lunes, 26 de enero de 2015

Cómo los santos luchan contra los enemigos de la Iglesia

SANTO TOMÁS DE AQUINO, el doctor Angélico, llamó a Guillermo del Santo Amor y a sus secuaces: “Enemigos de Dios, ministros del diablo, miembros del Anticristo, enemigos de la salvación del género humano, difamadores, réprobos, perversos, ignorantes, iguales a Faraón”.

SAN GREGORIO MAGNO dijo de Juan, obispo de Constantinopla, que tenía “un profundo y nefando orgullo, la soberbia de Lucifer, fecundo en palabras necias, vanidoso y escaso de inteligencia”.

SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA llamaba a los herejes de: “bestias feroces – lobos rapaces – canes dañados que atacan traidoramente – bestias con rostros de hombre – yerbas del diablo, plantas destinadas al fuego eterno”.

SAN FRANCISCO DE SALES dice: “Los enemigos declarados de Dios y de la Iglesia deben ser difamados tanto cuanto se pueda, desde que no se falte a la verdad, siendo obra de caridad gritar ‘he ahí el lobo’ cuando está entre el rebaño o en cualquier lugar donde sea encontrado”.

SAN BERNARDO, el doctor Melifluo, dice de Arnaldo de Brescia: “Desordenado, vagabundo, impostor, vaso de ignominia, escorpión vomitado de Brescia, visto con horror en Roma, con abominación en Alemania, desdeñado por el Romano Pontífice, alabado por el diablo, obrador de iniquidades, devorador del pueblo, boca llena de maldición, sembrador de discordias, fabricador de cismas, lobo feroz”.

De SAN JERÓNIMO, doctor Máximo de las Escrituras: “jamás perdoné a los herejes y empleé todo mi celo en hacer de los enemigos de la Iglesia mis enemigos personales”.

SAN BUENAVENTURA, el doctor Seráfico, dice del heresiarca Geraldo: “Protervo, calumniador, loco, envenenador, ignorante, embustero, malvado, insensato, pérfidos”.


SAN POLICARPO de Smirna, discípulo del apóstol San Juan, responde a Marciano, hereje docetista, que le preguntaba si lo conocía: “Sí, sin duda, eres el primogénito de Satanás”.

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