Plinio Corrêa de Oliveira
Diferenciaciones y participación en la sociedad
Toda
sociedad tiene ciertas categorías y profesiones. Incluso en la sociedad más
igualitaria notamos que existen especializaciones, como fue la Unión Soviética,
que, teóricamente hablando debió haber sido la más igualitaria puesto que era
comunista. Allí encontramos comerciantes, gerentes industriales, intelectuales
y trabajadores manuales. También encontramos los falsos sacerdotes de la Iglesia
cismática rusa, que estaba completamente controlada por el gobierno comunista
ruso.
Para
que existan especializaciones, es necesario que haya hombres que ocupen
diferentes posiciones, tanto superiores como inferiores. Por lo tanto, en cada
nivel de la sociedad encontramos hombres que realizan diferentes funciones.
Pretender que todas las profesiones son iguales en realidad establece una
ventaja que favorece a las profesiones inferiores. De hecho, esto es lo que sucedió
en la dictadura del proletariado ruso, donde sólo los proletarios o los trabajadores
manuales tenían el derecho a gobernar, en lugar de aquellos que ejercían
funciones superiores a la de los proletarios.
Ahora
bien, si esto es cierto en las sociedades igualitarias, se aplica más aún en sociedades
como las nuestras, que no son totalmente igualitaria y todavía tienen alguna
jerarquía. Todavía tenemos diferentes clases sociales: la burguesía o la clase
por encima de los trabajadores manuales, y también la clase militar, la clase
jurídica, la clase intelectual y el clero.
Entonces
surgen las siguientes preguntas:
1) ¿Cuál de estos diferentes grupos,
teóricamente hablando, tiene el mayor derecho a ser preponderante en la
organización de la sociedad?
2) En la Edad Media, ¿cómo fue la
distribución de las funciones realizadas en la sociedad?
Cómo Paganismo resolvía la diferenciación de funciones
Un grupo de intocables condenaba a una vida de exclusión en el sistema de castas de la India |
En
la India prevalecía el sistema de castas. Según este sistema, la persona
pertenecía a una casta determinada sólo por el hecho de haber nacido en ella.
No había ninguna posibilidad de pasar de una casta a otra.
Los
hindúes entendían las castas de una manera religiosa. Ellos creían que después
de la muerte el alma se encarnaría en otros cuerpos. Si una persona había
practicado la virtud, su alma se encarnaría en una casta superior; si hubiera
sido mala, se encarnaría en una clase inferior. Por lo tanto, la clase social
de una persona ya estaba determinada antes de su nacimiento.
Ahora,
si la clase social está determinada por una vida anterior, entonces no es
posible en esta vida que alguien pueda cambiar su lugar en la sociedad. Por
tanto, en la India la persona estaba completamente encerrada en la clase social
a la que pertenecía, sin la posibilidad de subir o bajar. Las clases sociales
eran hereditarias y establecidas de forma permanente.
Un
sistema similar prevaleció en el antiguo Egipto. Estaba organizado de tal
manera que un tercio de las tierras pertenecían a la clase sacerdotal, un
tercio a la clase militar y el último tercio al Faraón.
Las
clases sacerdotales y militares estaban absolutamente fijas. Un sacerdote nunca
podía ser un militar; él debía siempre ser un sacerdote. Sus hijos también
serían para siempre sacerdotes. Lo mismo ocurría con un militar: Todo hijo de
militar debía seguir la profesión de su padre, y nadie de otra clase podrían
entrar en ella. Estas fueron las dos clases cerrada; debajo de ellas estaba la
masa de la población, que eran los plebeyos de Egipto.
Cómo la Iglesia Católica resolvió la diferenciación
En
la civilización medieval la Iglesia Católica reconocía tres clases básicas: el
clero, la nobleza y el pueblo. Mientras se mantenían las diferencias, la
Iglesia fundamentalmente cambió algunos aspectos de esas tres clases sociales
básicas.
