Plinio Corrêa de Oliveira
Nuestra Señora del Rosario |
Realmente, la generalización de la práctica del rosario
obtuvo un reavivamiento de la fe. Con esto el rosario pasó a ser, en las épocas
en que hubo verdaderamente fe en el mundo, una de las devociones clásicas católicas.
A tal punto que no solo las imágenes de nuestra Señora del Rosario se
generalizaron por toda la tierra, sino también la práctica de esta devoción era
un elemento oficial del hábito de muchas órdenes religiosas.
De entre las mil cosas que se podrían decir a respecto, gustaría
de acentuar exactamente esta ligación del origen del rosario y la virtud de la
fe, entre el rosario y la derrota de los herejes. El rosario siempre fue
considerado un arma potentísima de la fe. Sabemos que la virtud de la fe es la raíz
de todas las virtudes, y las otras tienen que brotar de una fe viva, o entonces
ellas no son auténticas virtudes. Por lo tanto, no adelanta pretender cultivar
las otras virtudes y ser negligentes con la virtud de la fe.
Para nosotros, que llevamos una vida de lucha legal y
doctrinaria en favor de la ortodoxia, y que consideramos la victoria de la
ortodoxia y de la Contra-Revolución en el mundo un ideal de nuestra vida, esta devoción
dice mucho. Precisamente porque ella establece el nexo entre nuestra vida y la devoción
a nuestra Señora, que aparece claramente aquí como siendo aquella que sola
aplastó todas las herejías, como dice la liturgia. Las aplastó, en gran parte,
por el rosario.
El rosario es el “arma”
de la ortodoxia, el “arma” del
ultramontanismo, y la devoción por la cual aplastamos las raíces del mal espíritu
que pueda haber en nosotros, y derrotamos la herejía y el mal espíritu y la
lucha que estos mueven contra nosotros. De manera que el rosario es una
práctica típica para nosotros, y es por esta razón que insistimos tanto sobre
ella. De tal manera que se debe considerar que la vida de un contra-revolucionario sólo es normal y sólo está en
regla, cuando, entre otras cosas, reza diariamente los tres misterios del
rosario.
No tiene propósito que alguien diga lo siguiente: “Prefiero
rezar una decena bien rezada en vez de un rosario entero como un papagayo”. Hubo
un santo a quien una persona le dijo esto y él le respondió: “Está bien rece
con todo recogimiento un avemaría”. La persona intentó rezarlo, y no consiguió.
Alguien me dijo que Santa Teresita jamás consiguió, en toda su vida, rezar un
Avemaría sin distracción.
La verdad es que rezar sin distracción un avemaría es una
obra prima. Y puesto que difícilmente se consigue rezar un Avemaría sin una
cierta distracción, vale la pena
compensar la falta de calidad por la cantidad. Si apenas soy capaz de rezar
avemarías con distracción, es mejor rezar 50 avemarías con distracción de que
un avemaría con distracción. Es evidente.
De manera que el rezo
del rosario tiene mucho valor. Es una oración humilde, no presumida, no
tiene la manía protestante de exceso de prestar atención en las cosas. Por el
contrario, comprende la fragilidad humana e impulsa las cosas para que
progresen. Por eso la repetición que hay en el rosario está lejos, y hasta muy
lejos, de ser estéril. Ella tiene el gran mérito de la insistencia. El propio nuestro Señor recomendó, como una
de las cualidades de la oración, que ella fuese insistente. La oración insistente
consigue las cosas. Si insistimos, aunque apenas verbalmente, obtendremos la
gracia.
Por lo tanto, recomiendo
la oración del rosario como siendo el “arma” del contra-revolucionario para
perseverar, para santificarse y para derrotar las herejías.
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