jueves, 13 de septiembre de 2012

El carácter aristocrático de las asociaciones hereditarias en los EE.UU.


Las elites tradicionales formaron en los Estados Unidos asociaciones de acceso restringido en cuyo medio pueden expandir libremente sus cualidades más nobles y sus costumbres tradicionales. El historiador social Cleveland Amory explica que “en nuestros días, los aristócratas pueden encontrarse más fácilmente en buen número, si no en la alta sociedad, al menos en una Sociedad, es decir, en alguna de las asociaciones plenamente aristocráticas ―aunque oficialmente denominadas patrióticas―, como la de los Cincinnati, Colonial Dames, Colonial Wars, D.A.R., etc.; porque… forman parte seguramente, e incluso genealógicamente, de la [alta sociedad] de ayer, y esto las convierte, por supuesto, en la aristocracia de hoy[1].

Benjamin Harrison, presidente n. 23 de los EE.UU.
Los Harrison son de las primeras familias de Virginia.
Los orígenes, objetivos y requisitos de admisión en dichas asociaciones varían. Algunas están destinadas a perpetuar la memoria de antepasados que se distinguieron en la guerra, fueron fundadores de ciudades o colonizadores pioneros, u ocuparon posiciones de relieve en los Gobiernos Coloniales o republicanos. Para ser socio, se requiere, en general, probar que se desciende del correspondiente personaje y el voto favorable de un comité de recepción o, a veces, de todos los miembros de la asociación.

Otras incluyen entre sus objetivos, actividades de carácter patriótico, pero no son asociaciones meramente patrióticas. En ellas hay una exclusividad basada en el linaje, en contradicción con la inclusividad democrática-igualitaria. He aquí esta paradoja descrita por Wallace Davies: “Ni un súbito crecimiento del sentimiento patriótico, ni siquiera una inmersión en el pasado norteamericano consiguen explicar el carácter hereditario de esas asociaciones. De hecho, un renovado interés por las instituciones republicanas y por los ideales de la democracia… parecerían extemporáneamente incompatibles con tal imitación de la aristocracia del Viejo Mundo y con una posición basada en el linaje[2].

El mayor general Anthony Wayne (1745-1796),
general estadounidense
Da la impresión que para evitar la limitación injusta impuesta por la prohibición de títulos, los fundadores de las más antiguas asociaciones hereditarias americanas aspiraron a que ellas fuesen reconocidas oficialmente, y que se convirtiesen en algo análogo a las asociaciones de la nobleza europea. De esta forma, fueron tan lejos como se lo permitían las leyes y la cultura de los Estados Unidos. Su intención última se discierne en la naturaleza verdaderamente aristocrática de las asociaciones que erigieron.

El mero hecho de pertenecer a una asociación hereditaria no convierte ipso facto a alguien en aristócrata, especialmente porque ninguna de ellas es ennoblecedora de por sí. Sin embargo, es notable que los motivos psicológicos ―no siempre explícitos― que las dieron a luz, en general son semejantes a los que dieron origen a la aristocracia blasonada.

Larz Anderson House. Washington, DC residencia del embajador y la Sra. Larz Anderson desde 1905 hasta 1937, la casa ahora sirve como la sede nacional de la Sociedad de Cincinnati, más antigua asociación patriótica y hereditaria de la nación.
También es necesario poner de relieve la proyección de dichas asociaciones en la vida cultural de los Estados Unidos. Sus miembros promueven el bien común por medio de obras como el mantenimiento de museos y bibliotecas, la restauración de monumentos históricos o el patrocinio de estudios históricos. De esta forma, conservan y mejoran la herencia cultural y las tradiciones de los Estados Unidos.



[1] Cleveland Amory, Who Killed Society? (New York: Harper & Bros., 1960), p. 67.
[2] Wallace Evan Davies, Patriotism on Parade (Cambridge: Harvard University Press, 1955), p. 47.

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