La
primera clase de la sociedad era el clero. Era una clase completamente abierta
a todas las personas que tenían una vocación para entrar en ella. La Iglesia no
exigía que una persona perteneciera a una determinada clase social para
convertirse en un miembro del clero. Por el contrario, la Iglesia permitió que
personas de los más modestos estratos de la sociedad ascendieran a los puestos
más altos de la jerarquía eclesiástica.
Las acciones heroicas hacían que el soldado ascendiera a la nobleza |
La
segunda clase era la nobleza. La nobleza era una clase hereditaria, pero aquí
también había notables diferencias en comparación con los sistemas paganos. Una
de las diferencias más importantes: Un noble podía perder su estatus social si
incurría en una acción infame. También era digno de notarse que un plebeyo pudiera
ascender a la nobleza, si él realizaba un acto público importante.
Por
lo tanto, la clase noble no era una situación cerrada en la que era imposible
que alguien pudiera entrar o salir. Tenía una cierta flexibilidad que permitía
una renovación lenta. Poco a poco, los que eran deficientes o depravados serían
eliminados y gente con sangre nueva podía entrar a causa de sus virtudes y
capacidades. Era una clase que tenía una gran estabilidad, pero era una clase
abierta.
La
tercera clase estaba constituida por la burguesía y los plebeyos con una
multitud de diferenciaciones; tanto entre estos dos estratos y dentro de cada
nivel de la jerarquía del pueblo.
La
pregunta que queremos examinar en esta serie es la siguiente: ¿En qué medida
todo este pueblo —el clero, la nobleza, los terratenientes, los académicos, los
trabajadores industriales, los comerciantes, los campesinos y obreros— podía y
de hecho participaba de manera efectiva en la dirección del Estado?
La participación en el poder público basada en el
número
Las
organizaciones políticas modernas han generalmente resuelto el problema de la
participación en el poder público basada en los números. El Estado asume una
posición indiferente respecto a las clases sociales, afirmando que toda persona
es igual y tiene el mismo derecho a un voto. Cuando llega el momento de votar,
el resultado se obtiene numéricamente. La elección se hace por la mayoría de
votos.
En la sociedad democrática moderna e igualitaria, todo se resuelve en base al número |
En
apariencia es una muy buena solución, ya que la dirección del Estado debería
estar en las manos de aquellos que están más interesados, y la mayoría
debería
estar más
interesada que cualquier grupo pequeño
en la dirección de
los asuntos públicos.
Sin
embargo, cuando consideramos la cuestión de la competencia y especialización,
aparecen deficiencias. De hecho, a menudo la mayoría de los hombres no son los
más inteligentes, con más criterios para juzgar y con mejores condiciones para
orientar. Estas personas normalmente constituyen una minoría en la sociedad.
Por lo tanto, el error de este sistema es que establece que todo puede resolverse
simplemente por el peso de los números, que excluye a las élites y las destina
a estar siempre derrotadas por la mayoría.
Este
simple mecanismo de la mayoría de voto termina por poner las cosas al revés: es
decir, los líderes auténticos que realmente tienen condiciones para orientar a
la mayoría quedan excluidos. En cambio, surgen aquellos que son capaces de
manipular este sistema detrás de las escenas como una elite artificial que controla
la mayoría de votos.
Por
esta razón, el Papa Pío XII dirigió la atención de los estadistas y hombres de
cultura al siguiente problema: saber cómo debería distribuirse la participación
en la dirección de un Estado dentro de un país de modo que pueda ser sabiamente
orientado y gobernado.
Para
realizar esta tarea, estudiaremos cómo esto sucedió en la Edad Media con el fin
de ver si se puede encontrar una sugerencia para una solución en nuestros
tiempos.
Fuente: TIA
Continuará. La siguiente publicación de esta
serie se titula: Deberes y privilegios del Clero
No hay comentarios:
Publicar un comentario