domingo, 8 de julio de 2012

Los “papas” por la evolución – I


Desde Pío XII a Paulo VI
[Véase la aclaración al final de este artículo]
En el artículo se presentó la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre el pecado original y se mostraba la gravedad de la negación progresista del relato del Génesis. Asimismo se señalaba el afán del progresismo adaptar el evolucionismo como tendencia central detrás de esta negación. Si se acepta la evolución universal, se debería rechazar la doctrina católica sobre la creación, Dios, el mal, el pecado original, la cruz, y de la redención.
Teilhard de Chardin
El jesuita que le dio un nuevo impulso a la teoría de la evolución en la Iglesia fue el filósofo panteísta y el paleontólogo fraudulento Pierre Teilhard de Chardin. Chardin consideraba que sus ideas evolutivas eran mucho más que una teoría o un sistema: Se trata de una condición general a la que se deben someter todas las teorías, todas las hipótesis, todos los sistemas, y que deben cumplir en lo sucesivo si han de ser pensables y verdaderos. La evolución es una luz que ilumina todos los hechos”[1].
1920's - Chardin en China buscando el necesario
"eslabón perdido" para apoyar la teoría de la evolución
En otro trabajo, él expone claramente las consecuencias de la evolución que él propone: “Los conceptos de la creación, el espíritu, el mal, Dios ―y, más concretamente, el pecado original, la Cruz, la Resurrección, la Parusía, la caridad― una vez que son traspuestos a la dimensión de un “génesis” se volverán sorprendentemente claros y coherentes”[2]. Por génesis él quiere decir evolución.
Antes del Vaticano II, las obras de Teilhard de Chardin que promovían la evolución y se oponían al pecado original fueron prohibidas por el superior de los Jesuitas (1925); Roma también le prohibió escribir o enseñar sobre temas filosóficos; sus obras fueron proscritas en las bibliotecas católicas o impedidas de ser traducidas a otros idiomas (1957). Sus libros y artículos no obstante circularon privadamente entre los teólogos y académicos progresistas. En 1962, el Santo Oficio todavía emitió una fuerte condena al controvertido teólogo[3].
No obstante, su influencia fue notable en el concilio. El “cardenal” Joseph Ratzinger, por ejemplo, sostiene que la constitución pastoral del Vaticano II, Gaudium et spes fue en gran medida influenciada por las opiniones de Teilhard de Chardin[4].
Después del Concilio Vaticano II, las teorías evolutivas de Chardin empezaron a ser enseñadas y defendidas abiertamente, a pesar que la condenación nunca fue oficialmente levantada. De hecho, el “cardenal” Agostino Casaroli, secretario de Estado del Vaticano, envió en 1981 una carta en nombre de Juan Pablo II, al rector del Institut Catholique de París elogiando al P. Teilhard de Chardin. Esta carta se hizo famosa como siendo su “rehabilitación”[5].
Un año más tarde, en su obra Los Principios de la Teología Católica, el “cardenal” Joseph Ratzinger también elogió a Teilhard, por “incluir el movimiento histórico del cristianismo en el proceso cósmico de la evolución[6].
Esta rehabilitación se convirtió en un elogio casi completo en 2009 por Benedicto XVI al presentar a Chardin como modelo de sacerdote al decir: “Es la gran visión que después de Teilhard de Chardin también asumió: Al final tendremos una verdadera liturgia cósmica, donde el cosmos se convertirá en hostia viva... Pidamos al Señor que nos ayude a ser sacerdotes en este sentido... para ayudar en la transformación del mundo en la adoración de Dios, comenzando por nosotros mismos”[7].
Pío XII abre las puertas a la evolución
Entre las encíclicas del Papa Pacelli se destaca la Humani generis escrita en 1950, que trata del origen del hombre. Ella pretendió censurar de manera genérica a la Nouvelle Théologie y sus teorías, y, por esta razón, en ella el pontífice reafirmó la naturaleza infalible de la verdad contenida en los primeros capítulos del Génesis[8].
Pío XII abrió las puertas a la evolución
Sin embargo, partes de esa encíclica abrieron las puertas a un cierto debate limitado sobre la evolución. En primer lugar, Pío XII sugirió que era necesario un estudio complementario sobre el tema y que podría probar la correcta evolución. De hecho, esto es exactamente lo que dijo Juan Pablo II cuando se refirió a ella en octubre de 1996: “La Humani generis considera que la evolución es una hipótesis seria digna de un estudio de investigación más a fondo”[9].
En segundo lugar, Pío XII declaró que nada en la doctrina católica estaría en contradicción con una teoría que sugiriese que una especie pudiera evolucionar a otra, incluso si esa especie es el hombre[10]. Esta declaración de Pío XII inició la escalada de la aceptación de la evolución en la Iglesia.
