María de Agreda(*) señala los castigos anunciados a causa de las injurias hechas a la Madre de Dios
Prosiguiendo la letra del capítulo 21 del Apocalipsis, dice de esta manera: Y vino uno de los siete ángeles, que tenían siete copas, llenas de siete plagas novísimas… (...)
Estos ángeles, de quien habla en este lugar el evangelista, son siete de los que asisten especialmente al trono de Dios y a quien Su Majestad ha dado cargo y potestad para que castiguen algunos pecados de los hombres. Y esta venganza de la ira del Omnipotente sucederá en los últimos siglos del mundo; pero será tan nuevo el castigo, que ni antes ni después en la vida mortal se haya visto otro mayor. Y porque estos misterios son muy ocultos y no de todos tengo luz, ni tocan a esta Historia, ni conviene alargarme en esto, paso a lo que pretendo. Este uno, que habló a san Juan, es el ángel por quien singularmente vengará Dios las injurias hechas contra su Madre santísima con formidable castigo. Por haberla despreciado con osadía loca, han irritado la indignación de su omnipotencia; y por estar empeñada toda la santísima Trinidad en honrar y levantar a esta Reina del cielo sobre toda criatura humana y angélica y ponerla en el mundo por espejo de la divinidad y medianera única de los mortales, tomará Dios señaladamente por su cuenta vengar las herejías, errores y blasfemias y cualquier desacato cometido contra ella y el no haberle glorificado, conocido y adorado en este su tabernáculo y no se haber aprovechado de tan incomparable misericordia. Profetizados están estos castigos en la Iglesia santa. Y aunque el enigma del Apocalipsis encubre con oscuridad este rigor, pero ¡ay de los infelices a quien alcanzare! y ¡ay de mí, que ofendí a Dios, tan fuerte y tan poderoso en castigar! Absorta quedo en el conocimiento de tanta calamidad como amenaza. (Mística Ciudad de Dios, Libro I, cap. 18)
Estos ángeles, de quien habla en este lugar el evangelista, son siete de los que asisten especialmente al trono de Dios y a quien Su Majestad ha dado cargo y potestad para que castiguen algunos pecados de los hombres. Y esta venganza de la ira del Omnipotente sucederá en los últimos siglos del mundo; pero será tan nuevo el castigo, que ni antes ni después en la vida mortal se haya visto otro mayor. Y porque estos misterios son muy ocultos y no de todos tengo luz, ni tocan a esta Historia, ni conviene alargarme en esto, paso a lo que pretendo. Este uno, que habló a san Juan, es el ángel por quien singularmente vengará Dios las injurias hechas contra su Madre santísima con formidable castigo. Por haberla despreciado con osadía loca, han irritado la indignación de su omnipotencia; y por estar empeñada toda la santísima Trinidad en honrar y levantar a esta Reina del cielo sobre toda criatura humana y angélica y ponerla en el mundo por espejo de la divinidad y medianera única de los mortales, tomará Dios señaladamente por su cuenta vengar las herejías, errores y blasfemias y cualquier desacato cometido contra ella y el no haberle glorificado, conocido y adorado en este su tabernáculo y no se haber aprovechado de tan incomparable misericordia. Profetizados están estos castigos en la Iglesia santa. Y aunque el enigma del Apocalipsis encubre con oscuridad este rigor, pero ¡ay de los infelices a quien alcanzare! y ¡ay de mí, que ofendí a Dios, tan fuerte y tan poderoso en castigar! Absorta quedo en el conocimiento de tanta calamidad como amenaza. (Mística Ciudad de Dios, Libro I, cap. 18)
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(*)María Coronel y Arana, más conocida por su nombre religioso de Sor María de Jesús de Ágreda (2 de abril de 1602 - 24 de mayo de 1665), abadesa del convento de las MM Concepcionistas de Ágreda, Soria, nacida y fallecida en aquella ciudad. También conocida como La Venerable, Sor María, o Madre Ágreda, fue una escritora y monja concepcionista española.
Tuvo fama de santa por sus penitencias y mortificaciones corporales, llegando a ser procesada y absuelta por la Inquisición. Mantuvo una larga y nutrida correspondencia (1643, 1665) con Felipe IV de quien fue consejera en asuntos de estado. En 1627 con tan sólo 25 años, sería nombrada abadesa del convento franciscano de Ágreda, fundado por sus padres.
Se dice que tenía el don de la bilocación, siendo señalada por franciscanos e indígenas contemporáneos como predicadora en Nuevo México, pese a que nunca abandonó su claustro.
En 1673 se inició su proceso de beatificación, llegando a ser declarada venerable por Clemente X.
(*)María Coronel y Arana, más conocida por su nombre religioso de Sor María de Jesús de Ágreda (2 de abril de 1602 - 24 de mayo de 1665), abadesa del convento de las MM Concepcionistas de Ágreda, Soria, nacida y fallecida en aquella ciudad. También conocida como La Venerable, Sor María, o Madre Ágreda, fue una escritora y monja concepcionista española.
Tuvo fama de santa por sus penitencias y mortificaciones corporales, llegando a ser procesada y absuelta por la Inquisición. Mantuvo una larga y nutrida correspondencia (1643, 1665) con Felipe IV de quien fue consejera en asuntos de estado. En 1627 con tan sólo 25 años, sería nombrada abadesa del convento franciscano de Ágreda, fundado por sus padres.
Se dice que tenía el don de la bilocación, siendo señalada por franciscanos e indígenas contemporáneos como predicadora en Nuevo México, pese a que nunca abandonó su claustro.
En 1673 se inició su proceso de beatificación, llegando a ser declarada venerable por Clemente X.
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