1. LA REVOLUCIÓN EN LAS TENDENCIAS
Como vimos, esta Revolución es un proceso compuesto de etapas, y tiene su origen último en determinadas tendencias desordenadas que le sirven de alma y de fuerza propulsora más íntima[1]. Así, podemos también distinguir en la Revolución tres profundidades, que cronológicamente hasta cierto punto se interpenetran.
La primera, es decir, la más profunda, consiste en una crisis en las tendencias. Esas tendencias desordenadas por su propia naturaleza luchan por realizarse, no conformándose ya con todo un orden de cosas que les es contrario; comienzan por modificar las mentalidades, los modos de ser, las expresiones artísticas y las costumbres, sin tocar al principio, de modo directo —habitualmente, por lo menos— las ideas.
2. LA REVOLUCIÓN EN LAS IDEAS
De esas capas profundas, la crisis pasa al terreno ideológico. En efecto —como Paul Bourget lo puso en evidencia en su célebre obra Le Démon de Midi— “es necesario vivir como se piensa, so pena de, tarde o temprano, acabar por pensar como se vive” [2]. Así, inspiradas por el desarreglo de las tendencias profundas, irrumpen nuevas doctrinas. Ellas procuran a veces, al principio, un modus vivendi con las antiguas, y se expresan de tal manera que mantienen con éstas un simulacro de armonía, el cual habitualmente no tarda en romperse en lucha declarada.
3. LA REVOLUCIÓN EN LOS HECHOS
Esa transformación de las ideas se extiende, a su vez, al terreno de los hechos, donde pasa a operar, por medios cruentos o incruentos, la transformación de las instituciones, de las leyes y de las costumbres, tanto en la esfera religiosa cuanto en la sociedad temporal. Es una tercera crisis, ya enteramente en el orden de los hechos.
4. OBSERVACIONES DIVERSAS
A. Las profundidades de la Revolución no se identifican con etapas cronológicas
Esas profundidades son, de algún modo, escalonadas. Pero un análisis atento pone en evidencia que las operaciones que la Revolución realiza en ellas de tal modo se interpenetran en el tiempo, que esas diversas profundidades no pueden ser vistas como otras tantas unidades cronológicas distintas.
B. Nitidez de las tres profundidades de la Revolución
Esas tres profundidades no siempre se diferencian nítidamente unas de las otras. El grado de nitidez varía mucho de un caso concreto a otro.
C. El proceso revolucionario no es incoercible
El caminar de un pueblo a través de esas varias profundidades no es incoercible, de tal manera que, dado el primer paso, llegue necesariamente hasta el último y resbale hacia la profundidad siguiente. Por el contrario, el libre arbitrio humano, coadyuvado por la gracia, puede vencer cualquier crisis, como puede detener y vencer la propia Revolución.
Describiendo esos aspectos, hacemos como un médico que describe la evolución completa de una enfermedad hasta la muerte, sin pretender con ello que la enfermedad sea incurable.
Plinio Corrêa de Oliveira, Revolución y Contra-Revolución
Puede leerse el libro en línea en el siguiente enlace: Revolución y Contra-Revolución
[1] Cfr. Parte I, cap. III, 5.
[2] PAUL BOURGET, Le Démon de Midi, Plon, París, 1914, vol. II, p. 375.
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