Paulo VI
En vista de este fuerte apoyo de la evolución y la negación del relato del Génesis de la creación por los “papas” conciliares, no debería causar ninguna sorpresa que importantes “prelados” de la Iglesia hicieran declaraciones similares que niegan el pecado original.
En sus Memorias, Henri de Lubac señaló que Pablo VI había expresado una opinión favorable de Teilhard de Chardin, una opinión que él compartió en un discurso ante una asamblea de teólogos de la Academia Pontificia Romana de Santo Tomás de Aquino en junio de 1963[11].
Paulo VI elogió la teoría de la evolución de Chardin
Pablo VI fue más evidente en su admiración por la teoría de Chardin en un discurso en 1966 a los empleadores y trabajadores de una importante compañía farmacéutica. En la ocasión él elogió el núcleo de la teoría de la evolución del universo de Chardin y lo señaló como un modelo para la ciencia. A pesar de que Pablo VI hizo algunas restricciones en su elogio, fue un fuerte respaldo de las tesis ortodoxas de Teilhard[12].
Vemos, por tanto, que las censuras en contra las teorías evolucionistas no fueron suficientes para detener su difusión. Pío XII les abrió las puertas, el concilio las aceptó y las incorporó en uno de sus principales documentos, y Pablo VI comenzó una consagración pública de Teilhard de Chardin. Lo que había sido condenado por más de una razón justa y por la preservación de la fe católica, fue aceptado sin corregir ninguno de sus anteriores errores.
Lo trágico es que los “papas” posteriores a Pablo VI continuaron siguiendo el mismo camino, alabando el teólogo panteísta y promoviendo el evolucionismo. Esto es lo que vamos a analizar en el próximo artículo.
Véase también Benedicto XVI o Sísifo revisado.
Aclaración del traductor: Somos de la convicción de que la posición católica más coherente en los días actuales es la sedevacante, esto es, que la Sede de Pedro está vacante desde 1958, año en que falleció el Papa Pío XII. Esta posición se fundamenta en la doctrina católica que sostiene que los herejes manifiestos no tienen jurisdicción en la Iglesia Católica, puesto que un hereje no es miembro de la Iglesia (vea haciendo clic aquí). Ahora bien, ya es bastante evidente que los “papas” conciliares (desde Juan XXIII hasta el actual Benedicto XVI) son herejes manifiestos (pruebas de esto son más que abundantes), y, por lo tanto, no son papas de la Iglesia, sino antipapas. Además, creemos que la Iglesia conciliar (esto es, la Iglesia nacida del Concilio Vaticano II) no puede ser la verdadera Iglesia Católica, puesto que la Iglesia no puede enseñar oficialmente el error. Sí así fuera, entonces habría que admitir que el Espíritu Santo no guía a la Iglesia ni la preserva del error. El autor de este artículo que hemos traducido no toma esta posición. No obstante lo anterior, y habiendo hecho esta aclaración, consideramos que este artículo es sumamente interesante para servir de denuncia de las falsedades y errores de la Iglesia conciliar, razón por la cual lo hemos traducido y publicado en el blog La Denuncia Profética. Por último, para mantener la coherencia en nuestra posición, cada vez que en este artículo se nombra a algún miembro de la jerarquía de la falsa Iglesia conciliar, escribimos su cargo entre comillas, para dejar bien claro que no lo consideramos ―también basados en la doctrina católica― un miembro de la verdadera jerarquía de la Iglesia Católica: un hereje no pertenece a la Iglesia ni menos puede ejercer gobierno en un cuerpo del cual no forma parte (ver aquí).


[1] The Phenomenon of Man, 1940, p. 219.
[2] Theodosius Dobzhansky, “Teilhard de Chardin and the Orientation of Evolution: Critical Essay,” Zygon: Journal of Religion and Science, 3 de septiembre de 1968.
[3] L'OsservatoreRomano, 1 de julio de 1962, p.1.
[5] Card. Casaroli praises Teilhard de Chardin on behalfof John Paul II, L’Osservatore Romano, 10 de junio de1981.
[7] Benedict XVI Praises the Cosmic Liturgy of Teilhard deChardin,” L’Osservatore Romano, July 29, 2009;
[8] Atila Guimaraes, Animus Imjuriandi II, Chap IV.3, p. 214, note 42;
http://au.news.yahoo.com/nsw/latest/a/-/newshome/13381016/pell-says-adam-and-eve-didnt-exist/
[10] El Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente —pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios— (Humani generis # 29).
[11] “They Think They’ve Won!,” Si si no no, abril de 1994, n. 7;
[12] Paul VI, Speech to Employers and Workers of a Pharmacy Company, 24 de febrero 1966, in Insegnamenti di Paolo VI, Poliglotta Vaticana, 1966, pp. 992-93.

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