la política exterior occidental, que ha usado el “extremismo” como herramienta para adoctrinar a los miembros, pero que los utiliza por y con el único propósito de servir a una agenda totalmente occidental.
Para debilitar a Irán, que es predominantemente chiíta, la Administración Bush decidió, por ejemplo, reconfigurar sus prioridades en Oriente Medio. En el Líbano, la Administración Bush cooperó con el gobierno de Arabia Saudita, que es sunita, en operaciones clandestinas que pretenden debilitar a Hezbolá, la organización chiíta respaldada por Irán.
Los EE.UU. también han participado en operaciones clandestinas contra Irán y su aliado Siria. Un subproducto de estas actividades ha sido el refuerzo de esos grupos extremistas sunitas que propugnan una visión militante del Islam y son hostiles a Estados Unidos y simpatizantes de Al Qaeda.
Al día de hoy, los EE.UU., sus socios de la OTAN, incluida Turquía, y los socios regionales como Israel, Arabia Saudita y Qatar, arman, financian, acogen, forman y ayudan a perpetuar a estos “extremistas islámicos” dentro de Siria y ahora también en las fronteras de Irak.
Occidente cierra la boca mientras las autocracias del Golfo Pérsico, sus aliadas, financian y gestionan una red global de mezquitas indispensables para generar este “extremismo islámico”. Y los servicios de inteligencia Occidentales, obviamente lo saben y colaboran en ello.
La reciente crisis del secuestro con rehenes en la cafetería de Sidney es un buen ejemplo de ello.
Recordemos que el secuestro fue presuntamente perpetrado por Man Haron Monis, un disidente iraní al que se le concedió asilo en Australia y que aparecía regularmente en los medios de comunicación para hacer propaganda anti-iraní. Este caso expone una vasta red de radicalización y reclutamiento en Sidney, que se utiliza para organizar el apoyo y enviar combatientes a la guerra de siria contra el gobierno de Assad, enemigo de Occidente.
Man Haron Monis
La red incluye a muchos individuos notorios, bien conocidos por los organismos policiales y de inteligencia australianos, y muchos de los cuales habían viajado a Siria, habían tomado parte en la lucha formando parte de organizaciones terroristas bien conocidas, y se les permitió regresar y continuar con sus actividades políticas en Australia.
Un ejemplo de ello lo encontramos en el artículo del Daily Mail, titulado “¿Por qué la policía le pide a un ex sospechoso de terrorismo una bandera de ISIS?”, que afirma lo siguiente:
“La policía antiterrorista se ha contactado con Zaky Mallah un hombre de Sidney, que en su día fue acusado por actividades terroristas y le han pedido si podía darles una bandera de ISIS” (presuntamente porque el secuestrador del café la había solicitado a las autoridades durante el secuestro, a pesar de que Monis era Shiita y ISIS es sunnita)
“Zaky Mallah, ofreció a la policía antiterrorista la bandera que cuelga en la pared de su apartamento, una bandera del Frente Islámico, un grupo mucho más moderado, pero según mallah, “no se mostraron interesados: querían una bandera del Estado Islámico”.
El artículo también sostiene que:
“Hace dos años, Mallah viajó a Siria y vivió con los rebeldes de la FSA en su lucha contra el presidente Bashar el Assad. Después de regresar a casa, animó a los jóvenes a ir a Siria y participar en la yihad para experimentar la lucha por la libertad en contra de El Assad”.
No deja de ser curioso que las autoridades conozcan y tengan perfectamente controlados a aquellos que pueden tener una bandera del Estado Islámico y soliciten su ayuda…
Al igual que en Australia, Francia, aparentemente también tiene vigilados y controlados a un nutrido grupo de ex terroristas que habían viajado a luchar a Siria y que habían vuelto a Francia a proseguir con sus actividades. Algunos de estos terroristas son confidentes y colaboradores de las agencias de seguridad y forman claramente parte de la propia comunidad de inteligencia que no solo los vigila, sino que los mantiene.
Estas redes han permitido reclutar a miles de combatientes para luchar en la guerra encubierta de la OTAN en Siria.
La BBC informa de ello en un artículo titulado, “La crisis del Estado Islámico: 3000 yihadistas europeos se unen a la lucha”:
“El número de europeos que se han convertido en combatientes islamistas en Siria e Irak se ha elevado a más de 3000, según afirma el jefe antiterrorista de la UE. Gilles de Kerchove también advirtió que los ataques aéreos occidentales aumentarían el riesgo de ataques de represalia en Europa”.
¿Cómo alguien puede creer que tal cantidad de terroristas emigren al extranjero para luchar junto a los terroristas sin la colaboración necesaria por omisión, de los servicios de inteligencia Occidentales?
Es evidente que, al igual que se armó intencionadamente a Al Qaeda en Siria, los servicios de inteligencia occidentales han abierto las compuertas para permitir que los terroristas europeos se unan a esa guerra que tanto interesa a la OTAN y han permitido, además, que vuelvan a reingresar en los países occidentales sin ningún problema.
 

OPERACIÓN GLADIO CON ESTEROIDES

Estas redes son un reflejo claro de la política de la OTAN iniciada durante la Guerra Fría, en la que se crearon ejércitos secretos y grupos terroristas controlados por la OTAN y la CIA, como fue la ya célebre Operación Gladio, una red terrorista encubierta consistente en milicias de ultraderecha, elementos del crimen organizado, agentes provocadores y unidades militares secretas que permaneció en Francia, Bélgica, Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Alemania y Suiza y que fue diseñada para presentar a los grupos políticos de izquierda de Europa como terroristas ante la opinión pública y arrastrar a la población asustada para que votara por gobiernos autoritarios. Para llevar a cabo este objetivo, los operativos Gladio realizaron una serie de mortíferos ataques terroristas que fueron atribuidos a los izquierdistas y marxistas.
Muchos de los militantes y extremistas utilizados en esas operaciones por la OTAN, fueron liquidados a la finalización de los muchos ataques de falsa bandera que se perpetraron a costa de cientos de vidas de inocentes ciudadanos europeos.
Del mismo modo, hoy en día, muchos de los hombres armados involucrados en los ataques terroristas domésticos controlados por las mismas agencias de inteligencia, acaban muriendo.
Mientras que las operaciones de OTAN y la CIA durante la Guerra Fría estaban destinadas a actos de terrorismo contra el propio pueblo, las redes actuales se utilizan para llevar a cabo tanto guerras en el extranjero, como ataques terroristas en el propio país.
La naturaleza expansiva de estas redes y la amenaza que representan para la paz y la estabilidad mundial debería estar en el centro del debate acerca del ataque de París, dejando a un lado las presuntas creencias religiosas de los atacantes que, al igual que sus homólogos de la Guerra Fría, no son más que chivos expiatorios y peones en medio de un juego mucho más grande e insidioso.

Tony Cartalucci, investigador en geopolítica y escritor



Tomado de: El Robot Pescador

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