Plinio
Corrêa de Oliveira
En
el año 711 los árabes musulmanes invadieron la Península Ibérica. El rey
visigodo Rodrigo murió enfrentándolos en el campo andaluz de Guadalete en el
sur de España. Tomando una posición de resistencia en contra de la rápida
conquista y dominación de los infieles, Don Pelayo dirigió a un grupo de valerosos
caballeros que se habían retirado a las montañas del norte de las Asturias para
recuperarse y volver a luchar.
La Virgen de Covadonga |
Los
árabes consideraron a España un país conquistado y se prepararon para entrar en
la Galia de los godos cuando se enteraron de la revuelta de los asturianos. En
el año 722, los moros enviaron un bien entrenado ejército comandado por el
general Alkamar con órdenes de destruir a Don Pelayo y sus hombres.
Don
Pelayo preparó la resistencia para enfrentar al gran ejército musulmán en la
montaña Alzeba, donde los acantilados ofrecían una ventaja a los enormemente superiores
en número de católicos. Él colocó a sus hombres estratégicamente a lo largo de
los acantilados, y mientras esperaban al enemigo para avanzar, fue a la cercana
Cueva de Covadonga, donde se había colocado una estatua de Nuestra Señora y le
pidió su protección especial en la batalla que se avecinaba.
Los
moros comenzaron el ataque lanzando flechas a los soldados católicos detrás de
los acantilados de piedra. Pero ya, en este primer ataque, algo extraordinario
sucedió: las flechas se volvían contra los arqueros moros que habían sacado los
arcos, matándolos. Un grupo de católicos avanzó para luchar, mientras los otros,
desde la Montaña Alzeba, disparaban flechas y lanzaban piedras y troncos sobre
las tropas enemigas.
Después
de un corto tiempo, Suleiman, el segundo al mando, cayó muerto, el desorden
estalló en el ejército, y Alkamar dio la orden de retirada.
En
ese momento, se desató una terrible tormenta. Los truenos rugían, los
relámpagos iluminaban las oscuras laderas, y las fuertes lluvias causaban
deslizamientos de tierra que arrastraban rocas y árboles que caían abajo de la montaña
y sobre las tropas árabes en retirada. Luchando en el lodo, muchos soldados
moros se resbalaban y caían en el río Deva, donde se ahogaron. La Santísima
Virgen hizo que la propia montaña cayera sobre los soldados de Mahoma.
La basílica erigida en honor de la Virgen de Covadonga |
La
batalla de Covadonga fue ganada, y Pelayo fue proclamado rey de Asturias. En
reconocimiento a la intercesión milagrosa de Nuestra Señora, el rey Alfonso I
el Católico (739-757) ordenó que se construyera en el lugar un monasterio y capilla
en honor de Nuestra Señora de Covadonga.
Más
tarde fue sustituido por una gran basílica que fue consagrada en 1901.
Incluso
los historiadores árabes se refieren a esta batalla con asombro, sin ocultar el
enorme número de musulmanes que murieron durante la misma.
COMENTARIOS DEL PROF.
PLINIO:
¿Qué
lección podemos sacar de estos hechos?
Ustedes
conocen la desproporción entre el tamaño de los ejércitos y los medios en
nuestras batallas contra la Revolución. En el texto seleccionado también se
describe una gran desproporción entre los soldados españoles y las tropas
musulmanas. Desde el punto de vista natural, los católicos estaban completamente
perdidos. Sin embargo, no se dieron por vencido. Ellos hicieron todo lo posible
para ganar, a pesar que la victoria parecía imposible. Insisto en esta fórmula:
hacer todo lo posible para ganar una
victoria imposible.
Los católicos liderados por don Pelayo enfrentaron las superiores fuerzas musulmanas |
Ellos
estaban en una montaña en una gruta que era una base de operaciones militares
para ellos. En preparación para la batalla, algunos fueron posicionados a lo
largo de los acantilados que les ofrecían una buena defensa; otros estaban en
la cima de la montaña. Entonces, cuando los moros avanzaron, entraron en la
batalla contra el agresor con ferocidad. Ellos actuaron como verdaderos héroes
con el fin de lograr lo que era humanamente imposible. Ellos ya habían hecho lo
más importante: ellos llevaron consigo una estatua de la Virgen y se pusieron
bajo su protección, pidiéndole que les diera la victoria que no podían alcanzar
por sí mismos.
En
este escenario, después de haber hecho lo que era humanamente posible, ocurrió una
serie de milagros. Desde la parte superior de la montaña lanzaron piedras y
troncos sobre los enemigos que avanzaban, y los moros disparaban flechas contra
ellos. Entonces, Nuestra Señora intervino: hizo que las flechas de los moros se
volvieran contra sí mismos. Ella envió una tormenta que hizo que las rocas y
los árboles de la montaña cayeran sobre las huestes enemigas. Cualquiera que
conozca España tiene una idea de la violencia de la naturaleza en esta región
montañosa y puede representarse una terrible tormenta con las avalanchas de
agua y tierra cayendo por los acantilados de la montaña sobre valle. Lo más
probable, es que los católicos encontraron refugio de la tormenta, ya sea en la
Cueva de Covadonga o en otros refugios de montaña más pequeños. Con esas
acciones milagrosas Nuestra Señora ganó la batalla.
El santuario de la gruta de Covadonga |
Ella
exigió todo de sus soldados para ganar una batalla imposible. Mientras luchaban
con todas sus energías, ella intervino y multiplicó su acción de una manera
milagrosa y ganaron la batalla. La victoria fue de Ella.
La
lección es que debemos tener una perspectiva sobrenatural para formarnos una
idea de nuestra vocación y de nuestra lucha. Tenemos que hacer lo que sea
necesario para ganar, incluso cuando sea imposible. La Divina Providencia no
nos pide que seamos ciegos a la realidad. Hay que analizar la situación, e
incluso cuando vemos que es imposible ganar esta o aquella batalla, tenemos que
librarla de todos modos. Debemos desear lo que desea la Divina Providencia.
Tenemos que creer en lo que es humanamente increíble. Debemos estar convencidos
de que la Virgen es por excelencia la Madre
de lo Imposible. Ella nos pide que hagamos lo que es imposible —ella
tiene el derecho de pedir esto de nosotros—
y ella intervendrá para alcanzar la victoria, después de que hayamos hecho todo
lo que podemos.
Los
moros tomaron toda España sin una reacción importante hasta Covadonga porque
encontraron católicos españoles tibios y mediocres que sólo tenía argumentos de
sentido común. Ellos se habían resignado a no hacer nada, excepto lo que era
razonable. Es así que fueron derrotados y España fue conquistada.
En
el momento en que algunos católicos creyeron en lo imposible bajo la protección
de Nuestra Señora, el juego cambió, y comenzó la Reconquista. Los moros fueron
derrotados en Covadonga, pero también fueron potencialmente derrotados en toda
España debido a la mentalidad activada en Covadonga. Muchos siglos pasarían
antes de que los moros fueran expulsados por completo en el siglo XVI. Pero la mentalidad
que inspiró la
Reconquista fue la misma que ganó
en Covadonga: Creer en lo imposible bajo
la protección de la Virgen.
Debemos
pedir a la Virgen la gracia de nunca dudar de una victoria que estamos seguros
que ella quiere – aunque parezca imposible. Debemos hacer todo lo posible para
lograr ese objetivo y confiar en que Ella dará la victoria final.
Fuente: TIA
Fuente: TIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario